jueves 09 de marzo de 2017
Las imprescindibles
Guerrilleras por la independencia, generalas eternas de luchas libertarias, madres empeñadas por hijos invisibilizados, trabajadoras incansables del alimento diario, víctimas de la violencia miserable, cimientos imprescindibles de todos los tiempos históricos, abanderadas de la justicia y compañía insoslayable en el camino a la liberación, la mujer fue asumiendo el lugar que por lógica humana (y numérica) le corresponde.
La mujer fue presentada siempre como débil y casi minusválida, por los sostenedores de sociedades estancadas en un pasado que ni siquiera conocen. O sí, pero ocultan para sus creídas conveniencias. La historia lo confirma, con ejemplos que vale la pena repasar siempre.
Mujeres valientes, luchando en campos de batalla a la par de los hombres, como Manuela Sáenz, o Juana Azurduy, o Manuela Godoy, o Manuela Cañizares, y tantas otras, han pasado casi anónimas gracias al esfuerzo por ocultarlas de parte de la historiografía oficial.
Mucho más acá, en los intentos por la continuidad de esas liberaciones inconclusas y de sus propias emancipaciones, aparecen Juana Manso, Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Alicia Moreau, con intentos de redimir las postergaciones y los sometimientos femeninos.
Una de ellas se erigirá en vanguardia de la lucha por otros derechos, los que incluían a las mujeres y los hombres por igual, los que convertirían a los trabajadores a la dignidad de seres humanos que les eran negados por el poder. Evita sería quien asumiría esa disputa, que marcó para siempre a la Argentina y que le dio sustento a las que continuaron su camino en todo el Mundo.
Cuando la bestialidad y el espanto se adueñaron de nuestras vidas, allí estuvieron ellas, casi únicas, jugándose por sus hijos y por la historia, desarmando ante el planeta la maquinaria feroz de la muerte que vino a terminar con la justicia y el futuro. Madres y Abuelas del coraje infinito, tomando las calles para abrir nuestras conciencias y apabullar a los mediocres y perversos.
Dejando de lado la miseria de los inútiles y el odio de los enceguecidos por las pantallas de la infamia permanente, es imposible no ver a Cristina Fernández como parte de esa vieja lucha por la igualdad entre los géneros, con reconocimientos de derechos postergados desde siempre, logrados durante sus gobiernos.
Guerrilleras por la independencia, generalas eternas de luchas libertarias, madres empeñadas por hijos invisibilizados, trabajadoras incansables del alimento diario, víctimas de la violencia miserable, cimientos imprescindibles de todos los tiempos históricos, abanderadas de la justicia y compañía insoslayable en el camino a la liberación, la mujer fue asumiendo el lugar que por lógica humana (y numérica) le corresponde.
Mientras tanto, la resistencia conservadora y machista, consume sus últimos esfuerzos por impedir la equidad que, inexorablemente, habrá de llegar, cuando la Justicia Social deje de ser sólo una consigna. Y la libertad, solo una palabra utilizada falazmente por los estafadores y misóginos dueños del poder.
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