sábado, 23 de febrero de 2019

'NUEVO MUNDO MUNDOS NUEVOS': Psicoanálisis, política y cultura en la Argentina de los sesenta

   NUEVO  MUNDO   

 MUNDOS  NUEVOS 

Psicoanálisis, política y cultura 
en la Argentina de los sesenta



1.    Élite intelectual, desarrollo y psicoanálisis
2.    Los intelectuales antiperonistas, la modernización universitaria y la                               psicología
3.    El mundo editorial y la literatura psicológica
4.    Las revistas de psicología, la crítica y las polémicas
5.    Clase media, Cultura “psi” y preocupación política
6.    Psicología y marxismo
7.    Ideología, psicología y radicalización política
8
.    Breve sumario final


Resultado de imagen para Fotos de. PABLO PONZA
Por           PABLO  PONZA   

      



1.    Élite intelectual, desarrollo y psicoanálisis


En sus primeros años el psicoanálisis no era una profesión sino una práctica intelectual compartida por personas distinguidas por su perfil culto, bohemio y una honesta curiosidad por el pensamiento de Freud.

Por ejemplo, los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)  -  que fue la primer organización psicoanalítica estable en el país  -   no sólo mantenían estrechas relaciones con grupos artísticos y literarios de vanguardia, sino que además procedían de diversas profesiones: Arnaldo Rascovsky era pediatraEnrique Pichon Rivière y Ángel Garma psiquiatras. Otros miembros muy cercanos al grupo fundador como Pedro Aberasturi, era abogadoEmilio Ferrari, Marie Langer, Celes Cárcamo, Luisa Álvarez, Alberto Tallaferro, Gregorio Bermann y Jorge Thénon eran médicos. Inlcuso algunas esposas de los fundadores como Arminda Aberasturi, Matilde Wenceblatt y Betty Goode, participaban activamente de las reuniones del grupo aún sin tener titulación universitaria

Marie Langer recuerda que:

LANGER, Marie:  “Vicisitudes del Movimiento Psicoanalítico Argentino”, en Volnovich, Juan y Werthein (...)

“(…) los fundadores de la APA en 1943 éramos un grupo selecto de gente culta e inquieta de la clase media acomodada. Nos sacrificamos, trabajamos y estudiamos duramente para difundir y enseñar el psicoanálisis”  1.

Desde el punto de vista político la atmósfera de aquellos años no era muy favorable para el desarrollo de la disciplina, pues el período que Juan Perón gobernó el país (1946-1955) fue un tiempo donde primó una lógica dicotómica que generó grandes enfrentamientos. La procedencia de las teorías psicoanalíticas no resultaba grata a una gestión de gobierno que exaltaba valores nacionales y que consideraba las modernas corrientes de pensamiento extranjeras expresiones antipopulares e incluso antinacionales

Por otra parte, la procedencia de clase de quienes se interesaban por el psicoanálisis era una dificultad añadida, ya que con frecuencia eran blanco del desprecio propagandístico del régimen, que con cierta ligereza podía tacharlos de oligarcas, cipayos o vende patrias.
Asimismo, hay que agregar que varios de los fundadores de la APA tenían un historial político poco beneficioso para pretender instituir la actividad fuera de los cenáculos mencionados. Ángel Garma era un republicano exiliadoMarie Langerhabía militado en el Partido Comunista Suizo, y Pichon Rivière era un declarado simpatizante socialista. No obstante, según ha señalado Mariano Plotkin (2001: 97), el que la APA no mantuviera vínculos orgánicos con el Estado y fuera ubicada en el campo antiperonista no sólo legitimó su actuación en la clase media acomodada y el arco intelectual opositor, sino que la amenaza externa que significaba el régimen colaboró para generar una mayor cohesión interna. Una cohesión que entró en crisis precisamente cuando cambió el gobierno y dejó de sentirse amenazada.

A medida que la APA se fue consolidando, la imagen proyectada desde su dirección fue la de una organización promotora de una disciplina médica con orientación clínica al psicoanálisis en sintonía con los avances norteamericanos y británicos en materia psicosomática. Y si bien la comunidad médica y no-médica interesada en el psicoanálisis crecía rápidamente, la endogamia del cerrado núcleo era notoria, en especial hasta 1956, año en el que comenzó a cambiar el panorama tras ser derrocado Perón.

Hasta aquí los psicólogos se consideraban a sí mismos una elite intelectual que había venido a incorporarse y mejorar el paradigma de la salud mental. A su vez, se veían a sí mismos como científicos exitosos, merecedores de un reconocido prestigio social y de buena posición económica. En este sentido, Marie Langerrecuerda:

Langer, Marie (1989). Ob.cit, p. 111.

Nos sentíamos una elite intelectual, pero no nos dimos cuenta de que nuestra asociación, junto con la ciencia que ofrecía, estaba determinada para mantener el valor económico del titulo de psicoanalista (…) a costa de otros competidores


Pero la idea de élite intelectual con la que se autoidentificaban los miembros de la APA no era patrimonio exclusivo de los psicólogos sino de todo el arco científico-intelectual emergente en la época. Luego del golpe de estado a Perón (1955) los grupos que se incorporaron a la universidad no sólo se consideraban a sí mismos una élite, sino que además se sintieron llamados a ocupar el espacio abierto por el proceso de reordenamiento institucional promovido por la llamada Revolución Libertadora.

