martes 22 de noviembre de 2016
Por Hugo Presman
Hugo Presman es Contador Público egresado
de la Universidad de Buenos Aires. Fue
profesor de Economía Política en al Facultad
de Ciencias Económicas de la misma
Universidad. Es Periodista. Sus trabajos son
publicados en diversos medios nacionales e
nternacionales. Co conduce desde hace 13
años el programa radial EL TREN que se
emite de lunes a viernes por AM 770 Radio
Cooperativa de 19 a 20,00 horas. Sus
informes semanales son publicados en
distintos medios del país y del exterior. Es
autor del trabajo de investigación " 25 años
de ausencia" y participó en los libros "Damián
Carlos Álvarez Pasión por el libro",
"Insignificancia y autonomía. Debates a partir
de Cornelius Castoriadis" y "Bicentenario de
la Revolución de Mayo y de la Emancipación
Americana".
Para ser un periodista oficialista, sin dejar de autoproclamarse independiente, no se necesita mucho más que repetir como un contestador automático: corrupción, bolsos, pesada herencia, la ruta del dinero K, se robaron todo, matriz corrupta; y algunos nombres como Báez, López, De Vido, Jaime. Con eso alcanza para ser columnista de la prensa escrita; y más aún, para ser panelista. Posiblemente en este último rubro el relator deportivo Paulo Vilouta sea su ejemplo extremo. Si en su especialidad original llegó a confundir un gol de chilena con uno de cabeza (en el partido Racing- Independiente, gol de Lisandro López) uno más de sus reiterados y frecuentes yerros, ello no ha sido obstáculo para que el jurado del Martín Fierro, con la televisación de Canal 13, lo proclame ganador en el rubro mejor relator sobre Víctor Hugo Morales y Gabriel Anello. Es como si se hubiera otorgado el Premio Nacional de Literatura, cuando estaban vivos, a Nené Cascallar sobre Jorge Luis Borges. Cuando Vilouta se sumerge como panelista en el exitoso show farandulesco "Intratables", su vocabulario se reduce casi exclusivamente a la palabra corrupción. Cuando alguien, una especie de "amigo judío" que invita diariamente la producción del programa para demostrar "pluralidad de voces", intenta argumentar contextualizando el tema, Vilouta enriquece su vocabulario con el denuesto "ridículo" y descalifica: "Estas defendiendo a los corruptos". El programa es una cancha inclinada oficialista, y su conductor, el hábil Santiago del Moro, actúa como el árbitro Diego Zeballos, aquel que le permitió a Boca ganar la última Copa Argentina contra Rosario Central, cobrando un penal - exagerando para ser ilustrativo - casi en la mitad de la cancha.
El vocabulario estrecho y primitivo es directamente proporcional a un desierto de ideas reemplazado por slogans de un raquitismo superlativo. Todo ello en un escenario televisivo cuyos dueños son Vila- Manzano. Este último recordado durante el menemismo por la famosa frase que se le atribuye: "Robo para la Corona".-
Más tarde en la Mesa de Alejandro Fantino por el mismo canal, conformada por un grupúsculo de gurkas del neoliberalismo y defensores a ultranza del macrismo, una especie de grupo de tareas de demolición del kirchnerismo, que hacen gárgaras con la palabra corrupción, escuchan embelesados al principal fiscal que es el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo (aquel quien jamás agarró una bandeja) pero que tiene de mozo su amor por las propinas y como político su desparpajo verbal como autodefinirse hace unos cuantos años como "recontra alcahuete de Menem" o su famosa frase que para arreglar el país era necesario "dejar de robar por dos años"-.
Como sucede con suma frecuencia, el presidente de la Corte Suprema de Justicia dela Nación Dr. Ricardo Lorenzetti, con clara intención, de competir en algún momento en la arena política, hizo un llamado a "un nunca más a la corrupción, que existe cuando hay oscuridad" y pidió "una autocrítica a los poderes del Estado". Cuando habla de oscuridad se referirá seguramente a su resistencia a hacer pública las declaraciones juradas de los supremos.
Enrique Santos Discépolo no necesitaría reescribir la amarga letra de Cambalache, porque ahora la televisión le pone imágenes diarias a las dolorosas enumeraciones y descripciones antiguas y nuevas.
Está claro que el objetivo es la defensa de las actuales políticas de colonización con alto grado de corrupción, para atacar las transformaciones del kirchnerismo que estuvieron inficionadas en muchos casos de porcentajes de corrupción.
La corrupción debe ser denunciada en la justicia y esperar sus sentencias, con todas las aprensiones que despierta el Poder Judicial, la última trinchera del poder económico. Sin embargo y para que no quepan dudas, la evaluación histórica del kirchnerismo y del macrismo será determinada por sus políticas públicas y sus resultados y no por sus corrupciones.
A su vez en Clarín del 26 de octubre, el editorialista Ricardo Kirschbaum bajo el título "El antiguo navío de la corrupción" escribió: "Carta Abierta se escurre para no mencionar a los responsables del sistema de corrupción" y en su párrafo final dice: "A pesar de todo, no pudieron con sus barroquismos esquivar mencionar la palabra maldita que lo impregna todo: la corrupción."
Ricardo Kirschbaum, como Eduardo Van Der Kooy, Osvaldo Pepe o Ricardo Roa editorialistas políticos de la nave insignia del multimedios, deberían ser prudentes porque resulta profundamente hipócrita que los gerentes de un prostíbulo hagan campaña en contra de la prostitución.
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