jueves 17 de mayo de 2018
OPINIÓN
Cada vez que les preguntan a los economistas críticos de esta situación (y de la heredada) qué ajustes debería realizar el Gobierno, y concretamente dónde se deben recortar los gastos, la mayor parte de ellos, con alguna excepción, se transforman en Diego Maradona y comienzan los "eeehhh, eeehhh..." sin decidir nada . O enuncian generalidades vacuas. Tengamos claro que el Gobierno sólo zafó del primer round de la crisis y con graves daños, y en caso de no realizar severos ajustes al funcionamiento de la economía, difícilmente convenza al Fondo Monetario Internacional de prestarle 30 mil millones de dólares. Tampoco convencerá a los inversionistas de permanecer en pesos a tasa de interés. El desquicio macroeconómico argentino es bien conocido por los economistas, pero varios abrigan expectativas de ser designados en cargos y otros son diplomáticos para no asustar. Lamentablemente, debemos realizar el mayor sacrificio de nuestra historia si deseamos en verdad salir adelante, y no recaer periódicamente en estallidos financieros, hiperinflación, corridas bancarias o recesiones pavorosas.
• Lo primero que debe hacer el presidente Macri es pedirles la renuncia a todos los miembros de su gabinete, a la cúpula del Banco Central y de paso a la jefatura de Gobierno porteña. Volver a los ocho ministerios tradicionales, gente nueva y con peso propio para cada sector, y en especial recrear el clásico ministerio de economía y obras públicas con la Secretaría de Comercio Interior y manejo de la deuda externa. Todos comienzan con amigos (Raúl Alfonsín, Carlos Menem), pero luego llegan los técnicos de alto nivel. Está probado que no se manejan empresas ni gobiernos con amigos o compañeros de colegio.
• Privatizar todas las empresas en manos del Estado, total o parcialmente. Son unas cincuenta empresas que requieren 75 mil millones de pesos por año más juicios, despidos, accidentes. Imposible. Que se hagan cargo los privados.
• Debe cortar obra pública innecesaria. No es lo mismo construir un hospital donde no lo hay que una autopista donde existe una ruta. El soterramiento del tren Sarmiento por 3 mil millones de dólares es un claro ejemplo. El desvío de la autopista Illia, la urbanización de villas miseria, el Plan General Belgrano para el noroeste, la reserva natural en Campo de Mayo, los metrobuses en Gran Buenos Aires, etcétera.
• Debe aprovechar el crédito del Fondo Monetario para establecer una convertibilidad 30 a 1 entre el peso y el dólar. Obvio que complica devolver préstamos a la Nación, a las provincias y a las empresas, pero resuelve la principal salida de divisas del país, que es el frente externo. Un dólar a 30 pesos reduciría en forma natural las importaciones y los viajes con compras al exterior.
• Debe solucionar la bomba de tiempo de las Lebac que generan casi un tercio del déficit público (peor ahora a 40% de tasa). Devolvérselas a los bancos transformadas en plazos fijos a nombre de cada inversor individual o institucional, pero al mismo tiempo aumentar los encajes hasta 90%, es decir, la parte de dinero que las entidades están obligadas a mantener en efectivo. Se dijo también de pasárselas al Tesoro, u ofrecer un bono en dólares a largo plazo. Todas las salidas son complejas y harto delicadas, pero alguna se necesita adoptar, o combinación de varias.
• Crear un seguro de desempleo muy amplio y funcional, que todos los municipios y gobernaciones tengan una dependencia específica, que el seguro pague de inmediato hasta un tercio del sueldo, y eliminar 2 millones de puestos públicos en todos los niveles, Nación, provincias y municipios.
• Todos los días ingresan al país 300 extranjeros que a las 48 horas consiguen empleos en blanco, con obra social y aportes sindicales, mientras por otra parte el Estado mantiene a casi 2 millones y medio de piqueteros que no hacen nada. Peor aún, el Estado paga por hijo y cuantos más hijos se tiene, más paga. Aunque requiera una reforma constitucional, esta situación debe revertirse. Tendrán que dejar el país millones de foráneos para que nativos argentinos tomen sus puestos de trabajo y cortar así el gasto inmenso y creciente en planes sociales.
• Los hospitales no pueden seguir atendiendo extranjeros que vienen desde Sudamérica o Europa a realizarse tratamientos costosísimos sin pagar nada. Debe arancelarse en dólares y cobrar por adelantado todo tratamiento e intervención para no nativos, sean partos, cirugías, bomba de cobalto. En ningún país del mundo se atienden extranjeros sin pagar, y la Argentina se endeuda para mantener esta anomalía. De igual modo los estudiantes foráneos en universidades públicas deberían comenzar a pagar 100 dólares por mes. Otra subvención absurda sin parangón mundial.
• Si logra el Gobierno reformar la Constitución, debe incluir el cese de mantenimiento de la Iglesia Católica, eliminar el ombudsman, el Inadi, el tercer senador por la oposición, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Ministerio Público, el Consejo de la Magistratura, reducir la cantidad de diputados, el servicio diplomático exterior. Y además eliminar subsidios a las asociaciones de derechos humanos, canales de cable, del Ministerio de Trabajo y miles de otros sin supervisión centralizada.
• Debe ser tan fácil tomar un empleado como despedirlo. Combinar una indemnización sencilla con el seguro de desempleo. Reformar la Justicia laboral, reducir las cargas sociales de 45 a 20 por ciento, y entonces recién plantear un directo y claro blanqueo laboral, de trámite fácil y resultado efectivo. Nadie va a invertir en Argentina con la industria del juicio laboral y el sindicalismo mafioso repleto de leyes que lo protegen y financian.
• Hay que reducir el Impuesto a las Ganancias al 20 por ciento y que lo paguen los sueldos y jubilaciones que superen los 200 mil pesos; reducir IVA al 15 por ciento, bajar el inmobiliario urbano y rural, eliminar Ingresos Brutos, Sellos, patrimonio, las retenciones agropecuarias. Docentes y bancarios estatales se jubilan con 30 años de aportes a los 50 años de edad. De otra época. La única manera de hacer pagables las tarifas de energía y agua y el transporte es quitarle impuestos, pero toda quita impositiva significa un incremento del déficit fiscal. Por eso es que resulta menester bajar implacablemente los gastos del Estado: porque el 50 por ciento de casi todos los bienes y servicios de Argentina son impuestos, y así no puede funcionar una economía y cualquier blanqueo será ineficaz, ya que más de un tercio de la actividad económica en nuestro país se mueve en la informalidad, sin pagar tributos. Miles de profesionales, comercios, actividades enteras se manejan en negro. ¡Y parte del Estado también!
¿Por qué se plantean medidas tan crueles, injustas y dolorosas, tan extremas? Porque ningún inversor privado u organismo de crédito prestará dinero a un país que no puede devolverlo con intereses, y la única forma de convertir un gordo fofo en atleta internacional es el sacrificio, el esfuerzo y una valentía extraordinarios, nunca antes vistos. Hay que liberar a las empresas privadas y a los comerciantes de la intolerable asfixia impositiva, de la industria del juicio laboral y de las pesadas cargas gremiales. Únicamente el despegue del sector privado y la inversión productiva externa revertirán la situación. Es esto o continuar en la decadencia con sufrimiento y pobreza sin perspectivas de salir.
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