miércoles 31 de octubre de 2018
La inauguración de la librería Caras y Caretas
La nueva casa de las palabras
Con las deslumbrantes presentaciones de Ana María Picchio y Cristina Banegas, que leyeron poemas de Mario Benedetti y Juan Gelman, y las canciones del Tata Cedrón, abrió sus puertas un nuevo espacio cultural que hermana la mejor literatura con las mejores comidas y bebidas.
Una tregua en la noche de Bolsonaro. Ana María Picchio leyendo a Mario Benedetti. Imagen: Catriel Remedi
Por REDACCIÓN de PÁGINA 12
En la pared del fondo, el Gordo Soriano, con su impecable camiseta de San Lorenzo, le está por patear un penal a Borges. A ninguno de los presentes parece importarle si la escena del mural de Miguel Rep, que en ese instante le está dando las últimas pinceladas, se transformará finalmente en gol, pero todos coinciden que no puede haber mejor imagen para presidir la inauguración de la más flamante librería de la ciudad. La que ayer presentó en sociedad el Grupo Octubre en Junín 365 con el emblemático nombre de Caras y Caretas.
Entre las mesas llenas de libros y copas flota un aire entre milagro y quijotada. Como bien resaltó Nicolás Trotta, el rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, abrir una librería en estos días sirve para exorcisar los fantasmas que Bolsonaros, Macris y Piñeras se empeñan por distribuir en toda la región.
En la voz de Cristina Banegas, Juan Gelman lo dice a su manera, la mejor manera: “Vamos a empezar la lucha otra vez/el enemigo está claro y vamos a empezar otra vez/”, recita la multipremiada actriz y directora el poema “Esperan”, escrito en Roma por el poeta cuando era un experto en derrotas y en cantarlas como nadie.
Poco antes Víctor Santa María, secretario general del Suterh y titular del Grupo Octubre, inscribió la alegría del lanzamiento del nuevo espacio dentro de la lucha de los trabajadores por lograr un verdadero cambio en la cultura, precondición inevitable de cualquier transformación política. Una nueva cultura en un nuevo país para una nueva y mejor vida de todos los trabajadores.
Y es ese llamado a una vida mejor lo que aparece de pronto en la voz de Ana María Picchio que cuenta, casi como confesión, que al terminar la filmación de la recordada “La tregua” (la primera película sudamericana en ser nominada al Oscar) se le acercó el escritor uruguayo Mario Benedetti y le dijo que era hora de escribir un poema de Martín Santomé (el añoso protagonista de la novela/película) y que ella le respondió que no, que la que lo merecía era Laura Avellaneda (la protagonista de la historia), y que así nació “Ultima noción de Laura”, la poesía que Ana María lee ahora para dar vida al nuevo espacio de cultura: “usted martín santomé no sabe cuánto he luchado por seguir viviendo”.
Lee Ana María y el silencio acongojado de todos la acompaña, hasta que al final estalla en el aplauso. El mismo aplauso que desata Juan Tata Cedrón cuando con la voz cedrónea que arrastra desde siempre canta “La cerveza del pescador Schiltigheim”, de Raúl González Tuñón, de la mano de su guitarra y del violín de Miguel Praino con quien compartió exilio y canciones en París y hoy este feliz encuentro en Buenos Aires.
Entre los que aplauden en primera fila están Daniel Santoro, Fernando Noy, Julieta Ortega, Dolores Solá, Luis Ziembrowski, Vicente Batistta, Fernando Fazzolari, Rodolfo García, Renata Schussheim, Marina Olmi, Alejandro Vanelli y Liliana Herrero. Más atrás, Felipe Yuyo Noé lo comenta con Rep y Gizela Marziotta con María Seoane.
Cuando se diluye el entusiasmo que desata Cedrón con su interpretación de “Canción de San Jamás”, de Bertolt Brecht, escritores y editores se van dispersando por las mesas. En las conversaciones ya se prefiguran futuras presentaciones de libros en el flamante espacio y, en el mientras tanto, desayunos, almuerzos y meriendas rodeados de bibliotecas, muestras de arte y tapas de Caras y Caretas.
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