miércoles, 16 de noviembre de 2016

“Más fuerza entre nosotras”

Página/12

miércoles 16 de noviembre de 2016



PREMIO KONEX DE PLATINO PARA EVA GIBERTI EN ESTUDIOS DE GÉNERO




"Más fuerza entre nosotras"




Doctora en Psicología, trabajadora social, psicoanalista, Giberti fue pionera en la divulgación a grandes públicos de los temas de género. Fue maestra de generaciones de mujeres. "Este premio hay que compartirlo con todas las mujeres que están luchando", dijo a PáginaI12.


Eva Giberti, en la ceremonia de la premiación, ayer en Ciudad Konex. 



"Este premio hay que compartirlo con todas las mujeres que están luchando", dice Eva Giberti a PáginaI12. Se refiere al Konex de Platino que recibió anoche y que la distinguió entre las trayectorias más significativas de la última década de las Humanidades Argentinas. En su caso, en el campo de los Estudios de Género. "Es simbólico", dice a los 87 años, y reconoce a las que la precedieron en el activismo por los derechos de las mujeres, entre ellas dos históricas feministas, Lucrecia Oller y Blanquita Ibarlucía, quien falleció el año pasado, y a su gran maestra, Alicia Moreau de Justo. "Ella merecería todos los premios por las luchas que tuvo", apunta, con emoción y es toda una declaración de principios. Doctora en Psicología, trabajadora social, psicoanalista, Giberti fue pionera en la divulgación a grandes públicos de los temas de género y se convirtió en maestra de generaciones de mujeres: "Empecé a escribir en el '56, con artículos sobre educación de las niñas en distintas revistas", recuerda. En 1961 iniciaría esa colección emblemática que fue Escuela para Padres, que llegó a publicar 30 ediciones. Sus textos rompían moldes, abrían cabezas. Y lo siguen haciendo. Uno de sus artículos, publicado en los años '60 bajo el título "La virginidad es un estado del alma" en la revista femenina Damas y damitas, incomodó tanto a ciertas mentes retrógradas que fue censurado: "El intendente de entonces mandó a secuestrar todos los ejemplares de los kioscos", cuenta, casi divertida. Lo inconveniente era que daba argumentos sobre el derecho a la sexualidad de las jóvenes. Entre sus orgullos, se destaca la creación de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata en el año 2008, en el ámbito de la Secretaría de Derechos Humanos, pocos meses después de la tipificación de ese delito por el Congreso.

– ¿Qué la empujó a escribir sobre temáticas de género? – le preguntó ayer este diario.
– La injusticia, el autoritarismo, el machismo. Escuela para Padres está inspirado en el autoritarismo de los padres, después me motivó el autoritarismo de los varones – cuenta Giberti, autora de numerosos libros y artículos en distintos medios, entre ellos, PáginaI12, donde se reeditó y actualizó su Escuela para Padres.
Durante la última dictadura militar, Giberti coordinó en su casa grupos de estudio, lectura y reflexión. En la gestión alfonsinista, fue convocada junto a otras referentes de distintos ámbitos, como asesora por la reconocida Zita Montes de Oca, entonces subsecretaria de la Mujer. Fue su primera aproximación a la función pública. Más tarde la desempeñaría durante la gestión de Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, cuando María Elena Naddeo, entonces al frente del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la llamó como consultora y a la vez, para que se hiciera cargo del Registro Unico de Aspirantes a Guardas con fines adoptivos. La adopción ha sido otro de sus grandes temas. Entre otros recorridos, Giberti fue docente de la UBA en la Especialización de Posgrado en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología. Y en los últimos años capacitó y formó a efectivos de fuerzas de seguridad en la temática, además de dar charlas y conferencias en ámbitos académicos y comunitarios.
Su primer acercamiento a víctimas de violencia machista, recuerda, fue a poco de recibirse de asistente social. No tenía 30 años. "Yo trabajaba en el Ministerio de Asistencia Social, era el gobierno de Frondizi. A las mujeres se las seguía, para ver cómo estaban, qué necesitaban. Eso se tendría que hacer ahora. Vemos todos los días cómo retiran las denuncias, retroceden, porque no se sienten seguras con el después", dice con mirada critica.

