miércoles 16 de mayo de 2018
El poder económico y las relaciones
de fuerza
En esta nota Hugo Presman demuestra cómo actúa el poder económico, el costo que implica su derrota y lo que significa luchar para modificar las relaciones de fuerzas en favor de los sectores populares.
Por Hugo Presman *
(para La Tecl@ Eñe)
El poder económico es impiadoso, de una crueldad inconmensurable. En Argentina arrasó con los gauchos, casi extinguió a los pobladores originarios, masacró a los caudillos norteños que representaban a las artesanías para así evitar una potencial industrialización. Tuvo una mirada porteña y portuaria, muy lejos de la concepción de la patria grande. Fusiló a Manuel Dorrego, se apropió de las rentas de la aduana de Buenos Aires y las seis décadas de guerras civiles tienen como causa principal la lucha por su federalización. Utilizó el fraude hasta la ley Saénz Peña; asesinó en la Semana Trágica e instigó los pogroms; impulsó los fusilamientos de los peones de la Patagonia; se arrodilló en la crisis del 30 ante Gran Bretaña considerándose parte de su imperio; utilizó el golpe militar y el fraude patriótico en la década infame; bombardeó a su propio pueblo en la Plaza de Mayo; instigó el golpe de 1955; fusiló en los basurales de José León Suarez; ocultó y profanó el cadáver de Evita; proscribió a las mayorías populares y a su líder; repitió con Juan José Valle lo que había hecho 128 años antes con Dorrego; perpetró el golpe de 1966; arrasó a la Universidad; extranjerizó la economía; fusiló en Trelew; consumó las primeras desapariciones; creó las condiciones e impulsó el golpe establishment militar con sus campos de concentración, las desapariciones masivas y la apropiaciones de bebes.
Ahora, por primera vez en democracia, llegaron al gobierno por vía de las urnas e intentan refundar la Argentina con un modelo agro exportador mixturado con el de rentabilidad financiera, para de ese modo desempatar definitivamente el conflicto entre dos modelos.
Algunos ejemplos pueden ejemplificar sobre el poder económico, las clases populares y las relaciones de fuerzas.
LA TARDÍA COMPRENSIÓN DE ERNESTO SÁBATO
Escribió Ernesto Sábato en un libro titulado “El otro rostro del peronismo” que nunca volvió a reeditar: “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora. Pues ¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta. La mayor parte de los partidos y de la “intelligentzia”, en vez de intentar una comprensión del problema nacional y de desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa, al bon mot de sociedad. Subestimación que en absoluto correspondía al hecho real, ya que si en el peronismo había mucho motivo de menosprecio o de burla, había también mucho de histórico y de justiciero.”
Cabe consignar que la comprensión de Sábato fue pasajera, pues posteriormente volvió a transitar a contramano, con rectificaciones oportunas.
