martes, 29 de agosto de 2017

'PRESMAN': "EL NEORREALISMO ARGENTINO"

HUGO PRESMAN

martes 29 de agosto de 2019






POR               HUGO PRESMAN





Contemporámente al grotesco teatral tiende a robustecerse el neorrealismo argentino.


Hijo deforme del neorrealismo italiano, aquel que tuvo como objetivo "mostrar condiciones sociales más auténticas y humanas, alejándose del estilo histórico y musical que impuso el fascismo", el argentino tiende a identificarse con el concepto moderno de pos-verdad, un eufemismo para denominar a la mentira. Dentro del género grotesco tenemos que a Nisman lo mató un comando venezolano-iraní entrenado en Cuba; el desaparecido Santiago Maldonado es un miembro de las FARC ya desactivadas pero que entrarían en combate junto a grupos extremistas kurdos de Turquía en la Patagonia, sublevando a los mapuches; o un mediático escritor con más horas de televisión que materia gris, psicoanalista que denuncia que ha recibido denuncias de pacientes al que sus colegas kirchneristas le han querido lavar el cerebro, intentando que no continúen adhiriendo a Mauricio Macri, con la benevolente aceptación de un periodista extraviado en su fundamentalismo oficialista; el jurista del PRO Alejandro Fargosi declarando que "muchos de los sin-techo de Recoleta-Barrio Norte están pagados por punteros", con el objeto de desacreditar la gestión de Horacio Rodríguez Larreta




La lista es interminable y en su amplitud y diversidad de actores no puede faltar el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el rabino Sergio Bergman, quién fue a la inauguración del Festival Internacional de Cine Ambiental y se disfrazó de planta. O el hallazgo del diario Clarín de haber descubierto un barrio en Gualeguaychú en que todos son clones de Santiago Maldonado. O el psicoanalista Alejandro del Carril quien establece una relación insólita entre ser violado y votar al PRO.

Es una lástima que muchos no sigan la sabia humorada de Groucho Marx: "Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente." 


NEORREALISMO VERNÁCULO



Ubiquemos la escena histórica el 29 de marzo de 1962. El presidente Arturo Frondizi es desplazado por un golpe cívico-militar liderado por el teniente general Raúl Poggi, el almirante Agustín Penas y el brigadier general Cayo Alsina, debido a que el peronismo había ganado las elecciones del 18 de marzo en Buenos Aires, Chaco, Río Negro, Santiago del Estero y Tucumán.  Conforme a la tradición dentro del ejército, al general Poggi le habría correspondido asumir la Presidencia de la Nación. Pero mientras Frondizi era trasladado a la isla Martín García, el 30 de marzo, el general se dirigió a la Casa Rosada, ingresó y se dirigió directamente al despacho presidencial, se sentó en el sillón en el cual posan sus asentaderas los primeros mandatarios y esperó la llegada del Escribano Mayor, doctor Jorge Garrido. Con celeridad y habilidad, el ministro de Defensa, doctor Rodolfo Martínez (h), en acuerdo con el presidente de la Suprema Corte de Justicia Julio César Oyhanarte, convenció en un denodado esfuerzo al presidente del Senado, doctor José María Guido, de que asumiera el poder como sucesor constitucional, y que lo hiciera ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El Dr. Frondizi estaba de acuerdo con esa salida.

Según Carlos Páez de la Torre: "A las 3 de la tarde del día 30, Guido se trasladó a la sede de la Corte. Según versiones, como el apuro hacía imposible confeccionar insignias, las tomó prestadas: el Museo Histórico Nacional aportó el bastón que había pertenecido al presidente Nicolás Avellaneda, y el Museo de la Casa Rosada facilitó la banda. Ambos atributos le fueron entregados, tras jurar ante la Corte, por el Escribano Mayor, doctor Jorge Garrido, a las 4.55 de la tarde." La ceremonia duró escasos diez minutos, mientras el general Poggi, esperaba en vano en el sillón presidencial, la llegada del escribano para asumir la Presidencia.

La jugada fue posible por las divisiones en las Fuerzas Armadas: había un sector que unos meses más tarde serían el bando azul, los gorilas legalistas que proponían una salida respetando la sucesión constitucional y que se enfrentarían a los colorados, los ultragorilas, que querían tomar el gobierno directamente. Esas desavenencias se dirimirían militarmente en forma parcial en septiembre de 1962 y abril de 1963.
En medio de una absoluta irregularidad, el Presidente de la Suprema Corte actuó en resguardo de los retazos de institucionalidad.
Ahora la película del neorrealismo argentino pega un salto y se sitúa en agosto del 2017.

El gobierno se propone someter a juicio político al juez Eduardo Freiler, para seguir avanzando en los procesamientos a la ex presidenta Cristina Fernández, fundamentalmente el intento ridículo de acusarla de traición a la patria por el Memorándum con Irán, para lo cual necesitaba tener una mayoría en el Consejo de la Magistratura. Había que reemplazar a un miembro del Consejo del Frente para la Victoria Ruperto Godoy, desplazado porque no detenta el título de abogado aunque no es un requisito expreso de la ley. Su reemplazante es el senador de Chubut Mario País, del PJ- Frente para la Victoria. El presidente de la Suprema Corte Ricardo Lorenzetti cita a País a las 9 de la mañana para tomarle juramento. Acude con los consejeros Ruperto Godoy y Virginia García. Una crónica del día relata los hechos así: "El plenario del Consejo estaba convocado para las 10. El tema "Freiler" estaba en la mitad del orden del día. Lorenzetti de pronto les dijo a los convocados que debería postergar la jura porque hacía falta que todos los jueces de la Corte firmaran una acordada para hacerlo, algo inédito que dejó perplejos a los tres senadores. Según relataría después García en el plenario, les dijo que se quedaran tranquilos, que Godoy podía seguir integrando el plenario hasta que la Corte se pronunciara sobre su situación. 

Pero desde el Consejo les avisaban que el plenario estaba por comenzar, y que podía pasar cualquier cosa. Y así fue. Godoy y García cruzaron corriendo la plaza Lavalle, en diagonal hacia el Consejo, que está sobre la calle Libertad. Ambos se sentaron en el plenario. La presidenta del Consejo, la abogada macrista Adriana Donato, dijo que iban a cambiar el orden del día y que primero que nada trataría el pedido de suspensión de Freiler, impulsado por un dictamen de Tonelli.  El representante del Gobierno, Juan Mahiques, pidió que se votara sin discusión. La oposición comenzó a protestar y pidió la palabra. Cuando Godoy quiso hablar Donato le dijo que no estaba habilitado. García relató lo que había pasado en la Corte, y que la jura de País sería al mediodía." Siendo 13 los miembros, se necesitan para aprobar la suspensión de un juez e iniciar el jury de enjuiciamiento el voto positivo de los dos tercios, es decir de 9. Al no contarse a Godoy, siendo doce necesitan el apoyo de 8 consejeros.

En medio del escándalo ni siquiera se pudo comprobar que votaron 8. Algunos ni siquiera levantaron la mano. Se dio por aprobado el trámite.
La escena final se registra a las 12 cuando Ricardo Lorenzetti, el cómplice fundamental de esta jugada le tomó juramento a Mario País, cuando la jugada impresentable estaba concretada. A la jugarreta de los consejeros puede tenderse un piadoso y preocupante manto de indulgencia. Lo que es inadmisible que el Presidente del máximo tribunal se preste a esta maniobra, exactamente inversa a la protagonizada por el Presidente de la Suprema Corte del año 1962.

Desde las páginas de los medios dominantes sus columnistas archivaron el republicanismo, olvidaron enarbolar la independencia del poder judicial y se sumaron entusiastamente al neorrealismo argentino.


      


Ricardo Roa desde Clarín tituló "El día que Macri se puso el traje de peronista": "Ante todo, una aclaración: nada de lo que aquí se va a contar puede explicarse sin el contundente triunfo de Cambiemos. A menos que se quiera creer que esto que vamos a contar pasó por pura coincidencia. ¿Y qué pasó? Que el Gobierno estuvo esperando durante dos meses largos que se abriera un hueco en la Magistratura para colar el juicio político al camarista Freiler. Hueco quería decir que el kirchnerismo perdiera un voto aunque fuese por un momento. Y milagrosamente ese hueco se abrió ayer. El hueco no se abrió solo. Y no se podría haber abierto si una cámara no hubiera suspendido como miembro de la Magistratura al senador kirchnerista Godoy. Y si la Corte y Lorencito no decidían cómo decidieron tomarle juramento a su reemplazante, el senador País, cuando el Consejo de la Magistratura ya había aprobado el juicio a Freile."

Ninguna crítica. Sólo la idea que trampa y peronismo son sinónimos. Y la nota concluye: "Todo ocurrió después de la elección del domingo y no fue pura coincidencia. La nueva película de la Justicia continuará. Y promete más después de octubre."

Morales Solá en La Nación, archivó el republicanismo, e igual que Roa identifica trampa con peronismo y escribió: "¿Fue una remoción ilegal? No, pero las formas fueron inesperadamente peronistas. Un juez importante resumió la situación en una frase: "El Gobierno pagó un costo republicano, pero ganó poder."



EL NEORREALISMO ARGENTINO





   


El neorrealismo italiano contó con directores y libretistas de la talla de Roberto Rosellini, Vittorio de Sica, Luchino Visconti, Federico Fellini.
Lo nuestro es mucho más modesto. Si Rosellini filmó "Roma, Ciudad Abierta" el Ministro Nicolás Dujovne y el presidente del Banco Central Federico Adolfo Sturzenegger  dirigen "Argentina abierta al mundo".

Si Luchino Visconti dirigió "La terra trema", aquí Luciano Benetton y Joe Lewis lo emulan dirigiendo "La Patagonia Tiembla" con las participaciones estelares de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, los gendarmes y como extras los mapuches. Como siempre, el verdadero director y productor general Héctor Magnetto, permanece en las sombras y no se le hace el justo reconocimiento en los agradecimientos.
Si Vittorio de Sica dirigió "Ladrones de bicicletas", aquí el endeudamiento, la bicicleta financiera, la apertura económica están dejando al país pata para arriba, con la notable interpretación del "mejor equipo" de actores de los últimos cincuenta años. Del mismo director es "Milagro en Milán" Aquí Ricardo Lorenzetti no es menos y ha dirigido "Milagro en Buenos Aires" que describe un hecho de fraude político en el Consejo de la Magistratura. Del mismo director es Umberto D, un empleado del gobierno retirado, es uno de los participantes en una manifestación de jubilados que exigen un aumento de sus miserables pensiones. Aquí además se le quita parte de los medicamentos, se limitan las pensiones. Cabe mencionar la participación estelar de Carlos Regazzoni primero y luego Sergio Cassinotti, a cargo respectivamente del PAMI, que han hecho posible un drama intenso con escenas de terror de notable patetismo.

El director Mauricio Macri recibe elogios numerosos y cálidos del FMI, del vicepresidente de los EE.UU, de la Cámara de Comercio Norteamericana, de Ángela Merkel y ya apunta a la realización de numerosas películas con reconocimiento internacional hasta el 2023.

Es que como nos han asegurado, estamos empezando a vivir los mejores 20 años de crecimiento. Más que un brindis, merece la constitución de más empresas off-shore en Panamá o la concreción de negocios fabulosos como la exportación de limones a EE.UU por 50 millones de dólares al año a cambio que nos cierren el mercado estadounidense de biodiésel por 1250 millones de dólares y le abramos el mercado argentino a la importación de cerdos. Cualquiera diría que se ha concretado un negocio chancho, realizado por los que llegaron enarbolando la bandera que sabían hacer negocios.









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