viernes, 9 de diciembre de 2016

POCAS LUCES

Página/12

viernes 09 de diciembre de 2016




EN EL PRIMER AÑO DE MACRI SE PARALIZARON LOS EMPRENDIMIENTOS PARA SUMAR ENERGÍA AL SISTEMA

Sin obras energéticas para pasar el verano

El Gobierno no sumó potencia al sistema. Paralizaron obras de corto plazo que podrían haber agregado 2310 megawatts y obras de largo plazo por otros 5277 mw. Todos esos emprendimientos tenían financiamiento garantizado.


Por        Cristian Carrillo




A medida que se afianzan las altas temperaturas, el gobierno insiste en responsabilizar a la gestión anterior de los cortes de luz que ya comenzaron a resurgir y que se irán replicando durante este verano. Desde el oficialismo insisten con que los cortes son consecuencia de la falta de inversiones durante el kirchnerismo, pero en el primer año de gobierno de Mauricio Macri no se realizaron mejoras en el sector energético y se paralizaron obras para adicionar potencia al sistema eléctrico, algunas que ya estaban en marcha y que contaban con financiamiento asegurado. La política energética en este primer año de Cambiemos se focalizó en aplicar tarifazos al servicio de luz y condonar deuda de las distribuidoras, mientras se paralizaron obras de corto plazo por 2310 megawatts (MW), que ya podrían estar finalizadas, y el inicio de las construcciones de centrales hidroeléctricas y nucleares que aportarían otros 5277 MW en el mediano y largo plazo. Todas estas obras de generación de energía eléctrica contaban con financiamiento por 30.584 millones de dólares, de los cuales 27.744 millones (para las de mediano plazo) estaban acordados con los gobiernos de China y Rusia. 
Este año las altas temperaturas estivales se demoraron en aparecer, lo que acompañado de un menor consumo de las empresas ante la caída de la actividad productiva, permitió al sistema energético funcionar sin mayores contratiempos. Pese a que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, declaró días atrás que Argentina está viviendo una "revolución energética", la decisión oficial de rever los contratos vigentes y las tensiones políticas con Rusia y China evitaron que se finalicen obras de cierre ciclo (en muchos casos la colocación de una turbina o su puesta en funcionamiento), lo que hubiera significado aumentar en 6,8 por ciento la potencia instalada este año o a más tardar a mediados del próximo. Tampoco se comenzaron las obras de largo plazo que aumentarían en un 15,6 por ciento esa capacidad. 
Actualmente la potencia instalada se ubica en unos 33.832 MW. En los últimos cuatro años se había incorporaron unos 6000 MW, a un promedio de 1500 MW por año. Y en doce años la potencia instalada aumentó 12.250 MW, casi 60 por ciento, incluyendo la terminación de obras estratégicas como Yacyretá y Atucha II.
La parálisis de las obras por parte del macrismo comenzó en el minuto cero, pero hubo hechos que marcaron el proceso de desandar la implementación de los proyectos de generación. En el caso de las grandes centrales, el objetivo oficial de alcanzar un mayor entendimiento con los Estados Unidos explica que se pusieran en revisión esas obras acordadas con China y Rusia, una manera elegante de abandonar acuerdos preexistentes. "El gobierno se jugó a los acuerdos que podría tener con (la candidata presidencial) Hillary Clinton, pero ahora con Donald Trump deberá ver otras opciones. Por eso vuelven a negociar con China", explicó a PáginaI12 el economista Mariano Kestelboim. La tensión diplomática con China se inició este año con el hundimiento de un buque pesquero y la situación empeoró luego de la visita de Barack Obama, quien fue a Río Negro para conocer la planta del Invap, empresa de tecnología aplicada centrada en áreas nuclear, espacial y de defensa.
En el caso de Rusia, Mauricio Macri intentó renegociar los contratos con su par Vladimir Putin. El presidente había conseguido que se  baje la tasa del crédito de 6,5 al 5,5 por ciento y volvió a presionar para que Putin vuelva a bajarla a 4,5 por ciento. La respuesta fue que volvieron a subirla al valor original. Con Rusia estaban pactadas las obra de Chihuido I (637 MW) y la VI Central Nuclear (1200 MW), por un monto de 10230 millones de dólares. 
En medio de las peleas judiciales para aplicar los tarifazos con los cuales incentivar la inversión de las energéticas, el gobierno dejó así pasar un año sin implementar acciones de fondo ni obras menores en generación. Sólo se anunció la puesta en marcha de una turbina a gas de última generación en la Central Térmica de Loma de la Lata, que sumará 105 megavatios al sistema interconectado, pero cuyos trabajos a cargo de Pampa Energía se habían iniciado en el gobierno anterior y todavía no está en pleno funcionamiento. El esto de las obras ya acordadas, no sólo permitirían una mejora de potencia energética sino también de empleo. Sólo la construcción de centrales nucleares y de represas hidroeléctricas hubiesen generado unos 17.900 puestos de trabajo directos, además de las posibilidad de desarrollo de proveedores locales en esa industria. 

