jueves, 20 de julio de 2017

La propiedad y los “ex trabajadores”


jueves 20 de julio de 2017



Opinión


La propiedad y los "ex trabajadores"

                                                                                              Por          Mario Wainfeld


El columnista Joaquín Morales Solá incurrió el domingo en un giro de lenguaje coherente con el medio en el que escribe. Dijo entonces (de nuevo, textual): "la Justicia ordenó que las fuerzas de seguridad desocuparan una planta de la multinacional Pepsico, tomada por un grupo minoritario de ex trabajadores conducidos por dirigentes de la izquierda dura".
"Ex trabajadores" es un hallazgo, por ahí menos obvio que el editorial que reseñamos ¿Por qué causa serían "ex trabajadores" lxs emplead@s que fueron despedid@s?  En particular ¿por qué lo serían quienes consiguieron su reincorporación por una decisión de "la Justicia" que hasta hoy no ha sido revocada?
La hilacha ideológica se intenta disimular pero queda expuesta. Es la patronal la que define quién es trabajador, a su arbitrio, de prepo si es necesario.


Los laburantes argentinos, con mejor lectura constitucional que el house organ de las dictaduras, reivindican para sí la condición de trabajadores, tengan o no conchabo. "Son" más allá de cómo "estén". Viene de perillas la distinción entre los verbos "ser" y "estar", que existe en el castellano y no en algunos otros idiomas.
La privación puede ser completa o parcial. Los incumplimientos empresarios generan la informalidad que despoja a los trabajadores de varios derechos: vacaciones, aguinaldo, indemnizaciones por despido, jubilaciones, coberturas sociales.
 Definirse  -  y exigir ser reconocidos como  -   "trabajadores desocupados" o "de la economía popular" son conquistas arduas, meritorias y, claro está, insuficientes.
 Como fuera, el nombre es atributo de la cosa: los trabajadores de PepsiCo  no perdieron su condición de tales por la arbitrariedad patronal aunque se haya cercenado el ejercicio de sus derechos.

El clasismo explícito se expande en la era de Cambiemos. La Nación lo exacerba practicando una suerte de marxismo involuntario.
La clase propietaria, propugna, es previa al sistema democrático, sus prerrogativas deberían ser intocables. La "derecha moderna", envalentonada, es reaccionaria al mango. PepsiCo es, no más, un caso testigo.
 Por eso ni al diario ni a su columnista le preocupan si se cumplió el Procedimiento preventivo de crisis. Por eso no indagan cuántos laburantes firmaron transacciones (bajo presión) y cuántos se rehúsan. Por eso se ne fregan de su futuro.
 Las empresas deciden y los demás agachan la cabeza. He ahí la distopía liberal que trata de abrirse camino. No será sencillo aunque se cuenta con lo primero que es la voluntad. Que se concrete o no, dependerá (como es regla en los conflictos políticos y sociales) de la correlación de fuerzas.









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