Página/12
miércoles 30 de noviembre de 2016
HOY SE DEFINE SI LA INICIATIVA APROBADA POR EL SENADO SERÁ CONVERTIDA EN LEY
Última jugada por la 'paridad de género'
Distintos bloques de la oposición tratarán de introducir el proyecto en la sesión de este mediodía en la Cámara baja. Por si fracasan, además pidieron una sesión especial para las 15. Desde Cambiemos deslizaron anoche que sería rechazada.
Por Miguel Jorquera
Será el último intento del año para aprobar la paridad de género en las listas de candidatos electorales.
Diputados de los principales bloques opositores solicitaron para hoy – en el último día de sesiones ordinarias del Congreso – una sesión especial para convertir en ley la media sanción del Senado. Por la mañana está prevista la sesión preparatoria para renovar las autoridades de la Cámara baja (donde se ratificaría a las vigentes) y luego una sesión ordinaria con un temario previamente acordado entre oficialismo y oposición. Allí, también se insistirá con la incorporación de la paridad en el temario, para lo que se necesitan dos tercios de los presentes. "Hay un compromiso de todos los bloques opositores de sumar voluntades para tratar una demanda social de las mujeres", dijo a PáginaI12 Cristina Alvarez Rodríguez (FpV-PJ), una de las diputadas que firmaron la convocatoria. Desde Cambiemos deslizaron anoche que por un error "administrativo" el pedido de la sesión especial sería rechazado. En verdad, el oficialismo está tomándose revancha por el freno a la reforma electoral que se produjo en el Senado, aunque hay diputadas del oficialismo dispuestas a acompañar la iniciativa.
Las diputadas que impulsaron la paridad, un tema que cruzó transversalmente a todas las bancadas partidarias, no dan por perdida la batalla e intentarán hoy sortear los obstáculos legislativos para aprobar la ley en una pelea difícil y con final incierto. El pedido de sesión especial para hoy a las 15 horas lleva las rúbricas de Álvarez Rodríguez, Diana Conti, Teresa García y Analía Rach Quiroga (FpV-PJ), Victoria Donda, Federico Masso y Graciela Cousinet (Libres del Sur), Leonardo Grosso (PpV-Movimiento Evita), Mónica Litza y Carla Pitiot (Frente Renovador). Se trata de una convocatoria que comparten otros bloques opositores y que propone transformar en ley la media sanción del Senado.
Los cuatro artículos del proyecto de la senadora sanjuanina Marina Riofrío (FpV-PJ) están en sintonía con la propuesta que elaboraron disputadas de distintos bloques partidarios y que la Cámara baja había incorporado en la reforma electoral. Allí, la paridad de género en el ámbito de la representación política establece que las listas de candidatos de todos los partidos y alianzas electorales deberán intercalar un hombre y una mujer (o a la inversa) para los cargos electorales. Esta demanda fue avalada por todas las fuerzas políticas parlamentarias, aunque tampoco estuvo exenta de debates internos.
El intento será en la sesión especial solicitada para hoy las 15 horas en el último día de sesiones ordinarias del Congreso, ya que el tema no fue incluido por separado entre las prioridades del Gobierno en su llamado a sesiones extraordinarias durante diciembre, donde tuvo que incluir reclamos opositores como el la modificación del Impuesto a las Ganancias y la Emergencia Social.
La Cámara baja tiene prevista una sesión ordinaria a partir del mediodía, con temas acordados sin objeciones ni disidencias. Allí también se propondrá incorporar el tema sobre tablas, para lo que deberán contar con dos tercios de los diputados presentes en la sesión para lograr que la paridad de género forme parte del debate. Una tarea difícil, que en principio tiene el compromiso de los bloques opositores de unir fuerzas y presencias en el recinto para alcanzar el objetivo.
Pero Cambiemos resiste su tratamiento. "En la práctica veo difícil que se trate la paridad en Diputados antes de fin de año. No veo el problema de que se trate en febrero o marzo", sostuvo ayer el diputado Pablo Tonelli, uno de los referentes del macrismo en la Cámara baja, dispuesto a patera para adelante el proyecto.
Aunque también tendrá que lidiar con su propia tropa. No son pocas las diputadas del oficialismo, especialmente en el UCR, que acompañaron el reclamo de la paridad y fueron impulsoras del proyecto.
La negativa oficialista a tratar el tema es la devolución de gentilezas a la bancada de senadores del FpV-PJ, que tras consultar a los gobernadores peronistas le bajaron el pulgar a la reforma electoral y la implementación de la BUE por los cuestionamientos de especialistas informáticos sobre la vulnerabilidad del sistema.
En Diputados, Cambiemos había incorporado la paridad a la reforma electoral como moneda de cambio para su respaldo, algo que logró en la Cámara baja pero no pudo imponer en el Senado, que desdobló los proyectos. La pulseada hoy se trasladará a Diputados.
AMPLÍAN LA DENUNCIA POR LOS CRÍMENES COMETIDOS EN MALVINAS
Nuevas pruebas de torturas
En las Actas de Recepción, documentos secretos de las Fuerzas Armadas desclasificada en abril del año pasado, hay detalles de los tormentos que sufrían los conscriptos por parte de los superiores. Hay tres nuevos acusados.
El Cecim denuncia que los militares llevaron a las islas las mismas prácticas que aplicaban en el continente. (Fuente: DyN)
Por Alejandra Dandan
A casi diez años del comienzo de la causa judicial que busca reconocer los crímenes a los combatientes de Malvinas como crímenes de lesa humanidad, el Centro de Ex Combatientes Malvinas de La Plata presentará una nueva denuncia en el Juzgado Federal de Río Grande a cargo de la instrucción de la causa.
El Cecim va a presentar pruebas contra tres nuevos imputados que se suman a una lista original de otros ocho. Las nuevas pruebas surgieron del análisis de las Actas de Recepción, el último tramo de la documentación secreta de las Fuerzas Armadas sobre Malvinas que fue desclasificada en abril del año pasado. El Cecim considera que existe material suficiente para que fiscalía y juzgado avancen en los pedidos de indagatoria todavía pendientes de quienes llevaron a las islas las mismas prácticas represivas que en los centros clandestinos del continente. Entre los imputados está Eduardo Flores Arduino, uno de los primeros oficiales denunciados por torturas y discriminación a un soldado judío.
"Estamos pidiendo que la justicia llame a declarar a los que torturaron a los soldados", dice a PáginaI12, Ernesto Alonso, secretario de Relaciones Institucionales del Cecim. "La presentación busca que el Poder Judicial no dilate más la investigación de hechos ocurridos durante la guerra de Malvinas, mientras regía el imperio de un gobierno de facto que aplicó un plan sistemático de exterminio violando los derechos humanos y trasladando su accionar delictivo y genocida a Malvinas", explica. "Las secuelas sufridas por los ex soldados conscriptos fueron y son, hasta el día de hoy, producto de experiencia bélica, de haber sido víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, y de las sucesivas dilaciones judiciales que se traducen en nuevas vulneraciones de derechos fundamentales, como la posibilidad concreta y efectiva de acceder a la Justicia."
Las presentaciones se harán ante el juez federal Federico Calvete, a cargo de modo subrogante de la causa principal conocida como "Pierre Pedro Valentín y otro s/ delito de acción pública", el nombre de uno de los primeros represores denunciados.
Esta causa se inició en 2007 por una denuncia del abogado Pablo Vassel, entonces secretario de derechos humanos de Corrientes. A esa presentación original se sumaron nuevas víctimas que en la actualidad suman 120 casos. Luego del traspié de la Corte Suprema de Justicia, que resolvió que la causa no podía ser encuadrada bajo la figura de delito de lesa humanidad, la misma Corte dejó abierta una puerta al entender que la resolución alcanzaba a los hechos hasta allí analizados pero podían presentarse otros nuevos. Eso dio pie a la desclasificación de los archivos pendientes sobre Malvinas, realizada el 1 de abril de 2015 por Cristina Fernández de Kirchner, entre los cuales estaban las Actas de Recepción. La primera parte del material probatorio que surgió de las Actas se presentó en el juzgado de Río Grande en octubre del año pasado. Y luego de un año sin ningún movimiento, el Cecim avanza ahora con esta nueva presentación.