Grandes obras

La autorización para construir la cuarta y quinta central nuclear fue a través de la ley 26.566, aprobada en 2009 en el Congreso. Estas centrales iban a permitir adicionar 1700 MW e iban a realizarse con un crédito de China por 12.800 millones de dólares, el más ambicioso de todo el programa del kirchnerismo. Ese financiamiento está demorado y ahora el gobierno incluyó en el Presupuesto del año próximo una partida de 9000 millones de dólares para construir la cuarta central nuclear. No está especificado si los fondos provendrán de un crédito chino. La construcción de la central nuclear Atucha III recién comenzaría en el segundo semestre del año próximo y el proyecto de la quinta planta quedaría en suspenso como mínimo hasta 2019, pero todo esto dependerá del resultado del viaje que hará Macri a Beijing en marzo.
La siguiente obra sin arrancar en importancia es la de las centrales Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, también con financiamiento chino por 4714 millones de dólares que sumarían otros 1740 MW al sistema. Las dos represas hidroeléctricas de Santa Cruz, involucraba a 100 proveedores locales de la construcción y obra pública, y en total podrán generarse de manera directa 6900 puestos de trabajo. 
Las negociaciones allí también quedaron empantanadas. El gobierno frenó estas obras, pero debió ceder a las presiones de la administración china que amenazó con eliminar el fondo al Belgrano Cargas sino se continuaba con lo pactada. Ante esa ofensiva, Macri ordenó al ministro de Energía, Juan José Aranguren, avanzar con los chinos en la propuesta. El resultado fue que se modificó el contrato original, para evitar suscribir uno nuevo, pero recortando la obra. Serán menos turbinas, pasa de las 11 originales a ocho. La represa Kirchner que tenía previsto seis turbinas finalmente estará equipada con cinco y la Cepernic se reducirá de cinco a tres. Este cambio implicará una modificación en la cantidad de generación de energía, que pasará de las 1740 MW que iba a generar originalmente a 1290 MW de potencia.
Las obras de Chihuido I y la sexta central nuclear, con financiamiento ruso a 20 años por 2230 millones de dólares y 8000 millones de dólares respectivamente, iban a sumar 1837 MW en conjunto, pero ante la negativa de Putín de rever nuevamente las condiciones quedaron sin iniciarse. Chihuido I iba a constar de una represa y una central hidroeléctrica sobre el río Neuquén, con un plazo de ejecución de cinco años. Permitiría además regular las crecidas del río y abastecer de agua a la región para consumo, riego y uso industrial. 