De este modo, los contingentes antiperonistas que se incorporaron durante la gestión del General Aramburu primero (1955-1958) y con la de Arturo Frondizi después (1958-1962), lo hicieron con el objetivo de convertirse en la nueva referencia de las Ciencias Sociales. Para ello buscaron, en primer lugar, sustentar su autoridad científica en la introducción de nuevas teorías y métodos de abordaje de los fenómenos sociales. Y, en segundo término, sustentar su autoridad política tras un ideal de conocimiento científico, específico y profesional supuestamente desprovisto de la incidencia ideológica del ensayo. Torcuato Di Tella en la Revista de la Universidad de Buenos Aires expresaba claramente esta condición cuando señalaba:

DiTella, Torcuato:   “Tensiones sociales en los países de la periferia”, Revista de la Universidad de (...)
“Una característica importante de una sociedad moderna es la existencia de una intelligentsia, definida como un grupo o estrato social integrado por gente que se ocupa con dedicación plena a labores de investigación y enseñanza especializada (...) ¿Por qué esto es importante? Porque mientras no exista una intelligentsia como grupo humano y social (…) con suficiente tiempo y comodidad como para desempeñar su papel de laboratorio de ideas y conocimientos, la sociedad estará falta de uno de sus más estratégicos componentes”.

El proyecto modernizador-desarrollista puesto en marcha hacia finales de 1950 signó la evolución disciplinaria e institucional de la psicología en tanto proyecto apologético de la ciencia y del desarrollo tecnológico, considerando la evolución histórica de la sociedad bajo una perspectiva absoluta de la razón positiva. Se estableció así una concepción lineal e ininterrumpida del desarrollo, e incluso la influencia de esta perspectiva no se limitó al campo de la economía  -  campo del cual provenía  -  sino que se instaló como una verdad inapelable y una lectura integral que abarcó diversas variables: la científica, la social, la cultural y la política.

Los intelectuales antiperonistas, la modernizaciónuniversitaria y la psicología
En un contexto de gran inestabilidad política tras el golpe de estado a Perón, entre 1956 y 1961  –  y con el fin último de desperonizar las instituciones del Estado  -   las gestiones de Aramburu y Frondizi no sólo promovieron un masivo relevo de docentes de la universidad sino que dieron un gran impulso a las ciencias y las artes. Hay datos que demuestran dicho fomento, por ejemplo, la fundación de los Institutos Nacionales de Tecnología Industrial, de Tecnología Agropecuaria, de Cinematografía, de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el Fondo Nacional de las Artes o el Consejo Nacional de Desarrollo, entre los más destacados. Otras medidas dirigidas a impulsar la educación superior fueron la proyección de la ciudad universitaria y la recalificación de la actividad docente, una actividad que hasta entonces había sido fuente de prestigio pero no de sustento.

Paralelamente y en consonancia con esta política se amplió la oferta educativa y se fundaron nuevas carreras de grado como Ciencias EconómicasSociologíaCiencias de la EducaciónCiencias Políticas y Psicología. Concretamente, en 1957 se creó la Carrera de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras, y a partir de allí comenzó una nueva etapa para la disciplina y la asociación que tempranamente había trabajado para su desarrollo, la APA. Para la fundación de la carrera se convocaron a exponentes de la psicología aplicada como Telma RecaJaime Bernstein o Nuria Cortada, en virtud de que fueran ellos quienes elaborasen las bases del que sería el primer Plan de Estudios.

Kleiner, B.:    '20 años de movimiento estudiantil reformista', Buenos Aires, Platina, 1983. p. 334. Ci (...)
Dato extraído de Alzogaray, Melina: 'Lo personal y lo político'. (1967-1976). Tesis inédita, Facultad (...)

Otro dato que corrobora la expansión universitaria es el abrupto crecimiento de la matriculación, que pasó de 82.500 alumnos en 1950 a 180.780 en 1960 y 274.000 en 19704. Esta información nos permite inferir que en estos años se produjo la incorporación de un nuevo colectivo social: el estudiantado universitario. Un estudiantado universitario que no sólo ocupó un espacio de relevancia en el espacio público, sino que además tuvo como nota distintiva e inédita una alta presencia femenina. Por ejemplo, la Universidad Nacional de Córdoba quintuplicó la matriculación de mujeres, que de 5.244 inscriptas en 1964 pasó a 25.049 en 1974. Sirvan estas cifras, además, para dimensionar la profunda transformación que se estaba operando en las pautas de acceso al mundo laboral por parte de las mujeres de la época.


El mundo editorial y la literatura psicológica
Dicha promoción universitaria fue acompañada por otras iniciativas que destinadas a generar un despertar cultural en la sociedad. Ese fue el sentido dado, por ejemplo, a la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba). Eudeba tuvo un rápido desarrollo, comenzó su actividad en junio de 1958, en 1964 ya contaba con más de 400 títulos y en 1966 alcanzó los 10.000.000 de ejemplares publicados. Asimismo, en este contexto se produjo el llamado boom literario latinoamericano, donde se registró el más vertiginoso crecimiento de la industria editorial que se conozca en Argentina.  La inmensa tirada de Eudeba y de otras editoriales de la época como Centro Editor de América LatinaSiglo MundoSiglo XXILa Rosa Blindada o Pasado y Presente, indican el auge de un público cada vez más amplio e interesado en temáticas literarias, científico-académicas y, especialmente, políticas.