El CAMBIO DE LAS RELACIONES SOCIALES
Lo cuenta José Pablo Feinmann a través de una anécdota personal en “Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina”, tomo 1, página 59: “En mi casa, que estaba en Belgrano R, en Echeverría y Estomba, en diagonal a la Iglesia de San Patricio, y que fue, para mí, niño de “los años privilegiados”, el hogar más cálido que jamás haya tenido, había una joven de nombre Rosario. Rosario era lo que se llamaba “sirvienta”. Era muy buena. Era la cocinera. Otra señora se encargaba de la limpieza. Bien, voy a esto: el 26 de julio de 1952 muere Evita. Rosario estaba en la cocina. Dan la noticia por la radio. Rosario se pone a llorar. Yo estaba jugando a no sé qué juego de la época en el comedor. Creo que armaba un Meccano o asaltaba un fuerte con unos soldaditos. Mi madre andaba por ahí. De pronto, no sé por qué alternativa del juego, yo me largo a reír. Y se oye la voz de Rosario: “Que no se ría ¡Qué no le falte el respeto a la señora! Mi madre me pegó un mamporro durísimo y, en voz baja pero imperativa dijo: ¡Cállate! Salió corriendo para la cocina. Me acerqué, paré la oreja y escuché el diálogo. Rosario lloraba y a la vez decía: “Su hijo se está riendo, señora. Evita se murió y él se ríe. Se está burlando. Mi madre, con miedo trataba de calmarla: “Es un chico, Rosario. Está con sus juguetes. No sabe lo que pasa. La “patrona” tenía que darle explicaciones a la “sirvienta”. Eso era nuevo en el país”
EL FUSILAMIENTO DE DORREGO
El azar histórico ha permitido conservar las cartas que los instigadores le escribieron a Juan Lavalle, conocido como la espada sin cabeza, para que fusilara a Manuel Dorrego, un populista. Salvador María del Carril, que fue presidente de la Suprema Corte de Justicia en el gobierno de Justo José de Urquiza le escribe a Lavalle: Ahora bien, general, prescindamos del corazón en este caso. Un hombre valiente no es vengativo ni cruel. Yo estoy seguro que usted no es ni lo primero ni lo último. Creo que es un hombre de genio, y no puedo figurármelo sin la firmeza necesaria para prescindir de los sentimientos y considerar obrando en política los actos, de cualquier naturaleza que sean, como medios que conducen o desvían de un fin… El general Lavalle no debe parecerse a ninguno de ellos; porque de él esperamos más. En tal caso, la ley es que una revolución es un juego de azar en el que se gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de este principio de una evidencia práctica, la cuestión parece de fácil resolución. Si usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera cabeza a la hidra y no cortará usted las restantes; ¿entonces, qué gloria puede recogerse en este campo desolado por estas fieras?… Nada queda en la República para un hombre de corazón.
El fusilamiento de Dorrego. Roberto Duarte
Juan Cruz Varela le escribe: “este pueblo espera todo de usted, y usted debe darle todo.
Cartas como éstas se rompen, y en circunstancias como las presentes, se dispensan estas confianzas a los que usted sabe que no lo engañan, como su atento amigo y servidor. Juan Cruz Varela”.
Cartas como éstas se rompen, y en circunstancias como las presentes, se dispensan estas confianzas a los que usted sabe que no lo engañan, como su atento amigo y servidor. Juan Cruz Varela”.
Producido el fusilamiento escribe Del Carril: “Algunas palabras sobre la muerte de Dorrego: Ella no pudo ser precedida de un juicio en forma: 1º, porque no había jueces; 2°, porque el juicio es necesario, para averiguar los crímenes y demostrarlos, y porque de los atentados de Dorrego, se tenía más que juicio, opinión, de su evidencia existente y palpable, comprobada por muchas víctimas, por un número considerable de testigos espectadores y por su prisión misma. Sin embargo, vea usted cuál es mi duda:¿No será conveniente dejar a los contemporáneos y a la posteridad, que los mismos esfuerzos que se hagan para suplir las formas, que no se han podido llenar o que eran innecesarias en el caso, mostrar una prueba viva del estado de la sociedad en que hemos tenido, usted y yo, la desgracia de nacer, y de la clase del malvado, que se ha visto usted forzado a restaurar la tranquilidad?… Y si para llegar siendo digno de un alma noble es necesario envolver la impostura con los pasaportes de la verdad, se embrolla, y si es necesario mentir a la posteridad, se miente y se engaña a los vivos y a los muertos según dice Maquiavelo; verdad es, que así se puede hacer el bien y el mal; pero es por lo mismo que hay tan poco grande en las dos líneas.”
En la misma línea que el testimonio de Sábato transcripto, Juan Cruz Varela escribió con regocijo, después del asesinato de Dorrego “La gente baja / ya no domina / y a la cocina / pronto volverá”.