Más urgentes

Junto a las grandes obras, había un conjunto de iniciativas para adicionar en el plazo de entre 12 y 18 meses un mínimo de 2310 MW, según los acuerdos abiertos por el gobierno anterior. En estos casos había financiamiento externo –ruso y chino– pero en asociación con empresas nacionales. 
En este caso se encuentran proyectos de cierre de ciclo combinado, que implica la finalización de obras ya avanzadas y que, en muchos casos, no es más que sumar una turbina, ponerla en funcionamiento o acondicionar la infraestructura para su instalación. Entre estos proyectos se encuentran las usinas Brigadier López (150 MW) y Vuelta de Obligado (370 MW) en Santa Fe y Guillermo Brown (280 MW) en Bahía Blanca y Ensenada de Barragán (280 MW) en La Plata. En todas restan instalarse turbinas de gas o turbinas de vapor para así completar cada ciclo combinado. Desde el sector apuntan a que estas demoras respondan a la intención de que estas obras puedan ser privatizadas. Hasta que no se instalen las turbinas, el vapor que emana a más de 500 grados centígrados de las turbinas de gas se desperdicia venteándolo, pero con el equipamiento faltante, se completa la generación total por cada ciclo combinado se incrementaría en 50 por ciento sin ningún consumo adicional de combustible. El resultado es que se pierdan 1150 millones de litros anuales de gas oil o combustible equivalente (en este caso gas natural).
Las otras dos obras congeladas son Aimé Paine (Neuquén) y Manuel Belgrano II, ambas de ciclo combinado. La primera aportaría unos 800 MW e implicaría una inversión de 1000 millones de dólares. Con un monto de inversión y de generación similar se encuentra Manuel Belgrano II, también paralizada. El gobierno de Macri recibió un ultimátum, tanto del Jefe del Eximbank en América Latina, Yang Jing, como el embajador chino en Buenos Aires, Yang Wanming, quienes reiteraron que antes de negociar nuevos financiamientos, debe resolverse que se hará con el crédito comercial que tiene preacordado desde 2015 para la construcción de esa central térmica. Se trata de un préstamo del Eximbank enmarcado en la asociación estratégica entre ambos países por 1122 millones de dólares para financiar el 85 por ciento de la usina bonaerense.


















SE PUBLICÓ EL LIBRO:  'EDUARDO GALEANO, UN ILEGAL EN EL PARAÍSO'.


"Era una combinación de compromiso político y estético."



El libro despliega textos de Poniatowska, de Serrat y de varios cronistas latinoamericanos, proponiendo una multiplicidad de itinerarios en torno del escritor y periodista uruguayo. Roberto López Belloso, editor del volumen, analiza la importancia de la obra de Galeano.
El editor del libro, el poeta y periodista Roberto López Belloso. 
(Foto: Rafael Yohai)



Por         Silvina Friera


Nunca quiso "palabrear" lo sagrado en Memoria del fuego. Elena Poniatowska revela que cuando leyó sus libros adquirió una conciencia que le hacía mucha falta. La escritora mexicana, que tuvo el privilegio de entrevistarlo, plantea que Eduardo Galeano "se fue despojando uno a uno de todos los atributos de la gloria, de todas las prebendas y los reconocimientos y llegó limpio al final de su vida, desnudo de afeites". Joan Manuel Serrat, que lo conoció en la sección de discos de uno de los grandes almacenes de Barcelona, a principios de los 80, cuando aún estaba exiliado en Pineda de Mar, un pueblo del litoral catalán, recuerda que en cada uno de sus viajes a Montevideo iba a la casa de la calle Dalmiro Costa a cenar con él. "La cena siempre fue una excusa para prolongar la conversación, aunque más que hablar con él, le escuchaba. Era encantador y coqueto en especial con las mujeres que, entregadas, le devolvían lindezas. Ocurrente y gracioso, tenía un gran talento para inventar historias, una memoria privilegiada para recordarlas y mucha gracia para contarlas. Le he escuchado la misma historia varias veces y siempre ha conseguido divertirme por más que el cuento, como nosotros, fuese cambiando y envejeciendo con el paso de los años – escribe el cantautor español –. En Montevideo o en Buenos Aires, en Barcelona o en Madrid, nos buscábamos hasta dar con nuestros huesos en nuestras risas". Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso (Siglo XXI) propone una multiplicidad de itinerarios en torno de la vida y la obra del escritor y periodista uruguayo, que murió el 13 de abril de 2015. El editor del libro, Roberto López Belloso, se aleja de la hagiografía para sumergirse en los temas, obsesiones y polémicas de una figura intensa que, más allá de su profunda empatía hacia la revolución cubana, supo cómo "criticar de frente y elogiar por la espalda". 
   López Belloso, poeta y periodista uruguayo que fue jefe de redacción del semanario Brecha y es editor de la revista de crónica narrativa Quiroga versus Rocket, escribió un notable perfil de Galeano que comenzó a esbozar durante los encuentros con la viuda del escritor, Helena Villagra. El libro  – un homenaje de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) "a la voz que puso nombre a mucho de lo que hoy somos", como advierte Ernesto Samper Pizano en las "Palabras preliminares" –  despliega textos de Poniatowska, Serrat, Sebastião Salgado y de varios cronistas latinoamericanos como José Luis Novoa (Colombia), Álex Ayala Ugarte (Bolivia), Sabrina Duque (Ecuador), Daniel Gatti (Uruguay), Mónica Ocampo (México), Claudia Antunes (Brasil) y Federico Bianchini (Argentina), entre otros. "La relación que tenía con la religión católica era muy complicada. De niño había sido muy creyente, quería ser monaguillo, y tenía una épica del santo que es martirizado por defender su fe, hasta que tuvo su encuentro con el socialismo uruguayo a los 12 o 13 años, con Vivian Trías. Eduardo era culturalmente muy cristiano, pero se peleaba mucho más con la religión católica que con las otras religiones. Eduardo es un ilegal en el paraíso", explica López Belloso en la entrevista con PáginaI12.

–¿Por qué la obra de Galeano no ha tenido el reconocimiento de la academia ni de los escritores?
–Sus pares de la generación del boom lo reconocieron, pero la generación de la recuperación de la democracia tomó como elemento de parricidio el negar a Galeano y a (Mario) Benedetti. Desde el punto de vista de la academia, que un autor de la proyección de Galeano, tanto internacional como del éxito inédito de ventas que tiene en Uruguay, no haya tenido coloquios cada dos años sobre su obra en la facultad de Humanidades es algo bastante raro. Yo creía que fuera de Uruguay también era ignorado por la academia, pero trabajando para el libro encontré varios estudios. Igual mucho menos de lo que uno se puede imaginar. En Uruguay el éxito es castigado y se lo ve como un autor poco experimental. Si se mira el conjunto de su obra, tiene varios puntos de quiebre. No tiene nada que ver Memoria del fuego con Las venas abiertas de América Latina; son libros distintos. Otro punto de quiebre fue Espejos, que en términos de temática matiza la cuestión latinoamericana con una intención de mirar más el mundo que solamente la región. El punto de quiebre más fuerte de estilo, después de Días y noches de amor y de guerra, es Las palabras andantes, pero fue un quiebre fallido. Si bien es un libro muy bello desde el punto de vista del objeto, porque tiene los grabados de (José Francisco) Borges, es el libro en donde él se encontró más incómodo con los textos. Me parece que la academia está más preparada para trabajar con autores que implican un quiebre mucho mayor con lo que hacen, como Mario Levrero, Marosa di Giorgio o Felisberto Hernández. Esa es la impresión que tengo. El Galeano periodista está sin duda entre los grandes renovadores del nuevo periodismo latinoamericano. Quizá los talones de Aquiles que la academia le puede encontrar al Galeano escritor, no existen en el Galeano periodista. Galeano fue un periodista muy renovador en sus artículos.

–En el libro hace hincapié en cómo impacta en Galeano la lectura de la poesía de Constantino Cavafis, cómo quiere apropiarse y hacer su propio experimento Cavafis, que sería el principio de Memoria del fuego, ¿no?
–Eduardo era mucho más lector de poesía que de narrativa. Yo me lo imaginaba mucho más en la cuerda de la narrativa, cuando hablando con Helena me contó que cuando él tenía que agarrar un libro para leer leía poesía. En narrativa, sus autores favoritos son unos pocos: (Juan) Rulfo y (Juan Carlos) Onetti son sus dos grandes espejos. Y creo que eso también es una dificultad, porque si tenés como espejos a Rulfo y Onetti es muy difícil encontrar tu rostro porque son modelos demasiado potentes. La prosa de Galeano está en el filo de la navaja de la prosa poética. 

–¿Qué descubrimientos sobre Galeano le llamaron más la atención?
–Me llamó la atención el joven guerrillero salvadoreño que muere en combate y que tenía en su mochila Las venas abiertas… El libro quedó atravesado por la bala. Helena me lo mostró.

–Cuesta imaginar cómo queda un libro atravesado por una bala…
–Parece una puñalada; es bastante difícil atravesar un libro de ese tamaño. Está un poco quemado también, pero no tanto como uno se puede imaginar que podría quedar chamuscado por un arma de fuego. Eduardo pensaba mucho en la familia de ese joven, en cómo su madre era la que tenía que tener ese libro y no él.

