jueves 10 de enero de 2019
Trabajadoras del cuidado profesionales y populares
El trabajo doméstico femenino es uno de los pilares del patriarcado. “Eso que llaman ‘amor’ es trabajo no pago”, describió la teórica Silvia Federici. Para cambiar esto, 100 mujeres de Villa Soldati, Ramón Carrillo, Villa 3 de Retiro, la 21-24 de Barracas y la 1-11-14 del Bajo Flores se recibieron a fin de año de la Diplomatura en Cuidado de Personas Mayores de la UNSAM y la CTEP. Un camino posible para mejorar la salida laboral en tiempos de crisis.
La teórica feminista italiana Silvia Federici acuñó, entre otras, una frase magistral que sintetiza a la perfección una noción fundamental del patriarcado: “Eso que llaman amor es trabajo no pago”. El trabajo doméstico es un pilar esencial para comprender en términos de economía feminista por qué las mujeres ganamos menos que los varones. Y mientras el Estado no contiene estas problemáticas, en el contexto de un Gobierno que además ajusta su presupuesto a disposición del FMI, vuelven a ser las organizaciones sociales de la Economía Popular en alianza con las universidades públicas las que permiten vislumbrar una salida diferente. Esa fue la novedosa experiencia que transitaron mujeres de los barrios de Villa Soldati, Ramón Carrillo, Villa 3 de Retiro, la 21-24 de Barracas y la 1-11-14 del Bajo Flores que se recibieron a fin de año de la Diplomatura en Cuidado de Personas Mayores de la Universidad Nacional de San Martin (UNSAM) en conjunto con la Corriente de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).
Durante un cuatrimestre más de 100 mujeres recibieron capacitación universitaria en sus propios barrios para formarse como cuidadoras profesionales y a finales de diciembre recibieron su galardón. El objetivo para el 2019 es formar cooperativas para insertarse en el mercado laboral.
En el libro Economía Feminista publicado por Sudamericana de la economista Mercedes D´Alessandro se destaca que “Si sumamos el trabajo pago y el no pago, a nivel global, la OCDE estima que las mujeres trabajan 2,6 horas diarias más que los hombres en promedio. En la Argentina, según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo realizada en 2013, una mujer ocupada full time dedica más tiempo al trabajo doméstico (5,5 horas) que un hombre desempleado (4,1 horas). En términos generales, ellas hacen el 76 por ciento de estas tareas. Además, “casi nueve de cada diez mujeres (88,9 por ciento) participan en el trabajo no remunerado en la Argentina. En cambio, el 57,9 por ciento de los varones usa parte de su tiempo en cuidar a los hijos o hacer funcionar el hogar. Eso implica que cuatro de cada diez varones no cocinan, ni limpian, ni lavan la ropa, ni hacen compras en ningún momento del día. Y, entre los que sí lo hacen, tienen tres horas de descuento en relación con el tiempo que depositan las mujeres en la vida cotidiana” ilustra Luciana Peker, periodista especializada en género”.
Universidad en los barrios
“Nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad” había dicho la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Y una vez más, el desconocimiento y la falta de sensibilidad chocan con la realidad.
Gloria vive en la Villa 1-11-14 y es una de las flamantes egresadas de la diplomatura. Durante la segunda parte del año asistió varias veces por semana al taller que dictaban los docentes de la UNSAM en diferentes sedes de los barrios más vulnerables de la ciudad de Buenos Aires. “El curso estuvo muy lindo porque era diferente, no era como una clase de escuela porque repartíamos el conocimiento entre todos. Aprendimos sobre aspectos legales, cómo defendernos, si el paciente se cae cómo actuar. También entender que esto es un trabajo y que por más de que muchos piensen que esto es 24 horas esto no es así. Aprendimos cómo moverlo, cuidarlo, terapia física”, explica a Nuestras Voces: “Nunca me imaginé tener un título de una universidad”, confiesa esta mujer de origen paraguayo que llegó a la Argentina en el año 2006, “estoy orgullosa y feliz porque esto es para mi currículum”.
