jueves 31 de marzo de 2016
Por Martín Granovsky
Si no hay marcha atrás y la decisión oficial se formaliza, la Argentina dejará de integrar el consorcio de Telesur. Sería triste. Pero lo más triste sería que Telesur saldría de los contenidos de TDA, la televisión digital abierta que permite ver tele gratis en todo el país al que no quiere cable y, sobre todo, al que no puede pagarlo.
El prejuicio en contra dirá: "Telesur es chavismo puro".
Y el prejuicio a favor dirá lo mismo: "Telesur es chavismo puro".
Error. Telesur fue impulsada por Hugo Chávez en el 2005. Naturalmente la imagen de Chávez aparece en pantalla con frecuencia. Pero su contenido no es chavismo puro. Es puro periodismo.
Ciertos hechos, incluso, o está cubiertos por Telesur o no están. Y no se trata de los discursos del presidente venezolano Nicolás Maduro. Maduro no precisa pantalla. Hasta Fox lo pone, así sea para criticarlo. Se trata de la cobertura de acontecimientos elementales como la asunción de un presidente brasileño o la de un presidente uruguayo. Cuando Luiz Inácio Lula da Silva asumió por segunda vez, en 2007, y Dilma las dos veces en 2011 y 2015, el gobierno brasileño usó la cadena pero la Red Globo no hizo un despliegue periodístico especial, acorde con la magnitud de un cambio en la presidencia de la sexta economía del mundo. Lo mismo ocurrió en Uruguay con Pepe Mujica en 2010 y con Tabaré Vázquez en 2015. ¿Dónde puede enterarse uno de lo que piensa Evo Morales, figura de peso mundial como Mujica? En Telesur. Además de YouTube, ¿por dónde pasan Invasión USA, el riquísimo documental sobre la historia de las relaciones entre los Estados Unidos y Bolivia realizado por Andres Sal.lari con investigación periodística de Mariano Vázquez? En Telesur, horario central. ¿Cuál fue una de las primeras cadenas en convocar como entrevistado al ministro de Macri Hernán Lombardi? Telesur, en un ciclo conducido por Víctor Hugo Morales. ¿Dónde saber qué opina el presidente ecuatoriano Rafael Correa tras perder la batalla por gravar la herencia de los más ricos? En Telesur. ¿En qué sitio se puede hallar una explicación didáctica y sin panfleto alguno sobre cómo funciona el sistema financiero internacional? En Telesur. ¿Qué canal de TV dedica más tiempo y más recursos a la cobertura del proceso de paz en Colombia, un asunto que recién ahora los argentinos empiezan a comprender en su dimensión no sólo colombiana sino continental? Telesur otra vez. El futuro de Colombia es hoy mucho menos sangriento que durante el apogeo de la violencia guerrillera, de los narcos, de los paramilitares y del Estado. Sin guerra, los desafíos son enormes: la Justicia, el desarme, los campesinos desplazados hacia las ciudades y los hijos de esos campesinos con muertos en la familia y sin trabajo. Telesur no fue en estos últimos años el vocero de las FARC sino el mejor lugar en el mundo, Colombia incluida, para seguir las informaciones sobre qué estaba en juego y cómo movían sus fichas el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla en las negociaciones de paz de La Habana. "Dossier", conducido por el periodista uruguayo Walter Martínez, el del parche en el ojo, es de los pocos programas donde hay política internacional explicada sobre un mapa. Parece una tontería. Al contrario. La tontería es la de quienes hablan del mundo sin mapa, sin fronteras a la vista, sin perspectiva geopolítica y sin historia.
En algunos temas Telesur fue no sólo la única vía de información televisiva sino la única vía de información. Así, a secas. Sucedió con el gran fogueo periodístico de la cadena, que fue el golpe contra Manuel Zelaya en Honduras, en 2009. Los periodistas trabajando en el terreno llegaron a tener más precisión sobre lo que ocurría minuto a minuto que diplomáticos del continente y aun de Europa. El canciller español hasta comentó a un directivo de Telesur que la emisión había sido su fuente principal de información en las primeras horas del golpe.
¿Dónde ver a Paco Ignacio Taibo II con sus remeras estampadas de frases provocativas mientras camina otra vez por donde anduvo Pancho Villa o fuma un puro en la casa de Camagüey donde Guevara se fumó un puro?
