miércoles 16 de septiembre de 2017
Opinión
Caza de brujas
La semana pasada se lanzó una campaña virulenta por parte de algunos medios de comunicación contra el abordaje en las aulas de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. La propuesta fue impulsada por Ctera a propósito del día del detenido desaparecido, el 30 de agosto. Para algunos medios y comunicadores la iniciativa resultó escandalosa: "hacen política en la escuela", "adoctrinan a nuestros hijos", "los manipulan ideológicamente", denuncian a viva voz. El axioma que pregonan – como parte del sentido común irreductible – es que "a la escuela se va a estudiar no a hacer política".
No voy a insistir en comparaciones que a esta altura no parecen necesarias: no estamos en una dictadura, estamos en democracia, por más que ciertas frases y apelaciones nos remitan a otras épocas. Se trata de la democracia. Más precisamente de la disputa por la democracia, y en esto no debe haber tregua. Lo peligroso de esta campaña no es que hayan legitimado o promovido resoluciones proscriptivas acerca del tratamiento de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, pues hasta ahora no existieron. De existir serian violatorias de los marcos normativos que regulan la educación. En primer lugar, la Constitución, que habla no solo del derecho a aprender sino también del derecho a enseñar. En este sentido, la ley 26060 de educación nacional que reglamenta este derecho, en varios de sus artículos – tanto en los que define los objetivos y contenidos como en el que garantiza la libertad de cátedra – ampara y promueve a los trabajadores de la educación a tratar en las aulas temas como la desaparición forzada de Santiago. Así como también, el terrorismo de estado, la shoa y todos aquellos acontecimientos históricos que han generado graves vulneraciones a los derechos humanos.
Lo que busca esta campaña es coaccionar y censurar a los docentes a través de las denuncias de padres, madres y colegas. Es un llamado a la sociedad a "patrullarse así misma" como diría alguna vez el politólogo Guillermo O´ Donnell. Un llamado a una "caza de brujas" dentro de las escuelas y de las comunidades. Es decir, una democracia que se autolimita por la acción de los propios ciudadanos y no de la autoridad. Democracias mínimas. Escuelas mínimas que enseñan contenidos "neutros". Estudiantes que reciben, docentes que imparten. Sujetos de derecho que exigen poco, ciudadanos que asisten a la polis muy de vez en cuando.
Por este motivo, no es de extrañar que no haya habido directivas. Pretenden no necesitarlas, basta con desatar la cacería y dejar hacer. Pues si bien es cierto que no hay resoluciones que proscriben el tema, también lo es que las autoridades educativas de las distintas juridicciones no levantaron su voz contra esta campaña que viola el derecho a la educación. El silencio valida y deja hacer. "A ver hasta dónde se llega", especularán.
Desde la Comisión Provincial por la Memoria hemos solicitado a docentes que nos informen y nos envíen actas o cartas de padres que han respondido al llamado. Hasta el momento son pocas, por ahora la cosa va más de boca en boca, algo en las redes, pero pocos se atreven todavía a hacer el acta, a pedir sanciones. El marco normativo aún nos ampara.
En todas las escuelas del país se habla de Santiago Maldonado, y seguramente su presencia será aún mayor si sigue sin aparecer.
Que así ocurra significa que en esta disputa por la democracia la fuerza de quienes pugnan por restringirla es aún una minoritaria. Pero nada es para siempre, lo sabemos, por eso día a día, en cada aula, Santiago tiene que seguir apareciendo. Algo de nuestro futuro se juega en ello.
* Historiadora, directora general de la Comisión Provincial por la Memoria.
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