–¿Cómo le llegó a Galeano ese ejemplar de Las venas abiertas…?
–El futbolista uruguayo James Cantero jugaba en un equipo de El Salvador y uno de los dirigentes o allegados a ese equipo era un capitán del ejército salvadoreño, que sacó el libro de la mochila del muchacho, revisando si había algo que tuviera valor de inteligencia. No encontró nada porque no era un dirigente del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Ese capitán guardó el libro durante años, hasta que llegó a manos del futbolista uruguayo, que se lo dio a Eduardo.

–¿Nunca se pudo saber el nombre de ese guerrillero lector de Las venas abiertas…?
–No, probablemente haya sido enterrado como NN. Esta anécdota me parece un símbolo de cosas muy buenas y muy malas; revela el poder de la palabra y la indefensión de la palabra. La palabra es tan poderosa que puede llevar a una generación a asumir una postura política de compromiso como para arriesgar la vida. Y a la vez la palabra es tan indefensa que no te puede salvar la vida. 

–¿La incomodidad que sentía Galeano respecto de Las venas abiertas...,  un libro que según dijo tendría que haber reescrito, quizá tenga que ver en parte con esta historia?
–No, la incomodidad es anterior. Las venas abiertas… es un gran reportaje periodístico en el borde de la academia, con un pie adentro y un pie afuera sin ser un académico, pero los periodistas nunca terminamos de estar conformes con nuestros trabajos periodísticos. Cuando él escribe Memoria del fuego, termina de divorciarse de Las venas abiertas… porque Memoria del fuego es lo que él hubiera querido escribir desde un principio. Pero nadie escribe desde un principio lo que hubiera querido escribir. Las venas abiertas… es un libro de "buenos" y "malos". Él después abandona eso. Y si bien los "malos" siguen siendo "malos", los "buenos" ya no son tan "buenos". 

–¿Cómo definiría la relación que tuvo con Cuba y Nicaragua?
–Eduardo tuvo una relación compleja. Él dice que es un hijo de la revolución cubana y que tiene la misma relación difícil que cualquiera tiene con su madre o con su padre. No puede tener la complacencia del turista que cambia pasajes por elogios… creo que usa exactamente estas palabras. No es ninguna infidencia porque lo hemos contado en varios artículos, pero en Brecha la aparición de "Cuba duele" implicó que Idea Vilariño dejara de escribir en el semanario. Hubo también un pequeño distanciamiento de Benedetti. No fue el primer artículo crítico que Eduardo escribió, él tuvo una mirada crítica permanente sobre Cuba. La entrevista que Eduardo le hizo al Che Guevara en el 63 la publicó en Época, en Marcha y él dejó una versión para que saliera en Cuba, pero no se publicó hasta el 2012. Nunca tuvo una mirada hagiográfica del paraíso impoluto revolucionario. Y con Nicaragua tuvo la misma relación. Y me animaría a decir que fue casi más fuerte y empática.

–¿No hubo retorno posible con Nicaragua después del triunfo de Violeta Chamorro?
–Yo creo que fue un divorcio. Si Cuba era el padre o la madre, Nicaragua era la novia, ¿no? De tu padre o de tu madre nunca te divorciás del todo, de tu novia o de tu novio sí… Curiosamente el título del artículo que Eduardo escribió sobre Nicaragua se llama "El niño perdido en la intemperie". La relación que tenía con Nicaragua era una relación de pasión; entonces el golpe fue muy duro. Eduardo se sintió muy traicionado, incluso por algunos de los que estuvieron directamente involucrados en "La Piñata", un caso de corrupción. "La Piñata" en un 80 por ciento fue justa porque se habían expropiado un montón de fábricas y de casas y había sido tan poco organizado que no habían entregado títulos de propiedad. Cuando ganó Chamorro, en un mes legalizaron todo con dos leyes. Esa legalización en un 80 por ciento fue para gente que tenía una pequeña casita y la necesitaba, pero hubo un puñado de dirigentes que hicieron negocios. Y muchos eran amigos de Eduardo… Entonces fue muy duro para él y fueron muy duros sus artículos. En uno dice más o menos que los que estuvieron dispuestos a perder su vida en la guerra no estaban dispuestos a perder sus cosas en la paz. Eso a Tomás Borge le tiene que haber pegado muy fuerte. Eduardo nunca quiso volver a Nicaragua, en cambio a Cuba volvió en 2012 y presentó Espejos, un libro que no estaba publicado en la isla porque tenía el famoso texto sobre Fidel (Castro) en el que aparecen los claroscuros. A veces la ortodoxia no entiende que los claroscuros muestran lo mejor de las personas, porque si presentás a un santo todo el mundo podría decir: "esto no es verdad". 