Patricia Villegas, la colombiana nacida en Cali que preside Telesur, explicó por radio a Daniel Tognetti que ningún gobierno puede poner contenidos al aire. Los directivos fijan las grandes líneas y, como en cualquier medio, los jefes son los que deciden qué material sale. Villegas tiene crédito bien ganado para tomar esas decisiones responsablemente. Era la directora de noticias justo con el golpe contra Zelaya y no ejerce la presidencia como una reina que se olvidó del barro y el chequeo de fuentes.
No es que Mauricio Macri esté impedido de producir y colgar contenidos. Tampoco puede meterse en la programación Nicolás Maduro. Ni los presidentes de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Uruguay, los otros países socios de Telesur. Brasil nunca fue parte. Y Lula confió después a sus funcionarios dedicados a Sudamérica que estaba arrepentido porque se había perdido una herramienta de integración. El heroísmo de Carta Maior y la lucidez de Carta Capital u Opera Mundi y algún ensayo de Piauí no alcanzaron en Brasil para que el pueblo pudiera ver a sus vecinos en movimiento. Menos aún para que conociera su vida cotidiana. Para eso hace falta la tele. Y una tele con alma.
Es obvio que Telesur tiene alma. Parte de su identidad viene de la historia, porque 2005 fue el año de la Cumbre de Mar del Plata en que los cuatro países que entonces formaban Mercosur (la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) sumaron a Venezuela y consiguieron impedir que hubiera consenso para formar un Area de Libre Comercio de las Américas. Un editorial de La Nación acaba de calificar a esa cumbre de "patológica". El adjetivo revela qué sentimientos anidan en el alma de Bartolomé Mitre y Claudio Escribano.
Y ése es el punto: ¿qué hacer con las distintas almas? Si el Estado considera que poner sólo Telesur en TDA es inconveniente, ¿por qué no la deja y agrega otras señales? También en CNN, la Deutsche Welle o la BBC pueden verse contenidos que no existen en otro lado. Si alguien se interesa por lo que pasa en el mundo, ¿puede abstenerse de Bloomberg? Imposible. No entendería las ideas de los partidarios de la sociedad de mercado, concepto que para el economista Arnaldo Bocco ya excede al de economía de mercado. No entendería el televidente qué quieren de la Argentina Adolfo Sturzenegger o Fabián "Pepín" Rodríguez Simón.
La historia del asunto Telesur no terminó. En principio falta ver qué sucede finalmente en el área oficial. Si el Gobierno concretara su intención, ¿los canales privados seguirán todos al Grupo Clarín en su decisión de dar de baja a Telesur en la grilla? Y los diarios, los sitios web y los canales universitarios, ¿qué harán? ¿Se quedarán con el facilismo de condenar el "apagón informativo" sin hacer nada en concreto para mitigarlo?
Catarsis y construcción empiezan con la misma letra. Es lo único que tienen en común. Punto. La catarsis puede ser reparadora. El sueño también. Pero, ¿y después? La diversidad de voces no solo es una conquista jurídica y social de alcance planetario que el Gobierno tomó por asalto – lo hizo con la dilución de los límites al monopolio – sino una opción de vida. Incluso en los peores momentos.
martin.granovsky@gmail.com
LA IMPORTANCIA DE LA PROPIA ACCION EN CASOS DE
DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD SEXUAL
La potencia de la víctima: un oxímoron necesario
A partir de intervenciones realizadas como integrante del Equipo Móvil del Programa Las Víctimas contra las Violencias, la autora rescata experiencias que sintonizan con la idea de que la víctima tome un papel activo y reclame al Estado por sus derechos, que pueda salir de la posición de no-poder que el proceso de victimización trae aparejado.
Por Marcela B. Giandinoto *
Este artículo surge a partir de las intervenciones realizadas como integrante del Equipo Móvil de Atención a Víctimas de Delitos contra la Integridad Sexual del Programa Las Víctimas contra las Violencias, apoyado en las palabras de las personas con quienes trabajamos: las víctimas. Nuestra idea es que la víctima tome un papel activo y reclame al Estado por sus derechos. Que logre empoderarse, lo cual implica precisamente salir de la posición de no-poder, o de impotencia, que el proceso de victimización trae aparejado.
Luego de la denuncia efectuada por una mujer en la comisaría, la acompañamos a la Guardia de un hospital público. En un momento, se dirigió azorada a las profesionales del Equipo: "¡No se puede creer! El clínico me preguntó si 'mientras mantenía relaciones orales, el tipo eyaculó...'" Esta mujer, que con tanta dignidad hacía este planteo, había sido forzada a practicarle sexo oral a su agresor. Tal como identificaba, eso no es "mantener relaciones orales". Es, lisa y llanamente, violación. La violación en nuestro Código Penal Procesal abarca la penetración "por cualquier vía": oral, anal, vaginal. Aunque en las causas, la violación oral suela figurar como "abuso sexual" a secas.
