martes 13 de noviembre de 2018
POLÍTICA
Opinión
Las mentiras y la paz
Como si hubieran enloquecido, la semana pasada algunos medios hegemónicos empezaron a mostrar las que podrían llamarse sus profundas intenciones. En títulos principales destacaron que: “El Reino Unido alerta por posibles ataques terroristas en la Argentina”; y a la par: “El fantasma de la violencia altera al gobierno”. Diversos medios, y hasta portales y telebasura, machacaron más o menos igual: el peligro terrorista se cierne sobre la Argentina. Pif-Paf.
En uno de esos sinceramientos se dijo: “Es muy probable que los terroristas intenten perpetrar ataques en la Argentina”. Sugestivamente, claro, sin decir de qué “terroristas” ni de qué tipo de “terrorismo” se trataría; sólo dejaban picando el sustantivo impreciso. Estrategia desinformativa cuya irresponsabilidad se perfecciona al citar “fuentes diplomáticas británicas” y/o “voceros del Foreign Office”, que en realidad son No-Fuentes; o sea asertos irresponsables reveladores de oscuras intenciones.
En otra nota - y con una enorme foto de casi seguros provocadores policiales de los que envía la ministra de dizque “seguridad” Patricia Bullrich a todas las manifestaciones - se hacían conjeturas amenazantes de la paz y se mencionaba a “dos agrupaciones de extrema izquierda que se denominarían la Simón Bolívar y Santucho 22 de Agosto”, las cuales, si existiesen más allá de la siempre obvia y torpe imaginación de los “servicios”, sólo merecerían el firme repudio de la inmensa, gigantesca mayoría del pueblo argentino, que sólo quiere Paz y Trabajo.
Complementariamente, el diario La Nación tituló el viernes pasado: “La democracia pierde atractivo en la región: la mayoría no la prefiere como forma de gobierno”. Y en copete y texto se decía: “La democracia pierde atractivo en la región (...) sólo una minoría (48%) la prefiere como forma de gobierno”, lo que sería especialmente grave en Brasil (34%) y en México (38%), mientras que en los países en donde todavía se valora la democracia los supuestos guarismos serían muy débiles: Costa Rica (63%) Uruguay (61%) Argentina (59%) y Chile (58%). La “fuente” en este caso es una casi desconocida encuestadora llamada “Latinobarómetro”.
Ya se sabe que la imaginación de “comunicadores” y “periodistas” deslizados al oficialismo puede ser tan grande como perversa, y ahí está la invención de “cuadernos” cuyos originales nadie ha visto ni peritado, y cuyas fotocopias incendiarias sí tienen validez judicial en un país en el que un DNI fotocopiado no sirve ni para andar en moto. Quizás eso explica otras No-Noticias del pasado fin de semana como la imaginativa tontería infantil de un ex periodista hoy empresario prestando un nuevo servicio al asegurar que en 2015 el kirchnerismo le “ofreció un pozo petrolífero” para silenciar a un colega.
Más allá de que sería bueno leer o escuchar opiniones al respecto por parte de l@s académic@s, encuestadore@s e intelectuales “republicanos” que tanto barullo mediático hicieron hasta 2015 en las páginas de los llamados grandes diarios, lo que es evidente es que estamos frente a operaciones que delatan el creciente temor del régimen a perder las elecciones de 2019.
El peligro, claro, es que empiecen a jugar más sucio aún. Como denigrar a la democracia y soltar imprudentes amenazas de violencia terrorista sobre una sociedad que ha dado y sigue dando infinitas y fuertísimas muestras de serenidad y vocación por la paz y la convivencia.
Mientras tanto, el sistema mediático concentrado que sostiene al gobierno aprovechó para distraer a millones de compatriotas con otro timo: la llamada “superfinal” Boca-River, que no fue más que la enésima versión de una rivalidad que en esencia es un formidable negocio para vagos, corruptos y chismosos. Hasta con eso se las ingenian para degradar la democracia y la paz. Dos valores que se asientan en la convivencia, la justicia, el trabajo, la equidad y la honradez, y que oligarcas, fascistas y corruptos siempre andan esmerilando.
El peligro de estas patrañas mediáticas es enorme: a estos tipos y a sus mandantes globales no les importaría convertirnos en otra Siria (que hasta su actual destrucción era el país más democrático, y cultural y socialmente más desarrollado del Cercano Oriente, en cuya primera elección presidencial multipartidista, en 2014, fue reelegido presidente Bashar Al-Asad con el 88,7 % de los votos, habiendo votado el 73,42 % de los empadronados, lo que se consideró (dice Wikipedia) “un fuerte respaldo de la población al líder sirio, a quien muchos, incluyendo antiguos opositores, ven ahora como una garantía frente al caos impuesto por la guerra y la radicalización de los opositores hacia el extremismo islámico”.
Quizás no sea exagerado pensar que esa sombra puede sobrevolar la Argentina que viene. El capitalismo global absolutista ya lo ha hecho al destruir a sangre y fuego la vieja Yugoslavia, y también Irak, Libia, Afganistán. Esa sombra, sobre lo que José Martí llamaba Nuestra América, podría cubrir también a Venezuela, Brasil, Bolivia. Y a la Argentina. Históricamente a las dirigencias globales, como a las colonizadas, nunca les importó la muerte de millones de seres humanos. Así son los nazis de este tiempo: fascistas y autoritarios de traje, corbata y Audi.
L@s millones de argentin@s obligados a mirar a toda hora la telebasura en decenas de miles de cafés, bares, restoranes, consultorios, hoteles, tiendas, hospitales y vidrieras, clavados en la misma señal, están siendo ideologizados para consentir el fascismo, el machismo, el racismo y el atropello a todos los derechos, pasivamente. Lo supo ver hace décadas Albert Einstein, cuando advirtió que el mundo no será destruído por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que miran a los que hacen el mal sin ellos hacer nada.
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