lunes, 1 de mayo de 2017

La peor grieta que divide al país


lunes 1º de mayo de 2017


La peor grieta que divide al país





La recesión afecta más a los sectores de menores ingresos. Supermercados en alerta y nuevos hábitos de consumo.



   





Por     Marcelo Zlotogwiazda                                                     LECTORES@VEINTITRES.COM


El gobierno de Mauricio Macri dejó hasta ahora una economía en recesión y mayor desigualdad social. Esos dos resultados se reflejan con fidelidad en la evolución que registró el gasto de los hogares, una variable clave para sopesar el bienestar de la población: en un contexto de fuerte caída general, la compra de artículos de consumo básico por parte de los sectores bajos disminuyó mucho más que el promedio mientras que el de las familias ricas no se resintió, lo que estaría indicando un agravamiento de la ya de por sí obscena injusta distribución del ingreso.

El informe mensual que Kantar WorldPanel publicó en abril aporta datos esclarecedores para evaluar el primer tercio de la gestión de Cambiemos, y para comprender los profundos cambios en los hábitos de consumo causados por la disminución de ingresos y la elevada inflación. Según esa consultora, una de las líderes mundiales en investigación de mercado, el gasto en bienes de consumo masivo (alimentos, bebidas, limpieza y perfumería) bajó un 4 por ciento el año pasado y un 3 por ciento en el primer trimestre de este año.

Son números muy negativos aunque los hay peores en mediciones similares. Para CCR el consumo masivo se contrajo un 4,7 por ciento el año pasado y un 6,4 en el primer bimestre de 2017. Para Scentia las caídas fueron de 4,5 el año pasado y 5,6 en el primer trimestre de este año.

Un valor agregado por Kantar es que desagrega los resultados por clase social, y es ahí donde se observa que el impacto negativo sobre el consumo masivo golpeó particularmente a los sectores bajos y medios; lo que definen como clase baja inferior (ingresos mensuales del hogar de hasta 7.500 pesos) redujo su gasto en esos bienes en un 8 por ciento; la clase baja superior (ingresos de 7.500 a 15.000) en un 5 por ciento, lo mismo que la clase media (ingresos de 15.000 a 27.000).

En cambio, tanto la clase media alta (27.000 a 72.500) como la clase alta (más de 72.500) lograron mantener su nivel de consumo.

Además de constituir un indicio del sesgo regresivo de la política económica, esos datos implican que los que perdieron conforman la enorme mayoría de la población, ya que las tres clases de abajo abarcan al 78 por ciento de los hogares (17 la clase baja inferior, 33 la baja superior y 28 la media). El 22 por ciento restante que no recortó consumo masivo es clase media alta (17 por ciento) y clase alta (5 por ciento).

Cabe tener en cuenta que estas mediciones abarcan el gasto en lo que los especialistas en marketing denominan bienes de consumo de alta rotación, que comprende a los alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador. Por lo cual es posible que las clases media y alta también hayan tenido que restringir sus gastos en bienes o servicios que no son de primera necesidad, como por ejemplo esparcimiento. 

Para saberlo y conocer el panorama completo de la distribución del ingreso hay que esperar hasta que, recién en junio, el Indec publique la información correspondiente al primer trimestre de este año. La última que difundió fue la del tercer trimestre del 2016, mostrando que mientras el 20 por ciento de los hogares más pobres recibieron el 5,4 por ciento del total de ingresos, el 20 por ciento más rico se quedó con el 45,9 por ciento.

Es esa la peor grieta que divide al país.


Como casi todas las consultoras y economistas, Kantar cree que en materia de consumo básico lo peor ya pasó. De hecho, si bien el primer trimestre del año les cerró con una caída del 3 por ciento, en la medición de marzo hubo un repunte del 1 por ciento respecto a igual mes del año pasado, que, vale aclarar, fue un mes muy malo en términos de actividad y consumo, lo que favorece la comparación.

De todas maneras, el pronóstico para todo el año no es muy optimista. Suponiendo que en lo que resta del año el aumento de tarifas será "moderado", que los aumentos de paritarias no se atrasen respecto a la inflación y que el dólar no se dispare, calculan que el consumo básico aumentará 1 por ciento en el trimestre en curso, 2 en el tercero y 4 por ciento en el último, culminando con una suba anual de apenas el 1 por ciento, es decir lejos de recuperar la caída del 4 por ciento del 2016.

La mala situación económica motivó cambios en los hábitos de consumo. Los estudios de mercado muestran que la gente compra con más frecuencia pero menos unidades. Hay más tickets pero de menor monto promedio.

Eso coloca como grandes perdedores a los super y, principalmente, a los hipermercados. Según Kantar, los hiper perdieron 1 millón de compradores en los últimos tres años, y bajaron su participación como canal de venta de bienes de consumo de alta rotación al 11,4 por ciento del total. Por el contrario, los únicos que en el último año ganaron apreciable porción de mercado fueron los mayoristas (Maxiconsumo, Vital, Diarco, etc.), que crecieron un 9 por ciento en facturación y ya acaparan el 8,1 por ciento de las ventas minoristas de esa mercadería.

Según Scentia, en el primer trimestre del año la cantidad de tickets cayó un 4,9 por ciento en el conjunto de los canales de venta, pero en los hiper y supermercados la caída fue del 10,4. También se verifica un vuelco hacia las marcas propias, las segundas marcas y hacia los artículos de precio bajo, que en las cadenas de supermercados ya representan el 30 por ciento de las ventas.

Formas de estirar el mango cuando el bolsillo aprieta.







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