sábado, 25 de marzo de 2017

Memoria, recuerdos y transformaciones del Lanús: homenaje al maestro





Memoria, recuerdos y transformaciones del Lanús: homenaje al maestro 



Carlos E. Sluzki    *





-  "¿Como se llamaba ese lugar lejos donde íbamos?
-  "¿Te referís a Lanús?
-  "Si, si. Hicimos cosas importantes, ¿verdad?
-  "Muy importantes, jefe." 



Y le cuento un par de anécdotas del Servicio, sabiendo que al final de mi relato tal vez se haya olvidado ya de qué estábamos hablando. Los mismos gestos tiernos, el abrazo cálido de saludo, el familiar "¿Cómo estás?", pero la conversación se muerde la cola a cada rato, y el vocabulario a veces difícil de descifrar –un código cambiante, un enigma privado. 

Ocasionales comentarios filosóficos muy lúcidos, recuerdos de un antiguo esplendor – me hace acordar, mutatis mutandis, a Vaslaw Nijinski en sus últimos años - de quien un visitante contó que lo vio salir una vez de su rigidez haciendo una pirueta de L'après-midi d'un Faune como en sus mejores tiempos, para volver después a su pose impertérrita. 

Nada lunático aquí, sólo el progresivo ocaso del maestro en el exilio, a quien me toca la bendición de poder acompañar cercanamente, más por acaso que por diseño

Por acaso también – si bien lo podría reinventar como diseño – aterricé en Lanús como estudiante justo cuando Mauricio Goldenberg, que acababa de ser nombrado jefe de servicio, estaba organizando sus consultorios externos. 

Raúl Levín comenta con acierto que la esencia de la "experiencia Lanús" es el haberse centrado en una praxis, que parte de la experiencia clínica con el paciente, remite a la teoría y vuelve enriquecida al paciente. 

Esa descripción ayuda a comprender tanto la "posición profesional Lanús" que quedó como impronta en todos nosotros los que fuimos parte estable del Lanús de los años '60, como la falta de una "Escuela Lanús". 

La "Escuela Lanús" sería una amalgama ad hoc de psiquiatría dinámica, psicoanálisis de frontera, psiquiatría social-comunitaria, terapia familiar y de grupo, y psicopedagogía

Su originalidad yacería en que esas ideas, que comenzaban a aparecer en la literatura internacional (o bien que inventábamos para después descubrir a veces que ya alguien las había inventado en algún otro lugar del mundo), las traducíamos en acción, las poníamos a prueba en un contexto de exploración responsable.

A la manera de los slogan parisinos del '68, en Lanús "estaba prohibido prohibir" y le dábamos poder a la imaginación  (posición suficientemente peligrosa como para hacer del Servicio uno de los blancos de la junta militar en los años '70). 

Hablando de militares, uno de los sabios lemas antibélicos dice que si los que tuvieran que ir al frente, a las trincheras, fueran los generales y no los soldados, no habría guerras

Con frecuencia la medicina académica sigue también ese modelo – la actividad cotidiana, de frente de batalla, la hacen los menos preparados, los estudiantes, los residentes o los médicos recién recibidos, en tanto que los catedráticos (Napoleones en la retaguardia) hacen la ronda matinal interrogando y dictaminando acerca de los pacientes -  frecuentemente delante de los pacientes. 

En Lanús era al revés. 

Los generales estaban al frente, en la cotidianeidad de la acción, en la trinchera, predicando y enseñando con el ejemplo, comprometidos con el paciente y con la comunidad en vivo y en directo – esa era la pasión y ese era el compromiso social -  que acompañaba al compromiso intelectual de seguir explorando. 

 Debe quedar claro que estoy hablando de hace 30 a 40 años, y quien sabe cuánto de construcción idealizada hay en todo esto, de esa capacidad bendita de olvidarme de lo que no me gusta (¡mejor que la alternativa de aferrarse a los recuerdos negativos, y amargarse la historia… y el presente!) 

Por cierto que lo mismo se puede decir de todos aquellos que hablan y escriben acerca del Lanús – inclusive quienes lo hacen con el respeto, la lucidez y la elegancia conceptual de Sergio Visacovsky – con una mezcla de ejercicio etnometodológico reconstructivo (¿se puede hacer eso?), de curiosidad escoptofílica, y de esfuerzo para reducir la multideterminación compleja de vidas y eventos para intentar explicar cómo es que las cosas fueron como fueron y son como son. 

También puede que la causalidad esté tergiversada, y que quienes nos acercábamos al Lanús lo hicimos porque ya traíamos con nosotros una convicción del compromiso social y la intuición epistemológica de desafiar las fronteras de la praxis, todo lo cual se potenció porque hablábamos el mismo idioma. 

Pero el descubrimiento del idioma en común y el comienzo de la especificación de su gramática fue un proceso muy intenso y emocionante. Más lo pienso, más esto último se carga de sentido: 

Lanús era un caldero donde cocinábamos colectivamente los ingredientes que cada uno traía a la cocina que coordinaba ese chef magistral. 

Me remonto a los comienzos del Servicio de Psicopatología

¿Cómo fue (qué fue) Lanús para mí? Entré como estudiante-observador en 1956 o 57, e iba un par de veces por semanas "a mirar por encima del hombro de los que saben" qué era esto de hacer psi

Goldenberg, lleno de ideas y energía, con una lucidez clínica extraordinaria y una actitud personal tierna, abierta y generosa, había sido recién nombrado Jefe del Servicio de Psicopatología y Neurología, y su territorio consistía en un consultorio externo con varios cubículos, un equipo con una media docena de terapeutas de nota (aun cuando sin título habilitante, ya que aún no había sido creada ninguna carrera de psicología en el país), un neurólogo avezado, y un par de psiquiatras, entre los cuales creo ya para entonces, una reciente graduada, Lía Gladys Ricón, todos bajo la batuta y la voz sabia del maestro. 

Yo aprendía por ósmosis, haciendo poco más que incorporar un estilo de conectarse entre colegas y de interactuar con los pacientes con cariño, respeto, y una informalidad que reducía la distancia de clase, de status y de rol, y permitía un contacto que era de por sí terapéutico. Cuando me recibí, a comienzos de 1960, sabiendo más el "como si" que el "qué" de la práctica y, muy conciente de mi ignorancia, me incorporé como aprendiz de hechicero al Servicio, en el que pasaba no menos de veinte horas por semana. 

El grupo central temprano de la tribu que rodeaba a Goldenberg se fue integrando en los próximos años: Valentín Barenblit, Octavio Fernández Mouján, Vicente Galli, Hernán Kesselman, Aurora Pérez, Dora Romano, Lía Gladys Ricón, Gerardo Stein, y yo. Adláteres de mucha presencia eran Dicky Grimson, Guida Kagel, Tuncho Lubchanski, Rafael Paz …y mil personajes más. El ambiente, tal cual lo recuerdo, era de aprendizaje constante – grupos de estudio, ateneos, presentación y supervisión diaria de casos, trabajo en equipo -. 

El medio tenía al principio más las características de una tribu que una organización formal – tal vez lo que nos hacía sentir miembros de una tribu - era esa mística de grupo primario de avanzada que ya empezábamos a desarrollar. 

La permeabilidad entre prácticas dentro de la institución, que hacía posible que cada uno de nosotros viera y fuera visto en su trabajo, generaba un contexto de confianza y de estimulación cruzada. La fluidez de los roles era tal que nos permitía tener múltiples experiencias institucionales –un año como coordinador del sector internación, el otro como jefe de equipo en los consultorios externos -  y así. De hecho, lo que llamo tribu era un grupo primario bastante pegoteado con relaciones en las que se combinaba una posición colaborativa total, lealtades intensas y fluctuantes… y una observación celosa de la proximidad que uno o el otro mantenían con Goldenberg, quien, a su vez, creo, mantenía una ecuanimidad admirable. 

El confín de la tribu era extenso – su periferia incluía a parte del mundo psicoanalítico, con el que Goldenberg mantenía una relación estrecha y cordial, así como a reflexólogos de nota tales como José Itzigsohn, sociólogos de avanzada –incluyendo a Eliseo Verón, Francis Korn, Elena de la Aldea, Analía Kornblitantropólogos, fenomenólogos, y gente de múltiples disciplinas con quienes inventábamos modelos, investigaciones y práctica. 

De hecho, la cantidad de trabajos que producía nuestro equipo para congresos era notable – además, creo, de razonable calidad -. Buena parte del grupo central, y muchos otros, participábamos como estudiantes en la Escuela de Psiquiatría Social que estaba organizando Enrique Pichón Rivière (y en la que en su primera época eran docentes preclaros Guillermo Ferschtut, Fernando Ulloa y Edgardo Rolla). Buena parte del grupo central estaba en análisis didáctico y en grupos de estudio con José Bleger, León Grinberg, Marie Langer, David Liberman, Benito y Sheila López, Fernando Ulloa, y quién sabe cuántos más. 

Nuestro trabajo en terapia de grupo estaba supervisado por Andrée Cuissard, Joel Zac, y así. 

Y ahí otra característica admirable del liderazgo de Goldenberg: él estimulaba nuestras exploraciones, incursiones y liaisons con múltiples escuelas, ideologías y aun ocasionales maestros, todo ello transformado en ingredientes que enriquecían nuestros diálogos interminables y nuestra creatividad como grupo, insertado, resonando con, y formando parte de, una década extremadamente creativa del país.



MEMORIA, RECUERDOS Y TRANSFORMACIONES DEL LANÚS 


A su vez, a principios de los '60 se creó la Carrera de Psicología en la Universidad de Buenos Aires

Goldenberg mismo y muchos de nosotros formamos parte de equipos que contribuyeron a su diseño y fuimos profesores y ayudantes de la primera época, hasta que los psicólogos mismos pudieran hacerse cargo de su barco. 

Las primeras promociones de psicólogos incluyeron profesionales con sólida formación previa pero sin credenciales oficiales – eran psicólogos "silvestres" - psicólogos formados en otros países o en grupos de estudio o equipos de trabajo, psicodiagnostistas

Muchos de ellos se incorporaron a los diferentes equipos del servicio y enriquecieron aún más el capital conceptual y clínico. Debe reconocerse con todo que, a tono con esa época menos paritaria, la mayoría de las funciones directivas del Lanús, institución interdisciplinaria en su trabajo cotidiano, recaía en los psiquiatras

En la década del 60 el Lanús se transformó en el lugar más importante de formación de trabajadores de salud mental en la Argentina, y probablemente en América Latina. 

Para los médicos, las opciones eran formarse en el Lanús, o entrar a la residencia oficial que ofrecía la Universidad de Buenos Aires – o algunas del interior – en hospitales psiquiátricos (cuyos profesores, salvo honrosas excepciones, poseían una formación clásica/ fenomenológica/ psicofarmacológica, en contraste con la psiquiatría dinámica y comunitaria que caracterizaba al Lanús). 

Para dar una idea de la magnitud del Servicio – del que por un tiempo yo fui el escriba y el estadígrafo – en el año 1966, por ejemplo, el Servicio ofreció en sus consultorios externos 45,000 contactos/paciente, de los que 4350 eran nuevos pacientes. (1)

En el año 1969, últimos datos que tengo, el servicio tenía un staff de 4 profesionales pagos (quienes recibían el equivalente de U$S 300 por mes) y de 270, repito, 270 no pagos:2 psiquiatras, psicólogos, y psicopedagogos, quienes participaban entre diez y veinte horas semanales en actividades del servicio – en consultorios externos, hospitalización, interconsulta, residencia psiquiátrica, hospital de día o uno de los dispensarios comunitarios satélites -  mañana y tarde, seis días por semana. (2)

Para esa época, además, el proyecto de Goldenberg como Director de Salud Mental de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires se cristalizó en la constitución de múltiples Centros de Salud Mental, que fueron dirigidos y poblados en su mayoría por ex-lanusinos, y que se transformaron a su vez en centros de asistencia y formación. 

Para cuando me fui de la Argentina, a fines del '71, Lanús se había multiplicado. Ya era hora para mí de dejar el espacio a la generación siguiente. Además, las reglas de juego de la violencia social en el país estaban cambiando en una dirección que no me gustaba. Y yo tenía otras cosas para hacer. 

Con lo que lo que siguió, incluyendo la ferocidad del gobierno militar mesiánico – que dejó detrás suyo innumerables muertos sin sepultura, una ciudadanía aterrorizada, familias destruidas, instituciones hechas pedazos, un contrato social deteriorado  y los momentos de esperanza y los períodos de desesperanza y corrupción que le siguieron, sólo los he podido vivir por identificación, con la comodidad y la culpa de la distancia –mitigada en parte a través de mi militancia en organizaciones de derechos humanos

Lanús quedo en mí como un período extraordinario de formación profesional y de experiencia humana, como una segunda familia a la que estoy permanentemente ligado por vínculos de sangre y deuda

La deuda que tantos de nosotros tenemos con Mauricio Goldenberg y con la experiencia Lanús constituye un capital emocional e intelectual, además de una memoria colectiva que ya ha pasado por múltiples tamices revisionistas y tal vez acabe ella también por declinar… mientras las semillas que ha sembrado ese maestro se replica en múltiples transformaciones del quehacer en salud mental, hasta perderse en el horizonte prospectivo. 



1    Sluzki, C. E. "Informe estadístico del Servicio de Psicopatología y Neurología del Policlínico           de Lanús". Acta Psiquiat. Psicol. Amer. Lat., 1965, 11, 145-147, y 1966, 12, 88- 90. 

2    A esto se tiene que agregar los residentes psiquiátricos del Servicio, quienes recibían un                       estipendio  mensual generado por una Fundación extremadamente exitosa que había creado               Isabel Goldenberg,   esposa del jefe, para esos fines y para apoyo general del servicio – desde el       mobiliario de los  Consultorios Externos hasta la construcción del Hospital de Día.



Carlos Sluzki  *
5302 Sherier PI NW Washington DC 
Profesor/Investigador del Instituto para el Análisis y la Resolución de Conflictos, y de la Escuela de Política Publica, Universidad George Mason; y Profesor Clínico de Psiquiatría, Escuela de Medicina, Universidad George Washington, Washington DC. (Médico del Servicio de Psicopatología del Policlínico de Lanús desde 1960 hasta 1971,  director del Centro de Investigaciones Psiquiátricas – sector de investigaciones de dicho servicio - desde 1964 hasta 1971).










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