Las actas muestran las denuncias que los soldados conscriptos realizaron entre 1982 y 1984, cuando regresaron de las islas. Contienen detalles y características de los confinamientos y tormentos que la propios militares les realizaron y que a poco de analizarlas la dictadura se encargó de ocultar durante años. Entre la documentación desclasificada se encontró una carta de Cristino Nicolaides en la que dispuso que las denuncias debían ser tomadas solo como cuestiones disciplinarias para evitar que trascendieran y terminaran impulsando causas penales. Entre el material hay miles de expedientes, actas y actuaciones de justicia militar que describen las torturas y tratos inhumanos que sufrieron los soldados a manos de los propios militares argentinos.
Hay casos de soldados que sufrieron estaqueamineto, enterramiento, introducción de pies y manos en charcos de agua congelada. También de quienes debieron sufrir la amputación de parte de su cuerpo debido a lo irreversible del daño causado. "Los castigos inhumanos que propiciaba la superioridad contra la tropa se realizaron, en la mayoría de los casos, por situaciones famélicas digitadas por los cuadros de mando, y padecidas por los soldados. Durante la guerra de Malvinas, las Fuerzas Armadas dieron más valor a la vida de una oveja que a la de un soldado. Las muertes por desnutrición así lo demuestran", señalaron desde el Cecim.
Desde el equipo Jurídico del Cecim La Plata, los abogados Jerónimo Guerrero Iraola y Laurentina Alonso aseguraron que "la información confirma que nos encontramos en presencia de una megacausa por violación a los derechos humanos y que las pruebas que surgen son irrefutables, por tratarse de documentos oficiales".
El año próximo se cumplirán 35 años del conflicto de Malvinas y 10 años del inicio de la causa. "Es necesario una reparación para quienes defendieron la soberanía en 1982 siendo jóvenes conscriptos, con un proceso judicial que investigue los graves hechos denunciados que no pueden quedar en la impunidad, los argentinos deben saber qué pasó con sus soldados en Malvinas", explicó Alonso.
OPINIÓN
La guerra y la paz
Ante los cambios geopolíticos que promete la elección de Trump en Estados Unidos, Horacio González plantea la necesidad de elaborar un pensamiento popular sobre el Imperio y, para alimentarlo, ensaya una genealogía nacional de las doctrinas pacifistas.
Por Horacio González
Esta dialéctica nunca ha cesado, Tolstoi la ha cultivado como ninguno, también Louis Ferdinand Céline, Stendhal, Barbusse y desde luego, dos manifestaciones novelísticas contemporáneas de brillo inesperado, Las Benévolas de Jonathan Liddel y Vida y destino de Vasili Grossman, que tienen como centro la batalla de Stalingrado y el estudio de las grandes burocracias militares alemanas y rusas imbuidas de la ideologías de formidables maquinarias de acero y de destrucción de personas. La historia de la humanidad puede seguirse con una escéptica intercalación en la que períodos de guerra suceden a períodos de paz, en un ciclo que promete retroalimentaciones incesantes. El pacifista interviene como un tercero excluido, pero su intervención siempre parece ingenua. Las doctrinas pacifistas no parecen tener el brillo de la guerra, con sus tormentosos gritos y su aire perseverante de tragedia.
