CLAVES DE LECTURA
La información de Cuentas Nacionales correspondiente al segundo trimestre del año, previo a la última devaluación, muestra que la situación antes de las elecciones no era de las más favorables: el gasto doméstico se encontraba en franco retroceso y la única compensación venía por el lado de las exportaciones netas, impulsadas por la caída de las importaciones.
Pero lo más importante es lo que ocurrirá con la economía los próximos meses, ya que los primeros indicadores adelantados de agosto mostraron resultados muy negativos, sobre todo en lo relacionado con el consumo. Esta situación vuelve a abrir el interrogante respecto del espacio de política anticíclica con que contarán las autoridades de turno antes y después del cambio de gobierno.
El último trimestre del año, en el que se suele concentrar la mayor brecha entre gastos y recursos, pone en duda el objetivo de “déficit cero” que el gobierno negoció con el FMI. Aunque el año finalice con un déficit manejable en términos del acuerdo, el arrastre que dejan para 2020 las políticas de la actual gestión muestra algunos frentes problemáticos.
Más allá de la configuración del gasto, en el cuál se destaca el peso incremental de los pagos de intereses en un contexto delicado para los sectores más vulnerables de la población, el diferimento de rebajas impositivas -como el generado por las reducciones progresivas de impuestos a la seguridad social y el esquema de retenciones “pesificadas” de 2018- será un elemento que debilitará las finanzas públicas de la próxima gestión.
En este escenario, si bien el reperfilamiento de la deuda de corto plazo descomprimió el programa financiero 2019, la posibilidad de que el FMI no desembolse los fondos programados para septiembre y los problemas para renovar la deuda con privados hicieron que las vías de financiamiento vuelvan a cerrarse, y que tanto el Banco Central como la ANSES vuelvan a quedar en el centro de la escena como posibles financistas de última instancia.
De cara al traspaso presidencial, la variable clave a seguir continúan siendo las reservas internacionales. La intervención del Banco Central en el mercado de cambios, los vencimientos de deuda y la caída de depósitos han llevado a las reservas del BCRA a una trayectoria preocupante. El menor ritmo de caída que han mostrado en las últimas semanas no es garantía de que la situación financiera esté completamente estabilizada, sobre todo teniendo en cuenta que en un escenario moderadamente optimista las reservas podrían quedar a fin de año en los menores niveles desde el comienzo del mandato del actual gobierno.
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