LOS INSTIGADORES DEL GOLPE DE 1976
Lo denuncia Vicente Muleiro en su libro “1976. El golpe civil”: “Fue en el Club Azcuénaga donde, por iniciativa de Perriaux, se integró una mesa chica de la que salió la jefatura civil de la dictadura con epicentro en el Ministerio de Economía. La integraron en un primer tramo Martínez de Hoz, Cadenas Madariaga, Luís García Martínez, Guillermo Zubarán, Enrique Loncan, entonces director ejecutivo de la CEA (Central de Empresarios Argentinos), Horacio García Belsunce (h), Armando Braun, Carlos Muñiz, Marco Aurelio Risolía y Luis Zanotti, jefe de editoriales de La Nación. Se encontraban a almorzar periódicamente en la casa de Perriaux en la calle Gelly y Obes. Según Cadenas, Perriaux era un político y coordinador del grupo, no intervenía. Era el que atraía a la gente, el que buscaba, el que indagaba, el que se encargaba de mantener relaciones… El empresario Carlos María Túrolo, autor del libro “De Isabel a Videla” acredita que también por Azcuénaga merodeaban quienes después se revelaron como sangrientos represores, a saber, los generales Guillermo Suárez Mason y Santiago Omar Riveros, pero Cadenas Madariaga lo niega. Consta sí, la participación de los militares retirados Carlos José María Túrolo (padre de Carlos María) y Alcides López Aufranc.
LA GRIETA
El establishment periodístico se conduele de la grieta y se la atribuye al Kirchnerismo.
La misma siempre existió, y en forma mucho más intensa y visceral en otras épocas, y sólo se enerva en determinadas condiciones.
Lo reflejé brutalmente en una nota del 29-03-2017 publicada en La Tecl@ Eñe el 29 de marzo del 2017, bajo el título “SOMOS”:
“Es Lavalle fusilando y somos Dorrego fusilado. Somos San Martin y su proyecto latinoamericano y es Rivadavia y su plan porteño. Somos Moreno jacobino y Moreno envenenado. Somos Monteagudo con sus proclamas revolucionarias y es Monteagudo asesinado en una calle oscura de Lima. Somos Bolívar liberando buena parte del continente y somos Bolívar, enfermo en Santa Marta camino al exilio acusado de traidor muriendo sin llegar a la frontera. Somos Artigas haciendo la reforma agraria y afirmando que nadie es más que nadie y somos Artigas derrotado exiliándose en el Paraguay. Son los hacendados y comerciantes de Brasil, Montevideo y Buenos Aires, armando un ejército que arrasa el Paraguay de los López y somos los paraguayos heroicos muriendo en Curupayti y Cerro Corá. Somos Rosas defendiendo la soberanía contra la invasión anglo francesa. Somos los derrotados en la guerra civiles argentinas y son las huestes de Mitre y sus coroneles asesinando al Chacho Peñaloza. Es su esposa, Victoria Romero, obligada por Sarmiento a barrer la plaza mayor de la ciudad de San Juan, con cadenas en sus pies.
Somos Felipe Varela y su bandera de “La Unión Americana” y son Manuel García y Carlos María de Alvear arrodillados ante Inglaterra en el siglo XIX, como lo haría el vicepresidente Julio Argentino Roca (h) en el siglo XX, considerando a la Argentina integrante virtual del imperio británico.
Somos Yrigoyen ascendiendo a las capas medias y son los medios y las petroleras propiciando y consumando su derrocamiento. Somos los estudiantes de la Reforma Universitaria y su Manifiesto Liminar: “Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan…estamos pisando una revolución, estamos viviendo una hora americana”, y son los que se oponen desde el clericalismo medieval. Somos los obreros de los talleres Vasena y son los dueños de la fábrica, la policía y los integrantes de la Liga Patriótica Argentina, reprimiendo y carnereando. Somos los obreros fusilados de la Patagonia Trágica y sepultados en tumbas NN, somos las putas de San Julián que cerramos las piernas para no satisfacer a los oficiales asesinos y son la Sociedad Rural y los dueños de la tierra instigando a los fusiladores.