–¿Cuáles fueron los principales aportes de Galeano al periodismo?
–El gran aporte que hizo fue la fundación de Crisis, un animal totalmente nuevo que adelanta veinte años a las revistas del nuevo periodismo de los años 90. Muchos han dicho que fue tan influyente para el periodismo de habla hispana como fue Sur en las antípodas ideológicas. Los cuarenta números de Crisis son antológicos. Yo creo que puso mucho el acento en la mirada del periodista, que se puede traducir en compromiso político y en compromiso estético. Eduardo  tuvo el acierto de traducirlo en una combinación de los dos compromisos. En sus artículos había una apuesta muy fuerte porque el periodista fuera alguien muy comprometido con su realidad y con la palabra, lo cual es la mejor manera de estar comprometido con el lector. Hay poetas que después de publicar cuatro o cinco libros de poesía pasan a la novela. El poeta uruguayo Salvador Puig decía que cuando un poeta abandona la poesía corre el riesgo de que la poesía lo abandone a él y que después ya no pueda volver. Eduardo nunca abandonó el periodismo para escribir la novela que todo periodista quiere escribir. 



















OPINIÓN


Las crisis y las muertes

Por            Mario Wainfeld


Diciembre viene siendo un mes difícil para el oficialismo. Es momento de balances, en la vida particular y en la esfera pública. Los resultados económico-sociales son desoladores a un año de la asunción del presidente Mauricio Macri. El Congreso, dócil durante las iniciativas de la CEOcracia, desafía ahora a la minoría de Cambiemos. Se le planta hasta la oposición complaciente que antaño apoyaba sin chistar, entre otras abdicaciones el megaendeudamiento externo, el acuerdo vergonzoso con los fondos buitres y el blanqueo de capitales.
Las fuerzas políticas se realinean pensando en las elecciones, en las que enfrentarán al oficialismo, buscando su lugar en el mundo.
Una de las consecuencias palpables, incómoda para Cambiemos, es la sucesión de reproches provenientes de su propia coalición. Los medios hegemónicos, día a día, acrecientan las críticas. En esta semana, editorialistas del diario Clarín suman un nuevo tópico: cuestionan con severidad la supuesta transigencia del macrismo respecto de la protesta social.
En la edición impresa del miércoles, el periodista Eduardo van Der Kooy publicó una columna titulada "Ciudad sitiada, dilema para el macrismo". Vale la pena aclarar que esa nota se escribió el martes, antes de la jornada signada por la huelga de los trabajadores del subte, tras la muerte por electrocución del laburante Matías Kruger. Una tragedia evitable que repite varias sucedidas en años precedentes. Los accidentes de trabajo no son consecuencia del azar ni provocados por la divinidad. Son, en la casi unanimidad de los casos, producto de la desidia empresaria, de la falta de medidas de prevención o de control estatal. La consecuencia perversa de abaratar "el costo laboral" amenazando la integridad física de los trabajadores. 
La pérdida irreparable de la vida de un joven de 24 años, dedicado al trabajo y al deporte, fue relegada a unas pocas líneas mientras se subrayaba el "caos" que se provocó en el transporte y en el hacer cotidiano de millones de otros trabajadores. 
El hecho doloroso subraya la desaprensión de la CGT reunificada que acordó con el Gobierno una ley que mejora la ecuación económica de las empresas y las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART). En cambio, postergó para dentro de seis meses el abordaje de una norma integral que aborde la prevención y seguridad en las relaciones laborales. Para el año próximo, para el segundo semestre, expresión clave de los incumplimientos de promesas en la jerga oficial.
Pero volvamos al núcleo. En la previa, Van der Kooy hizo un inventario de la cantidad de piquetes sucedidos durante el año. Los sintetizó, exorbitante, como "un pandemonio en la vida de los porteños". Redondeó el razonamiento descalificando a la Ley de Emergencia social que el oficialismo pactó con fuerzas opositoras y con movimientos sociales. Definió sus consecuencias como "otro paso en el desmembramiento colectivo e institucional de la Argentina". Un punto de vista situado en un espacio ideológico estrecho: a la derecha del oficialismo que negoció esa norma como un paliativo a las derivaciones de su política económica.
