Página/12
lunes 12 de diciembre de 2016
EL 45 POR CIENTO DE LOS QUE TIENEN TRABAJO SIENTEN QUE ESTÁN EN RIESGO
El peligro de perder el trabajo
Una investigación conjunta entre la consultora Ibarómetro y la Universidad de San Martín señala que durante el año de gobierno de Cambiemos la inestabilidad se convirtió en la sensación preponderante con respecto al trabajo.
Por Raúl Kollmann
Siete de cada diez ciudadanos considera que en este momento tiene bajas o nulas posibilidades de conseguir trabajo si tuviera que buscarlo. La mitad de esas personas piensa que la búsqueda está ahora más difícil que hace un año, es decir que conseguir trabajo en este momento es –para ellos– casi una utopía y no lo era tanto durante la administración kirchnerista. Pero tal vez lo más serio es que el 45 por ciento de quienes tienen trabajo en la actualidad sienten que están en peligro, es decir que podrían perder su puesto próximamente. Esa sensación está instalada porque casi la mitad de los consultados vivieron un despido en carne propia o fue víctima de despido un familiar. Finalmente, a este cuadro dramático se agrega que el 63 por ciento afirma que perdió poder adquisitivo en los últimos tres meses. Lo que se percibe en forma global es la existencia de una enorme incertidumbre en todo lo que tenga que ver con el empleo y el futuro personal.
Las conclusiones surgen de un extenso trabajó que hicieron en conjunto la consultora Ibarómetro y el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD), de la Universidad de San Martín. La encuesta fue dirigida por el sociólogo Ignacio Ramírez y en total fueron entrevistados 1.400 ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires y 24 distritos del conurbano bonaerense. En la encuesta se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
"Existen muchos estudios e indicadores sobre la marcha de la economía y del mercado laboral." – sostiene Ramírez – "La particularidad del Monitor Socio-laboral de Opinión Pública del CETyD e Ibarómetro es que su foco reside sobre las percepciones y sentimientos de los ciudadanos, es decir estudia de qué manera la evolución del entorno socioeconómico impacta sobre el estado de ánimo de la opinión pública en general y de la población ocupada en particular. En contra de lo que indican recurrentes discursos apocalípticos sobre una supuesta perdida de la cultura de trabajo, la encuesta revela que para los argentinos el trabajo es muy importante y es sinónimo de sentidos positivos: dignidad, crecimiento y orgullo. Un hallazgo especialmente interesante alude a los jóvenes: entre los menores de 30 años, a quienes muchas veces se caracteriza de vagos o apáticos, se acentúan y crecen los sentidos positivos vinculados con el trabajo".
La percepción que se acentuó en éste último año y que está instalada ahora es la inestabilidad.
Ramírez explica que "es elocuente, a la hora de caracterizar los sentimientos y miradas de los argentinos sobre la marcha del entorno sociolaboral, que cuando preguntamos sobre la experiencia cercana de desempleo o dificultades de empleo, un 51 por ciento declara conocer a alguien cercano que en los úlitmos meses ha perdido su trabajo. Desde ya que se trata de una percepción que no debe ser tomada como una estadística objetiva de la marcha del empleo, pero sí que debe ser analizada como una percepción que revela que la preocupación por el empleo esta fuertemente instalada en la opinión pública".
Una característica que distingue al estudio del CETyD e Ibarómetro es que además de medir aspectos sobre el conjunto de la opinión pública formula preguntas y aproximaciones específicas a la población ocupada. "Allí aparecen algunos resultados importantes–completa el director de Ibarómetro–: casi el 45 por ciento de la población ocupada manifiesta temor a perder su trabajo; temor que crece de manera muy pronunciada entre los cuentapropistas y los jóvenes, los dos segmentos que manifiestan los niveles más altos de incertidumbre laboral".
Esta preocupación se manifiesta en las encuestas globales. Todos los consultores coinciden en que hace un año el temor al desempleo no figuraba en ningún sondeo como una preocupación importante. Siempre a la cabeza estuvo la inseguridad y luego aspectos de la economía como la inflación. Pero en el último tiempo, la preocupación por el empleo aparece en forma creciente. Sucede incluso que cuando se le pregunta a un encuestado sobre el aumento del desempleo en el país, la respuesta no es dramática: contestan que sí, que hay una caída en el trabajo, pero no abrupta. Sin embargo, cuando la pregunta se dirige a su situación personal, las respuestas agobian: que se consideran en peligro de perder el trabajo, que en su familia hubo despidos y que si tuvieran que salir a conseguir un empleo, sus posibilidades serían escasas. Es decir que hay una incertidumbre cada vez mayor y más cercana.