– ¿Qué más habría que hacer?
– Más difusión, más marchas, más fuerza entre nosotras.
– Parecieran imparables los femicidios. Hay quienes hablan de un efecto de imitación.
– Los vimos con el caso de Wanda Taddei: después de que muriera como consecuencia de las quemaduras que le causó su esposo, aparecieron nuevos incineramientos, otros sujetos se inspiraron. Creo que los femicidas se inspiran. Cuanto más marchas, más crecidas nosotras, hay una exacerbación del deseo de matar que está en cada persona – como decía Freud – y está fogoneado culturalmente.



Los otros premiados con el Platino
La Fundación Konex entregó ayer 21 premios Platino, elegidos ente los quintetos en veinte disciplinas, que distinguieron a 100 personalidades más destacadas de la última década en las Humanidades Argentinas. Fue la primera vez que se incluyeron los Estudios de Género. El Konex de Brillante fue compartido por la jurista mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci y José Emilio Burucúa, de las academias nacionales de Bellas Artes y de Historia.
Además de Eva Giberti y Kemelmajer, también fueron distinguidas otras mujeres: Ana María Fernández en Psicología: Mónica Pinto, decana de la Facultad de Derecho de la UBA, en Derecho Procesal, Internacional y de la Integración, que lo compartió con Roland Arazi; Maristella Svampa en Sociología, Rosana Guber en Arqueología y Antropología; en Teoría Lingüística y Literaria, Josefina Ludmer; Virgina Ungar en Psicoanálisis, y Diana Cohen Agrest, en Ética.
Los demás ganadores fueron: en Filosofía, Mario Caimi; en Lógica y Filosofía de la Ciencia, Ricardo Gómez y Oscar Nudler; en Estética, Teoría e Historia del Arte, José Emilio Burucúa; en Educación, Juan Carlos Tedesco; en Ciencias Políticas, Vicente Palermo; en Teoría y Filosofía del Derecho, Eugenio Bulygin; en Derecho Comercial y Laboral, Héctor Alegría; en Derecho Constitucional, Horacio Rosatti, en  Derecho Administrativo, Tributario y Penal, Carlos F. Balbín; en Teoría Económica, Pablo Andrés Neumeyer; en Análisis Económico Aplicado, Fernando H. Navajas; en Desarrollo Económico, Leonardo Gasparini y Pablo Gerchunoff.



















OPINIÓN


No perdonan ni a la madre




Por       Luis Bruschtein



El fiasco de la política económica dejó al gobierno de Mauricio Macri con apenas dos herramientas fuertes para mantenerse a flote y ganar tiempo: tomar deuda y atacar a Cristina Kirchner, apostar a la dispersión del peronismo a partir del desgaste de la ex presidenta. Tras casi un año de gobierno conservador, es casi una regla: cada vez que se incrementa esta campaña es porque le va mal al oficialismo. 

Comienza un año electoral, con elecciones de medio término, y en el cuadro de situación que se le presenta a Cambiemos, solamente pintan bien en Mendoza y la CABA. En Santa Fe el PJ disputará fuerte con el socialismo y Córdoba mantendrá la hegemonía del gobernador Juan Schiaretti.  La provincia de Buenos Aires tendrá un peso decisivo. El juego de alianzas que le ha permitido sacar sus leyes principales al oficialismo dependerá del resultado bonaerense. Es un distrito donde muy posiblemente juegue la ex presidenta a quien todas las encuestas le asignan un caudal importante de partida, sin siquiera haber hecho campaña y tras meses de una demoledora cruzada mediática en su contra y decenas de acciones judiciales de dudosa justificación. Para el oficialismo es importante descabezar cualquier lista relacionada con Cristina Kirchner porque es el único sector que actuó como oposición real. En cambio, el otro jugador de peso, Sergio Massa, mostró más disposición a negociar con la estrategia de mostrarse razonable para darle gobernabilidad al nuevo gobierno con quien disputa una porción de su base electoral.    

