viernes 02 de diciembre de 2016
Los empresarios preñados, el factor Angelici y la estrella polar que no asoma
Aunque el veterano metalúrgico Enrique Pescarmona lo enchastró con su sincericidio sobre las chicas de 14 años que "se hacen preñar para que les den unos mangos con la asignación por hijo", los popes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la plana mayor del Gobierno quedaron igualmente satisfechos con el seminario que organizó anteayer ese club de magnates para insuflar un poco de optimismo a un diciembre que encuentra al oficialismo a la defensiva tanto en lo político como en lo económico. Tras su peor semana desde que asumió, durante la cual debió "ceder" con Ganancias y la Emergencia Social, Mauricio Macri disfrutó ese respaldo y logró además que el Congreso le aprobara el Presupuesto y los pliegos del directorio del Banco Central. Pero como el poder no da respiro, ahora deberá dedicar buena parte del verano a evitar que los negocios que se mezclan con las internas de Cambiemos impacten en las elecciones legislativas. La contención arrancó anoche con el retiro espiritual en Chapadmalal donde se vieron dos de los enemigos íntimos que alberga Cambiemos María Eugenia Vidal y Emilio Monzó - si bien otros dos contendientes a apaciguar - Elisa Carrió y Daniel Angelici - no serán de la partida.
El seminario de AEA expuso como pocas veces las contradicciones de un empresariado que se autoproclama liberal y enemigo de la intervención del Estado pero que no deja pasar una sola ocasión para reclamarle que oficie de garante de sus inversiones. El dueño de Techint, Paolo Rocca, sorprendió por ejemplo al pedir que se sostenga por al menos cinco años el precio del gas en boca de pozo extraído de Vaca Muerta (u$s 7,50 por millón de BTU), vigente solo hasta diciembre, y que no se le cobre más de u$s 3 a la industria por consumirlo, en línea con lo que vale en Estados Unidos. De esa manera, sostuvo, la explotación de los hidrocarburos no convencionales ganaría la escala necesaria para cubrir sus mayores costos, aun si el barril de petróleo siguiera por debajo de los u$s 80 necesarios para que haya ganancias. ¿Se le habría ocurrido acaso semejante idea a Harold Hamm, el archimillonario patriarca de los "frackers" estadounidenses que suena como secretario de Energía de Donald Trump?
Los petroleros, en rigor, no acostumbran soltarse jamás de la mano del fisco. Según Associated Press, el Tío Sam financió durante dos décadas y con al menos u$s 10.000 millones en exenciones impositivas los intentos de Hamm y sus competidores de exprimir las piedras para hacer a Texas y a Dakota del Norte grandes de vuelta. Un estudio que publicará la semana próxima el Observatorio Petrolero Sur muestra que en Argentina, entre 2008 y este año, las transferencias del Estado hacia las compañías del sector totalizaron u$s 13.313 millones, un 50% más de lo que gastaron en salarios en el mismo lapso. Si a eso se agrega lo que los consumidores pagaron de más para mantener activos los yacimientos, la cuenta supera los u$s 21.500 millones. Lo que cambió con la llegada de Macri fue el origen de esas transferencias: mientras entre 2008 y 2014 el 98% lo puso el fisco y el 2% los hogares, este año los consumidores afrontaron el 81% y el Estado (tarifazos mediante) solo el 19%.
Como en los pozos las mujeres se ven casi tan poco como en el colegio Cardenal Newman, difícilmente podría acusarse a la industria petrolera de haberse "hecho preñar" para cobrar tamaños subsidios. Lo curioso es que ese exabrupto misógino haya salido de la boca de un empresario como Pescarmona, que no habría podido pagar los sueldos de sus 4.000 empleados durante los últimos tres años sin la ayuda del programa Repro y que acaba de esquivar la quiebra gracias a que una jueza frenó los pedidos de sus acreedores concursales y los obligó a sentarse a negociar con el mendocino.
Flexibilicemos
El seminario de AEA también sirvió para que volviera a hacerse oír el clamor corporativo por una flexibilización de los convenios colectivos de trabajo. Lo verbalizó también Rocca, al abogar por "condiciones de productividad razonables" y al instar a "renegociar con los gremios" beneficios como las "horas taxi" (las horas extras que facturan los empleados mientras se trasladan hacia los yacimientos), algo que el sindicalista y senador Guillermo Pereyra ya aceptó resignar a cambio de que se reactiven las perforaciones. La mala noticia llegó ayer cuando se supo que, pese a la abnegada vocación concesiva del veterano dirigente neuquino, YPF se desprendería de 1.500 operarios más.
