domingo 23 de diciembre de 2018
Tangueras contra el machismo
Un grupo de tangueras se juntó, impulsadas por la denuncia de Thelma Fardín, para compartir sus historias de abuso y violencia machista, arriba y abajo del escenario. Hace tiempo vienen repensando su música. Escriben nuevas letras con perspectiva de género. Denuncian la discriminación laboral. “Tenemos mucho para decir”, afirman. Un encuentro por un tango sin machos.
Fotos: Elizabeth Carretti
Una docena de mujeres se encuentran en una esquina. Están por ingresar a un milongón en la Villa 31. Algunas se conocen por años de militancia, otras descubren por primera vez lo que significa charlar entre compañeras y exponer en forma grupal situaciones que, recién hoy descubren, eran violentas. Repiensan juntas su historia y agradecen a Actrices Argentinas, le agradecen a Thelma. Se ríen y en cada risa sueltan los dolores atravesados por ser mujer en el histórico mundo machista del tango.
“A los diez minutos ya nos estábamos contando episodios de acoso o abuso que cada una vivió. Pudiéndolo decir, pudiéndolo sacar afuera. Sentimos esa empatía, esa sororidad. Fue muy loco porque apenas un año atrás creo que no hubiésemos contado nada, se invisibilizaba. Todo esto que está pasando te hace hermanar. Hizo que nos juntemos, que tengamos una lucha común. No había vivido algo así hasta ahora”. Las palabras son de Eleonora Barletta, cancionista y letrista de tango desde el año 2003.
A Eleonora la acompañan Marisa Vazquez, Noelia Moncada, Lulu Colabella, Eliana Sosa, Patricia Malanca, Claudia Levy, Carolina Minella, Sandra Marquez, Gabriela Novaro, Eva Fiori, Paola Fontana, Floru Ubertalli y Daniela Balestretti, un grupo de cancionistas, letristas, compositoras y cantoras de tango que decidieron utilizar el día nacional del Tango – 11 de diciembre – para juntarse, reflexionar sobre los orígenes del género y graficar los desafíos que el tango tiene por delante.
Cómo romper con la fama del tango macho, cómo reescribir las letras que hablan de maltrato y violencia de género y cómo lograr que las mujeres tangueras tengan el lugar que merecen arriba y abajo del escenario.
Letras que ocultan
“Descangayada, la vi esta madrugada salir de un cabaret. Flaca, dos cuartos de cogote y una percha en el escote bajo la nuez. Así la describe. ¿Y quién cuenta cómo estaba él en ese momento? Tal vez gordo, pelado y con problemas de próstata. Nadie te cuenta eso”, dice Marisa y se ríe. El tango narró siempre una sola parte de la historia, y eso es lo que la sororidad tanguera quiere revertir: “Siempre se contó que la mujer los abandona, pero nadie contó por qué ella se iba. Las tangueras hoy estamos escribiendo sobre una mirada que nos estaba faltando”.
Las letras que actualmente las artistas repudian visibilizan un momento histórico: “Donde la toalla estaba permitida”, agrega Marisa. Sin embargo, todas coinciden en que es necesario narrar las nuevas problemáticas y permitir que la lucha feminista se filtre en los artistas contemporáneos del género. “Somos mujeres, nuestras letras tienen que hablar de nuestra forma de sentir y es un gran desafío poder poner en poesía una realidad que a veces es poco poética”.
A diferencia de Eleonora, Marisa forma parte del movimiento feminista dentro del Tango desde sus inicios. Fue ella quien creó la agrupación Tango Hembra, en contraposición a la idea instalada del tango de machos. Milita también en el Movimiento Feminista de Tango, en donde se articulan bailarinas y milongueras, y en su música. “Es fuerte escribir estas cosas, pero hay que hacerlo. La primera experiencia de violencia de género que viví en forma cercana me la contó mi mamá: una vecina que era golpeada y que mató a su marido con su arma reglamentaria cuando se acercó a golpear a la hija. Si ese hombre hubiera escrito tangos diría desde el cielo que la flaca lo mató y quizás nunca nos hubiéramos enterado de lo que él le hacía”. El fallo de Lucía, los mandatos, el techo de cristal, son algunas de las temáticas que aparecen en las últimas composiciones de la artista. “Hay un despertar y un crecimiento social muy grande con respecto a lo que es llamativamente violento y nocivo y hay que aprovecharlo”.