Ahora bien, ya no nos podemos permitir – en vista de las elecciones norteamericanas – permanecer sin visiones profundas y a la vez no simplistas, de lo que podría ser un foco del pensamiento humanístico sobre el Imperio – cuestión no menos tensa que necesaria – y en torno consiguientemente de la paz en el mundo. Lo que daríamos en llamar el pensamiento popular y de los movimientos sociales argentinos tiene muchos abastecimientos intelectuales sobre asunto tan crucial. Ninguno de los contendientes electorales de los EE.UU. garantizaba, cada uno a su manera, el cese mundial de las hostilidades. Un trasfondo de Apocalypse now rondaba y ronda por las dos grandes fracciones que confrontaron voto a voto en el seno profundo del enigmático pueblo al que le hablaron de "destino manifiesto", y que ahora eligió uno que lo acerca a un abismo moral indescifrable.
Es seguro que nuestro país necesita entonces un elenco de revisionismos históricos de otro cuño, para revelar en sus cartílagos de la memoria, los accesos vitales al pacifismo fundamentado pero conocedor de las raíces sociales y tecnológicas de la guerra. Un punto de partida aceptado por todos puede ser El crimen de la guerra, de Alberdi, escrito al comenzar la guerra Franco-Prusiana y la luz de la que se llevó contra el Paraguay. Lectura favorita de los socialistas, prima en este gran escrito una interpretación candorosa, la generalización del comercio mundial sustituye a la guerra. En verdad, la guerra es continuación de la política y el comercio, así como a la inversa, una matriz soterrada de raíz bélica reconstituye el conjunto de las acciones financieras y comunicacionales de un país. Eso dicen los estudios contemporáneos, desde Clausewitz y su reverso complementario Foucault. Alberdi no lo sabe ni le interesa, y si bien era posible pedirle más, su paso inexperto no deja de proponernos útiles enseñanzas. Puede ser cuestionable por creer que los intercambios comerciales sustituirán la guerra y que dos o tres cables submarinos valían más que cualquier campaña militar. Podría ser así, pero el autor de El crimen de la guerra despoja a esas tecnologías de cualquier compromiso con eventos bélicos, imagina canales de Suez meramente saintsimonianos o proudhonianos, sin atreverse a verlos como objetos de geopolíticas y mapamundis de guerra.
Pero es el primer libro argentino que consagra una visión de lo que luego – con palabra irrisoria – se llamaría globalización. Alberdi es un estudioso del derecho de gentes, adverso a las doctrinas del holandés Grocio que en su obra Sobre el derecho de la guerra y la paz abandona la idea de guerra justa a la que ve como un acto inevitable más allá de su justicia. "Justus hostis", dirá, considerando que los enemigos tienen asentados los mismos derechos, de lo que se desprende un derecho de guerra, más un cierto y relativo humanitarismo en los campos de batalla. Alberdi ronda en cambio sobre la idea de paz perpetua, basada en el flujo planetario de mercancías, y sin desconocer a Kant, le atribuye – correctamente – ese concepto al abate de Saint-Pierre. Este intelectual jesuita se inspira en los tratados de Utrecht de 1712, específicos en torno a las guerras de sucesión en España, pero también con fuerte repercusión en América.
La clave en la que se fija Alberdi para denostar al guerrero son las ideas que percibe como desaconsejables, de gloria o heroísmo militar. Prefiere los héroes comerciales o los técnicos industrialistas. Elige especialmente al ingeniero norteamericano Weelwright, constructor de ferrovías argentinas. Como desprendimiento de sus afanes juveniles para considerar la moda, condena Alberdi el signo mayor de la fisiognómica militar, el bigote. No escatima recelos hacia San Martín, relativizando sus aciertos militares, aunque después tendrá actitudes más conciliadoras.
Actúa Alberdi en el sentido contrario al general historiador Mitre. Con Alberdi comienza un anticipo de la Argentina en el camino sistematizado de su destino liberal atlántico, ligada a Gran Bretaña, pero esta idea que mutará luego en el fallido concepto de "globalización" señalaría otra forma de su destino, una paz que exige acuerdos entre naciones, y una coligación entre ellas para conjurar los aprestos bélicos.
