sábado 19 de noviembre de 2016
PANORAMA POLÍTICO
Garrálapala
Por Luis Bruschtein
"Esta gente todavía tiene plata de los argentinos para gastar en movilizaciones. Pero la gente va porque la llevan, no porque esté convencida de que esa es la salida", sentenció el Momo Venegas. La idea de emergencia social rebotó en la sociedad porteña con tantas ramificaciones y explicaciones como si se hablara de un evento marciano. La emergencia está y se viene lo peor, lo que está en discusión es cómo se resuelve desde la política eso que está fuertemente instalado en la realidad, que ya se siente con fuerza en el conurbano y las provincias, aunque en la CABA todavía no haya llegado a fondo. El PRO y los radicales votaron en el Senado en contra del proyecto de ley que declara la emergencia social porque dijeron que con ese título "se quiere dar la impresión de que existe una crisis que no es tal". El Momo es un extremista dentro del oficialismo, un exponente calificado de la doctrina granmediática del "sontodochoro" y el "garrálapala" para quien todos los males provienen del kirchnerismo.
El Momo es un extremo. Los políticos de Cambiemos saben que ya no alcanza con echarle la culpa a la pesada herencia aunque se resisten a aceptar la catástrofe que están produciendo sus políticas. Para ellos se trata de un mal momento que iba a ser superado en el segundo semestre y que ahora postergaron para el año que viene, anunciando el mayor plan de obras públicas de la historia que parece otra promesa de la campaña virtual del oficialismo que nunca cumple.
El Momo es un extremo. Los políticos de Cambiemos saben que ya no alcanza con echarle la culpa a la pesada herencia aunque se resisten a aceptar la catástrofe que están produciendo sus políticas. Para ellos se trata de un mal momento que iba a ser superado en el segundo semestre y que ahora postergaron para el año que viene, anunciando el mayor plan de obras públicas de la historia que parece otra promesa de la campaña virtual del oficialismo que nunca cumple.
Aguanten, que el año que viene la cosa mejora, es el mensaje que trata de instalar el gobierno. El kirchnerismo más cercano al entorno de Cristina Kirchner es terminante: la emergencia social no salió de un repollo, sino de las medidas del gobierno. Para combatir el deterioro social hay que combatir esas medidas en forma explícita. Cambiemos y este sector del kirchnerismo duro representan las dos posiciones más enfrentadas. En el medio se despliegan matices que van desde los movimientos sociales que convocaron a la marcha hasta las distintas vertientes de la CGT. Los movimientos que se asumen como kirchneristas "independientes" tienden a coincidir con sus primos, pero priorizan una estrategia de alianzas con la CGT. A su vez, la mayoría de los dirigentes de la CGT tiene expectativas y negociaciones en marcha con sectores del gobierno. El sector más combativo, la Corriente Federal Sindical, que ayer fue la que aportó el mayor esfuerzo movilizador desde la central obrera, tiende a coincidir con el diagnóstico del kirchnerismo duro pero en el marco de su propia interna con las otras corrientes sindicales. Y están los movimientos sociales que fueron oposición a los gobiernos kirchneristas, que sostienen a su vez una gama de posiciones sobre este tema pero en general en sus discursos no hacen demasiada diferencia entre el kirchnerismo y el macrismo.
Todas esas posiciones confluyeron ayer en la movilización frente al Congreso con mayor o menor entusiasmo. Por supuesto los que más se esforzaron fueron los convocantes. Pero a todos sin distinción, incluso a algunos que son aliados de Margarita Stolbizer, el Momo les dedicó los mantras macristas: "sontodoschoros" y "garrálapala". Con la ayuda de Stolbizer y el gobierno, el Momo definió por la negativa al amplio espacio heterogéneo y lleno de contradicciones que se movilizó ayer detrás de la prioridad de la emergencia social.
De alguna manera, cuando Juan Carlos Schmid dijo en su discurso que la CGT negocia pero también confronta, o las declaraciones previas de que hasta el año que viene la CGT no hará paros, fueron resultados de esa heterogeneidad y de los fuertes tironeos en el seno de la central. El anuncio le regala al gobierno el tiempo que está pidiendo, a la vez que revela la densidad de las presiones internas en una unificación en la que varios dirigentes ni siquiera estaban dispuestos a realizar una movilización como la de ayer. De hecho, en la elección del lugar quedaron expuestas esas tensiones. Si la concentración se realizaba en Plaza de Mayo, quedaba claro que el destinatario de la protesta era el gobierno. Al hacerla en la Plaza de los dos Congresos, el acto quedó más enfocado sobre los legisladores. Schmid lo dejó explícito al reclamar que Diputados apruebe antes de fin de año el proyecto que ya tiene la media sanción del Senado. Con el respaldo del kirchnerismo, los progresistas y el massismo, el destino definitivo del proyecto no está jugado en el Congreso, sino en el casi seguro veto de Mauricio Macri.
