CLAVES DE LECTURA
La economía argentina ingresa en el tramo final de la campaña electoral de cara a las PASO, en medio de un escenario de elevada incertidumbre. El clima local se mueve al ritmo del verdadero director de orquesta de la política económica, el FMI. Sin temor a exagerar, podemos decir que el nivel de injerencia que ha alcanzado el organismo en la coyuntura doméstica constituye un hecho inédito en la historia reciente de nuestro país.
La sensación de convertibilidad convalidada por el organismo, sumada al congelamiento electoral de tarifas y otros factores estadísticos, derivó en una desaceleración transitoria de la inflación.
Esta desinflación generó un alivio en la caída del poder adquisitivo de ciertos segmentos de la población. Sin embargo, la concentración de la desinflación en una gama limitada de productos, junto con el fuerte aumento que todavía afecta a los alimentos, deja por fuera de esta recuperación a los sectores más vulnerables de la población. De este modo, los datos muestran que la contracción de la demanda agregada sigue siendo la regla más que la excepción.
La estabilización del dólar de las últimas semanas no está basada en mejoras en el funcionamiento de fondo de la economía argentina, sino en el beneplácito del FMI para anestesiar la cotización de la divisa estadounidense en el muy corto plazo.
A pesar de lo reciente de la última crisis cambiaria, los acontecimientos electorales son de los episodios más volátiles que enfrenta el país, y sus consecuencias son imprevisibles. En esta ocasión, sin embargo, se destaca el papel inédito que está jugando el organismo internacional en el diseño de la estrategia político-electoral del gobierno de turno.
Debe destacarse que, a pesar de las apariencias, el poder de fuego real del gobierno es muy limitado. Buena parte de las reservas internacionales están comprometidas en el servicio de las obligaciones que el tándem gobierno-FMI generó para luego de las elecciones. Esto quiere decir que Cambiemos no está en condiciones de defender la moneda nacional de una corrida cambiaria de magnitud sin afectar de modo definitivo sus compromisos externos.
Sobre llovido mojado, y a lo anterior debe sumarse el hecho de que la vocación del organismo por habilitar el uso de reservas internacionales para defender el dólar es muy limitada. Es más, fue el propio FMI el que puso en duda la pericia de las actuales autoridades para manejar la corrida cambiaria del año pasado, tal como se desprende de su IMF Country Report No. 18/297 (página 15).
En este sentido, la herramienta a la que ha recurrido el FMI que ha resultado más efectiva hasta el momento fueron los anuncios. Al cierre de este informe -29 de julio-, las presiones cambiarias parecieron haberse desperezado, y la reacción inicial del BCRA fue la interrupción del proceso de baja de tasa de interés y la intervención en el mercado de futuros. Hasta ahora el BCRA no vendió dólares. Si la gestión de las expectativas falla, ¿habilitará el FMI la utilización de los dólares destinados a repagar su deuda? ¿Será esta cuota suficiente para frenar una más que probable corrida pre-electoral? |
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