El trabajo de Ibarómetro y la CETyD se completa con las preguntas que tienen que ver con el poder adquisitivo. El resultado es casi cantado porque la inmensa mayoría de las paritarias cerraron por debajo de la inflación –superior al 40 por ciento– de 2016. Y quienes no están bajo el paraguas de convenios colectivos y paritarias quedaron en situación aún peor. A esto se agrega que el aumento de las tarifas y de la mayoría de los servicios produjo una verdadera hecatombe en el presupuesto familiar. De manera que no resulta extraño que el 63 por ciento de los consultados haya contestado que perdió poder adquisitivo en los últimos tres meses, un período muy corto y que sin embargo produjo un deterioro de envergadura en la capacidad de consumo de los hogares.
Frente a una gran mayoría de consultores que vienen sosteniendo que la administración Macri todavía despierta expectativas en buena parte de la población, Ramírez alerta sobre el deterioro de esas expectativas. "Las encuestas detectan que la incertidumbre y el desánimo tiñen a cada vez más segmentos de la opinión pública, un creciente pesimismo basado en las percepciones del entorno socioeconómico. Sin embargo las expectativas existen y son políticas. Es que la grieta sigue en pie. La grieta explica que la misma realidad - percibida como negativa en las dos orillas - sea percibida y elaborada de manera divergente: para una mitad se trata de herencia y para la otra mitad se trata de ajuste".
GABRIELA CERRUTI DENUNCIÓ AMENAZAS POR PARTE DE ELISA CARRIÓ
Viajes bien custodiados
Gabriela Cerruti denunció que la diputada Elisa Carrió la amenazó para evitar que se publique una investigación sobre su relación con dos policías de la Metropolitana. "Me advirtió que si publicaba este artículo ella denunciaría que yo trabajo para Daniel Angelici, que me haría públicamente responsable de su seguridad y de lo que pudiera pasarle, y que mostraría todos los viajes que han hecho todos los diputados en la legislatura porteña en los últimos años", contó la periodista en una nota en la que señaló que los policías, "pagados por el gobierno porteño" acompañan a la titular de la Coalición Cívica en "sus viajes al exterior, sus vacaciones en Punta del Este y sus fiestas con amigos".
La nota fue publicada en el portal Nuestras Voces, dirigido por la ex legisladora porteña. Días atrás, el sitio había subido una investigación en la que denunciaron que Carrió había viajado a Miami en primera clase con pasajes pagados por el Congreso y custodia personal pagada por el Gobierno porteño. También señalaron que ya había viajado custodiada por expertos de la Policía Metropolitana a Uruguay.
Según reveló Cerruti, Carrió realiza una visita a Miami por quince días, donde dio una conferencia y una entrevista televisiva, "acompañada por Juan López, Juan Calandri y Silvia Jiménez, todos colaboradores de la diputada, y el policía Juan Manuel Rodríguez Etcheverry".
Luego, asegura que otro de sus custodios, "Patricio Moyano, puso un bar y restaurante en Navarro, provincia de Buenos Aires, al que llamaron La República y que ella suele visitar con el custodio que la acompañó ahora a Miami".
"El joven de 34 años no se despega de Carrió", agrega la nota; "pasó las vacaciones del 2015/ 2016 con ella en Punta del Este, la acompañó cuando ella visitó al periodista Gabriel Levinas en su casa uruguaya, está en todas las fotos de su cumpleaños y ahora fue enviado con un viático de treinta mil pesos, pasajes y hotel pago a Miami".
Por otra parte, la investigación detalla el perfil de los policías. Cuenta, por ejemplo, que Moyano, que es oficial del ejército, "en su página personal de Facebook, reivindica a Alfredo Astiz y la represión", y que Rodríguez Etcheverry, que viene de la Fuerza Aérea, "lejos de privarse de posturas políticas, como corresponde a los miembros de la policía, hace virulentas campañas a favor del PRO". Aunque ambos efectivos de la Metropolitana, dice la nota, "no admiten ningún otro ingreso que el de su modesto sueldo policial, son amantes de las lujosas motos de motocross y participan habitualmente de rallies".
En otro párrafo, la periodista sostiene que Carrió le respondió que "había pedido la ampliación de su custodia a 'viajes al exterior' porque 'había recibido amenazas internacionales' y que había un comando en Perú dispuesto a matarla". "De todas maneras," – prosigue el texto – "la custodia no se envió a cubrir la frontera con Perú: el joven Rodríguez Etcheverry se instaló con ella y viáticos y pasajes de la policía metropolitana en Punta del Este, para pasar las fiestas, las vacaciones y el cumpleaños de la diputada".
"Ante mi insistencia de por qué solicitaba custodia a la policía metropolitana siendo ella una diputada nacional, Carrió dijo primero, que era porque denunciaba al narcotráfico, o a Aníbal Fernández, o a Berni, o por la causa Nisman.
Finalmente, su vocero envió un mail aclarando que tenía custodia de la policía metropolitana desde que se había presentado a declarar en la causa Nisman".
La investigación retoma, finalmente, lo publicado el fin de semana por diversos blogs que sostuvieron que la AFIP había intimado a Carrió porque no había presentado sus declaraciones juradas de los años 2012/2013. "López" – dice Cerruti – "negó que Carrió haya recibido esa intimación. Lo cierto es que las DDJJ de esos años, que están siendo investigadas porque no coincide su patrimonio con la adquisición de una chacra en un Club de Campo de Exaltación de la Cruz, fueron inmediatamente bajadas del sitio oficial de la diputada".
OPINIÓN
Un año de gobierno privado
Por Eduardo Aliverti
Las líneas que siguen sólo son observaciones remarcadas sobre el primer año del Gobierno. No pretenden ser un balance, o en todo caso se plantean preguntas y aseveraciones sobre los diferentes balances que se pueden hacer. Asimismo vale prevenir que son, estrictamente, reflexiones acerca de la gestión macrista. Más adelante y si cabe, por aquello de las costumbres de fin de año, corresponderá echar una mirada sobre el conjunto de los actores sociales. Esto último siempre es bueno subrayarlo, porque en política suele olvidarse que los aniversarios también los cumplen los gobernados.
Una alternativa es pararse desde lo que Cambiemos prometió en campaña. De hacer eso, sin contar la prosa de escuela primaria en cuyas frases vacuas persisten Macri y equipo, el arqueo da un contraste estremecedor. No se produciría devaluación alguna; el impuesto a las Ganancias para los trabajadores pasaría a mejor vida por completo, en rango de juramento primordial; las inversiones lloverían de la noche a la mañana por el solo efecto de abrirse al mundo; las pymes ocuparían un lugar de privilegio, al igual que Ciencia y Tecnología; la inflación sería el problema atacable de entrada; el Poder Judicial se convertiría por fin en un órgano independiente (la situación de Milagro Sala y los presos políticos jujeños eximen de cualquier otro comentario) y el Fútbol para Todos habría de mantenerse. La lista continúa y es larga, desde ya, pero abre el interrogante de si acaso era sensato creer en que un gobierno de naturaleza neoliberal explícita podría ejecutar semejantes promesas. Está bien: eso entraría en el campo de la responsabilidad de quienes lo votaron. Sin embargo, desde la Alianza gobernante se podría retrucar, respecto de esas ofrendas de campaña insatisfechas, con comentarios y justificaciones diversos. Que no hubo devaluación sino sinceramiento básico, que el compromiso sobre Ganancias se relacionaba con una herencia que no percibían tan catastrófica, que el combate a la inflación debe ser visto a mediano plazo y así, sucesivamente, más que después de todo apenas llevan un año y las facturas hay que pasarlas cuando se cumpla el período total. La discusión, entonces, se torna algo estéril porque (les) cabe el beneficio de inventario de que todavía falta. Luego, apreciado desde los intereses de la clase dominante para la que administran en nombre propio, un tipo de balance diría que han sido eficientes y que merecen un 10 o un 15, no un 8, por la forma en que multiplicaron las ganancias del sector. Pero otra pauta de razonamiento señalaría que la impericia de Macri ya no sólo como conductor, sino como mero articulador político, pone en riesgo la estabilidad del Gobierno y, con ello, la tranquilidad futura de sus socios. No la individual, sí la corporativa. Es indesmentible que cooptaron al Estado, pero es incierto – y muchísimo más en una sociedad con amplios reflejos combativos o conflictuales – que sus capacidades gerenciales en el mundo privado sirvan para comandar un país. No una empresa.