La Cámpora emitió un comunicado reivindicando la convocatoria, pero criticando el lugar adonde se convocó y la ausencia en esa convocatoria de una explicación sobre las causas de la crisis. Varios de los aspectos que señala tienen sentido, en cuanto a que, aún cuando se apruebe, la ley funcionará como parche mientras el gobierno mantenga la política económica. El razonamiento tiene lógica, de la misma forma que la convocatoria también la tiene, aún sin esas precisiones y a pesar del lugar que se eligió, porque está marcando el nivel de definición real que está en condiciones de expresar en este momento ese conglomerado que es el más abarcador de los afectados por el desempleo y la caída de la calidad de vida de los sectores populares. Puede ser el marco de partida para un proceso que en el camino consolide acuerdos y decante las prioridades.
Para el gobierno de Cambiemos el acto fue una mala noticia, aún con sus límites, muchos de los cuales fueron impuestos por sus presiones sobre algunos de los participantes. El protagonismo de los movimientos sociales se entronca con otro dolor de cabeza que tiene la misma raíz: el reclamo internacional por la libertad de Milagro Sala. En estos treinta años de democracia, los derechos humanos se constituyeron en un factor de prestigio internacional para la Argentina. Y para fuera, funcionan como una línea que separa los buenos de los malos. Por esa razón, durante su fugaz visita, el presidente norteamericano Barack Obama visitó el Parque de la Memoria y prometió desclasificar documentos relacionados con la dictadura. El joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, también visitó esta semana el Parque de la Memoria. Y durante la entrevista con Macri le pasó el reclamo por Milagro Sala, lo que desubicó al presidente argentino. Macri tiene mala relación con los organismos de derechos humanos, ha tenido declaraciones despectivas y, por el contrario, envió señales conciliatorias a los represores. Cada vez que un visitante ilustre va al Parque de la Memoria o emite un guiño de reconocimiento a la gesta argentina por los derechos humanos, en el país es interpretado como un desaire para un Macri que piensa como el diario La Nación. Pero el planteo directo y abierto sobre Milagro Sala puso además sobre el tablero un aspecto muy negativo de la imagen del gobierno conservador a nivel internacional.
El Momo, también le aplica sus mantras elementales a Milagro Sala y seguramente la dirigente de la Tupac podría haber participado en una convocatoria como la de ayer en el Congreso. El gobierno probó el garrote como método de disciplinamiento con la dirigente social jujeña y el resultado han sido el enérgico reclamo de las Naciones Unidas y un planteo incómodo y personal por parte del primer ministro de Canadá. Con otros agrupamientos el Gobierno ha usado otras carnadas que se relacionan más con las necesidades de sus bases. La mayoría de esos agrupamientos estaban ayer en la convocatoria. Tampoco han mordido el anzuelo como ellos hubieran querido. Los movimientos sociales han vuelto a la lógica de los 90 cuando aceptaron los planes trabajar al ver que sus reclamos de trabajo genuino no tenían cabida en la sociedad neoliberal excluyente de aquellos años. Pero esa lógica también mostró sus límites cuando no se sostuvo en un proyecto desde el cual pudiera generar su representación política. De alguna manera la protesta de los movimientos sociales lleva en su seno expresiones de la izquierda trotzkista, maoísta o de la llamada autonomista, del progresismo y el centroizquierda no peronista o antiperonista y de la izquierda y centroizquierda kirchnerista y del peronismo más los que puedan representarse en el massismo a través de las alianzas de un sector del progresismo y de amplios sectores de la CGT. El inminente 2017, un año electoral y prueba de fuego para el macrismo, hará confluir necesariamente esas dos vertientes, la social y la política.
Todas esas posiciones confluyeron ayer en la movilización frente al Congreso con mayor o menor entusiasmo. Por supuesto los que más se esforzaron fueron los convocantes. Pero a todos sin distinción, incluso a algunos que son aliados de Margarita Stolbizer, el Momo les dedicó los mantras macristas: "sontodoschoros" y "garrálapala". Con la ayuda de Stolbizer y el gobierno, el Momo definió por la negativa al amplio espacio heterogéneo y lleno de contradicciones que se movilizó ayer detrás de la prioridad de la emergencia social.
