miércoles 06 de septiembre de 2017
Periodistas reprimidos por informar
Una marcha masiva en reclamo por la desaparición de Santiago Maldonado que se convierte en noticia oficialista a partir de incidentes. ¿Qué ocurrió en la Plaza de Mayo realmente? Juan Pablo Mourenza, uno de los 31 detenidos la noche del viernes pasado, cuenta la privación de derechos que sufrió cuando cubría en vivo los hechos para la agencias DTL! Comunicación popular. Gisela Sosa, periodista de la Agencia de Noticias RedAcción (ANRed), también fue reprimida mientras desarrollaba su labor y revela: "Nunca pensé que nos iban a cazar". Ambos son miembros de la Red Nacional de Medios Alternativos y fueron perseguidos por informar sobre los abusos policiales y hacer una pregunta que incomoda cada vez más al Gobierno: Dónde está Santiago Maldonado.
Juan Pablo Mourenza es uno de los 31 detenidos arbitrariamente el pasado viernes. Gisela Sosa es una de las tantas golpeadas por las fuerzas de seguridad. Ambos son integrantes de la Red Nacional de Medios Alternativos y fueron reprimidos cuando cumplían tareas como trabajadores de prensa.
Como ellos, fueron detenidos estudiantes, docentes y hasta turistas que pasaban por el lugar. Las detenciones se realizaron horas después de finalizada la marcha y a varias cuadras de distancia del lugar de la convocatoria.
En Nuestras Voces, Juan Pablo y Gisela relatan la represión, la detención y el aislamiento desde adentro y desde afuera de Comodoro Py. Desde ayer los 31 detenidos se encuentran liberados. La noticia pasa y, sin embargo, seguimos sin saber a dónde está Santiago Maldonado.
En primera persona
Juan Pablo Mourenza tiene 34 años y forma parte de DTL! Comunicación popular. "Nunca había estado preso, ni siquiera llevado por averiguación de antecedentes", dice como queriendo esquivar el aluvión de denuncias que recibió en los grandes medios de comunicación. Juan no tiró piedras, ni pintó las paredes del Cabildo. El viernes se movilizó para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado: lo hizo como ciudadano y como comunicador: "Asistí a la marcha como cualquier otra persona conmovida con esta situación, una más de las 250 mil en Buenos Aires y de las 500 mil a lo largo y ancho del país. Pero además, estuve en mi rol de comunicador popular de Antena Negra TV", aquel rol por el que se lo llevaron detenido.
Él había llegado temprano. Presenció con sus compañeros el acto y las bandas que habían homenajeado la búsqueda de Santiago, que ya lleva desaparecido un mes y cuatro días. Junto con Ezequiel Hugo Medone (integrante de DTL! detenido arbitrariamente ) y Gisela Sosa (comunicadora de ANRed) se fue de Plaza de Mayo al rededor de las 20 horas. "Hecha la desconcentración un fuerte operativo represivo avanzó desde la Avenida de Mayo y se extendió cruzando la 9 de Julio. Empezamos a hacer la cobertura y ahí fuimos caminando con el operativo policial, haciendo tomas y cubriendo cómo era el desarrollo de sus tareas", cuenta a Nuestras Voces.
"Cuando llegamos a la altura de San José y Avenida de Mayo la policía empezó a ir a buscar a quienes estábamos justamente en la tarea de registrar lo que estaban haciendo". Ezequiel se encontraba transmitiendo en vivo, Juan hacía de asistente de cámara y Gisela fotografiaba lo que estaba ocurriendo. "En un momento salimos a socorrer a una chica que no estaba registrada como prensa y la policía la acusaba de tirar piedras", recuerda Juan. "Ezequiel les intentaba mostrar que era una chica que tenía el celular en la mano y no estaba haciendo nada".
El equipo alcanzó a transmitir en vivo la voz de uno de los oficiales diciendo "Agarralo a ese que está filmando". Juan lo relata: "En ese momento a un chico que estaba filmando le pegan con un palo en la rodilla y lo dejan completamente inmovilizado en el piso. No sé si esa voz de mando era dirigida hacia mi, hacia mi compañero o era a ese chico al que le pegaron. La cuestión es que lo intento sacar de la escena para que no le peguen más y cuando termino de sacarlo veo que estaban agarrando a mi compañero. Intenté hacerlos entrar en razón, pero no hubo caso", se lamenta. "Yo me intentaba oponer a la detención de mi compañero, sin darme cuenta de que estaba prácticamente detenido, rodeado por tres o más policías".