En el libro Plan Macri, Argentina gobernada por las corporaciones, cuyo compilador es el colega Ari Lijalad, las sociólogas Paula Canelo y Ana Castellani trazan una radiografía del gabinete nacional del gobierno macrista. Para los desmemoriados que más que faltar sobran, junto con quienes por razones generacionales o de vagancia intelectual no suelen revolver antecedentes gubernamentales, se recuerda que la extendida presencia de CEOs en altas esferas de la administración pública no es un fenómeno nuevo. "(…) En varios momentos de nuestra historia reciente hubo empresarios o dirigencia corporativa integrando gabinetes nacionales, sobre todo en las áreas de gestión económica y financiera y (…), en especial, en dictaduras y en los años de aplicación de reformas estructurales". Recorren luego los argumentos que se esgrimen para incorporar a estos ejecutivos en campos decisorios. "La supuesta 'expertise', 'eficiencia', 'modernización' que traerían a la gestión estatal. (…) Si construyeron carreras laborales exitosas en el mundo privado, son 'los mejores' (meritocracia). (…) Como ya gozan de posiciones acomodadas, no se enriquecerán a costa del erario público. (…) Como no provienen de la política partidaria, tendrán independencia para aplicar criterios de gestión tecnocráticos". Pero al cabo de esa sarta de cinismo o ingenuidad, subyacen "las lealtades que traen al seno del Estado y del Gobierno quienes desarrollaron sus trayectorias en el sector privado (no en cualquiera sino en el determinante, cabe añadir); las dificultades para cohesionar un cuerpo de funcionarios caracterizado por compromisos políticos débiles, y la extrapolación de criterios organizacionales propios del management a la administración pública". La síntesis se pregunta qué es lo inédito o distintivo del primer gabinete nacional de Macri. La respuesta es que nunca se había visto, ni en cantidad ni calidad, semejante conquista del Gobierno y del Estado. Y en particular, "los CEOs desbordaron el área económica, donde tendían a posicionarse, para colonizar el área política del gabinete, transformándose así en actores decisivos".
¿Qué puede esperarse de ese tipo de actor, en tanto cuadros empresariales en el mejor de los casos, para ofrecer "soluciones" al contexto local y global del capitalismo? Mónica Peralta Ramos, otra destacada socióloga con la virtud de ejemplificar en política económica concreta los exámenes de laboratorio, dio una contestación vertebral en el artículo publicado en PáginaI12 del martes pasado. Tras una descripción notable de un escenario mundial representado por la caída del empleo industrial y la circulación de papelitos de colores, resume que "la política de apertura al mundo de Macri ha derivado en un endeudamiento (externo e interno) cercano a los 90 mil millones de dólares. Por su rapidez y magnitud, este endeudamiento no tiene precedentes en la historia del país". Hay "la enconada lucha entre los sectores monopólicos locales por apropiarse de una mayor cuota del excedente, de la renta (…) y de los ingresos de la población. A pesar de que apoyaron abiertamente a Macri en las elecciones, estos sectores desconfían de la política oficial y pelean por asegurarse – vía aumentos de precios – una mayor cuota de la torta a repartir". Se "ha colocado al país ante un futuro cierto de mayor ajuste, creciente inestabilidad política y nuevo default de la deuda externa". Su conclusión de que, sin embargo, también se han creado condiciones únicas para impulsar un amplio movimiento social y político, capaz de dejar atrás el sectarismo y los errores e invitando a aprovechar esta (nueva) oportunidad histórica, tiene el desafío de qué figura lo lideraría y con cuáles entusiasmos desde los sectores populares. Hoy por hoy, transcurrido un año de que los mandantes de Macri dejaran claro – como si hubiera hecho falta – que tutelan sólo para sí, la profundidad y rasgos más conservadores de la sociedad argentina dificultan pensar con optimismo. Los índices de popularidad que conserva el Gobierno, a pesar del elefante que está a la vista enseñando de qué se trata el destino por esta ruta, revelan el aún de cómo juegan los versos de la herencia recibida.
Empero, el manual de lo imprevisible también dice que, hace pocos años, en uno de los peores momentos de la historia argentina, alguien supo leer la ocasión porque el clima de época lo generó. No hay quien esperara la anomalía surgida en 2003 en medio de un desierto que, ahora, dista de ser tal. Se constató la probabilidad de un rumbo diferente, que está más o menos equiparado entre los votos que no alcanzaron, ni alcanzan, y una energía significativa que la derecha no tiene. El macrismo cumple su primer año de gobierno sin enamorar absolutamente a nadie. Los ajenos lo aborrecen. Los propios le desconfían porque carece de liderazgo. Y los dichosos fluctuantes, que oscilan de un lado a otro según humores y sensibilidades pasajeras, comenzarían a advertir que hasta el último 10 de diciembre se estaba, de piso, bastante mejor que en la actualidad. Después de todo, lo que el kirchnerismo afectó no fue el bolsillo, ni de los pudientes ni de los sectores medios, sino los símbolos más caros del odio de clase y el individualismo racista. Primero sucedió la insolencia de un pingüino casi desconocido que hasta mandó bajar el cuadro de Videla del Colegio Militar. Y después una yegua plebeya, una Fernández, una figura sin la capacidad de construcción política en el barro peronista que tenía su marido pero suficientemente firme, atractiva, sin par entre la fauna, oradora extraordinaria, que los puso nerviosos. Muy nerviosos. Y todavía los pone.