"La abuela, las hijas, el yerno, los nietos, todos los Kirchner denunciados ante la Justicia", fue el título del portal de Clarín. Podría haber sido la tapa de la revista Barcelona. Es como una broma. Por sí solo ese enunciado pone en evidencia un hecho de persecución. Un título tan descarnado sugiere impunidad del que lo publica. La investigación periodística que la sostiene es penosa, está forzada para destacar la participación de la madre de Cristina, que simplemente fue "síndica adjunta" en una cooperativa de trabajadores. Si se lee con cierta inteligencia, resulta que el título denuncia la persecución a una familia y el texto termina por resaltar la vida sencilla y sindical que tuvo la señora Ofelia Wilhelm, hincha fanática de Gimnasia y Esgrima de La Plata, famosa porque solía alentar en las prácticas a los jugadores desde atrás del alambrado. El periodista, embarcado en el esfuerzo de embarrar a la señora Ofelia, termina por describirla simpática y a la familia Kirchner como víctima de ofensas y persecuciones.

Ante la agresión a su madre y su familia, Cristina Kirchner reaccionó con energía. Simplemente contrastó a una mujer trabajadora, que vivió siempre en la misma  casa en un barrio de clase media de las afueras de La Plata, con la opulencia y los grandes negociados de la familia Macri. Nadie ha podido comprobar hasta ahora la famosa ruta del dinero k, pero existen 241 denuncias contra el presidente Macri, diez cuentas y empresas off-shore en Panamá y Bahamas y una turbia historia de enriquecimiento familiar como proveedores del Estado, sobre todo durante la dictadura. 

El cuadro se cierra con el fiscal Guillermo Marijuán, que se hizo famoso por las grandes excavadoras con que agujereó el desierto sureño sin que pudiera encontrar el tesoro k que había anunciado a los cuatro vientos. Fracasó en su empeño, pero igual se hizo famoso. A todo el mundo le quedó grabada esa imagen absurda de un tipito haciendo agujeros en la Patagonia para buscar un tesoro enterrado. En el mismo momento en que Elisa Carrió tomaba la denuncia forzada contra la madre de Cristina Kirchner, Marijuan presentó una denuncia contra 52 universidades nacionales, por el dinero que recibieron del gobierno kirchnerista. La acusación de corrupción a 52 universidades es otra desmesura a la que solamente puede darle crédito una mentalidad incondicional. No resiste la más mínima mirada crítica y solamente se puede interpretar como parte del mismo ánimo persecutorio contra una fuerza política. Las investigaciones sobre las que se apoyan estas denuncias parecen más bien carpetazos de los servicios de inteligencia para generar un impacto mediático.

Carrió, que se proyecta como una posible candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires por Cambiemos, y Marijuán, que más de una vez se ha exhibido con dirigentes del massismo, tomaron de Clarín el material para sus denuncias judiciales. El multimedia baja línea en el marco de una disputa entre Cambiemos y el massismo – que llevaría de candidata a Margarita Stolbizer – por la base electoral bonaerense más conservadora y antiperonista que ambos ya han compartido en las presidenciales. Carrió y Stolbizer disputan los mismos votos y usan el denuncismo anti k como argumento exclusivo de sus campañas. La noche antes de denunciar a la madre de Cristina Kirchner, Carrió se reunió con Mauricio Macri. Al presidente le interesa por supuesto la campaña bonaerense, pero también le importa desviar la atención hacia la supuesta corrupción k para atenuar el malestar que se extiende en la provincia por la situación económica.

