Aquella imagen fue la última que vio. Sus ojos se llenaron de gas pimienta y no pudieron volver a abrirse hasta horas después, ya dentro del calabozo. "No me quiero victimizar, pero aún hoy, pasados tres días, siento el ardor de los resabios que dejó el gas en mi cara".
Con su chaleco de periodista, identificado fuertemente en la espalda como trabajador de prensa, Juan es esposado y subido a una camioneta. "A Ezequiel lo subieron a otro auto, yo viaje con una sola persona, aunque no sabía quién era. No podía ver".
- ¿Preguntaste a dónde y por qué te estaban llevando?
- No pregunté nada. Es un momento de mucho miedo, de repente la lucidez te abandona y te sentís completamente vulnerable. No pregunté, pero yo entendía que era por ofrecer resistencia a la detención de mi compañero, por defender a alguien que no había hecho nada".
Arriba del camión, esposado, sin poder ver y sin saber de qué se lo acusaba ni a dónde sería llevado, Juan pasó 45 minutos. "Llegó nuestra abogada defensora" – dice en relación María del Carmen Verdú – "y sin mediar palabra arrancaron. Recién ahí nos dijeron que nos llevarían a la Comuna 15", comisaría ubicada en Avenida Guzmán 396, detrás del cementerio de la Chacarita.
De ahí en adelante, todo es desesperación: "Estuvimos incomunicados hasta el domingo cerca del mediodía. En treinta y cuatro años nunca había pisado una comisaría. No pude hablar con familiares, amigos, compañeros, abogados, nada. Es una situación muy inestable, muy fea porque uno no sabe qué está pasando afuera. No sabía si los de afuera estaban al tanto. Entregás la dirección de tu casa, las llaves, te hacen firmar papeles que no entendés. Te sentís completamente atropellado".
En aquel momento Juan fue obligado a dejar sus pertenencias, entre las cuales se encontraba su celular y una tarjeta de memoria que contenía filmaciones de la represión. "Tenía filmada la detención de un muchacho. Les dije que faltaba, pero me dijeron que nunca la tuve". Nunca la recuperó.
En ese mismo momento Juan firmó una denuncia en la que aún hoy no entiende de qué lo acusan. El texto afirma que fue detenido por la policía a las 20 horas en la Plaza de Mayo, aunque las filmaciones y fotografías presentadas como evidencia demuestran que tanto él como sus compañeros se encontraban en Avenida de Mayo y Salta – a pocas cuadras de Plaza Congreso – cerca de las 22 horas al momento de ser capturados.
"Es una situación muy dura, uno se preocupa por la familia, por todas las personas con las que uno comparte y que están preocupadas. Yo era consciente de que el momento en el que me tiraron el gas pimienta había fotógrafos que estaban cubriendo el momento, pero no sabés hasta qué punto saben en qué situación estoy". Lo único que a Juan le daba confianza era escuchar los bombos y cantos, su única pista de que desde afuera un colectivo se encontraba peleando por su liberación. "En un momento un oficial de policía me dijo, hay mucha gente esperando por ustedes. Cuando salí me di cuenta de que no era mucha, era muchísima, el despliegue fue enorme y fueron ellos los que lograron nuestra libertad".
Recién el domingo al mediodía, luego de casi 36 horas de incomunicación, Juan fue trasladado a los tribunales de Comodoro Py, en donde se enteró de las aberraciones sufridas por otras personas detenidas arbitrariamente. Entre ellas, Ada Luz, quien relató en diálogo con Radio 10 que compañeras detenidas en la Comuna 12 fueron obligadas a desnudarse y filmadas por personal policial. "Le han dicho a compañeros en los móviles Cálmense si no quieren ser los próximos Santiago Maldonado, o mismo interpelarlos y decirles Qué se piensan que la noche de los lápices es sólo una película. No se puede, es inaceptable que digan esas cosas. Es algo doloroso para todo un pueblo. Realmente no puedo entender a quienes defienden la teoría de los dos demonios y a quienes están volviendo a calar en el sentido común esas ideas", dice Juan.
"Hoy en día se hace hincapié en las paredes del cabildo, ese es el debate. Es un garrón que estén pintadas y entiendo y lo respeto que las prefieran blancas, pero con eso logran correr el eje mientras hay situaciones más graves que están sucediendo. Puedo estar o no de acuerdo, lo cierto es que a muchos de estos 31 detenidos nos han agarrado en una situación completamente ajena a la que se nos imputa y se nos ha armado una causa federal basada en nada, porque ni siquiera es cierto el lugar en donde dicen que nos llevaron presos".
A pesar de que todo en estos tiempos intenta llevar al ciudadano a la individualidad, lo que salvó a los detenidos fue la tarea colectiva: "Estamos sanos y salvos gracias a la organización, la lucha, el movimiento de los abogados, el centro de Memoria, Verdad y Justicia y los sindicatos".
Ni para Juan ni para el resto de los detenidos lo vivido el viernes se encuentra terminado. "Al contrario, recién empieza. Se nos dio la excarcelación. No dijeron que no somos culpables sino que nos dieron la libertad provisoria. Ahora el juez tiene diez días para expedirse y dictar una sentencia en la que podríamos ser procesados o sobreseídos. Hay que esperar la labor del juez". Mientras la causa no se resuelva, todos los detenidos tendrán que presentarse ante los tribunales del 1 al 5 de cada mes y solicitar permiso para salir del país.
"Vemos que hay un total corrimiento del eje", dice Juan y agrega: "Lo que realmente es importante es que hubo medio millón de personas que se conmovieron con la desaparición de Santiago, aunque los grandes medios intenten ocultarlo. Nosotros como sector de medios comunitarios alternativos sabemos a dónde estamos parados y cuáles los riesgos que corremos porque no decimos qué accesos a la capital están demorados, hablamos de las injusticias que hay en nuestro pueblo".
"Jamás imaginamos que íbamos a ser cazados"
Gisela Sosa pertenece a la Agencia de Noticias RedAcción, y se acercó a cubrir la marcha junto con Juan y Ezequiel. Cuando el caos se desató lo único que hizo fue gritar que todos los que estaban deteniendo eran trabajadores de prensa. "A Juan se le tiraron cinco o seis policías encima, parecía un partido de rugby. Nos empezaron a pegar y a tirar gases, a mí me pegaron un itacazo en la cabeza y cuando me di cuenta a los chicos ya se los habían llevado". Mientras ambos se encontraban encerrados en distintos patrulleros, Gisela aprovechaba la poca batería que le quedaba para comunicarse con los compañeros de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) y con la abogada María del Carmen Verdú.
"Hasta ese momento sabíamos que estaban reprimiendo, veíamos que había detenidos porque lo estábamos registrando, pero no nos dábamos cuenta de que eran tantos. Era todo una gran cacería. Salían a buscar culpables y lo estábamos viendo pero jamás nos imaginamos que íbamos a terminar siendo cazados nosotros. Todo era totalmente arbitrario e ilegal. Incluso el docente que se llevaron – dice en relación a José Morales – estaba comiendo en una pizzería".
Apenas se enteró de dónde llevaban a sus compañeros Gisela se fue para la Comuna 15: "Durante toda la noche del viernes abogados, SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), Suteba (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires) y familiares intentaron ingresar a verlos y sistemáticamente les negaron el ingreso".
El sábado al mediodía, luego de contactarse con toda la RNMA, Gisela participó de la conferencia de prensa brindada por la integrante de Correpi, María del Carmen Verdú e integrantes del Sipreba, y abrió las actividades que se organizaron frente a las comisarías para exigir la finalización del aislamiento de los detenidos: "Pudimos mantener entre 300 y 500 personas todo el tiempo en la comisaría, lo que nos permitió presionar para que el juez realizara las indagatorias el domingo y evitar así a los chicos un día más incomunicados", cuenta Gisela a Nuestras Voces.
Gisela Sosa no dormía desde el viernes. Recién ayer a las siete de la tarde logró volver a su casa. "Nosotros no estamos acostumbrados a ser la noticia y sin embargo cada tanto y cada vez más seguido, nos está tocando. Tenemos que reorganizarnos entre nosotros los medios alternativos y armar estrategias de seguridad dentro de esta agenda represiva contra los medios".
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