Que la excepcionalidad haya ocurrido una vez no quiere decir que necesariamente vuelva a acontecer. Sólo invita a pensar que en política nada está dicho. Por ejemplo, el bifrontismo Macri-Massa, que por estas horas atraviesa una disputa matrimonial no ideológica, puede salirle bien a la derecha. Y mal también.
EL GOBIERNO ASPIRA A QUE EL SENADO MODIFIQUE EL PROYECTO DE GANANCIAS PARA QUE LA INICIATIVA VUELVA A DIPUTADOS
La estrategia se limita a ganar tiempo
Ni los gobernadores ni los senadores quieren pagar el costo de trabar la modificación del impuesto a las Ganacias que votaron los diputados. En el Gobierno admiten que tienen pocas chances de frenar el proyecto y ahora se conforman con que se introduzcan cambios.
Por Werner Pertot
Mientras el presidente Mauricio Macri concluía ayer sus minivacaciones en Córdoba, – un descanso en una estancia que solo interrumpió para decir que "se ríe" de los opositores – sus principales operadores fatigan teléfonos de gobernadores y senadores en busca de frenar la sanción de la reforma del impuesto a las Ganancias. Las expectativas de los negociadores PRO vienen a la baja: ahora se conforman con que el Senado introduzca algún pequeño cambio en el proyecto que aprobó Diputados y lo devuelva a la cámara de origen. Una postergación de la discusión es a lo máximo que se aspira, habida cuenta que ni los gobernadores ni los senadores quieren cargar con el costo político.
Hace algunas semanas, en su afán de descalificar la estrategia electoral que le ofreció su principal espada en el Congreso, el titular de la Cámara baja, Emilio Monzó, Macri mostró un inusual desprecio por los diputados: "El expresa un microclima en el cual vive, que es el de la Cámara de Diputados, pero es distinto al del Gobierno y al que la gente vive". Cuando ese "microclima" le estalló en la cara, nada menos que con Ganancias (una de sus promesas de campaña), Macri redobló la apuesta y los trató de irresponsables y chantas.
No hay duda de que los operadores parlamentarios del presidente tienen un trabajo difícil en la negociación entre los mandobles de Macri y las admisiones de la vicepresidenta Gabriela Michetti de que no dudarán en vetar la ley que salga del Congreso. Para colmo, el sector "PRO puro", que suele despreciar las negociaciones políticas, se dedicó a cuestionar internamente el fracaso de la estrategia en el Congreso y en cargar las tintas sobre Monzó y sobre el jefe de bloque, Nicolás Massot. Ayer Jaime Durán Barba siguió acicateando esa interna (ver recuadro).
Curiosamente, Macri depende de esos negociadores y de la habilidad del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, para evitar el costo político de un veto. Desde China, Frigerio dio su mirada sobre lo que sucedería si se aprueba la ley: "El peligro es convertir al Congreso nuevamente en una escribanía, pero de la oposición".
"Sabemos que está difícil, pero estamos hablando con gobernadores y senadores", indicó un funcionario que ya acumuló millas en visitar las provincias. El operador PRO indicó que no se prevé una convocatoria a los gobernadores previa a la del Congreso, sino muchos llamados y reuniones lejos de las cámaras y los micrófonos.
¿Qué pronóstico hacen hoy en Casa Rosada del resultado? "Reservado. No viene fácil", contesta el negociador a este diario. La principal estrategia ya no sería que el Senado frene la reforma, sino que introduzcan modificaciones al proyecto original y vuelva a Diputados, como una forma de postergar el debate. "Así, no tendrían el costo de tener que bajarla ellos", indicó el funcionario PRO. El problema es que si los cambios no son significativos, al final del camino espera el veto.