En cuanto a la psicología, la formidable ebullición de la disciplina quedó evidenciada en el gran interés que mostraron las editoriales por publicar textos sobre el tema. Tal fue el éxito de la psicología que, por ejemplo, Paidós inauguró la Central del Libro Psicológico, una sede donde se podían encontrar los textos de León GrimbergMarie Langer y Emilio Rodrigué  'Psicoanálisis en las Américas'; el de Grotjahn 'Historia del Psicoanálisis'; los de May y Schachter 'La angustia normal y patológica'; los de Stern Allport  'El conocimiento de sí mismo y de los demás'; el de Rayle  'Psicología de la motivación'; el de Klein, Horney y Fenichel   'La sexualidad en el hombre contemporáneo'; el de Meltzer  'El proceso psicoanalítico', entre otros.

También Siglo XXI Editores o la editorial Jorge Álvarez avanzaron con una iniciativa similar y publicaron los textos de Levi-Strauss y Charbonnier  'Arte, lenguaje, etnología'; el de Freud y Andreas-Salomé   'Correspondencia'; el de Foucault   'Las palabras y las cosas'; de Oscar Massota  'Conciencia y estructura'; de Pichon Rivière   'Del psicoanálisis a la psicología social'; de José Bleger y Hernán Kesselman   'Psicología y aprendizaje en la relación estudiante-paciente', y otros textos como Psicología concreta; Crítica de los fundamentos de la psicología: el psicoanálisis; y El fin de la psicología concreta; cuyos prólogos y apéndices eran autoría de José Bleger.

16En resumen, lo que queremos destacar aquí es la presencia social que comenzaba a adquirir la psicología, no sólo por haberse consolidado como campo específico de práctica y estudio, sino también por haber logrado un espacio propio en la industria editorial.

17Es importante mencionar que en el ámbito de la psicología era muy visible la división o dicotomía entre la posición tecnificada y la politizada. Una dicotomía que tuvo lugar fundamentalmente en el campo de aplicación profesional y que tuvo su correlato en la producción editorial. Tecnicistas o expertos eran aquellos psicólogos que desarrollaban sus tareas restringiendo su actuación a lo estrictamente disciplinario y con pretensiones de independencia ante las influencias político-ideológicas del contexto. Y, por otra parte, los analistas politizados eran quienes consideraban que era imposible sustraerse del complejo contexto político de la época y, en general, mostrándose proclives a promover desde la práctica profesional una transformación radical de la sociedad.

18En las librerías la producción de los expertos perdió ampliamente la partida por razones de método. Las restricciones formales de la academia hacían que ese tipo de producciones fueran más lentas, escasas y preocupadas por seguir las reglas impuestas por la academia que por la búsqueda del éxito en el público lector. Por el contrario, algunos trabajos menos ceñidos a la rigurosidad del método alcanzaron circulación masiva y por lo tanto una mayor aceptación en el mercado. De este modo las editoriales y sus políticas de venta se convirtieron en un árbitro legitimador con normas externas al campo científico específicamente psicológico, dando lugar a aquellos autores que articulaban psicología con teoría política.


Las revistas de psicología, la crítica y las polémicas


La aparición de múltiples publicaciones especializadas como Acta PsicológicaCuadernos de Psicología ConcretaRevista de Psicoanálisis o la Revista Argentina de Psicología, son otra prueba del auge de la psicología en la Argentina de los sesenta. Especialmente la Revista Argentina de Psicología  -  una publicación de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, cuyo Presidente era Roberto Harari, la vice era Elena Roberto de Musso y su secretario generalLeonardo Satne  -  pobló sus páginas con discusiones teóricas de actualidad.

Presentación”, Revista Argentina de Psicología, 1969, Año I, Nº 1, p. 7.


La Revista Argentina de Psicología estaba dirigida por Ricardo Malefé, su Secretario de Redacción era Leonardo Satne, y el Comité de Redacción estaba compuesto por Roberto Harari, Catalina Saragossi y Carlos Sastre. Asimismo, en el comité de colaboradores participaban Beatriz Ceballos, Félix Chaparro, Vilma Fidanza, Dora Fried, Marta Gutiérrez, Renée Jablkowski, Ernesto Paris, Marina Rabean, Lydia Stálite, Nuria Aguilar y Oscar Masotta. Desde su mismo lanzamiento la revista se planteo explícitamente: “reflejar las contradicciones del grupo profesional que la publica”.

A menudo los articulistas respondían a las opiniones vertidas en otras publicaciones, por ello podemos encontrar en sus páginas cuestionamientos personales y polémicas que se continúan en sucesivas entregas. Por ejemplo, Hernán Kesselmanen octubre de 1968, y a través de la Revista de Psicología Concreta, señaló la incapacidad de muchos terapeutas para hacer una lectura crítica de las corrientes de pensamiento extranjeras, y que no se promovieran instancias de interpretación y elaboración propias en los diagnósticos. Kesselman decía:

Kesselman, Hernán, “Responsabilidad social del psicoterapeuta”, Cuadernos de Psicología Concreta. (...)“En nuestro país la extrapolación de teorías y técnicas surgidas de culturas distintas a las nuestras lleva, a los investigadores de este campo, a manejarse con conceptos peligrosos no sólo por su dudosa validez científica sino porque al operar con ellos, sin cuestionarse la ideología del sistema que les dio origen, pueden caer en conclusiones que (…) tienden a mantener los intereses de la clase dominante. Esto constituye uno de los numerosos métodos de penetración del imperialismo en la cultura”.