Son la primera década infame y el fraude patriótico. Somos los descendientes de los derrotados de la guerra civiles que un luminoso día de octubre cruzamos el Riachuelo, caminamos desde Berisso y Ensenada, ocupamos la Plaza de Mayo, nos lavamos las patas en la fuente, y cambiamos la historia. Son los dueños de todo los que desde su poder nos estigmatizaron como cabecitas negras, descamisados, aluvión zoológico, o más recientemente somos apenas un relato de Apold.
Somos los beneficiarios de los días felices en tecnicolor y son los que escriben en una pared: “Viva el cáncer”. Somos Evita reclamando que donde hay una necesidad hay un derecho y son los aviones de la Marina con su leyenda “Cristo Vence” bombardeando la Plaza de Mayo. Somos los que padecimos las bombas; y los que las lanzaban escribían proclamas donde decían: “Afrontamos esta decisión suprema ante la comprobación de que se estaba en camino de destruir espiritualmente el país, por obra de una corrupción desenfrenada, y lo hacemos con urgencia temeraria por el convencimiento de que el pueblo ha perdido la posibilidad jurídica de formar, expresar y defender su voluntad espontánea.”
Somos Perón proponiendo el ABC, concretando los derechos del trabajador y son Aramburu y Rojas arrasando con todo, interviniendo la CGT.
Son “el presidente duerme” como respuesta a los pedidos de clemencia de la esposa y la hija del General Valle finalmente fusilado y somos los cuerpos ametrallados en los basurales de José León Suárez. Ellos, los democráticos, los republicanos, los propagandistas del diálogo, afirmaban: “Se acabó la leche de la clemencia”.
Son la prohibición de la soberanía popular, de las proscripciones y somos la heróica resistencia peronista. Somos Villa Manuelita en Rosario diciendo: “Los yanquis, los rusos, las grandes potencias reconocen a la Libertadora, Villa Manuelita no” .
Somos los que resistieron la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre, los que nos opusimos al plan Larkin, los que pintamos paredes con el “Perón Vuelve”. Son la autodenominada Revolución Argentina y somos la pesadilla de los sueños de Onganía con el Rosariazo, el Cordobazo, el Mendozazo y un país levantado.
Somos Perón en su pulseada con Lanusse. Son los que ordenaron los fusilamientos de Trelew. Somos los 16 muertos en la Base Almirante Zar.
Son lo que movilizaron 30.000 soldados para impedir el contacto de Perón con su pueblo un 1luvioso 17 de noviembre de 1972. Somos los que cruzamos el Rio Matanza para un reencuentro postergado por 17 años. Son los que instrumentaron el balotaje para evitar el triunfo de Cámpora, candidato por la proscripción de Perón.
Es la esperanza hecha realidad un 25 de mayo de 1973 y son los días oscuros y terribles que siguen a la muerte de Perón. Es el poder económico derrocando a Isabel y cubriendo de horrores el territorio nacional, mientras destruían con saña el modelo de sustitución de importaciones, que ya se había intentado con éxitos disimiles en 1955 y 1966.
Somos las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y del otro lado están el poder económico dándole la picana a Astiz y al tigre Acosta y arrojando seres vivos al mar o al Rio de la Plata.
Somos los soldados, aviadores y oficiales que luchamos con coraje y patriotismo en la recuperación de las Malvinas y son los generales de escritorio cuya mayor “valentía” era la tortura de personas indefensas.
Es la democracia recuperada después de la derrota en Malvinas y el peso insoportable de una herencia atroz. Somos Alfonsín y el histórico juicio a las juntas.
Es la hiperinflación y la llegada anticipada de Menem. Es la entrega en democracia con apoyo popular. Es la reelección de Menem cuando todo estaba claro y nadie debía engañarse, lo que implica que más allá de las tajantes divisiones, nadie está a salvo de equivocarse.
Es la prolongación de Menem en la política económica de la Alianza, demostrando que lo fundamental no era la corrupción, sino el plan desarrollado.
Es la peor crisis de la historia y somos los que integramos “Piquetes y Cacerolas, la lucha es una sola”.
