lunes 28 de mayo de 2018
SALUD
Cerebro y ego
Los trastornos sociales que provoca la autoestima cuando está potenciada
Por Dr. Ignacio Brusco *
"¡Te preocupa demasiado lo que los demás piensan de ti!"
Marc Levy
Podría considerarse que el ego existe no sólo en los humanos, sino también como función instintiva en animales superiores como los mamíferos. Es probable que haya sido clave en el éxito evolutivo de varias especies, teniendo como base por ejemplo, mantenerse altruista como animal alfa en una manada, confiar que lo que se les enseña a las crías es lo correcto o no tolerar lo injusto.
Esto último se observa cuando a dos monos capuchinos que comen normalmente pepinos, lo que es una comida habitual, se le ofrece un manjar como la uva a uno sólo. En ese momento se genera una alteración en la respuesta de aceptación del mono perjudicado. Se niega a comer el pepino y además se lo arroja violentamente al cuidador.
Algo parecido sucede si se recompensa con algún alimento al mono que no realiza actividades, la que si se requiere a sus compañeros para obtener la comida. Esto produce un gran enojo en estos monos discriminados; conteniendo una sentido de la injusticia grupal con una gran defensa al ego.
El ego del humano se complejiza y convierte en la autoestima, la que es necesario para triunfar en la vida. Varios trabajos científicos muestran que ante mayor autoestima mayor estatus laboral y económico, así como éxito en el ámbito familiar.
La autoestima es necesaria para confluir en un trabajo exitoso, en tener una familia estable y cumplir un rol activo en la sociedad. Una baja autoconsideración dificultará exponernos, para competir y disminuirá la confianza en nosotros, y también en el otro.
Muchos investigadores estiman que en el ciclo de la vida la autovaloración se mantiene estable, sólo disminuida por un separación de pareja y mejorada ante una relación mantenida en el tiempo, especialmente si la misma dura más de un año. Asimismo, las personas exitosas en el estudio, como las que consiguen una beca en el exterior mejoran su autoestima.
Los investigadores Richard Robins y Ulrich Orth de la Universidad de California y de la Universidad de Berna respectivamente, han observado que la autoestima es bastante estable en las personas cuando se mide en el tiempo. Sin embargo han descripto que la misma se encuentra en su menor intensidad en la adolescencia o en la vejez. Lo que podría explicar por qué son esos momentos vitales los de mayor mayor vulnerabilidad y prevalencia al suicidio en las personas. Así también describen su apogeo entre los 50 a 60 años.
Podría pensarse en parangonar al ego con otros instintos básicos de supervivencia que se observan en los animales. Por ejemplo, el altruismo y la copia pueden ser muy ejemplificadores para comprender al ego pues son características que se asignan al líder de una bandada o el macho alfa en los chimpancés. Por ejemplo, estos necesitan un ego inhibido o estimulado para tomar la decisión de dejar copiarse o no respectivamente. Al mismo tiempo el enseñar requiere muestras de altruismo pero además posiciona al individuo en un grupo. Por ejemplo; existe un tipo de aves (los córvidos) que cuando esconden un gusano cazado por ellas, si son observadas por otro congénere, hacen que lo deja en ese sitio; pero después vuelven para cambiarlo de lugar y no dejar copiarse. Muy diferente al ave que le enseña a sus crías a volar o a hacer el nido. Ambas situaciones, dejarse copiar o no, serían muy importantes para su supervivencia.
La autoestima es una función necesaria y normal en el humano. Esta función pasa a ser perjudicial cuando está potenciada; generará así trastornos sociales, transformándose en un trastorno de la personalidad narcisista.
Es decir, que el narcisismo sería una autoestima de alta intensidad, que va a impactar en las relaciones sociales y laborales de la persona. Constituirá entonces una patología, generando un problema disruptivo, que se asemeja bastante o puede coexistir (comorbilidad) con otros trastornos de la personalidad cómo los antisociales (delincuentes). En este último sólo importan ellos, sin otorgarles valor a los demás.
En el registro cerebral de neuroimágenes de estas personas, sólo se activan áreas emocionales cuando se produce un perjuicio a ellos y no cuando son agredidos los otros. En un estudio realizado en personal penitenciario solo se prenden áreas afectivas; como el área cortical cerebral cingulada anterior y amigdalina, cuando existe un riesgo o perjuicio propio, pero no hacia un tercero.
Los narcisistas son auto sobrevalorados, con un alta autoestima pero frágil. Es decir que si bien se piensan superiores, sufren mucho ante la crítica de otro. Es decir esa autoestima flaquea francamente, generando mucha angustia y respuesta reactiva ante la crítica, pues pretenden ser el centro de la atención, sobrevaloran lo actuado por ellos y menosprecian lo hecho por los demás y nos soportan las que los repriman.
Ese no importarle el otro construye relaciones frágiles y superfluas, en la que priorizar su propio beneficio.
Puede pensarse al ego como como un instituto básico que incluso se encuentre en animales, que suben de complejidad hasta la autoestima en humanos y se descontrola en el caso del narcisismo patológico.
* Neurólogo.
Doctor en medicina y doctor en filosofía.
Investigador del CONICET
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