Por supuesto que las respuestas no se hicieron esperar y Carlos Sastre, desde la Revista Argentina de Psicología, hizo un detallado análisis de lo que consideraba deficiencias en el planteo de su interlocutor. Sastre señaló allí que la relación entre la ideología y psicología era una cuestión de dos diferentes maneras de ejercer la psicología. Una ejercida según el modelo liberal en consultorio privado y destinado a sectores sociales con buen poder adquisitivo. Y la otra, como disciplina guiada por el dirigismo estatal y que suponía operar sobre toda la comunidad.

Por último, Sastre asestó una dura réplica a la posición de Kesselman diciendo que:
Sastre, Carlos, “Acerca de Responsabilidad social del Psicoterapeuta, de Hernán Kesselman”, Revista (...)
“La presentación de estereotipos míticos (…) hacen pensar si Kesselman se habrá nutrido más de la literatura tremendista que producía hace treinta años el grupo de Boedo que en la investigación científica. (…) Así, en un momento en el cual la literatura revolucionaria se desprende de mitos decrépitos, ellos encuentran en Kesselman el portavoz necesario para revivir e instalarse nada menos que en el plano de la investigación científica”.

Una de las razones por las cuales se generaban estas polémicas era por el tenor de las opiniones y por el origen disímil de los colaboradores, quienes accedían al psicoanálisis desde diferentes experiencias y enfoques disciplinarios. Recordemos que en su primera época la psicología se había configurado como un campo al que accedía gente de formación diversa, en especial intelectuales y bohemios muy lectores y curiosos. Este fue el caso, por ejemplo, de Oscar Masotta.

Creo que vale la pena detenernos brevemente en el perfil intelectual de Masotta, pues ello nos permitiría comprender cabalmente a lo que nos referimos cuando decimos intelectuales y bohemios muy lectores y curiosos.

Ver Masotta, Oscar, “Jacques Lacan o el inconsciente de los fundamentos de la filosofía”, Pasado y (...)
Oscar Masotta desde 1965 se desempeñó como investigador con dedicación exclusiva en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y tuvo una prolífica y diversa producción intelectual. Escribió libros como Conciencia y EstructuraSexo y traición en Roberto ArltHappeningsEl “pop art”La historieta y el mundo moderno, entre los más conocidos. Masotta fue el traductor y primer comentarista de Jaques Lacan en Argentina y se destacó por incorporar técnicas de análisis estructuralista donde, además de Lacan y Levi-Strauss, sumó textos de Jakobson, Barthes y Eco. 
Allí desarrolló ideas en torno al carácter antropocéntrico del marxismo, la imposibilidad de traducir el psicoanálisis a un código fenomenológico y fundamentó sus sospechas respecto a la posibilidad de que la voluntad colectiva organizada y consciente de los seres humanos pudiera producir una transformación político-social.

A juicio de Ana Longoni (2005: 1) Masotta fue a su vez crítico, impulsor y realizador de toda clase de tendencias experimentales. Según Beatriz Sarlo (2001: 94) la movilidad de Masotta no tiene equivalente en el campo cultural. Si hubo una personalidad prototípica en los llamados años sesenta dentro de este contingente de intelectuales, esa es la de Oscar Masotta, quien pasó del sartrismo al estructuralismo, de la historia y del sujeto a la estructura, de Merleau-Ponty a Lacan.

Clase media, Cultura “psi” y preocupación política
En los circuitos del arte fue notable como caló la cultura “psi”. Eduardo Pavlovsky ha señalado durante una entrevista que en aquellos años:

Pavlovsky, Eduardo, “Memoria y balance de la patria psi”, Revista Ñ, Buenos Aires, 28/08/2005, p. 2 (...)
(…) “el psicoanálisis era un fenómeno cultural de amplia difusión entre los intelectuales argentinos. Sería difícil encontrar algún crítico de arte, novelista o poeta que no hubiera estado en análisis”.
Los años sesenta fueron años de grandes transformaciones, tanto en términos económicos y desarrollo técnico como en la implementación de nuevas prácticas culturales. El proceso de modernización que vivía la Argentina trajo aparejado malestares modernos, el estrés, la alienación, la psicosis, la neurosis y otros males desconocidos hasta entonces. Males, por cierto, que precisaban terapias modernas. De modo que psicoanalizarse además de ser un método terapéutico moderno para gente moderna, pronto se convirtió en objeto de consumo de una clase media esnobista y atenta a mantenerse actualizada.

Por otra parte, un rasgo diferencial de los llamados sesenta fue el proceso de creciente politización de la sociedad y en especial el de los ámbitos culturales. Este proceso de politización  -  bajo influencia existencialista  -  operó una profunda mutación en la imagen tradicionalmente aristocrática y elitista del ser intelectual. De este modo, no sólo se vio condicionada la comprensión de la obra literaria, científica, psicológica, etc. sino que se afectó y se cuestionó el lugar de privilegio que hasta entonces había ocupado el escritor, científico, psicólogo, etc.

Hay varios trabajos que han comprobado el marcado interés de los investigadores de la época por exp (...)

De allí que se observe en un importante sector de la juventud eminentemente urbana y de clase media, un creciente apasionamiento por la militancia política. Algunas de las razones de dicha politización fueron la incesante intervención de las Fuerzas Armadas en el sistema político, la marginación del peronismo, la persecución de sus representantes y el poderoso anclaje que tenía la figura de Perón en la clase obrera. Asimismo, estos temas comenzaron a ser de gran interés para los historiadores, sociólogos, politólogos y psicoanalistas de la época. El lenguaje psicoanalítico era útil para ello pues hacía inteligible los procesos desde una dimensión subjetiva. En especial los esquemas de autores no marxistas como Fromm, Horney, Sullivan, Mead y Malinowski -  de la Escuela Culturalista Norteamericana  -  ayudaban a dar cauce a esa suerte de compulsión por comprender la intempestiva realidad política nacional e internacional.