Al día siguiente, el periodista Ricardo Roa volvió a fustigar a Macri en una nota titulada "Con los piquetes, Cambiemos es Sigamos". Insiste en reclamar al gobierno que meta mano (dura) respecto de la ocupación pacífica del espacio público. El editorial termina con una frase que amerita cita textual y un mínimo análisis aunque casi, casi se explica sola: "Seamos sinceros: desde el asesinato de Kostecki y Santillán, que en 2002 apuró la salida de Duhalde de la presidencia, la política prefiere pagar el costo de ver y no actuar antes que enfrentar la posibilidad de una repetición. Hay miedo. Mientras tanto, en las calles la gente continúa siendo rehén".
Una visión benevolente llevaría a saludar que Clarín haya abandonado la doctrina sentada en su célebre título posterior a la mentada masacre de Avellaneda: "La crisis causó dos nuevas muertes". La "bajada" redondeaba el concepto: "Suman 31 desde diciembre de 2001". La autocrítica es siempre bienvenida… salvo cuando se quiere reincidir en la instigación a reprimir las manifestaciones. 
El conflicto entre ciudadanos que ejercitan su derecho a la protesta y otros que ejercen el de transitar el territorio es serio y de difícil resolución. Colisionan intereses diferentes, eventualmente contradictorios, entre integrantes de la clase trabajadora. El malhumor o la bronca de los que no participan son dignos de tutela, tanto como el de sus pares. Es chocante llamar "gente" solo a uno de los sectores. ¿Qué serán "los otros" en la tipología social de Clarín? ¿Primates, homínidos, zombis o "militantes" expresiones que niegan su condición de "personas humanas", por usar la bonita verba del Jefe de Gabinete, Marcos Peña?
El Multimedios clama por la aplicación del Protocolo anti piquetes pergeñado por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en los primeros meses de gestión. Ilegal por antonomasia, fue ejecutado en los primeros días, apaleando y disparando con balas de goma a empleados estatales o privados que protestaban por haber sido despedidos sin causa. Más allá del espíritu beligerante de Bullrich, el oficialismo desactivó bastante la medida, seguramente porque advirtió, leyendo el pasado mejor que Clarín, que podía poner en jaque la paz social y hasta la gobernabilidad.
El clímax de la prepotencia y el desprecio a la Constitución es, lo sabemos, el encarcelamiento por razones políticas de Milagro Sala. La Commonwealth oficialista regaña a Macri y a la Canciller Susana Malcorra por los cuestionamientos y exigencias que les llueven de organismos internacionales. Pero no les piden que levanten la prisión de la dirigente de la Tupac Amaru sino que tengan "muñeca" para evitar el merecido descrédito, vaya a saberse cómo.
El gobernador jujeño, Gerardo Morales, la apresó para escarmentar de antemano a la movilización social, con la aprobación explícita de Macri. El transcurrir de los meses comprobó que la amenaza no disuadió a miles de argentinos que ocuparon calles y plazas en defensa de sus derechos y conquistas amenazados o conculcados. A pesar del fracaso (o acaso por eso mismo) los dueños del poder fáctico le exigen al gobierno nacional que desacate mandatos de la comunidad internacional para evitarse "una derrota" que en realidad ya sucedió.
Las invectivas de la prensa oficialista causan la consecuencia que, supuestamente, anhelan evitar: meten miedo. Acicatear a los ocupantes de la Casa Rosada acusándola de debilidad fue el prólogo de los asesinatos cometidos en lo que sería el final de los mandatos de los ex presidentes Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde. La supuesta fortaleza derivó en violencia, en darle carta abierta a las fuerzas de seguridad y a los crímenes que no fueron cometidos por la gaseosa crisis sino por las desbocadas autoridades del Estado.
La Argentina no atraviesa una crisis similar a las de 2001 o 2002 en buena dosis porque la "herencia K" les dejó una cantidad de "colchones" que amortiguan los efectos del ajuste, tal como señaló en este diario el colega Alfredo Zaiat. Macri no viene de perder una elección por goleada como De la Rúa en 2001. Ni es un presidente interino y no votado por el pueblo, como Duhalde en 2002. Conserva un nivel pasable de aprobación, ciertamente menguante como derivación inexorable de sus desempeños. Pero sigue siendo un gobierno legal aunque ensuciado por brotes autoritarios. 
Los cantos de sirena (en realidad gritos de Fronda) de sus aliados lo convocan a la violencia que es la que, en un pasado que todavía sangra, causó inolvidables muertes (asesinatos) de argentinas y argentinos de a pie.
Sin rumbo económico, traspapelada la muñeca política, Macri tiene todavía a mano la (mínima, básica) posibilidad de evitar las incitaciones a reprimir.



