“Mirá, Jose, no seas otario / No andés con vueltas y fajala / que a la mujer que sale mala / pa’ hacerla andar derecha / la biaba es lo mejor. / En cuanto le des cuatro gritos / y la trates de prepotencia / palpitará la contundencia y te dirá loca de amor / “Yo quisiera que me casques pa’ quererte, mi papito, mi papito / yo quisiera que me dejes de ambulancia, mi papito, por favor”.
“Y cuando quiso, justo el destino / que la encontrara, como ahura a vos / trenzó sus manos en el cogote / de aquella perra… como hago yo”.
“Esa flor que mi cuchillo / te marcó bien merecida / la llevarás, luciendo en el carriyo / pa’ que nunca en la vida / olvidés tu traición”.
“Ningún juez hizo ninguna acción contra estas letras, pero le iniciaron acciones a un músico por decir qué linda noche para fumarse un porrito”, repudian las artistas. “Estas letras son terribles y no se pueden cantar con naturalidad”.
Barletta agrega: “Hay letras que hablan de violencia explícita y que, a pesar de que el violento es el macho, colocan a la mujer en el lugar de victimaria”. Claudia, por su parte, dice que jamás cantaría una letra que haga quedar mal a la mujer: “Tenemos que apropiarnos de los nuevos tangos”.
El conjunto que posó contra la violencia de género, aunque cada una con su estilo, nos recuerda que también la música refuerza la cultura patriarcal. “Empezamos cambiándole el género a las letras, todo lo dicho en masculino lo pasábamos a femenino, como para que se empiece a escuchar otra voz”, recuerda Eleonora. “Aunque eso creo que fue una tibieza, lo mejor es cantar tangos nuevos”. “O resignificarlos”, agrega Claudia y explica: “Saber de dónde venimos también es importante. Aquellas letras plasmaban lo que sucedía en la sociedad. Pueden también ser cantadas en tono crítico para mostrar lo terrible de todo lo que pasaba. Para decir miren, esto vivíamos antes y no vamos a vivir más”.
El arte como espacio laboral
El problema de las tangueras no se limita únicamente a la problemática simbólica que implican las letras de los tangos más reconocidos. Como espacio laboral, las mujeres dedicadas al tango encuentran aún múltiples desigualdades a la hora de avanzar en su carrera profesional: espacios reducidos de difusión, ínfimos proyectos encabezados por mujeres cantoras, falta de apoyo estatal, efemérides que solo rinden tributo a artistas masculinos y falta de convocatoria para los grandes festivales son algunas de las cuestiones que confluyen en una secuencia de inequidades.
Claudia Levy es feminista desde que tiene uso de razón. A los doce años su idola era Isadora Duncan, una bailarina feminista que criticaba la dominación tanto de clases de como de géneros. Es una de las más antiguas compositoras y una de las primeras en animarse a componer sobre el lado b del tango. Desde sus inicios, Claudia lucha por crear espacios para mujeres dentro de escenario. Pero asegura que la tarea no es nada sencilla. “Es algo que lamentablemente no solo sucede en el tango. Es un problema que arrastra la música en general. Mirá lo mal que estaremos que estamos pidiendo Ley de cupo y pedimos por lo menos el treinta por ciento, solo el treinta por ciento”.
“Nadie te va a decir que no te convoca porque sos mujer, pero se ve. Yo trato de tener una mirada positiva, creo que de un tiempo a esta parte se ven más mujeres. En el 2003 eran todos hombres y las orquestas ponían varones, no había mujeres. Pero lamentablemente todavía predominan los hombres y es muy machista”, cuenta Eleonora y agrega: “La música es movimiento, si no cambia muere. Por eso el tango también tiene que permitirse cambiar: deconstruirse y luchar por la igualdad”.
La igualdad de la que habla Eleonora se ve, como en otros sectores de la sociedad, reflejada en cada paso que las artistas intentan dar. El ejemplo más notorio es, quizás, las exigencias sobre sus cuerpos: “Cuando quedé embarazada me costó conseguir trabajo. ¿Sabés por qué? Porque ya no tenés la imagen que se busca. Tenés que ser atractiva al público: en las radios te presentan como Poseedora de una inigualable belleza y ante las presentaciones de repente descubrís que lo que te pongas será igual o más importante que tu trabajo vocal. ¿Cómo puede ser?”
El aspecto físico, los salarios, el acceso al escenario, la difusión de sus materiales, son algunas de las problemáticas que enfrentan aún. “Lo bueno es que nos dimos cuenta de que no somos enemigas y que se puede luchar con una propia identidad. Para mí, en mis inicios, ser feminista era ser masculina. Hoy las más jóvenes nos enseñan que la revolución viene desde nosotras sin necesidad de imitar”.
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