lunes 09 de enero de 2017
Cerebro, sexo y reproducción.
La conciencia de la reproducción influye en la elección de pareja. Los avances científicos ponen más debate con la selección genética.
Por Ignacio Brusco (*)
"Nada es más lento que el verdadero nacimiento de un hombre" Marguerite Yourcenar
Está estudiado empíricamente que existen procesos en el cerebro humano que llevan instintivamente a tener impulsos sexuales generadores de placer. Por cierto, la sexualidad se muy encuentra muy emparentada con centros del placer cerebral que se activan cuando experimentamos otros tipos de placer (por ejemplo, cuando comemos una comida que nos apetece, en el momento en que los ludópatas juegan o cuando los consumidores de sustancias realizan el acto adictivo).
Estas áreas están montadas con un núcleo cerebral subcortical que se encuentra debajo de la zona frontal (núcleo accumbens del área septal), el cual se enciende al activarse algún placer. Por lo contrario, si son estimulados artificialmente en animales, generan una gran necesidad de actos placenteros pero en forma compulsiva, que termina siendo dañino para el cuerpo, la conducta y el cerebro.
El homo sapiens (es decir, nosotros), cuando se encuentra en su sano juicio y con su sistema nervioso desarrollado, puede relacionar el acto sexual con la reproducción. Puede, en otras palabras, darse cuenta de que ese momento conlleva la posibilidad de generar un nuevo componentede la especie, raza y familia, y así preservar la estirpe a través de nuevos individuos. Es cierto que quizá personas con una alteración cognitiva grave o con psicosis pueden no saber o no considerar como cierta esta consecuencia. Los estudios de la conducta animal (etología) plantean una duda parecida: si alguna especie animal puede conocer si la cópula conlleva a la reproducción. Se duda, incluso, que las especies más inteligentes como chimpancés, bonobos y gorilas lo sepan.
Relacionar sexo con reproducción implica una capacidad de abstracción que estos animales probablemente no tengan. Implica, por ejemplo, procesos tan complejos como la conciencia temporal; es decir, entender que luego de un acto se produce una consecuencia. En el caso de la reproducción, es un proceso bastante pretérito, por cierto. Por lo tanto, resulta una causa-consecuencia difícil de asociar. Implica,además, planificar tomas de decisiones a largo plazo. Es cierto que determinados animales pueden generar procesos de decisión inmediata, como cuando el utilizan herramientas para extraer hormigas en el caso de los chimpancés o matar a otros animales o romper nueces estrellándolas desde la altura, tal como realizan ciertas aves. Pero siempre implican instancias más relacionadas con instintos, con procesos inmediatos.
El asunto es que la reproductividad implica un tipo de razonamiento mucho más complejo. Por otro lado, existen demostraciones prácticas que los animales no lo saben. Así, los gorilas no seleccionan a los más familiares para reproducirse, pero sí dan lugar a un cruel evento empírico, que es deshacerse de las crías de otros machos dominantes cuando los vencen y toman el control de la manada. Como comprendemos, estos animales son muy crueles: generan infanticidios por la lucha del poder y seleccionan a sus descendencias. Pero otra vez como un hecho pragmático e intuitivo: no porque sepan que esta conducta genere familiaridad en su raza, causando pureza en su prole, ya que no relacionan (aparentemente) al sexo con la descendencia.
Con estos animales estamos emparentados, siendo genéticamente similares en un 99 por ciento. Quizás esto explique parte de nuestras conductas violentas discriminatorias. Al acto reproductivo le agrega un plus la conducta ética, sabiendo la conciencia que se toma sobre el parentesco, permite seleccionar nuestras especies. Por lo tanto, elegir la pareja con la que deseamos dejar descendencia. Y más aún con el avance de la ciencia hasta poder seleccionar mejores gametas y genes. Esto no lo hacen los animales. Es decir que el aumento de la complejidad de abstracción quizá deba hacernos reflexionar sobre los riesgos y alcances de la toma de decisiones sexuales y reproductivas.
* Neurólogo. Prof. Titular UBA. Presidente Fundación Humanas. INEAR. Conicet.
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