jueves 04 de octubre de 2018
Opinión
¿Solución mágica o catastrófica?
El nuevo experimento monetario que puso en marcha el Banco Central esta semana está provocando varios hechos novedosos, pero alarmantes a la vez. Entre los expertos consultados, ninguno recuerda una política de absorción de dinero de la economía tan drástico como el que sucedió en estas tres jornadas, para mayor precisión a ritmo creciente (ver detalles en la nota de Federico Kucher, en esta misma página). Y a un costo del dinero tan elevado. El instrumento es la Leliq, letras de liquidez del Banco Central, que éste le "vende" a los bancos a cambio de que entreguen el dinero de sus clientes que tienen en depósito. Dinero que el Banco Central recibe y "esteriliza", es decir, que ya no vuelve al mercado. ¿Para qué? Porque sacándolo de circulación, no se va a destinar a la compra de dólares ni a pagar precios más caros por bienes y servicios. Es la solución mágica del monetarismo para acabar con la corrida hacia el dólar y con la inflación, todo al mismo tiempo. ¿Y si falla? Bueno, ahí está el problema.
Para mantener prendida y funcionando la aspiradora de pesos, mientras las tensiones siguen traccionando a los inversores y ahorristas hacia el dólar, el Banco Central está obligado a ofrecer una tasa, más que atractiva, sideral. Los operadores del programa de absorción de dinero, esta vez, son los bancos. Son los únicos que pueden suscribir las llamadas Leliq. Por los caudales que ofrecen a cambio, el BCRA les pagó el lunes hasta 72 por ciento, el martes subió la tasa máxima a 73 y ayer, a 74.
Para la economía, la de la producción y el comercio, la del consumo, el impacto es nefasto. Subieron todas las tasas activas (las que cobran los bancos): las de préstamos, las que se cobran por descubiertos en cuenta, las de las tarjetas de crédito, todas a niveles del 85 al 100 por ciento. Imposibles de pagar, salvo a cambio de una pérdida patrimonial significativa.
Y aquí está el riesgo, si el plan monetarista no logra resultados rápidos (estabilizar el valor del dólar y los precios de la economía en pocas semanas), el impacto en términos de recesión generalizada serán funestos, en tanto se estire la vigencia de altas tasas. Caída de ventas, de consumo, de producción, de empleo, aumento de la pobreza. ¿Qué hacer? ¿Rogar que el plan funcione para no perecer en el intento? ¿O reclamar a los responsables que se hagan cargo ellos de las consecuencias? Continuará.
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