Psicología y marxismo
En los sesenta se inauguró un espacio de crisis en el pensamiento tradicional, y el marxismo pasó a ocupar uno de los pivotes doctrinarios de mayor influencia en los discursos contestatarios de la época. El marxismo adquirió en estos años un estatuto teórico muy convincente y respetado, y sus generalizaciones eran aceptadas por la mayor parte del arco científico. Recordemos que esta teoría contaba entre sus particularidades con una mirada economicista del mundo, una concepción de los conflictos en términos de clase, un desarrollo lineal y compacto de la historia y, especialmente, concebía que la violencia era la partera de los acontecimientos históricos.

En aquellos años Samuel Schneider argumentaba que el rechazo de ciertos sectores acomodaticios hacia el marxismo era explicable porque:

Schneider, Samuel, “El partidismo y la creación intelectual”, Cuadernos de Cultura, 1964, Año XIV,(...)
(…) “su aparición implicó en la historia del pensamiento un viraje radical, una revolución (...) que interrumpía en el sagrado recinto filosófico con cosas muy concretas, como clases sociales y lucha de clases, hombres reales con nombre y apellido, intereses económicos, partidos políticos, es decir, la trama viva de la historia”.

Foster, Ricardo, “Tradición crítica y Escuela de Frankfurt”, en Foster, R., Casullo, N., y Kaufman, (...)Ricardo Foster (1999: 129) sostiene que en este período surgió la necesidad de pensar la dimensión de las conductas irracionales que emergían de manera problemática: la psicología de las masas, el peronismo como movimiento, etc. y el marxismo aparecía como la teoría más adecuada para hacerlo13.

Como era de esperar, el pensamiento psicoanalítico se abrió a la influencia de las corrientes filosóficas dominantes de la época: la fenomenología, el existencialismo y el marxismo; y hay que destacar la complementariedad que buena cantidad de psicólogos encontraron entre psicología y marxismo. Es decir, hay que destacar que en la construcción de la cultura intelectual de estos años hubo una presencia combinada de estos dos sistemas de ideas. Recordemos que la psicología nació en Argentina no sólo como una teoría terapéutica de inspiración freudiana, sino también como una expresión crítica y un intento de indagar los supuestos constitutivos del pensamiento moderno en la búsqueda de la emancipación humana.

El alcance del marxismo en el ámbito del psicoanálisis quedó expuesto en 1963, por ejemplo, cuando Marx y su concepto del hombre de Eric Fromm integró la lista de best sellers del semanario Primera Plana; o cuando, por ejemplo, Pichon Rivière, incorporó en sus trabajos algunos conceptos marxistas como la idea de terapia como proceso dialéctico, la transformación de una situación estática en dinámica, la idea de praxis, la insistencia enfática sobre las estructuras económicas de las que emerge todo paciente. El propio Pichon Rivière señaló el valor de la historicidad al definir durante una entrevista a la psicología como una ciencia social en sentido estricto:
Pichon Rivière, Enrique, “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”, Actualidad Psicológica, 1975, (...)
(…) “social en sentido estricto. Eso significa que se enfatiza el papel que cabe a las relaciones sociales como elemento determinante, en última instancia, de los procesos psíquicos, como condición de posibilidad del orden humano. (…) insisto en caracterizarlo (al hombre) como agente, productor, protagonista de la Historia”.

A esto cabe agregar la presencia permanente de la cuestión del poder, los estudios sobre sus mecanismos subjetivos, sus aplicaciones sociales y la potencialidad emancipadora que se concedió al psicoanálisis. En este sentido se destaca la interpretación de Freud realizada por León Rozitchner, discípulo de Merleau-Ponty y con profundas lecturas del primer Marx y Sartre. Rozitchner aseguraba:

Rozitchner, León:  Freud y el problema del poder, Buenos Aires, Losada, 1981p.21.
(…) “Freud nos muestra la Psicología incluyéndola como ciencia histórica, es decir, constituyendo al individuo como el lugar donde se verifica y se debate el sentido de la historia”15.

Rozitchner buscó comprender las condiciones de emergencia de una racionalidad revolucionaria en la construcción del sujeto, sirviéndose de una visión humanista del marxismo en combinación con el psicoanálisis. Por eso fue opositor del estructuralismo lacaniano de Althusser que ganaría prominentes seguidores en especial desde finales de la década del sesenta.

Otro caso interesante para mencionar es el de José Bleger, que era ex militante del Partido Comunista y un afanoso articulador de compatibilidades entre psicología y marxismo. Bleger logró vincular su trabajo a una tradición de izquierda donde la conflictiva realidad política y cultural argentina de la época influía en el intercambio y la búsqueda de una legitimidad fundacional para la disciplina. En 1958 Bleger publicó Psicología y dialéctica materialista, un libro que no sólo le valió la expulsión del Partido Comunista por sus incómodas interpretaciones del marxismo, sino que con ese trabajo inauguró la polémica en torno al compromiso militante de los profesionales del ámbito. En su libro se refirió al caso de Georges Politzer, un psicólogo fusilado por los nazis en 1942 cuando formaba parte de las milicias civiles de la resistencia francesa. Es posible que dicho relato constituya la primera caracterización del psicólogo militante.
Vezzetti, Hugo, “Los comienzos de la psicología como disciplina universitaria y profesional”, en Ne (...)

