martes 15 de mayo de 2018
Un armisticio con ayuda de los buitres
Por
Un país timbeado, mes por mes
Lunes
Con el vendaval del viernes 11 de mayo, la divisa trepó 57 centavos, el Central intervino con otros 1.100 millones de dólares y la tasa del mercado secundario de LEBACs se disparaba al 128%. El fin de semana, el equipo financiero del gobierno pasó a cuarteles generales, hizo llamados de todo tipo, diseñó una estrategia y el lunes el BCRA arrancó con una oferta de U$D 5000 millones de las que el mercado en pocos minutos tomó U$D 400. El dólar escaló un 7% durante la primera hora de un nuevo hito de la corrida cambiaria, porque esta vez fue la propia mesa del BCRA quién marcó el ritmo de la devaluación, al fijar precio en 25 pesos, cuando el viernes el dólar había cerrado en 23,26 aproximadamente.
Durante el curso de esa mañana, el mayorista se mantuvo en torno a los 24.50, para subir luego gradualmente hasta los 25 pesos. Mientras esto sucedía en el campo de la gran batalla donde miden fuerzas quienes tienen poder real de fuego, en el submundo de los ahorristas y las pymes se vivían momentos de tensión, cada vez que los tesoros de sucursales bloqueaban el retiro de dólares. Así sucedió en Banco Nación, Banco Ciudad, Banco Provincia y otras entidades.
Las sucesivas rondas de la corrida cambiaria que atravesó el mercado fueron dejando heridos más o menos visibles. La devaluación del peso es una herida sobre el poder de compra del salario, antagónica a la victoria del poder económico de aquellos que están posicionados en divisas. Uno de los heridos emblemáticos fue Javier González Fraga, quien luego de haber sido obligado a vender otros 400 millones de dólares en el mercado, pidió licencia. El ahora presidente con licencia no dejó el campo de batalla tras haber defendido las arcas del BNA. Simplemente sabe que el mes próximo el BCRA enfrentará una disyuntiva similar a la que viene atravesando desde el 24 de abril.
También durante la jornada del día lunes el BCRA emitió la comunicación A6508 para exceptuar a las entidades de la exigencia de efectivo mínima diaria (en torno al 50% sobre la exigencia del mes anterior). Con esta arriesgada medida, adoptada para evitar mayor desarme de posiciones, el BCRA compromete una regla de oro en materia bancaria: una parte de los depósitos del sistema debe quedar encajado en reserva para amortiguar escenarios potenciales de retiro masivo de fondos por parte de los ahorristas. Exponer a los bancos a un riesgo de estas características no es más que el reflejo de concebir a las finanzas como instrumento de especulación y al país como el escenario de una timba permanente, a la que vienen a jugarse un pleno fondos del exterior y grupos económicos, que apuestan a la dolarización completa y la fuga de capitales como instrumento de valorización de portafolios. Mientras la prensa explica que esta es una buena medida para ayudar a los bancos a contar con liquidez extra para absorber LEBACs en la licitación del martes, el riesgo país subió a 500 puntos, mostrando una variación diaria de 4.17% y la mayor variación mensual para las principales economías emergentes (16.28%). Finalmente la jornada del lunes cerró con un dólar minorista a 25.51.
Martes
El día de los grandes vencimientos el BCRA repitió la movida del día anterior. En las pantallas del SIOPEL colocó una oferta por U$D 5.000 millones, con precio 25 pesos por unidad. Vendió 700 millones y operó en el mercado de futuros. Alrededor de las 11.30 el dólar comenzó a perder terreno, hasta cerrar en un nivel de 24.06, es decir un 3.72% abajo. Con el correr de las horas el mercado parecía haber encontrado cierta calma, mientras la autoridades del Central aguardaban el ingreso de fondos offshore, es decir fondos de la misma estirpe que dieron inicio a la corrida. El BCRA podrá decir, luego de más de veinte días y del enorme sacrificio sobre reservas internacionales, que encontró cierta paz cambiaria. Claro que lo hizo por el conducto de un nuevo endeudamiento financiero. Nada es gratis.
Las principales figuras del oficialismo dirán, tal vez, que ahora estos fondos no son especulativos. El ingreso de dólares financieros llegó de la mano de Franklin Templeton y Black Rock, dos fondos de inversión global que supieron tener fuerte presencia en el pasado comprando bonos defaulteados de la deuda argentina.
Trayendo a un precio de 24.95 los dólares que se fueron a 20,20, los fondos buitres impusieron cierta paz cambiaria. Ese flujo aplicado a la compra de títulos públicos por valor total de 73.249 millones de pesos, a precio de corte en 880 pesos y tasa de retorno al 20%, financieramente no cierra. Tampoco convence mucho que los fondos del exterior apuesten al peso. O nos están devolviendo el favor por el cierre escandaloso de los juicios en el juzgado del fallecido Griesa, o estamos pagándoles, por adelantado, algún servicio que aún no conocemos en detalle.
La licitación cerró al 100%. Todos adentro de la rueda nuevamente. La sensación de alivio es parcial; indica que estamos frente a un armisticio financiero de muy corto alcance. El mes próximo la fecha de vencimiento podría volver a generar un escenario de condiciones similares, a las que además habrá que empezar a sumarle la pelota del vencimiento en letras del tesoro nominadas en dólares. El calendario para este año marca exigencias del orden de los 1900 millones de dólares promedio mensual y un stock anual cercano a los 17 mil millones de dólares.
Prudencia. No hay nada para festejar cuando el impasse cambiario vino de la mano de los mismos fondos especulativos que gatillaron la corrida y pusieron al desnudo los errores que provocó la desregulación completa de la cuenta de capital. Menos cuando la tasa más corta terminó en el 40%. Argentina es un país absolutamente timbeado, fiolado financierame nte y, ahora, nuevamente rifado a los buitres. Eso no hace más que empeorar las cosas por el sólo efecto del ingreso de estos nuevos jugadores, que a juzgar por la prudencia que debería promoverse para asegurar la estabilidad financiera frente a turbulencias, debieran estar lo mas lejos posible de nuestro mercado. La sangría de reservas, sólo de esta primer quincena, fue de 3396 millones de dólares. La inflación, cuyo dato se conoció el martes marcó un valor de 2.7% para el mes de abril, 9.6% para el primer cuatrimestre y 25.5% de variación anual. Los problemas de fondo continúan y los resultados, que intentaran vendernos como una victoria, no son más que un fuerte condicionamiento a la soberanía del país.
Aguardemos ahora la llegada del FMI pero pidamos revisar antes el contenido de sus cláusulas y los compromisos que firmen — en representación de todo el pueblo argentino — el grupo de financistas offshore que está a cargo del gobierno. Exijamos que el Honorable Congreso de la Nación tome cartas en el asunto conforme manda la Constitución Nacional. El Fondo no nos salvará de los riesgos y daños ocasionados por la desregulación financiera. El caso de Grecia es evidente. Para el año 2017, la deuda pública alcanza el 170% del Producto Bruto.
Mientras, el poder financiero global tiene al país agarrado entre sus puños.
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