La Tecl@ Eñe
Editor/Director: Conrado Yasenza
martes 29 de agosto de 2017
Cuando ningún relato es todavía verosímil
Los momentos de una narrativa política popular suelen privilegiar los objetivos de cambio social y la búsqueda de una contemporaneidad entre necesidad y satisfacción, siempre asediados por un tono de fugacidad. El lugar protagónico de Cristina Kirchner en la última elección bonaerense se vincula tanto con la diferencia en la construcción verbal como con la condición de ese sujeto definido como receptor.
Por Oscar Steimberg *
(para La Tecl@ Eñe)
La memoria de los movimientos populares existe, muy principalmente, como narración abierta, constituida por el rastro de novedades políticas y sociales que habían hecho pensar, y vuelto a pensar, que lo que pasaba no podía contarse con las palabras provistas por los tipos de relato político existentes. Cuando después de la primera caída del peronismo se hablaba de sus logros sociales, se nombraban unas cotidianeidades que abarcaban desde el reequipamiento hogareño al abandono de la propia provincia y a la nueva socialidad política, sindical y barrial. Demasiados cambios, podría haber llegado a pensar entonces el memorioso de clase media, para que la idea de un Gran Futuro pudiera convertir fácilmente, además, esos vertiginosos momentos de novedades en instancia del camino a algún arribo utópico, o del ascenso a una nueva concepción de lo social. Los momentos de una narrativa política popular suelen privilegiar, además de los objetivos de cambio social, la búsqueda de la posibilidad de una contemporaneidad entre necesidad y satisfacción, entre logro y deseo, aunque todo se anuncie acompañado por un amenazante tono de fugacidad.
Pero puede pensarse que hay un tipo de reconocimiento de la fugacidad de lo social y lo político que se articula, sin embargo, con propuestas de la larga duración. Alguna tentativa de "gran relato" insiste junto a la sorpresa de lo logrado o el dolor y la denuncia ante su postergación. Y las sucesivas tragedias sociales que acompañaron los momentos de derrota fueron hablados y escritos –y, ya para la experiencia de casi todos, numerosamente reescritos- por sucesivos o -¿cada vez más?- simultáneos discursos históricos. Y como no puede dejar de ocurrir con el discurso de los movimientos populares, es múltiplemente diverso el tipo de contacto y de uso público de sus manifestaciones orales y escritas, y, en general, de los textos sociales que se le refieren. Como si en una parte de esos discursos se tratara de encontrar permanentemente el modo de reconocer y compartir o debatir cada nuevo momento histórico. En su diferencia o su tragedia.
Y en cada espacio de conjunción o de confrontación se planteará no sólo la diferencia entre propuestas y aceptaciones o rechazos entre los que tienen palabra pública en el debate, sino también entre diferentes planteos de la relación entre oradores y participantes del acto político. La insistencia en el lugar protagónico de Cristina Kirchner en la última elección bonaerense tiene que ver no solamente con esa diferencia en la construcción verbal en tribuna, sino también con el acto de entrega de una parte de la condición de sujeto de esa palabra a ese público definido como receptor (en este caso, a través de la invitación a la tribuna del migrante latinoamericano, del jubilado, de la becaria de investigación que ha perdido su beca). En otras instancias de circulación del discurso político de Cristina, insistió también, como siempre, la alternancia o confluencia entre el señalamiento de los efectos de la política macrista y el despliegue de la problemática del cambio en términos de lo que hasta podría ser una fundamentación parlamentaria de la palabra polémica.
Podría observarse que no fue éste el tipo de discurso exitoso en la mayor parte de los comicios realizados ahora en el resto del país. Pero también podría decirse que en el ámbito bonaerense se impuso en espacios sociales que no son necesariamente los de origen. Y que en momentos de agravamiento de la experiencia social involucrada en la elección, como son los próximos, una mayor abarcatividad temática y polémica puede suponerse con más posibilidades de llegada que la otra; esa basada en una sorda repetición de denuncias y en una promesa de eficacia que parece no poder plantearse si no es en términos de una oscura sencillez.
* Semiólogo y poeta
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