OPINIÓN


Cambiaron



Por       Jorge Halperín



Para pensar la "foto" de noviembre de 2016 podríamos forzar un poco la realidad y decir que probablemente el país sigue dividido en dos grandes universos sociales, o por lo menos simbólicos, sobre cuya cohesión y tamaño nos estamos preguntando a casi un año del ballotage.

Y "el 49 por ciento" (apenas un poco menos enigmático que "el 51") tal vez esté sumergido en la perplejidad: las cosas fueron mucho más allá de lo que temíamos.

Si me apuran, durante la campaña electoral de 2015 pensé que exagerábamos un poco cuando alertábamos contra los peligros del macrismo en el poder.

Primero, porque francamente no creía posible un triunfo de Macri. La derecha nunca había llegado por las urnas, y menos que menos esta derecha vecinal, capitalina, que carecía de estructuras propias en el resto del país y, sobre todo, en la estratégica provincia de Buenos Aires, la que define la elección.

Aunque admito que me inquietaban los altos números que las encuestas adjudicaban a Macri. Pero tenía el recurso a mano de pensar que las encuestas no son muy confiables y que la han pifiado más de una vez.
No, no había forma de que Isidoro Cañones, tan porteño, tan indiferente al Interior, cautivara a las provincias.

Estaba claro que los grandes centros urbanos eran bien hostiles al kirchnerismo, pero en la presidencial de 2011 no alcanzaron para frenarlo. Intimamente, yo alertaba contra la derecha del PRO porque la derecha nunca les conviene a los trabajadores y a las mayorías. Incluso, me decía, en el muy hipotético caso de que llegaran al poder no se atreverían a atropellar los grandes logros de la década ganada porque para ellos sería un suicidio político.

Aún con la indefendible gestión del PRO en CABA en estos 8 años, creo que era imposible avizorar una derecha tan brutal como la que gobierna el país. 

Ahora, ¿por qué seguir fastidiándose con los "errores de cálculo" un año después de que el país cambiara de mando? Porque  creo que hay algo que no se entiende del presente.

En CABA habían aumentado aceleradamente los impuestos, sí, y mutiplicado el endeudamiento de la ciudad por cuatro. Reprimieron con dureza en algunos episodios. Incumplieron promesas como los diez km. de subte por año. Pero no tuvieron una política arrolladora de empleos del Estado, persecusiones masivas de trabajadores y de críticos del macrismo, ni, claro, una cruzada contra el kirchnerismo con una Justicia que todavía no controlaban.

Quiero decir que esta derecha gobernando el país es bastante diferente de la que viene mandando en CABA, aunque sea su hija. Y eso me lleva a dos conclusiones:

1) Si yo, ciudadano politizado y conectado por mi trabajo con la información, no alcancé a imaginarme la versión nacional de Macri, con toda probabilidad hubieron millones de sus votantes que tampoco lo previeron. 

2) Es necesario caracterizar adecuadamente a este otro actor que gobierna el país con una intensidad y alcance que nos deja perplejos.

Hoy no es el PRO y sus aliados, sino una coalición mucho más poderosa y diversa. En ella opera una sinergia de partidos de centroderecha, el poder económico, el mediático, el judicial, las corporaciones, ONG y fundaciones, la cúpula de la Iglesia y las conducciones de DAIA y AMIA, además de la presencia activa de las embajadas de Estados Unidos y de Israel.

Es decir que estamos frente a un actor conjunto que tiene diversos núcleos de poder. Y, consecuentemente, el alcance de sus políticas se proyecta más allá, con el propósito de refundar las condiciones de los sectores económicos, del capital y el trabajo, la arquitectura social y legal del país, y su inserción en el mundo. Salvando distancias que, por fortuna, aún son enormes, este sería el Proceso de Reorganización Nacional por otros medios.

