miércoles, 3 de mayo de 2017

Piezas del escenario electoral

miércoles 03 de mayo de 2017



El país



OPINIÓN



Piezas del escenario electoral


Por            Washington Uranga  




Aunque el calendario electoral apresura las definiciones aún nada está claro en ese escenario. Salvo excepciones, las candidaturas, tanto en el oficialismo como en la oposición, están aún en construcción, si bien las y los postulantes se acomodan ya en las gateras. Son muchos los que quieren estar. No hay lugar para tantos. La engorrosa situación hace que nadie quiera adelantar su jugada y casi todos esperan que sean los demás los que muevan las primeras fichas. Las conversaciones van por debajo y poco trascienden. O se ofrecen fotos para la libre interpretación de audiencias que algunos quieren mostrar como representación ciudadana. 

Aún con las reservas que existen respecto de las encuestas y los encuestadores, los datos que surgen de esas fuentes dan cuenta de la dispersión de las preferencias de los eventuales votantes. Podría decirse que habrá que esperar a que las cartas estén jugadas y las candidaturas definidas.

Pero de lo anterior y también del repaso de opiniones recogidas de manera directa en distintos escenarios de la política, surge la evidencia de que no es un buen momento para el Gobierno sobre todo por los magros resultados de su propuesta económica, que impacta de manera negativa en la realidad de los asalariados. Sin embargo, más allá de las quejas de quienes se sienten perjudicados por la situación, no está claro que este malestar se reflejará directamente en las urnas. 

Algunos de los factores que sirven de fundamento a lo anterior son los siguientes. 

Con el indudable sostén de los medios oficialistas hegemónicos, al macrismo le sigue rindiendo frutos el discurso de "la pesada herencia" como forma de justificar los malos resultados actuales. La oposición no ha podido derribar ni superar de manera eficaz ese artilugio. 

Sumado a lo anterior hay que considerar que buena parte de los votantes de Cambiemos, si bien están decepcionados porque la mayoría de la promesas no se cumplieron, "necesita" seguir creyendo en el "cambio" al que apostaron electoralmente y no están dispuestos a aceptar sin más su frustración. A la hora de argumentar justifican la situación actual en la ya mencionada "pesada herencia", en los efectos de la corrupción que se endilga al gobierno anterior y en la necesidad de "darle más tiempo" al oficialismo. Es el grupo de los que necesitan creer a pesar de evidencias en contra. También en esto el sistema de medios privados oficialistas hace un aporte importante para sostener el relato.

Otro grupo está formado por los obsecuentes, ya sea por razones ideológicas, por intereses económicos o porque transforman en cuestión de vida o muerte impedir por todos los medios "el regreso del populismo".

¿Le alcanzará todo esto al Gobierno para salir airoso de las elecciones legislativas de este año?

Es una pregunta que hoy tiene difícil respuesta. El Gobierno no está en condiciones de mostrar ahora demasiados logros. No se ha cumplido casi ninguna de las promesas de campaña. Ni hablar de "pobreza cero", pero tampoco llegan las inversiones y no mejora la seguridad, para mencionar apenas algunos rubros. Mientras cierran industrias en Argentina, el Presidente se ufana de inaugurar plantas y puestos de trabajo... en Estados Unidos. Si el oficialismo no está pagando mayor costo de los magros resultados de la gestión es porque sustenta su relato en el cinismo y la mentira sistemática, mientras la mayoría de los medios y de los periodistas refuerzan el blindaje mediático, desinformando, mal informando y engañando a la ciudadanía.

Dando continuidad a un estilo ya desarrollado en la Capital, el PRO niega lo evidente, exalta como victorias hasta sus derrotas. "Estamos en el camino correcto", reiteran tanto el Presidente como sus ministros; hablan de la institucionalidad mientras violan las leyes y se envalentonan con veinte mil personas en una manifestación de respaldo mientras desconocen cientos de miles de ciudadanos que, en varias ocasiones, salieron a las calles a repudiar la gestión. Una expresión más del doble estándar también característico de Cambiemos. El Poder Judicial y los medios amigos acompañan haciendo de principales soportes. Y el macrismo juega en las redes sociales un importante partido de legitimación que aún no logra contrapeso desde la oposición.

Al mismo tiempo, la "ancha avenida del medio" se desvanece por falta de respuestas y de toma de posición frente a la gravedad de las situaciones que se viven. Alguien propuso un "habeas corpus" para conocer el paradero de los más importantes referentes de ese espacio. Otros, enrolados en las mismas filas pero preocupados por su supervivencia política, comenzaron a deslizarse fuera de la "ancha avenida" para buscar alianzas en otros ámbitos. Es un movimiento político que habrá que seguir observando. No parece ser el momento propicio para tibios o equilibristas.

El panorama de la oposición tampoco surge con claridad, por lo menos de cara a las elecciones. Cristina Fernández continúa siendo, sin lugar a dudas, la principal figura de referencia. Esto a pesar de la frondosa munición mediática y judicial que se le dispara a diario. La imagen de la ex presidenta recoge las mayores adhesiones ciudadanas, particularmente en la provincia de Buenos Aires. También los mayores rechazos. La posibilidad de que juegue electoralmente es todavía una incógnita aún para los más cercanos. Esa definición retrasa además todas las jugadas electorales. Las del peronismo, pero también algunas cercanas al oficialismo.
Más allá de los discursos adornados de buenas intenciones respecto de las coincidencias, la necesidad de hacer acuerdos, del frente ciudadano y expresiones por el estilo, el peronismo está aún muy lejos de concretar una alternativa política que le permita enfrentar con éxito la contienda electoral y, como sí afirman todos, "ponerle límite al modelo del macrismo". Por ahora  –  más o menos veladamente  –  se siguen mostrando los dientes entre aquellos que se niegan a la autocrítica, los que pretenden cobrar facturas por la derrota y quienes, desde el "yo no fui" y "a mí no me miren", pretenden colocarse por encima de las disputas como si nunca hubieran tenido que ver con nada. No hay un modo de resolución ideal de las diferencias.  

Las PASO, el mecanismo inventado en su momento por el kirchnerismo para resolver las disputas internas, puede abrir ahora nuevas heridas en la contienda. Situaciones que sin lugar a dudas serán alentadas por el aparato mediático ávido de trifulcas para fabricar titulares, llenar páginas y encender pantallas con escándalos que favorezcan las chances del oficialismo. Tampoco la "lista de unidad", acuerdo siempre entre pocos, garantiza una alternativa que contenga ambiciones y que, al menos, postergue enfrentamientos. La derrota en las presidenciales dejó heridas que aún no cicatrizan.

Así planteadas las cosas, el calendario electoral impondrá definiciones en las próximas semanas. Pero más allá de los posicionamientos tácticos y de las candidaturas, hay más lugar para las críticas y las descalificaciones de todos contra todos, que para la disputa de ideas y el surgimiento de propuestas que puedan encaminar hacia alternativas superadoras para la mayoría de los argentinos que día a día asisten, casi con impotencia, a la pérdida de sus derechos. Los mismos que se interrogan acerca de lo que costará volver a poner en pie el escenario de tierra arrasada que está construyendo Cambiemos. Y frente a la contienda electoral, ¿habrá que conformarse apenas con una lucha por los cargos sin esperar mucho más que eso?







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