jueves 15 de noviembre de 2018
- POLÍTICA
Apuntemos al otro, al que seguramente no podemos definir pero si desafiar. “La culpa nunca es del chancho, sino de quién le da de comer”, dice uno de los dichos populares que simplemente entiende donde está el problema, pero los ojos nunca apuntan a quien debe resolverlos.
Por Mariano Camun
En esta era de la posverdad (“lo relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”), donde el juego de mentir es la salida más cordial a la falta de capacidad de solucionar, las estrategias que domina el poder político que gobierna, es la silueta que deja el lápiz luego de ser pasado, conocido como borrón y cuenta nueva. Nunca serás culpable si la condena no encadena, y esa es la viveza de los medios afines al “cambio”, buscar la frase correcta ante la incompetencia de su decidor.
La facilidad de esquivar la responsabilidad se ha convertido en moneda corriente, en herencia pesada, en promesas de libreto ficcional, en coartadas que solo adjudican una desesperanza más.
“La gente no come vidrio”, pero si los limpia, los observa y en él se ven sus miserias. Las constantes y encendidas mentiras relucidas en verdad, adiestradas por la hegemónica mediatización, no hacen más que agudizar la explosión, que tarde o temprano será la única solución.
Seguir buscando reducir la gravedad en incompetencias residuales del pasado, solo hace que el agua siga desafiando a la creciente y las cloacas intensifiquen sus bombas de intoxicación humana. No quedan cuadros que diagnostiquen la pobreza, la mentira ya está en la cabeza de los encandilados sociales, que de tanta perversión lingüística, quedan sin sentidos y desnudos en la espera de su bienestar.
Ayer fueron los jardines de infantes y sus ausencias por despilfarros de arcos, redes y pelotas. Recordamos al presidente Macri decir sobre los gastos de FPT: “Cada $35 millones que destinamos, puedo hacer un jardín de infantes menos”; hoy son los desperdicios de aerolíneas y sus inversiones que hubiesen salvado a la sociedad de las aguas turbias, inundaciones y caños de desagüe… Según Macri, el problema de las inundaciones la tiene Aerolíneas Argentinas: “Con una pequeña parte de lo malgastado en Aerolíneas se podrían haber hecho hace tiempo las obras necesarias para prevenir esto”.
Y así podemos seguir esgrimiendo ejemplos que fueron bandera de las salvaciones de los votantes que siguieron entendiendo la confianza política en palabras sueltas y sin remedios.
El “Pro”, “Cambiemos”, el “Macrismo” o el seudónimo que quieran ponerles a los encargados de gobernar nuestro país, usan la posverdad como guión político. Ésta herramienta de manipulación y control social, es el arte de generar ciertos consensos que logran que determinadas ideas sean aceptadas como si fueran verdaderas. A veces al gobierno se le va la mano y directamente apela a la fe: “La economía está mejorando pero no se ve en la calle”, o “Todavía hay mucha gente que no lo percibe, pero la Argentina está creciendo”. O como aseveró en su última entrevista la Gobernadora María Eugenia Vidal con el tema tan manoseado y delicado que es el de las paritarias docentes, comparando el sueldo de un piloto de avión de 200.000 pesos y el de un docente de $33.000, cuando la verdad es que el salario docente, recién ahora y después de una lucha sostenida, es de $16.250 .
Friedrich Nietzsche decía: “la verdad es la mentira más eficiente; aquella que ha logrado su objetivo, es tan profundamente mentirosa que le creemos”.
Trabajar el miedo social y las consecuencias que tendría el país sino se sigue el camino político/económico que lleva adelante el gobierno de Cambiemos, remitiría a la terrible tragedia de parecernos a Venezuela: “Cuando veía las imágenes de lo que estaba pasando en Venezuela, cada vez más violencia, más agresión, más abandono, no pude dejar de pensar lo cerca que estuvimos de ir por ese camino”, arremetió el Presidente Macri para seguir con su efectivo manejo del marketing político, con la finalidad de justificar el plan de ajuste.
O las ya repetidas oraciones: “hace cinco años que Argentina no crece y no se crea empleo”, “el Banco Central estaba quebrado”, “el déficit fiscal alcanzó 7 por ciento del PIB y fue el más alto de la historia argentina”, frases repetidas de manera literal hasta el empacho por miles de trolls en la web; reproducidas de manera “escandalosa” por los aliados y referentes de Cambiemos y en cada programa de televisión donde la pauta privada llena de riqueza las lenguas afiladas con un mismo concepto, una deliberada repetición y su más ardua frecuencia.
Manu Chao, allá por el año 1998, en su excelente disco trotamundos “Clandestino”, delineaba una mirada que anticipaba varios conceptos de ésta realidad. La canción “Mentira”, vino para desentrañar éste mundo anegado, ésta incomprensión mundana, ésta mentira llamada verdad.
“Todo es mentira en este mundo,
todo es mentira la verdad.
Todo es mentira yo me digo, todo es mentira,
por qué será?”
todo es mentira la verdad.
Todo es mentira yo me digo, todo es mentira,
por qué será?”
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