De alguna manera, cuando Juan Carlos Schmid dijo en su discurso que la CGT negocia pero también confronta, o las declaraciones previas de que hasta el año que viene la CGT no hará paros, fueron resultados de esa heterogeneidad y de los fuertes tironeos en el seno de la central. El anuncio le regala al gobierno el tiempo que está pidiendo, a la vez que revela la densidad de las presiones internas en una unificación en la que varios dirigentes ni siquiera estaban dispuestos a realizar una movilización como la de ayer. De hecho, en la elección del lugar quedaron expuestas esas tensiones. Si la concentración se realizaba en Plaza de Mayo, quedaba claro que el destinatario de la protesta era el gobierno. Al hacerla en la Plaza de los dos Congresos, el acto quedó más enfocado sobre los legisladores. Schmid lo dejó explícito al reclamar que Diputados apruebe antes de fin de año el proyecto que ya tiene la media sanción del Senado. Con el respaldo del kirchnerismo, los progresistas y el massismo, el destino definitivo del proyecto no está jugado en el Congreso, sino en el casi seguro veto de Mauricio Macri.
La Cámpora emitió un comunicado reivindicando la convocatoria, pero criticando el lugar adonde se convocó y la ausencia en esa convocatoria de una explicación sobre las causas de la crisis. Varios de los aspectos que señala tienen sentido, en cuanto a que, aún cuando se apruebe, la ley funcionará como parche mientras el gobierno mantenga la política económica. El razonamiento tiene lógica, de la misma forma que la convocatoria también la tiene, aún sin esas precisiones y a pesar del lugar que se eligió, porque está marcando el nivel de definición real que está en condiciones de expresar en este momento ese conglomerado que es el más abarcador de los afectados por el desempleo y la caída de la calidad de vida de los sectores populares. Puede ser el marco de partida para un proceso que en el camino consolide acuerdos y decante las prioridades.
Para el gobierno de Cambiemos el acto fue una mala noticia, aún con sus límites, muchos de los cuales fueron impuestos por sus presiones sobre algunos de los participantes. El protagonismo de los movimientos sociales se entronca con otro dolor de cabeza que tiene la misma raíz: el reclamo internacional por la libertad de Milagro Sala. En estos treinta años de democracia, los derechos humanos se constituyeron en un factor de prestigio internacional para la Argentina. Y para fuera, funcionan como una línea que separa los buenos de los malos. Por esa razón, durante su fugaz visita, el presidente norteamericano Barack Obama visitó el Parque de la Memoria y prometió desclasificar documentos relacionados con la dictadura. El joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, también visitó esta semana el Parque de la Memoria. Y durante la entrevista con Macri le pasó el reclamo por Milagro Sala, lo que desubicó al presidente argentino. Macri tiene mala relación con los organismos de derechos humanos, ha tenido declaraciones despectivas y, por el contrario, envió señales conciliatorias a los represores. Cada vez que un visitante ilustre va al Parque de la Memoria o emite un guiño de reconocimiento a la gesta argentina por los derechos humanos, en el país es interpretado como un desaire para un Macri que piensa como el diario La Nación. Pero el planteo directo y abierto sobre Milagro Sala puso además sobre el tablero un aspecto muy negativo de la imagen del gobierno conservador a nivel internacional.
El Momo, también le aplica sus mantras elementales a Milagro Sala y seguramente la dirigente de la Tupac podría haber participado en una convocatoria como la de ayer en el Congreso. El gobierno probó el garrote como método de disciplinamiento con la dirigente social jujeña y el resultado han sido el enérgico reclamo de las Naciones Unidas y un planteo incómodo y personal por parte del primer ministro de Canadá. Con otros agrupamientos el Gobierno ha usado otras carnadas que se relacionan más con las necesidades de sus bases. La mayoría de esos agrupamientos estaban ayer en la convocatoria. Tampoco han mordido el anzuelo como ellos hubieran querido. Los movimientos sociales han vuelto a la lógica de los 90 cuando aceptaron los planes trabajar al ver que sus reclamos de trabajo genuino no tenían cabida en la sociedad neoliberal excluyente de aquellos años. Pero esa lógica también mostró sus límites cuando no se sostuvo en un proyecto desde el cual pudiera generar su representación política. De alguna manera la protesta de los movimientos sociales lleva en su seno expresiones de la izquierda trotzkista, maoísta o de la llamada autonomista, del progresismo y el centroizquierda no peronista o antiperonista y de la izquierda y centroizquierda kirchnerista y del peronismo más los que puedan representarse en el massismo a través de las alianzas de un sector del progresismo y de amplios sectores de la CGT. El inminente 2017, un año electoral y prueba de fuego para el macrismo, hará confluir necesariamente esas dos vertientes, la social y la política.