El neutralismo ante las guerras mundiales es el próximo capítulo de debate. A diferencia de Lugones, Manuel Ugarte será "neutralista" en la Gran Guerra. Lugones en cambio expresará en Mi beligerancia (1917) su posición aliadófila inmersa en una indagación como las que ya había practicado en sus análisis de mitologías paganas y del mundo helenístico: el "pangermanismo" sería heredero del "dogma de obediencia" de origen asiático, mientras que las naciones latinas y sajonas, herederas del gran paganismo, se debaten en el drama de preservar sus fibras de libertad laica y mistérica, siempre acechadas por el asiatismo que penetra por doquier.
Otros nombres deben ser mencionados, pues hacen a los territorios más visibles en que se mueve la vida intelectual argentina: también Ricardo Rojas e Ingenieros, entre los más notorios, son los agitadores del clima antigermanista. El neutralismo de Ugarte, que se mantiene firme a pesar del hundimiento de navíos argentinos por submarinos alemanes – como se sabe, Yrigoyen lo mantiene con una esforzada diplomacia y una visión realista de las estructuras económicas heredadas – le devora porciones vastas de su popularidad de tribuno. Pero insistirá en que las posiciones políticas provienen de los hechos, y el hecho fundamental que lo guía es la existencia de poderes internacionales – dos formas de la revolución, el fascismo y el comunismo – frente a las cuales no hay que elegir. Ugarte tomará lo que él mismo denomina "el camino de la izquierda", pero preservando un "núcleo superior", así lo denomina, que vendría a ser la integridad de los espacios nacionales latinoamericanos, que no logran encontrar su camino autonomista. Izquierda, sí, pero bajo un prisma que la antecede, le da vida y en última instancia la justifica: la nación.
Macedonio Fernández deja una aguda e irónica observación antibelicista en 1914, al igual que José Ingenieros. La de Macedonio dice: "Si esta Gran Guerra era indispensable para acabar con la civilización, alabada sea, pues las hermosuras del mar, del bosque, de la olorosa tierra esperan cariñosas, después que desde siglos las abandonamos por esta civilización del ladrillo, de los purgantes, del maloliente derecho pleitado de papel y tinta, del do ut des, del contractualismo miserable, del espantoso 'entierro' por la espantosa Compañía de Pompas Fúnebres". Macedonio es un anarquista spenceriano, un individualista civilmente desobediente, a la Thoreau.
En 1947, el sugestivo y contradictorio filósofo Carlos Astrada, amigo de Macedonio, pero entonces de credo más estatalista y dialéctico, pronuncia una conferencia en la Escuela de Guerra Naval ante un auditorio de oficiales de la Marina argentina. La titula "Sociología de la guerra, filosofía de la paz". El texto de Astrada está inmerso en el contorno de asuntos que agita el primer gobierno de Perón y se edita en la forma de un folleto que lleva el escudo de la Universidad de Buenos Aires, de cuyo Instituto de Filosofía el mismo Astrada era director. No podemos pasar por alto la necesaria observación sobre la extrañeza y excepcionalidad de esta situación. Simplemente, no existen en la Argentina las piezas oratorias que, dirigidas hacia las Fuerzas Armadas, tengan el patrocinio de un ámbito ligado la universidad. Carlos Astrada, según su modo habitual, no escatima citas sapientes para abonar su tesis de mantener una paz fecunda, no instrumental y civilizatoria, presentada como una tarea nacional inexcusable. Luego de elogiar la tarea del ejército, dedicando párrafos entusiastas a la Campaña del Desierto – "hasta el último fortín llevó el espíritu de las instituciones" – convoca a una batalla "por la conquista de la frontera marítima", que menciona con una metáfora, la "pampa oceánica", para anexarla así al conjunto de su metafísica del impulso ontológico pampeano. Luego, en uno de sus tantos virajes, condenará la Campaña del Desierto.