Acerca de las intenciones del médico, nada podemos afirmar. Probablemente sólo utilizó aquello de lo que disponía: muy poco. Muy poca (o nada de) formación acerca de cómo abordar estas temáticas, muy poca conciencia acerca del poder de las palabras, de lo que éstas revelan en tanto transmisoras y reproductoras de ideología; del enorme ocultamiento y falseamiento que la frase conllevaba (evitando hablar del verdadero hecho: la violación, llamándolo por otro nombre, quitándole el peso que tiene); desconocimiento acerca de las leyes vigentes, y acerca de estar incurriendo en una flagrante revictimización (un acto por el cual quien debería asistir, cuidar, atender o proteger a la víctima, la perjudica en lo físico o psicológico por acción u omisión). La pregunta probablemente apuntaba a ponderar la posibilidad de un contagio de ETS por contacto con líquido seminal, pero además de su inadecuada formulación, desestimaba la posibilidad de contagio previa a la eyaculación. Lo que se desprende es la imperiosa necesidad de formación de los médicos y de todos aquellos involucrados en la atención de las víctimas, así como la información y concientización de la sociedad toda. El Programa viene haciéndolo desde hace años en todos los niveles formativos de Policía Federal, con la materia "Introducción al Conocimiento, Abordaje y Prevención de las Violencias".
Santa María Goretti.
Una mártir de la pureza
En 1902, a la edad de 11 años, María Goretti fue asesinada. Tras haber sido rechazado reiteradamente en sus avances sexuales, Alessandro Serenelli, de 18, intentó violarla. Luego de que María le expresara que "prefería la muerte antes que pecar", la apuñaló. Serenelli fue sentenciado a treinta años de cárcel.
De niña, la lectura del libro consagrado a la vida de esta santa, me impresionó sobremanera; en especial, que se relacionara la "santidad" con lo que no podía más que pensar como resistencia a los embates de un abusador. ¿Qué la hacía santa? ¿Haber preferido la muerte para preservar "su pureza"? ¿La premisa de la santidad era el martirio? ¿Cómo podría verse comprometida su pureza por un hecho de índole sexual contra su voluntad? ¿Si el agresor la hubiera violado, hubiese dejado de ser pura? Algo en mi razón se rebelaba contra las ideas que parecían presentarse de modo natural en el texto. Décadas más tarde, los entonces llamados "Delitos contra la honestidad" me trajeron el recuerdo de mis tempranas reflexiones.
En una oportunidad, el Equipo Móvil fue convocado a una comisaría mediante un pedido de colaboración donde se leía: "Averiguación Delito contra la Integridad Sexual". En nuestro Código Penal Procesal se denomina "Delitos contra la Integridad Sexual" a una serie de delitos que incluye el abuso sexual simple, el abuso sexual calificado (gravemente ultrajante) y la violación. Personal de la comisaría nos informó luego "ésta es la carátula nueva: Averiguación Abuso Deshonesto". Pregunté el porqué del cambio, ya que la anterior era correcta. La oficial explicó que el Juzgado había dado tal indicación. ¿Por qué sería relevante resaltar esta diferencia? Porque corresponde utilizar la terminología que refleja los cambios en la Ley y en la concepción que la sustenta. El delito lesiona un bien jurídico. Siempre que hay un delito, hay también un bien jurídico que se protege. Si hablamos de "Delitos contra la honestidad" (como se los llamaba antiguamente, hasta la modificación referente a delitos sexuales introducida por la Ley 25.087 en 1999), el bien jurídico protegido es la honestidad de la víctima. Ello implica que si ésta no se defiende "lo suficiente" (¿suficiente en relación a qué? ¿suficiente para quién?), anteponiendo la "honestidad" al resguardo de su vida, el delito comprometería su "honestidad". Imaginemos los deslizamientos posibles: honestidad, castidad... ¿Cuántas ideas más podrían asociarse en esta serie, fundiendo lo legalmoralreligioso, y naturalizando las ideas rectoras de lo que se espera sea la conducta (y pensamientos) de las mujeres? Si bien las mujeres no son las únicas víctimas de delitos contra la integridad sexual, la enorme mayoría (entre el 95 y el 98%) de las víctimas son mujeres de toda edad, clase social, religión y etnia. Con la modificación de 1999, el "abuso deshonesto" desapareció del CPP.
Cuando hablamos de "Delitos contra la Integridad Sexual" el bien jurídico que se protege es la integridad sexual de la víctima: su libertad, su derecho a decidir. La diferencia conceptual es abismal... Esto implica que lo importante es si se vulneró su derecho a estar o no (sexualmente hablando) con otra persona, a decidir con quién, cuándo, cómo (qué prácticas sí y qué prácticas no) y bajo qué condiciones. Lo que queda por fuera de esta decisión personal vulnera claramente su integridad sexual. Cualquier planteo que postule la posibilidad de consentir cuando se está amenazada, es falaz. Cualquier consentimiento arrancado bajo amenaza no es consentimiento, es intento de autopreservación.
El cuerpo comprometido
Pareciera una obviedad decir que en la violencia sexual, el cuerpo se encuentra comprometido. Pero ¿de qué cuerpo estamos hablando?
Para quien perpetra el abuso o la violación, se trata de un cuerpo para ser atropellado, usado, arrasado. En eso reside el goce del agresor: arrasar al otro, reducirlo a mero objeto, lo que implica la negación de la subjetividad. Todo esto lo hace sentir poderoso. Gozar de la angustia, del terror, de la mirada de espanto, o de súplica. Incluso, como plantea Eva Giberti, gozar antes de consumar el hecho con la preparación y luego, recordándolo. El requisito indispensable para perpetrar cualquier abuso es visualizar al otro como un objeto manipulable. El a priori es pensar a la mujer como un cuerpo del que puede disponerse, creerse con derecho sobre las mujeres. En el sistema jerárquico del patriarcado, la mujer se encuentra por debajo del hombre.
Cuerpos al servicio del hombre. Cualquiera. Todas. Según esta lógica patriarcal, dado que el género femenino tendría como finalidad satisfacer al hombre, la edad en que la mujer comienza a cumplir su destino servil resultaría irrelevante. Debemos recordar que cualquier ataque al cuerpo es en sí un ataque a la identidad y a la subjetividad. Estos hechos violentos, traumáticos, marcan el cuerpo y provocan un dolor psíquico profundo. Las mujeres de toda edad abusadas o violadas suelen referir sentirse "sucias" por la intromisión en el cuerpo que estos actos conllevan, sentir vergüenza, y hasta culpa. La obscenidad del agresor las golpea.
Además de las secuelas "típicas" de estos delitos: insomnio, depresión, sensación de humillación, dificultad para conectarse, etc. (consideradas síntomas de trastorno por estrés postraumático, y que recortan la autonomía y el desarrollo personal de las víctimas), algunos casos hablan por sí mismos. Una de estas muchachas notó que se había orinado encima por el miedo, y se tiraba de los cabellos hasta arrancarlos; otra se fregaba una y otra vez, en un intento de quitarse todo rastro de la agresión en la piel... Acompañamos a una joven que luego de haber sufrido un intento de violación, expresaba: "yo soy lenta para reaccionar, me quedo paralizada". Esa misma muchacha le dijo al agresor que accedería a tener relaciones sin resistirse, pero primero debía buscar X cosa, para lo cual tenía que bajar del auto donde la mantenía retenida... Logró que el hombre le abriera la puerta, y salió corriendo en dirección a otro auto que se acercaba... Otra joven apretó la cabeza del agresor entre ambos brazos, empujándolo hacia abajo (en una especie de "llave"), y estirando un pie accionó el comando para destrabar las puertas. También ella decía no tener capacidad de reacción; sin embargo, "reaccionó" luego de ser amenazada con que "si no se dejaba, iba a terminar en un container", en inequívoca alusión al femicidio... Sin duda, más allá de las características personales, existe una relación entre la socialización de las mujeres (que inhibe la agresión y la capacidad de defensa, que fomenta el estereotipo de la "damisela en apuros" y la necesidad de ser ayudada "porque sola no puede...") y la dificultad para percibirse a sí misma como quien podría hacer algo (creativo, además) para lidiar con la violencia. Las profesionales del Equipo enfatizamos la importancia de la propia acción e intentamos que la víctima revalorice sus propias estrategias: el reconocimiento de la potencia de la víctima. Un oxímoron necesario.
Bibliografía
Giberti, Eva: "Niña-madre: una expresión perversa (inclusive cuando se usa sólo como título)".