Son cinco presidentes en una semana, el que se vayan todos y Duhalde, Lavagna y la Virgen que encuentran una pequeña luz en la noche más oscura.
Luego llegaron Néstor Kirchner y Cristina Fernández quienes junto a otros presidentes latinoamericanos levantaron la bandera revolucionaria de la Unión Latinoamericana, haciendo florecer entonces la primavera después del largo invierno.
Más tarde muchos de ellos y muchos de los nuestros confluyeron para llevar a Macri a la presidencia.
En política las estaciones no son como en la naturaleza. Después de una primavera de 12 años con notables avances, con limitaciones, errores y horrores, no llegó el verano, sino que volvió el invierno.
El lenguaje cambió, los hechos cambiaron. En lugar de “soberanía”, “derechos”, “paritarias”, “recuperación de empresas”, “ocupación”, “nacionalizaciones”, “derechos humanos”, “matrimonio igualitario”, “jubilaciones para todos”, “juicios a los genocidas”, “unidad latinoamericana”, pasamos a “equipo”, “diálogo”, “unión de los argentinos”, “pobreza cero”, “lucha contra el narcotráfico”, que traducidas significan genuflexión exterior, desocupación, ajustes, despidos, gobierno de y para los poderosos, desarticulación de planes, “caer” en la escuela pública, suspensión de entregas de notebook, en una larga e interminable lista.
Después se discute de la grieta. Se debaten y se asombran de su existencia. Hay dos países en pugna. Que no significa terminar con el otro sino en ganar e imponer la hegemonía.
Por eso hoy somos los docentes en lucha, las mujeres que buscan su lugar en la mitad del cielo, los trabajadores defendiendo sus derechos contra los avasallamientos, las organizaciones sociales con sus comedores, los científicos ganando las calles por el futuro, y los que nos movilizamos cada 24 de marzo porque tenemos memoria, porque queremos justicia y necesitamos de la verdad.
Un cartel llevado por una mujer en la conmemoración del 24 de marzo decía: “Las putas no parimos la mierda genocida”. En la marcha del día internacional de la mujer otra pancarta decía: “Putas como Eva/ Locas como las Madres/Yeguas como Cristina/ Negras como Milagro/…”
Eso es lo que somos, la barbarie en términos sarmientinos. Los que pergeñaron y nos estigmatizaron con esos calificativos, los que han aplicado en cada oportunidad aquello de que “no hay que ahorrar sangre de gauchos, que es lo único humano que tienen”, están del otro lado de la grieta.”
EL PODER ECONÓMICO Y LAS RELACIONES DE FUERZA
Lula escribió en su libro “La verdad vencerá”: “Ellos, los poderosos… no aceptarán un trabajador con conciencia… en un instante descubrí que a quien estaban juzgando no era a Lula. Lo que estaban juzgando era a mi gobierno. Era la forma que habíamos tenido de gobernar… No me eligieron presidente para volverme lo que ellos son. Me eligieron para ser quien soy. Tengo orgullo de haber sabido vivir del otro lado, sin olvidar quién era… Uno siempre pertenece o tiene un lado. Aunque gobierne para todos, uno siempre está de un lado o de otro. El mío son los trabajadores, los más pobres y excluidos de este país. Y, como en la política todos pagamos un precio por asumir de qué lado estamos, yo estoy dispuesto a pagar el mío”
Es una perfecta síntesis de lo que intenté demostrar de cómo actúa el poder y lo que significa luchar para modificar las relaciones de fuerzas en favor de los sectores populares y las consecuencias que significa ser derrotado.
* Coconductor del programa radial EL TREN, con más de 14 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad. Es Periodista. Sus trabajos son publicados en diversos medios nacionales e internacionales. Es autor del trabajo de investigación “25 años de ausencia” y participó con trabajos en los libros “Damián Carlos Álvarez Pasión por el libro” e “Insignificancia y autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis."
Además es coautor del libro “Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Emancipación Americana”
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