Sin duda, el filósofo está hablando desde la oscura densidad del Estado, donde cree poder percibir necesidades y tareas, comenzando por la de él mismo, perorándoles a las armas y vinculando la función filosófica a la identificación de "un destino para nuestra vocación de grandeza histórica". ¿Y qué escuchan esos marinos en relación con el tema de la guerra, en medio de citas de William James, Aristóteles, Kant, Spencer, Max Scheler y Marx?
En primer lugar, el razonamiento que acentúa la envergadura del "genio del corazón" frente al héroe militar, "que no está dicho que sea el más alto modelo para el hombre". En segundo lugar, que al no estar la guerra en la esencia de la naturaleza humana, la "paz perpetua es verosímil", aunque ello no suponga defender un pacifismo spenceriano, mera mercancía mercantilista, positivista, utilitaria y librecambista. Por lo tanto, no paz burguesa pues ella reduce a factores económicos el hecho bélico, error que asimismo envuelve a los marxistas. Carlos Astrada, como si el tiempo fuese una alfombra que de repente se retira de esos discursos que parecían tan bien abotinados, queda ahora solo con sus palabras sobre la paz perpetua acompañado con un dejo de "realismo prusiano", como autor de uno de los pocos documentos dirigidos a las Fuerzas Armadas argentinas que gozan del sello reglamentario de otra institución de la esfera estatal, la universidad pública.
Si en ese año de 1947 Carlos Astrada había concurrido como conferenciante a una escuela militar es porque había ido allí en nombre de la filosofía. No para hablar de revoluciones que contarían como aliado a un seleccionado grupo militar dispuesto a sofrenar imperialismos y oligarquías – de hecho, les hablaba a los futuros golpistas del 55 – sino para barnizar con una reinterpretación del humanismo kantiano el conjunto de las posibilidades que ya percibía potencialmente incluidas en la vida estatal del momento, tal como ella manifestaba sus anuncios de soberanía. El tema de Astrada no es la revolución nacional – expresión que ya circulaba en la política argentina , sino una reflexión scheleriana, sobre valores afectados por el nuevo modo tecnológico e imperialista de las guerras, que lo eran de exterminio y de conquista de mercados, según el concepto de "movilización total", que Astrada critica pues ya lo ha leído en Jünger. Sin embargo, podía considerárselo una crítica por elevación a Perón, que poco tiempo antes, en un foro universitario, en la Universidad de La Plata, año 1944, había relacionado la defensa nacional al dominio de las potencialidades industriales internas y a la movilización entera de los "recursos estratégicos de la nación".
En el anecdotario de Perón existe la chanza del "león herbívoro", que no pudo cumplir con pertinencia final, pero que revelaba tamabién que su formación clausewiztiana suponía discursividades específicas, batallas simbólicas y ataques metafóricos. Su idea de la movilización, que había virado hacia lo social, era cuestionada sin embargo por Astrada, como un injerto militarismo en el cuerpo de las acciones colectivas de justicia.
De este modo, el coronel hablaba de su tema – del cual durante no pocos años había sido profesor –mientras que el profesor de filosofía retomaba la cuestión del discurso de la guerra. Ponía sobre él, con cierto regusto del Alberdi de la "conquista filosófica de la conciencia nacional", por entonces un joven herderiano, aunque también del Lugones de 1913, la imaginaria y afectada superioridad del filósofo o del poeta que razonan a la altura del logos universal. Cree Astrada que en el futuro las guerras serán "guerras de raza" – entre la raza blanca y la amarilla, o entre la negra y la blanca – o, si no, en lo que sería la manifestación más inquietante de un nuevo horizonte bélico de la humanidad, "guerras de clases a empeñarse entre el comunismo euroasiático y el capitalismo occidental representado hoy por los núcleos plutocráticos extra-europeos".
Luego de descartar otras formas de pacifismo que encubren, de manera diversa, intereses particularistas no declarados, Astrada invoca a la doctrina estoica, la Stoa, que alude al entendimiento entre todas las esferas culturales de las diversas regiones del orbe, aunque estos pensamientos suenan bellos pero ineficaces, por abandonar los complejos intereses que en definitiva provocan las conflagraciones. Por eso, se le ocurre presentar la posibilidad de un nuevo pacifismo que recoja el ideal de la "paz perpetua", pero que sea capaz de complementarlo con una visión "realista" de las fuerzas mundiales. Se correspondería entonces "con la posición de la República Argentina en un mundo desgarrado y convulso".
Y así, empalmando con la doctrina estatal exhibida por el cuerpo doctrinario oficial de aquellos años, Astrada descarta y alega: "No lucha de clases ni pugna suicida de dos imperialismos, sino la tercera posición, cifrada en la convivencia justa de las clases y conciliación, si no renuncia, de los intereses y aspiraciones hegemónicos". Juzga que ésta es una "verdad argentina, nacida de las entrañas del alma argentina" y termina citando a La Eneida: "¿A qué conducen tan grandes luchas, por qué no concertar la paz?" Pues bien. ¿No es momento de revisar y poner en orden estos viejos papeles – hay muchos más, Scalabrini, Drago, el yrigoyenismo clásico – ahora que el mundo oferta nuevas dimensiones belicistas, donde el cerco a la movilidad de las personas, las etnias y las comunidades errantes llegó a ser considerado casus belli?
OPINIÓN
La doble moral de Occidente
Por Eduardo Febbro
Desde París
El espectro de la moral política se despertó de golpe en la conciencia de los dirigentes de este mundo.
Excepto uno de ellos, el primer ministro Griego Alexis Tsipras, ninguno de los jefes de Estado o de Gobierno de Occidente acude a los funerales de Fidel Castro. Tampoco lo hará el hombre que, poco a poco, ha ido ganando batalla tras batalla en su pugna con las potencias: el presidente ruso Vladimir Putin. La retórica común de los europeos consiste en decir que "ni la democracia, ni los derechos humanos, ni la libertad de expresión formaban parte de las ideas de Fidel Castro" (Steffen Seibert, portavoz de Angela Merkel).
Jamás les importó desplegar alfombras de terciopelo para que los peores tiranos del planeta caminaran sobre ellas cuando venían a las capitales de Occidente a firmar frondosos contratos para comprar armas. Cuba fue y será una excepción. El presidente francés, François Hollande, la canciller alemana Angela Merkel, la primera ministra británica Theresa May o el mismo Barack Obama, artífice del proceso de normalización con Cuba, ninguno de ellos, entre tantos otros, se desplazó a La Habana.
Lo que ellos llaman "la herencia" de Fidel les provoca una crisis moral sin precedentes. Nunca se los vio tan irrevocablemente unidos y éticos ante la desaparición de un hombre que encarna, para ellos, la negación de la democracia liberal. Nunca antes les tembló la conciencia cuando pactaban contratos con algunos de los países árabes que se levantaron en 2011durante la Primavera Arabe.
Sea el tirano corrupto que gobernó Túnez, Zine el-Abidine Ben Ali, durante un cuarto de siglo, el Egipto de Hosni Mubarak o el "nuevo" Egipto de la restauración ultraconservadora gobernado por el represor Fattah al-Sissi (general) desde 2014, cuando terminó de decapitar a los herederos de la Plaza Tahrir y luego apoyó el golpe de Estado (9 de julio de 2013) contra el presidente electo y líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi. Fattah al-Sissi fue recibido con honores de demócrata o lo visitaron con parodias respetuosas y delegaciones de mercaderes de armas que firmaron con esas dictaduras contratos por miles de millones de euros: barcos de guerra, aviones de combate, satélites de comunicaciones militares, helicópteros, tanques. Airbus Space Systems, Thales Alenia Space, DCNS, Dassault Aviation, HDW, TKMS (ThyssenKrupp Marine Systems) (Alemania), Lockheed Martin (USA), estos mastodontes de la industria armamentistas hacen sus mejores negocios con las tiranías del planeta. Los millones y las armas lavan la sangre que derraman los pueblos y sirven de coartada del olvido.
