viernes 25 de mayo de 2018
POLÍTICA
Murió el terrorista norteamericano más famoso: Luis Posada Carriles
El agente de la CIA que intentó asesinar a Fidel Castro, hizo explotar un avión de pasajeros, fue torturador confeso y asesor de las dictaduras de América Latina y el Caribe, murió a los 90 años en su refugio de Miami. Los sucesivos gobiernos norteamericanos jamás dieron respuesta los pedidos de extradición que pesaban sobre el criminal y lo cobijaron hasta el último de sus días.
El miércoles 23 de mayo, a los 90 años, aquejado por un cáncer de garganta, murió el terrorista cubano-americano, Luis Posada Carriles. Torturador y asesino confeso, fue el más conocido de los criminales al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Puso bombas en aviones y hoteles y, en varias oportunidades, intentó asesinar al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
La larga lista de hechos criminales de Posada Carriles solo es comparable con la larga lista de fracasos en su obsesión por asesinar a Fidel Castro y acabar con la Revolución Cubana.
Tras llegar a Estados Unidos, luego del triunfo de la Revolución en Cuba, se unió al Ejército norteamericano y rápidamente se incorporó CIA. Como agente de esa agencia de inteligencia organizó y entrenó a los mercenarios que realizaron la fallida invasión a Playa Girón (Cuba), en 1961.
Durante las décadas de 1960 y 1970 la CIA envió a Posada Carriles a asesorar a las dictaduras de América del Sur y del Caribe. En 1967, esa agencia de inteligencia norteamericana envió a Posada Carriles a Venezuela para incorporarse a la Dirección General de Policía (DIGEPOL), organismo que en luego, en 1969, pasó a llamarse Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Allí usó el alias de "Comisario Basilio" y se dedicó a dirigir y ejecutar torturas.
En 1971 organizó un atentado, que resultó fallido, contra el comandante de la Revolución Cubana, Fidel Castro, cuando éste visitó Chile, invitado por el gobierno de Salvador Allende.
El 6 de octubre de 1976, un grupo de terroristas al servicio de Posadas Carriles y su cómplice Orlando Bosch, colocaron una bomba en un avión de pasajeros de la empresa Cubana de Aviación y lo hicieron estallar en pleno vuelo. El atentado provocó la muerte de las 73 personas que viajaban en la aeronave.
Posada Carriles fue arrestado y condenado en Venezuela por ese crimen, pero en 1982 se organizó una fuga y, después de recalar en Centro América, volvió a Estados Unidos.
En la década de 1990 organizó atentados contra hoteles en Cuba que provocaron varios heridos y la muerte de un turista italiano.
Los gobiernos de Cuba y Venezuela pidieron, en varias oportunidades, que Estados Unidos extraditase a Posada Carriles para que fuera juzgado por sus crímenes, pero el Poder Judicial norteamericano y los distintos gobiernos de ese país se negaron a hacerlo.
La lista de actos terroristas de Posada Carriles y sus socios es interminable. Con el tiempo su política de odio lo aisló del resto de la emigración cubana. Sin embargo, como inmerso en una máquina del tiempo, apoyado en la nefasta figura del senador ultraderechista Marco Rubio, a su llegada el poder, el presidente norteamericano, Donald Trump, desempolvó el discurso de la Guerra Fría y se apoyó firmemente en el asilado y minoritario sector reaccionario de Miami que apoyó todas las prácticas terroristas de Posada Carriles.
El terrorista siguió protegido por el gobierno norteamericano. Murió sin condena y consumido por el odio que lo ahogaba al ver que la Revolución Cubana, a la que quiso destruir una y otra vez, sigue más firme que nunca.
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