Por supuesto que estaban en germen en la experiencia de CABA muchos rasgos del macrismo país. Pero, obviamente, no tenían a su cargo la negociación con los buitres ni el endeudamiento nacional, ni las relaciones exteriores, las políticas impositivas, de seguridad, ni las políticas agrarias e industriales, ni el mundo del trabajo y los salarios.

En CABA no fueron tan brutales. Es cierto que tampoco tenían a su favor hasta entonces una derrota del FPV y su posterior dispersión.

Este despiste sobre lo que haría la derecha en la casa Rosada me muestra lo fácil que es confundirnos con las señales del entorno.

Las propias dirigencias gremiales mostraban ante el gobierno de Cristina una independencia que hoy no asumen frente a Macri.

En parte se explica porque no estaba en la naturaleza del gobierno anterior la amenaza sistemática. Hubiera sido contrario al espíritu de un gobierno que apoya a los trabajadores.

En cambio, este gobierno está apoyado en los patrones y tiene un indisimulable tufillo anti-gremios.

Algunas cosas eran previsibles: el ajuste, el giro radical en la negociación con los buitres, las concesiones a los capitales exportadores, el frenazo a la Ley de Medios, el recorte a los recursos de las universidades y el sistema científico, el semi congelamiento en las políticas de derechos humanos, y también una acción revanchista tal como lo esperaba una parte de sus votantes.

Claramente, esto último se vio cuando comenzaron en enero de 2015 con la denuncia de Nisman, alentada por Bullrich y Alonso, asociando al gobierno kirchnerista con el terrorismo iraní y, de inmediato, cuando el consorcio brutal instaló la idea de que CFK mandó a matar al fiscal Nisman, hasta más tarde con el nombre del jefe de gabinete, Aníbal Fernández, acusándolo del triple crimen ligado a la efedrina. En tres pasos esa oposición convertía al gobierno en cómplice del terrorismo, asesino y socio del narcotráfico, operación que está en pleno desarrollo ahora que son gobierno.

Y no se podía ejecutar semejante campaña de difamación si el proyecto de llegar al poder se hubiera dirigido a pacificar al país.

Pero no entraron en mis cálculos la persecución y despido de periodistas y de empleados públicos con toda clase de acusaciones ("mesiánicos", "fanáticos kirchneristas", "violentos", "ñoquis"), los descomunales tarifazos, los ataques a locales de la oposición, la prisión absurda de la dirigente Milagro Sala, la presión febril a la Justicia para llevar a la cárcel a la ex presidenta, y, sobre todo, la feroz aplicación de sus políticas de desmantelamiento de las condiciones de vida de las mayorías y de los derechos adquiridos que, como señaló Héctor Recalde, no tiene límites.

Estamos frente a un actor de mil cabezas distinto del que imaginábamos, y con una ferocidad y capacidad de respuestas inédita. Acaso un actor más parecido a la coalición que en 2008 encabezó "el campo" y puso entre las cuerdas al gobierno de CFK. Un consorcio de poder con asistencia perfecta.

Al mismo tiempo, Macri sabe que el PRO es una minoría cuya supervivencia en el gobierno depende de mantener dispersa a la oposición.

Si es así, entonces las respuestas del campo popular deberán ser más firmes y articuladas que nunca. Quisiera encontrar una señal de esa conciencia en la reunión que días atrás celebraron 50 intendentes peronistas en Lobos en la que se prometieron cajonear las diferencias en pos de la unidad de cara a 2017.

Sólo puedo decir que esta historia continuará.





























OPINIÓN


Un nuevo campo de disputa


Por      Emir Sader



La globalización neoliberal buscó imponer un nuevo sentido común en el mundo: sería imposible oponerse a la globalización económica, cada país tendría que abrirse inevitablemente hacia el mercado mundial, cada economía tendría que hacer sus adecuaciones correspondientes, con el debilitamiento de los Estados nacionales. Los grandes capitales, a su vez, buscarían desterritorializar sus inversiones, buscando las mejores condiciones de explotación de la fuerza de trabajo, de los recursos naturales, así como de acceso a los nuevos mercados mundiales.