MULTITUDINARIA MOVILIZACIÓN DE LA CGT Y DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES POR LA EMERGENCIA SOCIAL
MOVIMIENTOS SOCIALES POR LA EMERGENCIA SOCIAL
"Que el Gobierno deje las excusas"
Los organizadores calcularon en más de 200 mil personas la multitud que se acercó al Congreso, donde sindicatos y organizaciones reclamaron por la ley que tiene media sanción en el Congreso y por el fin de los despidos.
"El ajuste está tocando las puertas de nuestras familias", sintetizó el reclamo Juan Carlos Smith, uno de los tres jefes de la CGT unificada.
(Fuente: Joaquín Salguero)
Trabajadores de prácticamente todas las ramas sindicalizados en la CGT, y trabajadores informales, agricultores familiares, recicladores urbanos, cooperativistas y changueros, organizados en movimientos sociales, juntaron fuerzas ayer y desbordaron Plaza Congreso y sus alrededores para exigir la sanción de la ley de Emergencia Social y el cese de los despidos. "Venimos a decirle al Gobierno que deje a un lado los justificativos, la excusa de la pesada herencia, y que la termine con los despidos. Queremos trabajo digno y salario justo para los trabajadores informales, porque el ajuste está tocando las puertas de nuestras familias", sintetizó el reclamo Juan Carlos Schmid, uno de los tres jefes de la CGT unificada. "Se terminó el tiempo de espera, queremos respuestas ya", dejó como advertencia otro de los miembros del triunvirato, Carlos Acuña. El fantasma de un fin de año conflictivo, con veto presidencial incluído, caracterizó la convocatoria.
Los dirigentes hablaron desde un escenario únicamente vestido con los rostros de Juan y Eva Perón y una bandera con la consigna de la jornada, "Unidad para la justicia Social", montado de espaldas al Congreso y de cara a una marea humana desplegada a lo largo de la Plaza del Congreso hasta la avenida 9 de Julio. Las columnas, innumerables, ocuparon también toda la extensión de avenida Entre Ríos, desde el palacio legislativo hasta Independencia, y por Callao hasta llegar a Corrientes. Todo el cuadro tomó la forma una "T", que paralizó el centro por varias horas. La concurrencia, estimada en "más de 200 mil personas", y el carácter de su composición – donde radicó su espesor político – fue calificada de "histórica" por los oradores.
Ante semejante multitud, los referentes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie, enviaron un mensaje en dos direcciones: a los diputados, para que apuren el tratamiento del proyecto la semana que viene, y al Ejecutivo, que dejó trascender en los últimos días que de ser necesario Macri apelaría al veto para frenar la concreción del reclamo, tal como lo hizo en mayo con la ley antidespidos. "Si el Presidente decide darnos la espalda, seguiremos, como lo hicimos siempre, ganando las calles durante todo diciembre", advirtió el referente de Barrios de Pie, Daniel Menéndez.
Emergencia Social
"Los gorilas dicen que la emergencia social no tiene que aprobarse porque va en contra de la generación de empleo de calidad, como suele repetir Macri. ¿Cómo les decimos a los campesinos de Santiago del Estero, reprimidos en las disputas por la tierra, que hay que esperar a que este Gobierno genere empleo de calidad? No es cierto, compañeros, es una vil mentira", sostuvo el referente de la CTEP Esteban Castro. Le contestaba a senadores de Cambiemos que intentaron frenar la iniciativa el miércoles, cuando obtuvo media sanción en el Senado.
Las organizaciones apuntan los cañones a la sesión extraordinaria que podría convocarse en Diputados para el miércoles o el jueves próximo, ocasión en la que volverán a movilizarse desde la iglesia San Cayetano de Liniers, como lo hicieron en agosto. En la Cámara baja, si los tiempos acompañan – el diputado Leo Grosso, del Movimiento Evita, denunció que la presidenta del Senado, Gabriela Michetti, intenta cajonear el proyecto especulando con el cierre del período de sesiones – las organizaciones esperan también a debatir otros tres proyectos para financiar la ley, que necesita poco más de 40 mil millones de pesos para poder aplicarse (ver página 5).
Hubo muchos legisladores y dirigentes políticos acompañando la movilización sindical. Estuvieron los diputados del Frente Renovador Felipe Solá y Facundo Moyano, la diputada de Libres del Sur, Victoria Donda, y el jefe del bloque del FpV, Héctor Recalde. También se hicieron presentes y sumaron su apoyo los intendentes peronistas Gabriel Katopodis (San Martín) y Verónica Magario (La Matanza), el presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, y el senador Juan Manuel Abal Medina. Todos ellos tuvieron una silla cerca de la prensa y frente al escenario, reservado para el consejo directivo de la CGT y referentes de los movimientos, como Emilio Pérsico y Gildo Onorato, ambos del Movimiento Evita.
"Si quieren saber cómo financiar esta ley, se lo decimos nosotros: del juego, el sistema financiero y las empresas petroleras y eléctricas", señaló el referente de la CCC, Juan Carlos Alderete. "Vamos a seguir en la calle, porque no queremos ser los únicos que pagan el ajuste", dijo.
Unidad Histórica
Fue Schmid el que se encargó de describir, desde el escenario, el mar de trabajadores que se extendía por toda la plaza. "A mi derecha están los trabajadores en blanco, con obra social, con las 8 horas de trabajo, el aguinaldo y la cobertura social. Y a mi izquierda, los que pelean por tener esos derechos", dijo. Sobre Yrigoyen, entrando por Entre Ríos, se ubicaron las columnas de Camioneros, la Uocra, la UOM, UPCN y medio centenar de gremios más chicos como los de la marina mercante, encargados de edificios, calzado, perfumistas y alimentación, entre otros. Las banderas de las seccionales indicaban que llegaron en su mayoría desde el conurbano: Lanús, Avellaneda, Tres de Febrero, La Matanza, San Isidro, San Fernando.
Por Rivadavia se encolumnaron los recolectores del MTE, las organizaciones campesinas del interior y los militantes de base de Barrios de Pie, CCC y el Evita. También dio el presente la Corriente Sindical Federal y algunos gremios enrolados en la CTA de Hugo Yasky.
"Durante muchos años criticaron a la CGT por desconocer la realidad de miles de trabajadores informales y desocupados. Algo de razón había en ese señalamiento. Pero respondía a que había trabajo: a esa realidad social es a la que queremos volver", sostuvo Schmid, autocrítico, al referirse al proceso de unidad encarado por la central unificada y los movimientos sociales, formalizada dos meses atrás. "Esta plaza masiva va a quedar en la historia", aportó Acuña.
Navidad en Paz
"Hay que reconocer que este Gobierno nos atiende bien en los despachos oficiales. El problema es que no da respuestas", ironizó Alderete, antes de señalar que "los desocupados, los campesinos pobres y los cooperativistas" están "agobiados" por las políticas económicas. Schmid, más tarde, habló de que "está crujiendo el tejido social de la Argentina" y responsabilizó por los índices de pobreza "a todos los gobiernos en 33 años de democracia". "Vamos a negociar, pero también a confrontar", amenazó, "si el Gobierno no hace nada para que miles de trabajadores tengan un pan sobre la mesa en navidad".
Informe: Matías Ferrari.
LANZAN UNA CAMPAÑA EN EL DÍA MUNDIAL CONTRA
EL ABUSO INFANTIL
EL ABUSO INFANTIL
Una forma de romper el silencio
Una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños sufren abuso sexual infantil. La campaña del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef y el Ministerio de Justicia buscará visibilizar esa realidad. Advierten que el déficit argentino es la falta de estadísticas a nivel nacional.
(Fuente: Télam)
Infancias arrasadas, eso es lo que dicen las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una de cada cinco niñas y uno cada trece niños sufren abuso sexual infantil. Como los datos argentinos no escapan a la tendencia mundial, hoy en conmemoración del Día Mundial contra el Abuso Infantil, dos avisos televisivos y radiales buscaran concientizar sobre el problema: "Rompé el silencio" sobre el abuso infantil, para empezar a prevenirlo.
La campaña del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos busca visibilizar, hacer audible, el cerco que hay en torno al abuso sexual infantil.
"Esta campaña es un paso muy importante porque quiere romper este silencio, busca que la gente se dé cuenta, y hablar es empezar a prevenir", explicó Florence Bauer, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
La OMS generó un indicador global con metodología basada en países que tienen datos y en encuestas. Las cifras obtenidas a través de las denuncias realizadas a la línea 137 del Programa Las Víctimas contra las Violencias, que coordina la psicóloga Eva Giberti, son consistentes con los números internacionales.
No obstante, Bauer subrayó que el déficit argentino es la falta de estadísticas a nivel nacional. "Si bien las cifras del programa de la Ciudad de Buenos Aires muestran coherencia con las cifras de la OMS que tenemos a nivel global", admitió que "justamente el primer desafío que tenemos en Argentina es la falta de cifras: lograr que se busque la información y se consolide con la de todas las provincias".
Los datos crudos y duros con que se cuenta tomados de la "Estadística sobre niñas, niños y adolescentes víctimas de abuso sexual y violación", acompañados por el Equipo de Atención a Víctimas de Violencia Sexual señalan que sobre una muestra de 5240 víctimas, el 15 por ciento de los casos correspondió a niños hasta cinco años (760); 19 por ciento de seis a 10 (1000); 41 por ciento de 11 a 15 (2160) y 25 por ciento de 16 a 18 (1320).
Respecto a las edades, la estadística reporta que la franja etaria de mayor representación es de 11 a 15 años, con el 41 por ciento; seguida por la de 16 a 18 años, con el 25 por ciento; de seis a 10 años con el 19, y hasta cinco años, con el 14 por ciento.
Bauer advirtió que "el abuso sexual está pasando en todas las edades, y está causado sobre todo por algún familiar o conocido (con mayor proporción de los cometidos por algún familiar en los más chiquitos): por eso a través de la campaña se busca sensibilizar para que la gente se dé cuenta de que estamos hablando de cifras enormes, con una cada cinco chicas y uno cada trece chicos, que son números altísimos". Y señaló que Unicef quiere que "uno se dé cuenta de que en su cotidiano se cruza con adultos, niños o niñas que han sido víctimas de algún abuso sexual, y poner esto en diálogo".
En ese sentido puntualizó la importancia de "tener ámbitos en los que se pueda hacer la denuncia, si bien la línea 0800-222-1717 existe, pero fortaleciendo después el sistema de protección para evitar la revictimización, sabiendo que muchas veces el abusador es alguien familiar".
También la subsecretaria de Acceso a la Justicia, María Fernanda Rodríguez, destacó la importancia de la campaña lanzada. "Hay una enorme necesidad de empezar a producir datos bien localizados, y si seguimos sin hablar de un tema que es muy tabú – porque venimos todos como sociedad en este silencio cómplice que es muy poderoso ya que es preferible no pensar que esto ocurre – no vamos a solucionar nada", aseguró Rodríguez.
La campaña del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos busca visibilizar, hacer audible, el cerco que hay en torno al abuso sexual infantil.
"Esta campaña es un paso muy importante porque quiere romper este silencio, busca que la gente se dé cuenta, y hablar es empezar a prevenir", explicó Florence Bauer, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
La OMS generó un indicador global con metodología basada en países que tienen datos y en encuestas. Las cifras obtenidas a través de las denuncias realizadas a la línea 137 del Programa Las Víctimas contra las Violencias, que coordina la psicóloga Eva Giberti, son consistentes con los números internacionales.
No obstante, Bauer subrayó que el déficit argentino es la falta de estadísticas a nivel nacional. "Si bien las cifras del programa de la Ciudad de Buenos Aires muestran coherencia con las cifras de la OMS que tenemos a nivel global", admitió que "justamente el primer desafío que tenemos en Argentina es la falta de cifras: lograr que se busque la información y se consolide con la de todas las provincias".
Los datos crudos y duros con que se cuenta tomados de la "Estadística sobre niñas, niños y adolescentes víctimas de abuso sexual y violación", acompañados por el Equipo de Atención a Víctimas de Violencia Sexual señalan que sobre una muestra de 5240 víctimas, el 15 por ciento de los casos correspondió a niños hasta cinco años (760); 19 por ciento de seis a 10 (1000); 41 por ciento de 11 a 15 (2160) y 25 por ciento de 16 a 18 (1320).
Respecto a las edades, la estadística reporta que la franja etaria de mayor representación es de 11 a 15 años, con el 41 por ciento; seguida por la de 16 a 18 años, con el 25 por ciento; de seis a 10 años con el 19, y hasta cinco años, con el 14 por ciento.
Bauer advirtió que "el abuso sexual está pasando en todas las edades, y está causado sobre todo por algún familiar o conocido (con mayor proporción de los cometidos por algún familiar en los más chiquitos): por eso a través de la campaña se busca sensibilizar para que la gente se dé cuenta de que estamos hablando de cifras enormes, con una cada cinco chicas y uno cada trece chicos, que son números altísimos". Y señaló que Unicef quiere que "uno se dé cuenta de que en su cotidiano se cruza con adultos, niños o niñas que han sido víctimas de algún abuso sexual, y poner esto en diálogo".
En ese sentido puntualizó la importancia de "tener ámbitos en los que se pueda hacer la denuncia, si bien la línea 0800-222-1717 existe, pero fortaleciendo después el sistema de protección para evitar la revictimización, sabiendo que muchas veces el abusador es alguien familiar".
También la subsecretaria de Acceso a la Justicia, María Fernanda Rodríguez, destacó la importancia de la campaña lanzada. "Hay una enorme necesidad de empezar a producir datos bien localizados, y si seguimos sin hablar de un tema que es muy tabú – porque venimos todos como sociedad en este silencio cómplice que es muy poderoso ya que es preferible no pensar que esto ocurre – no vamos a solucionar nada", aseguró Rodríguez.
Alta en el cielo
Por José Natanson (*)
Aunque su origen pueda rastrearse hasta Adán, Eva y su manzana, el ideal romántico como forma dominante de construcción de relaciones de pareja es, como el ferrocarril y el telégrafo, un invento del siglo XIX. Dotado de una serie de características que cualquier lector de novelas reconocerá fácilmente (el inicio intempestivo como un descubrimiento, la promesa de eternidad, el olvido del yo, la simbiosis), este formato amoroso supuso un quiebre fundamental: bajo sus nuevas reglas y por primera vez en la historia, ya no eran las tradiciones familiares, religiosas o clánicas las que organizaban el vínculo sino la libre elección asociada a una idea de pasión, incluso de pasión sexual, que hasta el momento se sublimaba, reprimía o ignoraba. De hecho, en buena parte de la literatura que más que narrarlo lo alienta el amor romántico se presenta como el triunfo del verdadero amor sobre el cálculo racional, lo que explica que Lizzy Bennet rechace la oferta de Collins para apostar al salto al vacío de Mr. Darcy (en Orgullo y prejuicio) o que Carrie Bradshaw siga esperando en vano, eternamente a Mr. Big (en Sex and the City).
Las feministas cuestionarían más tarde la dimensión de sufrimiento que lleva implícito el ideal romántico, ese tono sacrificial que llega al extremo en heroínas trágicas como Anna Karenina o Emma Bovary, pero hay que reconocer que en su momento implicó un paso adelante en la larga marcha hacia la igualdad entre los géneros, en la medida en que transformó al amor en el primer ámbito en el que el hombre se vio forzado a reconocer que dependía de la mujer (aunque, o porque, era capaz de hacerlo sufrir). Sacudido de pesados condicionamientos religiosos y viejos prejuicios feudales, el amor romántico se convirtió en la primera forma socialmente legitimada de lo que el sociólogo inglés Anthony Giddens llama "relaciones puras", en el sentido de que no se explican por factores externos (la dote, el dinero, el status) sino por las recompensas derivadas de la misma relación.
Pero todo cambia. Aunque todavía dominante, el ideal de amor romántico – absoluto, exclusivo, eterno – está en cuestión. Las relaciones, dice Giddens, son como los pozos petroleros: rinden mucho al principio y luego declinan, hay que invertir la misma cantidad de energía para obtener beneficios decrecientes. Esto ha llevado a una transformación hacia lo que Zygmunt Bauman define como la era del "amor líquido", caracterizada por vínculos – más conexiones que relaciones – flexibles y cambiantes.
Como sea, la democratización del amor iniciada en el siglo XIX llegó acompañada de su gemelo maligno, su perverso doble de riesgo, su eterno espejo envenenado: el mercado. En sus revolucionarios estudios sobre la vida emocional de las sociedades contemporáneas, la socióloga marroquí Evo Illouz se propuso sacar al amor del terreno de análisis exclusivo de la psicología, que inevitablemente lo enfoca desde el punto de vista individual, para aplicarle las categorías, reglas y perspectivas de la sociología. Su tema es el fracaso amoroso, sobre todo el femenino. Y en este sentido Illouz sostiene que, si en el pasado existían patrones objetivos que permitían asignar a cada persona un valor a la hora de conseguir pareja, relacionados con el dinero, su lugar en la estructura social o ciertas cualidades como el honor (en el caso de los hombres) y el decoro (en el de las mujeres), la democratización de las relaciones produjo una mutación radical en el mercado del amor: hoy ya no pesan tanto las virtudes objetivas como nuevos criterios construidos por cada uno, un proceso de individuación que implicó enormes ganancias de libertad pero que produjo el efecto de equiparar el éxito amoroso al valor como persona y, con ello, desplazó el centro de la responsabilidad desde los factores externos al individuo, que si no consigue pareja es porque falla. No hace falta mucha imaginación para adivinar la carga de angustia que esto implica.
No sólo el amor, el sexo también se fue democratizando. Liberado de los mandatos reproductivos, heterosexuales y patriarcales que lo comprimían hasta volverlo plano y repetitivo, hoy se diversifica en miles de tentadoras opciones heterodoxas. El sociólogo Eric Fassin sostiene que estamos ante una verdadera democratización de las relaciones sexuales, no en el sentido de ejercer una sexualidad sin normas, algo que le parece tan imposible como una sociedad sin reglas, sino de aceptar que cada pareja puede regirse por las normas que ella misma consensúa, sin más prohibiciones que aquellas contempladas en el Código Penal (violencia, menores, etc.). La tesis de Fassin es transparente: si la democracia supone la capacidad de la sociedad de gobernarse a sí misma más allá de cualquier principio trascendente (Dios, el Rey o lo que sea), entonces el sexo se ha democratizado en el sentido de que se ejerce ya no según los mandatos tradicionales sino de acuerdo al gusto y placer de cada uno.
Parte de una tendencia común al mundo occidental, esta creciente democratización de la vida afectiva y sexual se verifica también en Argentina. El alfonsinismo y el kirchnerismo, es decir los dos ciclos de cambio progresista desde el 83, avanzaron en programas y leyes orientados a crear el marco para esta nueva realidad social, como la ley de divorcio vincular de 1987, la de matrimonio igualitario de 2010, la de identidad de género de 2012 y las campañas de salud reproductiva y educación sexual que se vienen desplegando en la última década.
Más allá de las razones que las motivaron (en ambos casos funcionaron como recursos de reinvención política en momentos de debilidad, luego del fracaso del Plan Austral en el alfonsinismo y de la derrota de la 125 en el kirchnerismo), lo cierto es que implicaron el reconocimiento por parte del Estado de la autonomía de los ciudadanos a la hora de decidir el modo más conveniente de disfrutar de su intimidad familiar, afectiva y sexual. Y al hacerlo contribuyeron a ensanchar la agenda de la izquierda hacia nuevos temas y actores: mientras que la democratización de la vida pública y la conquista de los derechos sociales fue una tarea básicamente masculina, la democratización de la vida íntima tiene a las mujeres, las minorías sexuales y los jóvenes como grandes protagonistas.
Resultado de intensas luchas y mucho sufrimiento, este nuevo enfoque del Estado argentino sobre las relaciones humanas se verifica en algo tan concreto, y tan tremendamente importante, como la vida sexual. Si históricamente los sectores dominantes de la sociedad (básicamente los varones adultos) eran los únicos habilitados para disfrutar plenamente de su sexualidad, hoy ese derecho se ha expandido a colectivos sociales más vulnerables: las mujeres, porque las políticas de salud reproductiva les permiten acceder a métodos anticonceptivos y encarar su vida sexual sin temor al embarazo y porque la progresiva toma de conciencia social acerca de las desigualdades de género les posibilita "negociar" su sexualidad en otras condiciones (y, en el extremo, decir no); los jóvenes, porque los "nuevos pactos familiares" replantearon las relaciones inter-generacionales en términos menos represivos que en el pasado y hasta permitieron innovaciones como el sexo en casa; las minorías sexuales, porque su creciente legitimidad pública habilitó espacios que antes estaban limitados a las catacumbas y los submundos; y, por último, los mayores, aunque menos por efecto de la democratización que por impacto del viagra (de todos modos cabe preguntarse si la salvadora pildorita azul hubiera podido comercializarse en otro contexto).
Las mujeres, los jóvenes, los gays, los viejos: en el marco de una transformación acelerada de las relaciones amorosas y sexuales, los avances en materia de tolerancia a la diversidad y respeto de la diferencia ampliaron las posibilidades de disfrute de amplios sectores sociales. Por eso conviene prestar atención al retroceso sobre el cual viene advirtiendo el periodista Marcelo Zlotogwiazda: según datos aportados por la industria, la venta de preservativos cayó 25 por ciento desde la llegada de Mauricio Macri al poder. Para Felipe Kopelowicz, presidente de Tulipán, esto se debe a, por un lado, la decisión del gobierno de discontinuar las compras institucionales destinadas a las campañas de prevención. Y, por otro, a los efectos de la recesión, que ataca el bolsillo e impacta en el estado de ánimo (y la intimidad) de las personas.
Frente al desafío de evitar que el enfriamiento de la economía se convierta en impotencia del dormitorio, la sociedad argentina experimenta una regresión angustiante. Como señalamos, la mejora de los niveles de placer, en particular de los sectores más vulnerables, es una de las consecuencias más importantes y menos comentadas del afianzamiento del Estado democrático-liberal en Argentina, una silenciosa política pública de los gobiernos progresistas amenazada hoy por el mix de crisis económica, pulsión conservadora y lentitud ejecutoria que es la marca de fábrica de la gestión PRO. Fue Daniel Scioli, en una de las declaraciones más comentadas de la semana, quien sostuvo que la recesión produce una "desmotivación en todo sentido". Maltratado por los portales de noticias, el gobernador estaba tocando una cuerda, digamos, sensible. Con buenos reflejos, la empresa Tulipán le respondió desde su cuenta de Twitter: "Con optimismo y con gel". Y Scioli, con insospechado humor, replicó: "Con prevención, cuidándonos entre todos, con la esperanza de poner la patria en lo más alto".
* Director de Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur.
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