Hercovich; Inés: El enigma sexual de la violación.
Giberti, Eva: Tiempos de mujer.
Marchiori, Hilda: Victimología, (compilación).
Scariglia, F. M: Una Mártir de la Pureza.
Sotelo, Carmen: "La violencia sexual. Realidad y mitos".
Velázquez, Susana: Violencias cotidianas, violencias de género.
Giberti, Eva: "Niña-madre: una expresión perversa (inclusive cuando se usa sólo como título)".
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Scariglia, F. M: Una Mártir de la Pureza.
Sotelo, Carmen: "La violencia sexual. Realidad y mitos".
Velázquez, Susana: Violencias cotidianas, violencias de género.
* Psicóloga. El artículo que se publica aquí como adelanto forma parte del número 76 de la revista Topía, que aparecerá en abril.
La destitución masculina
Por Luciano Lutereau *
Hace unos años, la publicidad de una conocida marca de cigarrillos mostraba a un hombre que, al encontrar a una joven cuyo automóvil estaba detenido junto a un puente, hacía gala de su saber técnico, reparaba el motor y, luego, la invitaba al placer de fumar juntos contra la balaustrada. El acto estaba consumado. Mientras que una propaganda reciente, esta vez de una célebre marca de chicles, muestra a un joven que se jacta de conducir helicópteros, pero que, cuando surge la situación de tener que demostrarlo, devela la farsa y se confiesa ante la muchacha: no sabe conducir helicópteros, pero así y todo su deseo lo autoriza a ese encuentro.
Han pasado unos treinta años entre una imagen y la otra. La conclusión es difícil de evitar: el hombre de nuestro tiempo ya no se regodea en la potencia fálica como estrategia de aproximación al Otro sexo. Incluso podría decirse ¡todo lo contrario!, el varón contemporáneo se destituye del falicismo y hasta juega con su ridiculización. Dicho de otra manera, pocos hombres hoy tendrían éxito (al menos, eso parece) desde una posición como la de H. Bogart. El héroe (o, mejor dicho, el antihéroe) de nuestros días está más cerca del lúcido y desgarbado Woody Allen.
¿Qué consecuencias tuvo este cambio de posición? En resumidas cuentas, el hombre de hoy tiene poco para ofrecer, se escabulle del reproche: "Nada te prometí"; por lo cual tampoco se siente en deuda con el Otro sexo. La dimensión del pacto (enunciada en el sintagma "Tú eres mis mujer") cedió su lugar a la destitución del riesgo. El hombre contemporáneo elige tener poco para perder; y deja la dimensión de la expectativa (que siempre defrauda) a las mujeres, para quienes la pérdida no se inscribe necesariamente en el complejo de castración. "No esperes nada de mí/ nada de mí", dice una canción de Babasónicos.
La destreza fálica hoy es campo fértil para las mujeres, mientras que los varones han comenzado a padecer síntomas típicos que, en otro tiempo, eran considerados femeninos: celos, temor a la pérdida de amor, preocupación por la imagen física, etc. El hombre enamorado de nuestro tiempo (suelen quejarse algunas mujeres), recurre a estrategias impropias: dar a ver su deseo de manera esquiva, seducir a partir de la sustracción, diferir el encuentro, etc. De aquí el lamento generalizado, en la actualidad, de que los hombres "son histéricos". A propósito, en cierta ocasión un analizante contaba la siguiente anécdota: ante la situación de estar con un amigo piropeando mujeres en la vía pública, una de ellas respondió con una sonrisa y se acercó, a lo cual este muchacho dijo a su compañero: "Rajemos, que dan bola". Hemos pasado del hombre que tenía que asumir la división subjetiva de la vergüenza en el encuentro cuerpo a cuerpo con una mujer, al varón que goza de la escena que se construye y sostiene a la distancia.
Desde el punto de vista del psicoanálisis lacaniano, podría decirse que el varón actual ya no se sitúa desde los semblantes de amo o de saber para encarar al Otro sexo. Estas formas discursivas han dado paso a otras: la posición histérica que, en estos casos, interroga la feminidad en busca de saberes supuestos (como ocurre con la aparición de "Escuelas de seducción"); o bien, eventualmente, la posición de objeto que busca la división del sujeto cuya verdad sea una marca: "No quiero que lleves de mí nada que no te marque", dice una canción de Jorge Drexler.
* Psicoanalista. Doctor en Filosofía y magister en Psicoanálisis por la Universidad de Buenos Aires. Docente e investigador.
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