Claudia Carrillo es la coordinadora de la diplomatura en todos los barrios. Ella vive en el barrio Ramón Carrillo pero fue la encargada de gestionar el nexo entre las estudiantes y los docentes. “Nosotras ya en la práctica solemos cuidar a los adultos mayores, entonces esta idea de profesionalizarnos fue muy bien recibida porque la solemos hacer pero sin formación”. Claudia trabaja hace más de veinte años como empleada doméstica y muchas veces tuvo que hacerse cargo de adultos mayores. “Supuestamente nos contratan para limpiar pero siempre terminamos haciendo otras tareas y para eso tenemos que saber no sólo como hacerlo sino también cómo se cobra, cuáles son nuestros propios derechos como trabajadoras. Como nosotros somos un sindicato de economía popular también tenemos que formarnos en nuestros derechos de trabajadores sufrimos muchos abusos”. Además de las clases de fisioterapia, las alumnas recibieron clases sobre género, derecho, economía social, cooperativismo y fueron pensadas en horarios nocturnos para que pudiera ser compatible con el horario laboral.
Eleonor Faur es socióloga y autora entre otros libros de El Cuidado infantil en el siglo XXI. Es docente en la UNSAM y la diseñadora de la curricula de la diplomatura. En diálogo con este portal contó cómo fue el proceso: “Lo primero fue decidir que tenía que ser un curso que fuera eminentemente práctico, que sobre todo les diera a las participantes muchas herramientas para la salida laboral porque básicamente estamos en un momento donde el envejecimiento poblacional se acrecienta año tras año, vivimos mucho más que hace 10 años, tenemos por cuestiones que han mejorado las condiciones de salud y en esa longevidad muchos tienen y se ven con dificultades para la gestión de la vida cotidiana. Entonces la profesionalización de los cuidados es una salida laboral del futuro”. En este contexto, Faur explica que “las políticas de Estado en relación con las personas mayores han puesto énfasis en la previsión social y el acceso universal a la salud, pero no así en los en los temas del cuidado cotidiano. Acá es donde entró el mercado con una lógica depredadora en donde por ejemplo las agencias se quedan con el 50% de lo que cobra una trabajadora que hace turnos larguísimos de 12 horas y no tienen ningún beneficio. Por eso esta diplomatura en conjunto con trabajadoras de la economía popular apuesta a que haya otras lógicas y no haya intermediarios sino que realmente generen un empoderamiento de las propias trabajadoras con cooperativas que permitan establecer las condiciones del trabajo de manera colectiva”. Pero además, el hecho de que sea proporcionado por una universidad es sin dudas la expresión que demuestra que es con la educación y con la inclusión. “Que lo haga la universidad es fundamental porque es abrir las puertas de la universidad a mujeres que por su origen socio económico no han tenido posibilidades más allá de un primario o secundario. Entonces que el reconocimiento sea por parte de la universidad es muy valioso porque abre a grupos y estudiantes que estaban históricamente excluidos. Es claramente una herramienta de inclusión”.
Una regularización desde el Estado
Carolina Brandariz, Secretaria de géneros e igualdad de oportunidades de la UTE/Ctera y parte de la mesa de conducción del Evita Capital y Nacional sostuvo que “la iniciativa es muy valorable porque es uno de los grandes planteos del feminismo popular que es valorizar las tareas de cuidados”. En ese sentido, Brandariz junto a la legisladora porteña del bloque PJ, María Rosa Muiños, están elaborando un proyecto de ley en la Ciudad que permita que exista un registro de cooperativas de cuidadoras profesionales para que las obras sociales y prepagas puedan acceder al registro y contratar a estas cooperativas, lo cual generaría una fuente de trabajo para las trabajadoras de la economía popular.
Por eso, más que nunca, la frase de Federici se revalida con estas prácticas. Lo que llaman amor, en el caso de estas mujeres, va a empezar a ser trabajo remunerado, feminista y popular.
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