viernes, 7 de junio de 2019

'NUESTRAS VOCES': Antropología neoliberal

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Antropología neoliberal












La fuerza del neoliberalismo, a pesar de las crisis que atraviesa, radica en que fabrica un tipo de ser humano, un tipo de vínculo con los demás y con el mundo: el yo como empresa o marca a gestionar, los otros como competidores, el mundo como una serie de oportunidades a rentabilizar. ¿Dónde reside este poder? En los mil dispositivos que pueblan nuestra vida cotidiana. 
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Por   AMADOR  FERNÁNDEZ  SAVATER                              Publicado en     'Lobo Suelto'


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En los andares, en los gestos, en los rostros, Pasolini percibe una vasta transformación en curso en la Italia de los años setenta. La penetración del desarrollo y el consumo arrasa con las formas de vida populares y produce una homologación cultural sin precedentes.  Es una revolución antropológica” muy profunda que afecta a capas del ser que el dominio del fascismo o de la Iglesia ni siquiera habían arañado.











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No sabe muy bien dónde reside el nuevo poder, pero advierte que no es en los lugares clásicos:  el Vaticano, los democristianoslas Fuerzas Armadas, los grandes industriales italianos. Lamenta que sus compañeros en la izquierda peleen contra molinos de viento, sin percibir a los nuevos gigantesComo el personaje de Kevin McCarthy en  'Los ladrones de cuerpos', el cineasta siente que todo parece lo mismo que ayer, pero nada lo es. Y se autoriza a pensar desde lo que siente.

Por ejemplo, los fascistas de los años setenta parecen los fascistas de la época mussoliniana, pero en sus formas de vida son ya indistinguibles del resto de los jóvenes y solo se diferencian por la retórica y la ideología.  Su fascismo es un producto de la imposición del consumo, de la frustración y la agresividad que genera la obediencia a un modelo de vida homogéneo que no todos pueden practicar.

El grito de Pasolini no resuena.  Los marxistas le reprochan su “esteticismo”, que se atreva a pensar “a partir de un rostro” en lugar de arrancarse los ojos para contemplar científicamente la verdad objetiva de las estructuras económicas.  Le dicen poeta”, una manera como otra cualquiera de llamarle loco,  como le ocurre a Kevin McCarthy en el filme.





Seguimos hablando tranquilamente de EstadosGobiernosnaciones y ciudadanos, pero solo hay marcas y empresas compitiendo entre sí.



Hoy no se trata de repetir dogmáticamente el diagnóstico de Pasolini, pero podemos inspirarnos en su gesto para pensar otra revolución antropológica en curso.
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Consideremos el interés que forja una conciencia social en el momento electoral. Merece mucha discusión el asombro del buen ciudadano respecto a vastos sectores de la población desvalida votando a partidos de derecha, represivos o que incluso les limitan los derechos que otros gobiernos contra los que ahora votan les han conferido. Un recorrido desde … Sigue leyendoLa incógnita del voto popular

El neoliberalismo se analiza simplemente como una política económica o una ideología, la política del ajuste y la fe en la “mano invisible”.  Menos mal que siempre hay locos capaces de sentir los movimientos telúricos.  Antes incluso del ascenso al poder de Reagan y Thatcher, Michel Foucault se atrevió a pensar el neoliberalismo como la extensión de la lógica empresarial y el cálculo económico a todas las dimensiones de la vida, incluida la relación con uno mismo. El sujeto debe asumirse como “empresario de sí”, gestor de un “capital humano  a valorizar constantemente.

La fuerza del neoliberalismo, a pesar de las crisis que atraviesa, radica en que fabrica un tipo de ser humano, un tipo de vínculo con los demás y con el mundo: el yo como empresa o marca a gestionar, los otros como competidores, el mundo como una serie de oportunidades a rentabilizar.

¿Dónde reside este poder? Desde luego no donde miramos obsesivamente (el teatro parlamentario), sino en los mil dispositivos que pueblan nuestra vida cotidiana: ligando en Tinder, moviéndonos en Uber, interactuando en Facebook, podemos captar sensiblemente la mutación antropológica en marcha.  El neoliberalismo es existencial y produce formas de vida deseables.

Todo parece lo mismo que ayer, pero nada lo es. Seguimos hablando tranquilamente de EstadosGobiernosnaciones y ciudadanos, pero solo hay marcas y empresas compitiendo ferozmente entre sí por flujos de inversión  (los  'likes en el caso de las marcas personales).

Vemos también “fascistas” a nuestro alrededor, pero ¿de qué se trata realmente? El fascismo moderno fue el ideal guerrero y revolucionario de plegar el mundo entero al poder del Estado.m ¿Y hoy?  No hay, por el contrario, ninguna idea de sociedad por fuera del modelo antropológico neoliberal, encarnado perfectamente por Trump.  El fascismo posmoderno es la tentativa de plegar el mundo entero a la lógica de mercado. Y para ello hay que someter por la fuerza todo lo que se fugalos  “vagabundos” contra los que dirigió su campaña electoral Bolsonaro y que no son simplemente los sin techo, sino aquellos que no encajan en el modelo de productividad total.

La izquierda oficial propone diferencias a nivel retórico o ideológico. El problema es que, se tengan las ideas que se tengan, las vidas son igualmente neoliberales. No basta con confiar en que gobiernen los buenos”, como si la disputa político-antropológica en torno a las formas de vida deseables se pudiese delegar.

¿EntoncesPodríamos empezar quizá por autorizarnos a partir de lo que sentimos. A pensar desde las “averías” que nos aquejan como “capital humano”:  malestares como el agobio y la ansiedad, el cansancio y la depresión.  A escuchar todo lo “vagabundo” que nos habita y aprender a darle valor.

Como escribe Pasolini en sus  'Escritos corsarios':  “¿No es la felicidad lo que cuenta? ¿No es la felicidad por lo que se hace la revolución?”









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