En 1964 editó Psicología de la Conducta y en 1966 Psiocohigiene y psicología institucional. En opinión de Hugo Vezzetti (2004), los trabajos de Bleger buscaban orientar las interpretaciones de las relaciones conflictivas entre los seres humanos de un modo tal que pudieran ser extendidas desde los individuos a los grupos, las instituciones y la comunidad.


Ideología, psicología y radicalización política
A partir del golpe de estado de Onganía en 1966 la situación política del país se deterioró y, en especial a partir del Cordobazo (1969), las organizaciones políticas de izquierda comenzaron a radicalizarse rápidamente. Homólogamente a la tensa situación política nacional, los términos del debate hacia el interior de las organizaciones psicoanalíticas fueron adquiriendo la misma temperatura. Por ejemplo, la Federación Argentina de Psiquiatras (FAP) se transformó en una entidad muy activa políticamente, y la APA mantenía fuertes internas entre los sectores conservadores de la directiva y un grupo de profesionales muy politizados. Finalmente en 1971 las diferencias ideológicas en el interior de la APA concluyeron con la ruptura y la creación de Plataforma, una organización alternativa claramente inclinada hacia ideales de izquierda.

Para muchos ya no se podía seguir encerrados en la práctica profesional sin aportar de algún modo al cambio social. En este sentido durante una entrevista Eduardo Pavlovsky asegura que:

Pavlovsky, Eduardo, “Memoria y balance de la patria psi”, Revista Ñ, Buenos Aires, 28/08/2005, p. 2 (...)
“Yo me recibí de médico a los 22 años y entré en la Asociación Psicoanalítica(APA) a los 24. Tres años después renuncié a la asociación  –  con el grupo Plataforma  -   que fue la primera ruptura institucional internacional y nacional por motivos ideológico-políticos. (...) Desde el Cordobazo en adelante, el psicoanálisis y la cultura fueron jugando el mismo partido”.

La creación de Plataforma en tanto órgano alternativo a la APA mereció la edición de un libro titulado Cuestionamos donde sus integrantes explicaron los motivos por los cuales se había producido la ruptura. Marie Langer (1971) escribió el prologo y allí señaló que:
Langer, Marie, Prologo, Cuestionamos. Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis(...)

(…) cuestionamos las omisiones que comete el pensamiento psicoanalítico corriente. (…) cuestionamos una práctica que se vuelve elitista (…) cuestionamos el asilamiento de las instituciones psicoanalíticas, sus estructuras verticales de poder y el liberalismo aparente de su ideología. (…) a nosotros como institución nos despertó el Cordobazo”.

En Plataforma colaboraron José Bleger, Enrique Pichón Rivière, Emilio Rodrigué, Fernando Ulloa, Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky, Gregorio Baremblitt, Diego García Reinoso, Santiago Ducovsky, Laura Achar, Armando Bauleo, Carlos Bigliani, Mirta Casas, Luis María Esmerado Capdouze, Julio Marotta, Miguel Matrajt, Alberto Pereda Valdez, Juan Carlos Pla, Gilberto Roger, Fanny Achutt; entre otros.

Caparrós, Antonio,  'Cuadernos de Psicología Concreta', 1972, Año II, Nº 4, p. 52.
Para concluir queremos citar un ejemplo bien gráfico de cómo consideraban estos psicólogos que debía estar guiada su actuación profesional. Se trata de Antonio Caparrós, quien sostenía que: el psicólogo tiene que ser un militante que hace psicología”.


Breve sumario final

A lo largo del artículo hemos intentado analizar cómo la psicología se instaló y consolidó como práctica profesional en la Argentina de los llamados años sesenta (1955-1971). Comenzamos el relato describiendo la actuación de los miembros fundadores de la APA, en tanto primer asociación de difusión y formación autónoma y estable en el país. Y terminamos el relato describiendo la ruptura que sufrió dicha asociación en 1971, cuando buena cantidad de sus miembros más antiguos y representativos buscaron una alternativa más acorde a sus ideales y fundaron Plataforma.

En el medio nos propusimos hacer un recorrido por la década y observar cómo el psicoanálisis se fue introduciendo en una sociedad inmersa en un proceso de crisis política y modernización cultural, donde el desarrollismo fue la corriente de pensamiento hegemónica en las instituciones de un estado que terminó con un modelo peronista reacio a abrirse a las nuevas propuestas teóricas y metodológicas extranjeras. Vimos también cómo la clase media acomodada eminentemente urbana respondió favorablemente a este proceso de modernización, mostrándose receptiva a nuevas prácticas culturales. Y observamos por último cómo  -  paralelamente a ello  -  ese despertar cultural fue acompañado de una poderosa preocupación por el rumbo político del país, que estaba cada vez más cegado por el autoritarismo y la violencia.

La radicalización social que se observa en el período tuvo un correlato homólogo en el ámbito de la psicología, donde generó una creciente disputa entre dos grupos. Dicha disputa radicó en el modo en que debía concebirse la articulación profesional con el compromiso político. A partir de ese punto se desató una imperiosa competencia por lograr la mayor legitimidad posible entre colegas, sea en el ámbito que sea.