Quién ya dio señales de poder sumarse a esa estrategia fue el senador del PJ Rodolfo Urtubey: "Yo en general lo podría aprobar, pero creo que hay que modificarlo", indicó. "Hay que mejorar el salario real de los trabajadores, pero se puede hacer sin tanto impacto fiscal en las provincias", indicó. "Voy a firmar un dictamen con disidencia y voy a proponer en el recinto modificaciones", remarcó, en consonancia con la estrategia oficial.
Mientras tanto, el gobierno viene buscando sumar declaraciones en contra del proyecto por parte de gobernadores, en busca de crear un clima de opinión desfavorable. Ya hizo circular el recorte que sufriría cada provincia con el proyecto aprobado por Diputados y seguirán profundizando en esa línea. El problema es que nadie quiere cargar con el costo político de decirle a una parte de la población que pagará más impuestos (e, incluso, a un grupo de trabajadores que comenzará a pagar impuestos que antes no pagaba).
Ayer los macristas festejaron las declaraciones del gobernador de Chaco, Domingo Peppo: "A veces creemos que hay sectores que deberían pagar más impuestos, pero no advertimos que al impulsarlos hacia ese fin estamos atacando también al empleo, como ocurre con el juego, sector que en la provincia del Chaco podría entrar a despedir gente si se aprueba la ley". En la esquina contraria, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, advirtió: "El martes voy a ir a verles la cara a los que votan contra la gente". Se refería a la convocatoria de la oposición a los gobernadores para que concurran al Senado y den su opinión. En el Gobierno, temen el resultado de ese encuentro. En uno similar, se quedaron sin reforma electoral.
Josefina Ludmer, criollismo y enciclopedia *
Por Horacio González
Había llevado muy lejos la condición del crítico literario, convirtiéndola en una máquina irónica de trasmutaciones, pases asociativos sorprendentes y figuras encadenadas a la manera de un mito que muestra según las épocas, sus diversas figuraciones. Con eso, Josefina Ludmer elaboraba la risa del mundo en materia de escrituras críticas volcadas a comprender los "géneros argentinos" y la "Argentina como género". Muchos la seguimos y la abandonamos, alternativamente, según su humor de graciosa acidez, que de vez en cuando reservaba dosis no escasas para los que todavía dábamos "conferencias" y nos empeñábamos en "escribir". Lo de ella era una post-escritura, un "tableaux" de instancias y estructuras que se reiteran y mutan en oposiciones conjugadas y raras simetrías. Con eso convencía a nuevos feligreses y destinaba ciertos sarcasmos, nunca mal recibidos, a los "ensayistas de viejo cuño". Josefina había descubierto determinado asociacionismo de imágenes como herencia del positivismo liberal-médico-enciclopedista de hace cien años.
Citaba entonces un trecho de Juvenilia, sometido a su ojo inexorable que espigaba pasmosas pepitas de sentido en las situaciones de las más anodinas apariencias. El narrador de Juvenilia había descubierto un método para burlar la vigilancia de los celadores del Colegio. Y dice: "Fue para mí un rayo de luz, la manzana de Newton, la lámpara de Galileo, la marmita de Papin, la rana de Volta, la tabla de Rosette de Champollion, la hoja enroscada de Calímaco". A continuación, dirá Ludmer: "La asociación es totalmente borgeana y latinoamericana: a un elemento criollo sucede, inevitablemente, una enciclopedia. Esta asociación es una de las herencias que nos dejó la alta cultura liberal de 1880, y que Borges llevó a su culminación".
Vemos en este breve párrafo una manifestación contundente del método de comprensión que Josefina desplegaba sobre un vasto conjunto cultural, hasta llegar a una tesis completa sobre los impulsos formativos de la cultura Argentina. ¿Se puede otorgar tanta responsabilidad a una frase ingeniosa cosechada de un texto? Se puede, si en la fuerte incitación que hacía la autora de El género gauchesco y El cuerpo del delito, quedaba asentada la idea de que cada percusión en un cuerpo documental, que puede ser una frase, incluso una palabra, está en condiciones de develar la figura entera de una cultura. Le creímos y no le creímos. Más bien le creímos, y fue y vino una relación que en los años que perduró, registró las pausas silenciosas, ni inevitables ni incomprensibles, que fundan finalmente toda relación. Nunca uno espera tener que escribir líneas como éstas; ella sabría burlarlas develando enseguida a qué género pertenecían.
* Josefina Ludmer falleció el viernes en Buenos Aires. Su obra como crítica literaria se proyectó con enorme influencia para escritores, críticos y estudiantes.
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