Pocas horas después del pedido de Rocca, como había hecho en la conferencia anual de la UIA, el propio Macri volvió a machacar con la necesidad de readecuar los convenios colectivos de trabajo en el aniversario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC). La cámara que preside Jorge Di Fiori, que al igual que AEA decidió levantar su perfil público tras varios años de rumiar rencores contra el kirchnerismo sin decidirse a romper lanzas por temor a sacrificar negocios con el Estado que seguían activos, lo ovacionó cuando mencionó el tema. Llamativo en un sector donde los sueldos son sensiblemente inferiores a los de la industria y cuyo convenio colectivo difícilmente pueda ser más favorable a la patronal.
Macri ya hizo una costumbre de citar al Perón del '53 que, forzado al ajuste, instaba a guiarse por la estrella polar de la productividad. Lo más extraño, sin embargo, es que el Gobierno haya anunciado haber abierto negociaciones para reformar convenios que en realidad nadie está discutiendo. "Ayer nos tocó con la carne y hace dos semanas con clínicas y sanatorios", aseguró Jorge Triaca la semana pasada en Parque Norte, en lo que parecía ser la primera hoja de ruta flexibilizadora del Gobierno. Pero el dueño de Swiss Medical, Claudio Belocopitt, confirmó a BAE Negocios que la Asociación de Clínicas (ADECRA) solo pidió que le bajen los impuestos al sector y jamás cuestionó el convenio con sus empleados. El presidente del consorcio de frigoríficos exportadores ABC, Mario Ravettino, sí confirmó haberlo planteado. Pero la Federación de Trabajadores de la Carne lo rechazó de plano. "Estamos negociando salarios pero no hemos iniciado negociaciones del convenio colectivo. Nos sorprendió lo que dijo Triaca porque jamás hemos hablado de revisar el convenio y menos lo haríamos hoy, con la industria complicada desde hace seis años y 12.000 empleos menos", dijo a este diario el secretario de organización del gremio, Carlos Molinares. ¿Será solo un globo de ensayo?
Chalecos y tragamonedas
En recesión, más que nunca, que no llora no mama. Y en su faceta empresarial, apenas una de sus tantas, Daniel Angelici no solo resiste los embates de Elisa Carrió sino también los desaires de María Eugenia Vidal. Ayer, por caso, hubo muchos comentarios cruzados en la Casa Rosada sobre la solicitada que publicaron los operadores de las 46 salas de bingo bonaerenses contra la propuesta del ministro de Economía, Hernán Lacunza, de elevar la tasa de Ingresos Brutos del 12% al 19% para las máquinas tragamonedas. Es un golpe al corazón del segmento más rentable del negocio que hizo rico al operador judicial personalísimo de Macri. Mucho más eficiente a la hora de recaudar que el canon fijo a nivel nacional que terminó por conceder el oficialismo al Frente Renovador en el Congreso, tal como explican los periodistas Federico Poore y Ramón Indart en su libro "El poder del juego".
Angelici viene procurando diversificarse para que su fortuna no dependa tanto del azar, pero tropezó en su último emprendimiento. La empresa Armoring, de su amigo y compadre Gustavo Dorf, se adjudicó meses atrás la provisión de 20.000 chalecos antibalas para los policías federales en pleno traspaso hacia la Metropolitana. Lo logró pese a figurar en la causa por lavado de dinero que investiga a la Asociación Madres de Plaza de Mayo y a Meldorek, fundada por su socio Alejandro Gotkin, y pese a que sus chalecos importados eran más caros que los que entregaba antes su competidor, Fernando Andújar. Fue justo después de que se desactivara apenas asumido Macri el plan de Fabricaciones Militares para confeccionarlos dentro del Estado.
Todo venía bien, pero algo salió mal: las pruebas de los primeros chalecos que llegaron de Estados Unidos fueron lapidarias. Varios terminaron perforados como un queso gruyère. Horacio Rodríguez Larreta entró en pánico. Los "federicos" ya están bastante molestos con el traspaso como para que encima les entreguen chalecos de dudosa efectividad. Por eso el protegido de Angelici, que ya había provisto a la ciudad cámaras de seguridad por 5 millones de pesos, ahora teme que Armoring no resulte elegida para blindar los 350 patrulleros de la Metropolitana. Quizá le toque otra vez a Strong, la blindadora de Dietrich.
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