Convivieron así durante casi toda la década de 1960, por un lado, la corriente intelectual de aquellos psicólogos que buscan la máxima especialización profesional en su campo específico de aplicación  –  los expertos-, alineados tras el ambicioso ideal de la independencia absoluta de variables político-ideológicas. Y por otro, una pujante generación de jóvenes intelectuales críticos escasamente incorporados a los espacios institucionales, pero que desde la universidad o sus márgenes encontraban los medios de procurarse una opinión persuasiva en los ámbitos de la cultura y el pensamiento no oficiales. Hay que resaltar de estos últimos, que no consideraban posible desarrollar un pensamiento independiente del campo de la política. Desde su perspectiva, el rol de la ciencia y tanto más el de los psicólogos debía estar definido por su compromiso con la liberación de las condiciones de subdesarrollo impuestas por el imperialismo.

En resumen, la cuestión central en los primeros sesenta parece estar atravesada por un interrogante: ¿cuál era el lugar del compromiso político en la tarea profesional? Un interrogante que con el correr de la década se fue desplazando hacia: ¿cuál debía ser la tarea profesional del intelectual revolucionario? Esta tendencia no sólo marcó una pérdida de centralidad en las discusiones propiamente psicológicas en favor de las político-ideológicas, sino que terminó con la ruptura de su asociación más antigua y el franco enfrentamiento entre sus miembros.



BIBLIOGRAFÍA:
Des DOI (Digital Object Identifier) sont automatiquement ajoutés aux références par Bilbo, l'outil d'annotation bibliographique d'OpenEdition.
Les utilisateurs des institutions abonnées à l'un des programmes freemium d'OpenEdition peuvent télécharger les références bibliographiques pour lesquelles Bilbo a trouvé un DOI.

1. Bibliografía citada
Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires: Temas, 2001.

Alzogaray, Melina, Lo personal y lo político. (1967-1976). Tesis inédita, Facultad de Historia, Universidad Nacional de Córdoba, 2005.

Bleger, José, Psicología y dialéctica materialista, Buenos Aires: Paidós, 1958.

Casullo, Nicolás, Ciclo de conferencias Política y Cultura en la Argentina de los años 60 y 70. Buenos Aires, CCR, 30-08-2005.

Foster, Ricardo, “Tradición crítica y Escuela de Frankfurt”, Foster, R., Casullo, N., y Kaufman, A, en Itinerarios de la modernidad. Buenos Aires, Eudeba, 1999.

Grimberg, León; Langer, Marie y Rodrigué, Emilio, Psicoterapia de grupo: un enfoque psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós, 1957.

Kleiner, B., 20 años de movimiento estudiantil reformista, Buenos Aires: Platina, 1983.

Oliveros, Ricardo, “El proyecto emancipador de la psicología dialéctica”, en Revista IIPSI. 2005, Vol.8, Nº 2. UNSAM. Facultad de Psicología.
DOI : 10.15381/rinvp.v8i2.4064

Pichon Rivière, Enrique, El proceso creador, Buenos Aires, Nueva Visión, 1987.

Plotkin, Mariano, Los intelectuales y la invención del peronismo, Buenos Aires: Alianza, 1998.

Plotkin, Mariano, Freud en las Pampas, Buenos Aires, Sudamericana: 2001.

Ponza, Pablo, “Comprometidos, orgánicos y expertos: Intelectuales, marxismo y ciencias sociales en Argentina (1955-1973)”, A Contracorriente, 2008, Vol. 5, Nº 3. University of Oregon, USA.

Rozitchner, León, Freud y el problema del poder, Buenos Aires, Losada, 1981.

Sarlo, Beatriz, La batalla de las ideas, Buenos Aires: Ariel, 2001

Sigal, Silvia, Intelectuales y poder en Argentina, la década del sesenta, Buenos Aires, Siglo XXI: 2002.

Terán, Oscar, Nuestros años sesenta, Buenos Aires: El cielo por asalto, 1993.

Vezzetti, Hugo, “Los comienzos de la psicología como disciplina universitaria y profesional”, en Neiburg, Federico y Plotkin, Mariano (comp.), Intelectuales y expertos,  Buenos Aires: Paidós, 2004.

Volnovich, Juan y Werthein, Silvia, Marie Langer. Mujer, psicoanálisis, marxismo, Buenos Aires: Contrapunto, 1989.

2. Publicaciones periódicas citadas en el texto

Caparrós, Antonio, Cuadernos de Psicología Concreta, 1972, Año II, Nº 4, Buenos Aires.

DiTella, Torcuato,“Tensiones sociales en los países de la periferia”, Revista de la Universidad de Buenos Aires, 1961, Año 6, Nº 1.

“Entrevista a los fundadores”. Revista de Psicoanálisis, 1984, Año 41, Nº 2-3.

“Grupos de Estudio y universidad de Catacumbas”, Perspectiva Universitaria, 1983, Nº 11/12, I-IECSE, Buenos Aires.

Kesselman, Hernán “Responsabilidad social del psicoterapeuta”. Cuadernos de Psicología Concreta, 1969, Año I, Nº 1, Buenos Aires.

Kesselman, Hernán, “Plataforma internacional: psicoanálisis y antiimperialismo”.Cuestionamos. Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis, Buenos Aires: Granica 1971.

Langer, Marie, Prologo, Cuestionamos. Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis, Buenos Aires: Granica, 1971.

Langer, Marie, “Vicisitudes del Movimiento Psicoanalítico Argentino”, en Volnovich, Juan y Werthein, Silvia, Marie Langer. Mujer, psicoanálisis, marxismo, Buenos Aires: Contrapunto, 1989.

