miércoles, 30 de mayo de 2018

'NUESTRAS VOCES': Indignarse con los derechos, emocionarse con la beneficencia

miércoles 30 de mayo de 2018




Indignarse con los derechos, emocionarse con la beneficencia







Nuestro establishment ha sido históricamente proclive a las “decisiones duras pero necesarias” y a las “cirugías mayores sin anestesia”, aunque siempre sobre miembros ajenos.  El gurú de la City, Miguel Angel Broda, pidió “un ajuste fiscal en serio” pero para atenuar los efectos de ese ajuste siempre inexorable, propuso que fuera acompañado “con comedores abiertos los 7 días, las 24 horas”.
sebastian fernandezPor                          



Varios meses antes de las elecciones presidenciales del 2015, Miguel Angel Broda, una de las tantas obstinaciones de nuestro establishment, participó en una mesa redonda en el hotel Alvear junto a otros economistas serios como José Luis Espert y Carlos Melconian.
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Durante la charla, cada participante cumplió con las expectativas de su público. Espert opinó que las paritarias eran “fascistas”, que el kirchnerismo incentivó “la holgazanería” y que el próximo gobierno debería echar a “todos los de La Cámpora”, Melconian sostuvo que las 3,5 millones de jubilaciones sin aportes que otorgó el gobierno eran una locura que le costaba al país más de 5 puntos de PBI (unos 25.000 millones de USD, el doble de lo que el Banco Central evaporó en estos meses para sostener la fuga) y Broda, con mayor impaciencia, explicó que ajustar era inexorable y que la única duda que quedaba era “si hacemos el ajuste planeado o a los golpes”.

Más allá de las críticas que los tres economistas citados le suelen hacer a Cambiemos (incluyendo el ex funcionario Melconian), el gobierno ha respetado a grandes rasgos la hoja de ruta definida en aquel almuerzo. Las paritarias dejaron de ser fascistas y se transformaron en un virtuoso sistema que reduce el poder adquisitivo de los salarios, las moratorias jubilatorias que nos llevaban a la quiebra se congelaron, las jubilaciones se redujeron, el cepo desapareció propiciando una fuga histórica y el ajuste tan negado durante la campaña es una realidad tangible aunque no tenga el vigor que esos bomberos pirómanos desearían que tuviera. Incluso miles de empleados públicos fueron echados con el argumento de ser “grasa militante”, según las recordadas palabras del ex ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, y los deseos de Espert.
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En una reciente entrevista, Broda criticó al presidente Mauricio Macri porque “diagnostica un problema que requiere cirugía y nunca llama al cirujano” y pidió “un ajuste fiscal en serio, creíble”. Para atenuar los efectos de ese ajuste siempre inexorable, el gurú de la City propuso que fuera acompañado “con comedores abiertos los 7 días, las 24 horas”.
Nuestro establishment ha sido históricamente proclive a las “decisiones duras pero necesarias” y a las “cirugías mayores sin anestesia”, aunque siempre sobre miembros ajenos. El esfuerzo que exigen sus gurúes y el presente calamitoso que ofrecen como paso necesario hacia un futuro tan lejano como venturoso nunca los incluye. Al contrario, el presente de nuestro establishment debe ser venturoso para incentivar “su confianza”, la clave de nuestro desarrollo según proclama una letanía habitual.
Apenas dos años y medio después de aplicar con mesura el plan de acción que los comensales del hotel Alvear hubieran preferido ver aplicado a los golpes, Broda pide un control de daños con comedores abiertos todo el día, como estaciones de servicio. Volver a ser un país normal exige, al parecer, que la gente ya no tenga para comer en su propia casa.
El pedido de Broda es el corolario natural del camino que pidió transitar pero también refleja una honesta declaración de principios: nuestro establishment suele indignarse con los derechos y emocionarse con la beneficencia.








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