viernes, 23 de noviembre de 2018

'NUESTRAS VOCES': “Pueblo somos todos”

image.pngviernes 23 de noviembre de 2018



Pueblo somos todos






La apertura del I Foro Mundial de Pensamiento Crítico, organizado por la red CLACSO y la universidad de los trabajadores UMET, estuvo signado por la ponencia de la actual Senadora, y dos veces presidenta de la Nación, Cristina Fernández, quien habló de buscar unidad y denostó al modelo de Macri por la dependencia generada por el endeudamiento y porque “este capitalismo no defiende la capacidad de consumo”. La ex Jefa de Estado Dilma Rousseff, junto al aporte académico de referentes contrarios al ideario neoliberal y a la visión de líderes sociales latinoamericanos, hilaron el primer capítulo de un Foro que se proclama como un espacio político bien opuesto a la agenda financiera contraria a los derechos sociales de la inminente Cumbre del G20 en Buenos Aires.
Fotos: prensam CLACSO
image.png                                                                    Por             EMILIANO GUIDO



Las militantes feministas de Brasil, los dirigentes del espacio popular Colombia Humana y los Coordinadores de la red global OXFAM se vieron envueltos en una canción popular que no habían escuchado antes en congresos globalifóbicos similares y que punteaba, una y otra vez, en un apellido que les resultaba extraño: Bonadío. Seguramente, lo averiguaron después; también, alguien, les habrá contado a esas y a otras delegaciones llegadas de muchos países latinoamericanos, pero de Asia y África también, que esa marea apretujada en una de las canchas cerradas del club Ferro Carril Oeste recibía así, con mucho color local, a su máxima referente política, advirtiendo ese magistrado que “no se meta” con ella, con “Cristina”.

Previamente, la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff había disertado en el panel “Democracia, ciudadanía y estado de excepción”. Rousseff, testigo y ejemplo más paradigmático de los llamados “golpes blandos”, advirtió que el reciente triunfo de Jair Bolsonaro debe entenderse también como parte de “una derecha regional que puso todos los cañones en Brasil para evitar el retorno del populismo”. Luego, previo a la ya parcialmente mencionada intervención de la Senadora Cristina Fernández, el comunicador y militante social Nacho Levy, del colectivo territorial la Garganta Poderosa, realizó una encendida, por los conceptos vertidos y por el tono ardiente de su oratoria, critica a los pools mediáticos en la mesa “Derecho a la información, medios de comunicación y democracia”: “Así como el cirujano que le teme a la sangre no puede ser cirujano, el periodista que le teme al pueblo no debe ser periodista. Dueños de los medios dejen de desinformar, de meter miedo. Gracias a todos ustedes por no irse de Buenos Aires, como invita a hacerlo la ministra Patricia Bullrich”.


Otra Argentina es posible


Recapitulando, Cristina Fernández de Kirchner, la actual Senadora nacional por Unidad Ciudadana, y dos veces ex Jefa de Estado, estaba convocada para dar una ponencia sobre “Capitalismo, neoliberalismo y crisis de la democracia” pero, todos los que estaban amuchados en ese salón, en el estadio de Ferro, y en las afueras del mismo, bullidos de calor, prestándose agua unos a otros, preguntando cuánto falta, cuánto, habían llegado a Caballito para escuchar, sí, claro, que otro mundo es posible pero, sobre todo, otra Argentina. Y Cristina, astuta, contuvo en un largo discurso, tras muchos meses de no hacer una aparición pública, a todas las audiencias: a los que esperaban recibir un cuadro de situación global certero, y a los que anhelaban oír la palabra de su dirigente política más querida sobre la sensible coyuntura local.

Cristina abrió su intervención en línea con lo señalado por CLACSO estos días   –   “el Foro no es un evento alternativo a la cumbre del G20”  -   y explicitando cuál sería el eje nodal de su discurso: “Esto no es una contracumbre. Tenemos que acostumbrarnos, los espacios populares, a no presentarnos como la contra de nada, ni de nadie. Me gustaría centrar la ponencia en mi mirada sobre una categoría política, que muchos machacan como perimida, la categoría pueblo”, invitó Cristina. “Que es peronista”, respondió una voz adulta y ajada desde un sector cercano a la primer valla que separaba a los invitados especiales del resto de los concurrentes. “No sólo peronista, querido”, contrarió con una media sonrisa la legisladora nacional y un primer aplauso fuerte, habría muchos más, bañó el salón como una ola festiva.


A los minutos, Cristina Fernández puntualizó con un ejemplo concreto por qué, ella entiende, que pueblo, como manta política, como frente programático, como idea multicolor, debe cobijar a todos los que, advirtió Fernández, no son contenidos por el actual modelo financiero: “Voy a decir algo que, quizás no les guste, pero me conocen. Tendré muchos errores, pero mentirosa no soy. Cuando digo pueblo entramos todos. Dejemos de pensar y defender etiquetas ideológicas como izquierda y derecha, esas sí que son categorías perimidas. No tenemos que dividirnos. Necesitamos ensamblar un proyecto donde estén los pañuelos verdes, pero los celestes también. Respetemos nuestras diferencias puntuales, y busquemos los denominadores comunes, que son muchos más, y que nos unen como pueblo”.

Otro tronco de la exposición de Cristina Fernández estuvo centrado en la defensa de sus dos mandatos presidenciales, y en los cuatro años de gestión de Néstor Kirchner al frente de la Casa Rosada; fundamentalmente, en el capítulo económico. Y contrapuso esos doce años de perfil comercial estatista e integrado a la región con la actual matriz financiera y neoliberal llevada a cabo por la alianza Cambiemos. Ese segmento estuvo cocido por el aporte de datos acerca de “el porcentaje ocioso de la industria argentina, que roza el 50% en el rubro textil”; también en la mención de una política de endeudamiento macrista, caracterizó Fernández, que socava a “nuestro país la potestad de tener soberanía y autonomía, eso es muy peligroso”; y en la advertencia de hechos cotidianos: “con nosotros, nuestro gobierno, la gente evitaba ir los fines de semana al supermercado porque se llenaban. Ahora, vieron lo que son los supermercados, un desierto. Qué extraño este capitalismo que no defiende la capacidad de consumo de la gente”.

Ya sobre el final de la intervención, cuando el calor hacía mella en todos; incluso, en Cristina, que pidió al presentador del panel, el saliente Secretario Ejecutivo de CLACSO Pablo Gentili, un poco de agua, la Senadora por Unidad Ciudadana acentuó el pasaje más filosófico de su alocución. “El capitalismo construye subjetividades. Sus usinas de ideas, y sus latifundios mediáticos, buscan horadar nuestra autoestima. Si perdemos el trabajo, claro, es culpa nuestra, de no haber hecho lo suficiente. De esa manera, exculpan al Estado, como si lo público no tuviera nada que hacer con respecto al trabajo. Por eso, estemos atentos a esa batalla. No nos dejemos manipular. Defendamos nuestra subjetividad. Peleemos por la igualdad, que es otra construcción política, la nuestra, y entendamos también que todos somos diferentes. Así como los perros son perros, y los gatos son gatos…”, intentaba cerrar ese tramo Fernández cuando otra ovación estalló como un grito de gol. “Y las yeguas son yeguas”, siguió jugando con la metáfora en clave personal Cristina para delirio de la gente agolpada en el club de Ferro.


Siguió unos minutos más Cristina Fernández con su intervención. De a ratos hablaba la ex Jefa de Estado, la dirigente que siempre buscó transmitir que no se puede entender la trama doméstica sin leer el tablero global; y de a ratos hablaba el cuadro peronista que hoy entusiasma a muchos sectores kirchneristas, populares, de izquierda como su próxima candidata presidencial para competir en los comicios del año próximo. Si en algunos eslabones del discurso resonó la doctrina de Juan Perón, el abordaje teórico de Ernesto Laclau, la narrativa emancipadora elaborada por la fuerza española Podemos, en el remate del discurso de CFK floreció la chispa, el swing, de la dirigente política que lee, y que late en el territorio.

El calor era una referencia ineludible. Cristina lo mencionó, claro, nuevamente, y aprovechó para dar un comentario que, al principio, sonó como extrapolado a lo que venía mencionando. “Ven está blusa tan linda que me puse. Es de una compañía que cerró después de mucho tiempo. Las chicas que laburaban en un local patagónico de esa firma, cuando estaban en plena liquidación, juntaron sus pocos pesos y compraron está pilcha para hacerme un regalo. Me dijeron que estaban agradecidas a mi gobierno, a nuestro gobierno. Yo sigo creyendo en eso. Sigo apostando a la pasión y a la compasión de la gente. Cómo no voy a seguir adelante”, bramó Cristina y Ferro ya era un volcán de gritos, puños en alto, dedos en V, y la sonrisa ancha como el estadio de muchas delegaciones, militantes, de aquí, de allá, de todos lados, que ahora entendían un poquito mejor que ese tal señor Bonadío tenía que meterse con mucha otra gente si pensaba ir contra la autora de la última ponencia.








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