Longoni, Ana, “Oscar Masotta: vanguardia y revolución en los años sesenta”, Séptimas jornadas de artes y medios digitales, 2005, Córdoba, Argentina,  http://www.liminar.com.ar/pdf05/longoni.pdf consultado el 18/02/2011.

Masotta, Oscar, “Jacques Lacan o el inconsciente de los fundamentos de la filosofía”, Pasado y Presente, 1965, Nº 9, Córdoba.

Pavlovsky, Eduardo, “Memoria y balance de la patria psi”, Revista Ñ, Buenos Aires, 28/08/2005.

Pichon Rivière, Enrique, “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”, Actualidad Psicológica, 1975, Nº 12, diciembre.

“Presentación”, Revista Argentina de Psicología, 1969, Año I, Nº 1.

Sastre, Carlos, “Acerca de Responsabilidad social del Psicoterapeuta, de Hernán Kesselman”, Revista Argentina de Psicología, 1969, Año I, Nº 1.

Schneider, Samuel, “El partidismo y la creación intelectual”, Cuadernos de Cultura, 1964, Año XIV, Nº 46.



Notas


1 Langer, Marie, “Vicisitudes del Movimiento Psicoanalítico Argentino”, en Volnovich, Juan y Werthein, Silvia, Marie Langer. Mujer, psicoanálisis, marxismo, Buenos Aires,  Contrapunto, 1989, p. 110.

2 Langer, Marie (1989). Ob.cit, p. 111.

3 DiTella, Torcuato,“Tensiones sociales en los países de la periferia”, Revista de la Universidad de Buenos Aires, 1961, Año 6, Nº 1, p. 61-62.

4 Kleiner, B., 20 años de movimiento estudiantil reformista, Buenos Aires,  Platina, 1983. p. 334. Citado en Sigal, Silvia (2002). Intelectuales y poder en Argentina, la década del sesenta. Siglo XXI, Buenos Aires. p. 78.

5 Dato extraído de Alzogaray, Melina, Lo personal y lo político. (1967-1976). Tesis inédita, Facultad de Historia, Universidad Nacional de Córdoba, 2005. p. 185.

6 “Presentación”, Revista Argentina de Psicología, 1969, Año I, Nº 1, p. 7.

7 Kesselman, Hernán, “Responsabilidad social del psicoterapeuta”, Cuadernos de Psicología Concreta. 1969, Año I, Nº 1, p. 58.

8 Sastre, Carlos, “Acerca de Responsabilidad social del Psicoterapeuta, de Hernán Kesselman”, Revista Argentina de Psicología, 1969, Año I, Nº 1, p. 124.

9 Ver Masotta, Oscar, “Jacques Lacan o el inconsciente de los fundamentos de la filosofía”, Pasado y Presente, 1965, Nº9, Córdoba, ver Terán, Oscar,
Nuestros años sesenta, Buenos Aires : El cielo por asalto, 1993, pp. 109-110.

10 Pavlovsky, Eduardo, “Memoria y balance de la patria psi”, Revista Ñ, Buenos Aires, 28/08/2005, p. 20.

11 Hay varios trabajos que han comprobado el marcado interés de los investigadores de la época por explicar el peronismo y los sucesos políticos. Ver Ponza, Pablo, “Comprometidos, orgánicos y expertos : Intelectuales, marxismo y ciencias sociales en Argentina (1955-1973)”, en A Contracorriente, 2008, vol. 5, Nº 3, University of Oregon, USA ; Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires,  Temas, 2011 ; Plotkin, Mariano, Los intelectuales y la invención del peronismo, Buenos Aires,  Alianza, 1998, entre otros.

12 Schneider, Samuel, “El partidismo y la creación intelectual”, Cuadernos de Cultura, 1964, Año XIV, Nº 46, (enero-febrero), p. 79.

13 Foster, Ricardo, “Tradición crítica y Escuela de Frankfurt”, en Foster, R., Casullo, N., y Kaufman, A. Itinerarios de la modernidad, Buenos Aires,  Eudeba, 1999, p. 129.

14 Pichon Rivière, Enrique, “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”, Actualidad Psicológica, 1975, Nº 12, diciembre, p. 3.
15    ROZITCHNER, León:   'Freud y el problema del poder', Buenos Aires.  Losada, 1981p.21.
16    VEZZETI, Hugo, “Los comienzos de la psicología como disciplina universitaria y profesional”, en  Neiburg, Federico y Plotkin, Mariano (comp.):  'Intelectuales y expertos', Buenos Aires :     , 2004, p. 300.

17   PAVLOVSKY,  Eduardo:   “Memoria y balance de la patria psi”,  Revista Ñ, Buenos Aires, 28/08/2005, p. 20.

18 
   LANGER, Marie:   Prólogo, 'Cuestionamos. Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis', Buenos Aires.  Granica, 1971, P.17.
19    CAPARRÓS, Antonio 'Cuadernos de Psicología Concreta', 1972, Año II, Nº 4, p. 52.

Pablo Ponza,  'Psicoanálisis, política y cultura en la Argentina de los sesenta'Nuevo Mundo http://journals.openedition.org/nuevomundo/61036 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.61036
Pablo Ponza

CONICET - Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC), Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Buenos Aires.  pabloponza@yahoo.es


'El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.'
Nuevo Mundo

'El Concilio Vaticano II y el ethos revolucionario en la Argentina de los sesenta-setenta'
Nuevo Mundo

'Existencialismo y marxismo humanista en los intelectuales argentinos de los sesenta'
Nuevo Mundo
 









No hay comentarios: