lunes 13 de marzo de 2017
Todos con las barbas en remojo
Marcha de la CGT. La enorme movilización es un llamado de atención no sólo para el gobierno sino también para la dirigencia sindical.
"Cagones", "traidores", "cobardes". Héctor Daer culminaba su discurso desde el palco levantado frente al Ministerio de Producción y, de manera espontánea, militantes de diferentes gremios se desprendían de sus respectivas columnas para increpar a la cúpula de la CGT por no anunciar de manera contundente un paro nacional. Los manifestantes disconformes provenían de las organizaciones que más próximas estaban del palco: comercio, metalúrgicos y docentes de la UDA. Como telón de fondo, un ruidoso grupo de la seccional Salta de Camioneros alentaba a los que se expresaban casi en las narices de los dirigentes: ''anunciá el paro, la puta que te parió", gritaban a los saltos y al ritmo de los bombos.
Vista aérea. La marcha convocada por la CGT fue absolutamente masiva.
La primera movilización del año de la CGT contó con una enorme adhesión de los más diversos sectores políticos y sociales. Pero, además, se constituyó en un canal de expresión de un descontento social creciente y que no tuvo de parte de la dirigencia cegetista la respuesta esperada.
Adelanto. El acto empezó una hora antes porque ya había preocupación en la CGT.
Los propios popes sindicales percibieron antes del inicio del acto un clima de hostilidad hacia las políticas económicas que viene llevando el Gobierno, superior al tono que iban a plantear en sus discursos. Posiblemente por ese motivo se decidió comenzar con las intervenciones apenas pasadas las 15 y cuando todavía había muchísimas columnas que no habían llegado a su lugar de ubicación. Incluso, sumadas los discursos de los tres secretarios generales de la CGT, el acto duró apenas media hora.
El descontento comenzó a tomar sonoridad cuando promediaba el discurso de Juan Carlos Schmid, el segundo orador después de Carlos Acuna. El titular de la federación de los transportistas cerró su intervención prometiendo que "vamos a ir a un paro nacional'. Pero sin mayores precisiones. La bronca de los manifestantes aumentó cuando Héctor Daer, el tercero de los oradores, incurrió en un fallido y anunció que el paro iba a ser "antes de fin de ano", para rectificarse inmediatamente y aclarar que sería, posiblemente, "antes de fin de mes".
Tumulto. Así debió retirarse Juan Carlos Schmid del acto.
El lugar elegido para el acto terminó dificultando la proximidad de las diferentes columnas hasta el palco, agravado por una serie de refacciones en las calles aledañas que hacían más tortuoso el acceso. Estas circunstancias fueron aprovechadas por la dirigencia cegetista para disponer que los sectores más críticos – las agrupaciones kirchneristas, la izquierda, las dos CTA y los sindicatos enrolados en la Corriente Federal– se mantengan lo más alejados posible. Pero lo que quizás no intuyeron los dirigentes es que las críticas provinieran de manifestantes que integran la propia central obrera.
Los gremios enrolados en la CGT se dispusieron desde el palco por Diagonal Norte hasta la 9 de Julio. En la primera línea se ubicaron las diferentes seccionales de la UOM, el gremio más afectado por la política aperturista del Gobierno. Le siguió Camioneros que, lejos, fue el gremio más convocante. También fueron numerosas las columnas de los estatales de UPCN, Comercio y los ferroviarios de La Fraternidad. A las espaldas del palco, de Diagonal Norte hacia Plaza de Mayo se movilizaron los gremios de la disidente Corriente Federal –liderada por los bancarios y los docentes privados de Sadop– y de las dos CTA. Por Avenida de Mayo se desplegaron las agrupaciones kirchneristas, con una fuerte presencia de La Cámpora, y por Diagonal Norte marchó la izquierda. El cuadro se completó con los movimientos sociales, que se movilizaron por Avenida Belgrano.
Si en las proximidades del palco se vivió un clima de tensión con la tibieza planteada por el triunvirato de la CGT, en el resto de las columnas se daba por descontada esa postura. Desde temprano las agrupaciones planteaban una convocatoria a un paro nacional y apuntaron sus cantos y consignas contra la política de ajuste del Gobierno.
Más allá del descontento con la dirigencia sindical, la marcha dejó en evidencia que la gestión de Cambiemos afecta a los trabajadores organizados, al tercio de la población marginado de la economía formal y a los sectores medios. La masividad que mostró la movilización que paralizó durante medio día casi todo el microcentro así lo evidencia.
Sumando la movilización del lunes de los docentes, al Gobierno ya no le resulta efectivo ligar la protesta social con las apetencias electorales de la dirigencia política y sindical. Está claro que hay un descontento generalizado, que incluso excede a las representaciones orgánicas. Un fuerte llamado de atención para el Presidente, que no logra retomar el centro de la escena.
Por último, las voces disidentes que se hicieron oír al final del acto obligan a un replanteo en la estrategia de la CGT. El margen para dilatar un paro nacional, el camino elegido a lo largo del año pasado, aparece ahora mucho más estrecho.
Final. Al terminar el acto, los incidentes.
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