Se pretendía que todos ganarían, salvo los que tardaran en rendirse a esa ola supuestamente inexorable y avasalladora. Los Tratados de Libre Comercio serían los pasaportes hacia ese inmenso mercado mundial, con cada región preparándose para converger con las otras en las mejores condiciones.

La unificación europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte serían apenas los primeros pasos hacia esa nueva configuración mundial que, sin darse cuenta, iba dejando hacia atrás contingentes cada vez más grandes de desamparados, de excluidos, de olvidados, de marginados, de huérfanos de la globalización. Países enteros, sectores de la economía, contingentes enormes de trabajadores, se fueron sintiendo víctimas impotentes de la globalización, que era la fiesta del capital internacional.

La actitud frente a los inmigrantes en Europa fue definitoria de la nueva configuración política e ideológica del continente. La extrema derecha se ha fortalecido en la crítica a la llegada de los inmigrantes, despertando con fuerza los sentimientos chovinistas y racistas que alimentan a esa corriente. A la vez critican la renuncia a la soberanía nacional representada por la Unión Europea y por el euro.

Al mismo tiempo en que las políticas de austeridad han pasado a desgastar aceleradamente a los partidos tradicionales, dado que tanto los conservadores como los socialdemócratas se unieron en la política suicida asumida como una especie de destino inexorable impuesto por la globalización neoliberal. La extrema derecha pasó a disputar con las nuevas corrientes de la izquierda los espacios que habían quedado vacíos por la asimilación de los partidos tradicionales a la unificación europea y a su moneda común.

El Brexit fue tan solo la proyección internacional del malestar y del rechazo a la globalización como respuesta de sus víctimas. No por casualidad sectores de la clase obrera blanca, víctimas de la desterritorización de las inversiones hacia países periféricos y, según la propaganda, de la llegada de los inmigrantes, fueron protagonistas del Brexit, al igual que componentes esenciales de la votación por Donald Trump.

Junto a esa postura, se difundió la crítica a la política tradicional, a la forma de hacer política, cada vez más parecida entre sí, de parte de los partidos tradicionales. La rotación entre la derecha tradicional y la socialdemocracia dejó de funcionar como alternancia real, para tan sólo hacer que se sucedan en el gobierno modalidades cada vez más similares de aplicación de diversas formas de neoliberalismo.  

Al Brexit se suma ahora la victoria de Trump en EE.UU., que se asemeja a ella no solamente por la sorpresa respecto de las encuestas, sino principalmente como forma de protesta en contra de la globalización y de la política tradicional, de la que Washington y su más legítima representante, Hillary Clinton, son los símbolos.

La izquierda que no se ha rendido al neoliberalismo, sino que lucha por su superación, tiene que participar de esa disputa en los dos frentes: por una parte, no rendirse a la globalización neoliberal y sus tratados de libre comercio, ahora en retracción. Tiene que proponer y promover un nuevo orden mundial, del que los Brics son el eje emergente. 

Y debe, a la vez, proponer nuevas formas de hacer política, distanciándose radicalmente de las formas tradicionales, con liderazgos transparentes, con estrechos vínculos populares, con crítica de toda forma de desvío de recursos públicos, con formas de rendición de cuentas regulares, con mandatos parlamentarios limitados en el tiempo, con refundación del Estado por medio de asambleas constituyentes, que genere un Estado realmente democrático, en su forma y en su contenido, representante de la ciudadanía, al que deben tener acceso en igualdad de condiciones todos los individuos.

Se trata ahora de una fase de la globalización neoliberal que se cierra  con esos nuevos fenómenos, de los que el Brexit y la elección de Trump son expresiones más claras. Se abre un nuevo campo de disputas sobre la geopolítica mundial y nuevas formas de hacer política. Le toca a la izquierda formular nuevas perspectivas para estar a la altura de esos nuevos desafíos.







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