LOS INVESTIGADORES DEL CONICET PIERDEN UNA LÍNEA DE FINANCIAMIENTO

La tijera recorta subsidios

Además de restringir el ingreso de investigadores, y como parte del ajuste, el Conicet excluyó de su convocatoria 2017 a los equipos que cuenten con fondos de la Agencia de Promoción Científica. Hasta ahora, ambas líneas de financiamiento se podían combinar.
El ajuste en ciencia y tecnología combina el achicamiento de la planta de científicos junto con el desfinanciamiento de los proyectos de investigación. De acuerdo con una nueva cláusula fijada por el Conicet entre los requisitos para la aprobación de proyectos en 2017, no podrán presentarse a la convocatoria quienes tengan paralelamente un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Así se corta la posibilidad que tenían los científicos de financiar sus investigaciones con ambas vías, el Conicet y la Agencia: más del 90 por ciento utilizan ambas actualmente, según las agrupaciones de científicos.
"Son muy pocos los investigadores que van a estar en condiciones de presentarse al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). En vez de presentarse más de mil, serán unos cientos. Se pone esta cláusula porque no tienen caja", dijo a PáginaI12 Roberto Salvarezza, ex presidente del Conicet. Salvarezza aseguró que no hay argumentos para reducir los subsidios: "Lo único claro es que quieren otorgar menos proyectos".
La medida se suma a la restricción en el ingreso a la carrera del investigador del Conicet, confirmada esta semana: mientras en la última tanda entraron más de 900 investigadores a la carrera y para 2017 se preveía incrementar ese número en un diez por ciento para alcanzar las metas previstas en el Plan Argentina Innovadora 2020, por las restricciones presupuestarias se dispuso que ingresen menos de 400.
La reducción de los subsidios para investigar fue dispuesta por el Conicet con estos términos: "Se está optimizando el uso de las partidas presupuestarias para financiar todas las convocatorias vigentes. Por tal motivo, no serán financiadas las presentaciones de investigadores que a la fecha de aprobación de la presente convocatoria intervengan en otros proyectos en ejecución: PIO, PDTS (CIN-Conicet) o PICT". Se trata de fondos que administra la Agencia, un organismo dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Para los científicos consultados por este diario, ese párrafo condensa la situación que traviesa el sector actualmente: "Es el ajuste en su máxima expresión, un reparto de migajas" que expulsará investigadores del país y extenderá condiciones de precariedad sobre quienes se queden.
"De las fuentes de financiamiento del Estado nos quitan el 50 por ciento, por lo menos", denunció Nuria Giniger, investigadora del CEIL-Conicet y referente del espacio Científicos y Universitarios Autoconvocados. "La soberanía de la producción científica"  – remarcó –  "se ve limitada cuando no hay financiamiento estatal". Para el investigador Rocco Carbone, parte del mismo espacio, "esta es la introducción a una nueva fuga de cerebros. Un modelo que apunta a la reprimarización de la economía, que ataca al pensamiento crítico".
Desde la agrupación Jóvenes Científicos Precarizados, Alejandro Muntó explicó que "por el ahogo presupuestario hay muchos equipos de investigación a nivel nacional, de todas las disciplinas, que se financian con fondos de la Agencia, del Conicet y de las universidades nacionales. Todo eso a la vez. Por eso, en la práctica, van a quedar equipos sin poder funcionar". 

Informe: Gastón Godoy.




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