Con Cuba y Fidel han construido una retórica de "excepcionalidad democrática" para justificar su ausencia.
Han sido, al final, muy poco generosos con un enemigo indomable que les levantó a los pueblos durante décadas. Su mediocridad y su falta de inspiración son un retrato elocuente de las democracias liberales en estado de Zombi (Frédéric Lordon, economista francés) que ellos representan. La misma pequeñez disfrazada de inteligencia han manifestado los ciudadanos de la República Plumífera Pluridisciplinaria, RPP:intelectuales, analistas, escritores, filósofos, novelistas, sociólogos, historiadores, editorialistas. Todo un pelotón de sepultureros que se lanzaron sobre el cadáver de Fidel para liquidar su herencia o sus actos.
Dignos delegados del pensamiento más actual, el pensamiento halo, aquel que sólo ve lo que brilla, metodología fría y reductora hecha de artimañas verbales ingeniosas, heredero de otras cuatro evoluciones hacia debajo de la reflexión:el pensamiento MP3, el pensamiento ZIP y RAR, todo comprimido, sin elegancia ni honestidad. Son demasiado jóvenes para conocer las sutilezas y exactitudes de la historia, o demasiado ancianos para tener buena memoria. Han enterrado a Fidel en las páginas de El País, Le Monde o Le Nouvel Observateur con una consigna ridícula como timón: "el Siglo XX está definitivamente detrás de nosotros", escribe en el Nouvel Observateur uno de los biógrafos franceses de Fidel (casi lo mismo tituló El País en España), Serge Raffy. ¡Qué pena que no sea cierto !. Si así fuera, la humanidad hubiese dejado atrás las guerras, la explotación, el hambre que se lleva millones de vidas por año, la miseria, las enfermedades, las epidemias, las tiranías o las catástrofes naturales. La gran mayoría de los sepultureros retóricos conoce muy poco Cuba – tal vez sus playas – jamás habló con Fidel o permaneció el tiempo suficiente en la Isla para, al menos, sembrar la legitimidad debida.
Se despachan contra "el tirano grotesco" con una fuerza moral que no hace sino dejar al desnudo la debilidad y el oportunismo:no los vemos escribir contra el genocidio en Alepo, los bombardeos rusos, sirios y occidentales sobre poblaciones que mueren cada día a fuego lento. Cuba y Fidel se volvieron de pronto el territorio donde es posible ejercer de profesor de ética y democracia mientras se olvida la depredación zombi que la democracia liberal lleva a cabo en casi todo el planeta.
La infinita geometría variable de los valores y las relaciones internacionales se escenifica aquí con una transparencia implacable. Los muertos no se defienden, la exposición límpida de la complejidad requiere demasiado esfuerzo mental, una isla pequeña, maltratada, asediada y castigada se torna de pronto el fantasma global del mal ejemplo y un hombre que le dio conciencia y capacidad de acción a millones de personas en el mundo se vuelve el mal encarnado, el déspota de su pueblo y el de los sueños y las esperanzas. Fidel sobrevivió a muchas contingencias. Su vida se extendió hasta llegar al siglo XXI. Habrá en su entierro menos líderes de lo que él, como aliado o adversario, se merece.
Tal vez la muerte contenga un suspiro de alegría final. No sabemos. Si así fuera, Fidel habrá podido festejar la más intima, fabulosa y espectacular de las victorias, incluso si él no participó en la confrontación: ser testigo de cómo su peor enemigo, el imperio norteamericano, se destruía a si mismo, se autodegradaba, se rebajaba hasta niveles tan patéticos que supo elegir a un grosero, racista y evasor de impuestos como presidente. Donald Trump ha sido el último regalo que Fidel recibió de Occidente. Qué importa ahora que sus líderes se hayan negado a estar presentes en el último adiós. Comandante, lo mejor está por comenzar.
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