sábado, 13 de mayo de 2017

Un freno al acoso


sábado 13 de mayo de 2017


Un freno al acoso





Las mujeres son acosadas en la calle, en las universidades, en las escuelas, en los clubes, en sus trabajos, en sus ámbitos de militancia, en los hospitales. El acoso pasa desapercibido y es naturalizado al no ser una violencia extrema. Un Observatorio es una herramienta clave en la tarea cotidiana del cambio social y cultural.

En los últimos años el colectivo de mujeres ha demostrado un alto grado de organización y fuerza en la lucha, visibilizando cómo la estructura patriarcal de nuestra sociedad las perjudica en su vida cotidiana, llegando incluso a quitarles la vida.
 

Por          
PABLO FERREYRA 

Esta violencia muestra su cara más cruel en cada uno de los femicidios  –  tan sólo en abril fueron 28 las mujeres asesinadas  – pero también se expresa en situaciones que al no ser extremas, pasan desapercibidas o, peor aún, son naturalizadas. Dentro de esas violencias se encuentra el acoso.
Las mujeres son acosadas en la calle, en las universidades, en las escuelas, en los clubes, en sus trabajos, en sus ámbitos de militancia, en los hospitales, etc, etc. Imaginemos cualquier ámbito en que una mujer pueda desempeñarse cotidianamente. Cualquiera. Allí hubo, hay o habrá una situación de acoso de la cual la mujer será víctima. Esto, sin lugar a dudas, impide que existan ambientes 100 por ciento libres de violencia para una mujer.
Peor aún. Generalmente, muchas de estas conductas son tomadas como "galanterías", "piropos" o "comentarios" que a "toda mujer le gusta recibir". Sin embargo, es necesario que comencemos a poner en crisis esta concepción cultural. Y eso requiere visibilizar estos comportamientos, denunciarlos, pensar en talleres de capacitación en escuelas, universidades. Significa también capacitar al personal policial, al personal de la salud. Son innumerables los desafíos con los que nos enfrentamos cuando de realizar este cambio cultural se trata.
Es en este contexto, en el que herramientas como un Observatorio que trabaje específicamente la temática, se vuelve un factor necesario y hasta imprescindible. La creación de espacios que permitan que la ciudadanía se involucre, pero sobre todo, que comience a dejar de naturalizar determinadas prácticas  –  como por ejemplo el acoso sexual callejero  –  es un aporte fundamental para reforzar y, en algún momento, concretar ese cambio cultural que comenzó a militar el movimiento de mujeres hace décadas.
En la Ciudad de Buenos Aires, desde el año pasado, existe la contravención por acoso sexual en espacios públicos y de acceso público. Propusimos una modificación al Código Contravencional que agregó la figura del acoso sexual en espacios públicos pero que prevé, también, la realización de campañas por parte de Poder Ejecutivo de la Ciudad y la capacitación al personal policial encargado de realizar las tareas de prevención y de la recepción de denuncias en estos casos.
Al momento de tratar el proyecto de ley, apuntamos todo el tiempo a resaltar que una de las patas en la prevención de la conducta es la existencia de una contravención específica que permita la sanción de estos hechos, pero también es imprescindible la existencia de campañas de visibilización, de concientización, de capacitación y el desarrollo de áreas específicas del Estado que permita realizar una adecuada contención de quienes han sufrido alguna variante de acoso.
Este nuevo marco normativo de la Ciudad, junto a la fortaleza de la lucha del colectivo de mujeres que reclama simplemente vivir en un mundo libre de violencia, y la necesidad de desnaturalizar prácticas arraigadas en nuestro cotidiano, hacen que en el contexto actual la existencia de un Observatorio sea una herramienta clave en esta tarea cotidiana del cambio social y cultural.
Para poder analizar nuestra realidad, pensar de forma amplia e interdisciplinaria, acompañar a las víctimas, pero también darles un lugar para que puedan aportar su experiencia y, desde allí, alzar su voz en la lucha por erradicar esa violencia que tanto daño les hizo. Son acciones fundamentes para la deconstrucción de las prácticas que impiden que las mujeres vivan hoy en ambientes libres de violencia. Son estos desafíos los que nos impulsan hacia la creación de este observatorio. Una herramienta que consolide la aplicación de la Ley que logramos sancionar, a la vez que se transforme en un espacio de producción y lucha, donde cada una lo sienta como propio.

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