lunes 12 de diciembre de 2016
Escenas de peronismo explícito.
El fin de año fue más complicado de lo que esperaba el Gobierno. En pocas horas pudo ver blanco sobre negro la capacidad política de la oposición para agruparse y obligar a la Casa Rosada a poner en revisión todas los dogmas playeros que trajo de Chapadmalal. El mensaje parece unívoco: con el peronismo se negocia, no se lo desdeña.
El encargado de proponer más peronismo en la gestión había sido el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, prolijamente desautorizado por el presidente Mauricio Macri quien había comprado la idea de que acordar con los gobernadores un milmillonario paquete lo inmunizaba de desplantes peronistas en el Congreso. Hay que decir que es más que ingenuo. Ya había tropezado con esa pieda hace un par de semana y volvió a hacerlo en la sesión en la que se discutieron los cambios en el Impuesto a las Ganancias.
Por cierto, es curioso que el macrismo reniegue en público de uno de los pocos dirigentes que hacen política de consensos, tal como pregona Cambiemos.
Hay que entender el acuerdo parlamentario entre el Frente Renovador y el Frente para la Victoria -como fuerzas de tracción- como un estado transitorio. El massismo ha sido uno de los bloque más dinámicos para marcar la cancha parlamentaria el último mes y el kirchnerismo aprovechó la sintonía gruesa para asestar una estocada al Pro, su adversario primario. La acción conjunta de sectores dispersos del peronismo achica el margen de maniobra de Macri. ¿Con quién va a sentarse a negociar cuando el peronismo del Congreso le dio la espalda y los gobernadores no resultan suficientes?
El massismo jugó fuerte pero tuvo durante el primer año de gestión de Mauricio Macri una acción de tensar y aflojar. El kirchnerismo por el contrario, jugó todo el tiempo a acorralar pero con presión relativa. La coincidencia de intereses colocó la pelota en la cancha del Poder Ejecutivo. O logra un acuerdo en el Senado o se arriesga al costo político de un veto a la norma si se convierte en ley.
La edad de la inocencia le está costando cara a Macri. Y los errores políticos los paga con el crecimiento de figuras de la oposición, como Sergio Massa que se proyecta como una sombra en la provincia de Buenos Aires donde el Gobierno necesita ganar para engrosar su bancada parlamentaria, y no depender del peronismo en su variante massista, kirchnerista o cualquier otra. En la elección general, el Frente Renovador fue tercero. Pero fue armando una estrategia lenta para copar la escena. Con el diario del día después (de la sesión) es probable que Massa haya sido el que rió mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario