La Tecl@ Eñe
Editor/Director: Conrado Yasenza
El macrismo y la Educación Pública
Tiempo de diagnósticos, tiempo de pronósticos
Un diagnóstico del sistema público educativo que carezca de la comprensión de los contextos sociales poco puede ofrecer a una política posible para salir del estado de pauperización teórica y práctica. El discurso privatizador de las empresas públicas en los 90 se trasladó al área de educación, llevando los conceptos de calidad, oferta y demanda, bienes y servicios, al ámbito educativo. El pronóstico ofrece un panorama de desaparición que comienza a vislumbrarse en la situación de abandono de la escuela pública por parte de quienes gobiernan con las instrucciones de los coach ontológicos, evalúan con múltiple choice y pretenden una "campaña del desierto" con la pluma y sin la espada.
Por Angelina Uzín Olleros *
(para La Tecl@ Eñe)
Diagnósticos
Diagnosticar significa determinar el carácter de una enfermedad por sus signos, la necesidad de evaluar/diagnosticar el sistema educativo suele estar acompañada del argumento acerca de una realidad que ha estado enferma. Por una parte, el principio de causalidad es la clave si se pretende encontrar las causas de la "tragedia educativa"; pero desde una postura crítica la cuestión es más compleja, para una "memoria larga" no hay causas sino ideologías alienantes, paisajes urbanos y rurales teñidos de deshechos culturales que han dejado las exigencias del conquistador y las doctrinas de seguridad nacional del dictador. ¿Qué es un diagnóstico sin memoria? Tan sólo la descripción de los efectos o una constatación de los síntomas de lo que se ha denominado "deserción escolar, índice de repitencia, niveles de analfabetismo".
Una evaluación "conductista" quiere explicar las causas, una evaluación "crítica" desea comprender cómo se forma la conciencia histórica de los sujetos sujetados al problema educativo en clave social y política. La paradoja de la progresión enseñanza/aprendizaje, aquella que nos muestra que, a medida que el estudiante transita gradualmente dentro del sistema educativo, menor es la competencia académica y lingüística, y mayor el grado de incomprensión de lo que escucha, lee, mira, palpa o recorta de una realidad que se le aparece (distinto a su mundo real y espontáneo) organizada e institucionalizada, distribuida en libros, apuntes, asignaturas, disciplinas, áreas, espacios, títulos, pizarrones, cursos, profesores.
En este panorama, hablar de incomprensión no debe resultar arbitrario ni casual. Es casi una rutina al comenzar el año poner el énfasis en "cuánto traen" "cuál es la base" o "qué recuerdan" o "para qué están capacitados", o en el peor de los casos de retroceso educativo, "para qué están adiestrados". Las acusaciones sobre quién enseña a comprender se suceden como un efecto dominó (la maestra de primer grado a la del nivel inicial, el profesor de primer año a la maestra de primaria, en los institutos superiores a los secundarios y la cadena sigue...)
La comprensión no es un problema cuantitativo, no al menos exclusivamente en el sentido de cantidades de datos prendidos con alfileres, frágiles, ajenos y molestos. Desde la perspectiva de la escuela norteamericana, como dice Marta Stone Wiske, comprender es solamente internalizar y hacer factible de utilización los conocimientos en muchas circunstancias dentro y fuera del aula. Es decir, con este criterio un alumno que comprende es un alumno que repite textos sin contextos, siempre y cuando tengan raíz utilitaria en el momento. Lo dicho nos remite a J. L. Borges, más precisamente a su libro Ficciones y el cuento "Funes, el memorioso", porque éste puede memorizar diez idiomas, memoria impecable, pero dice Borges: "Sospecho, sin embargo que no era muy capaz de pensar".
Para la mayoría de los expertos en educación, la comprensión es el déficit más urgente a enfrentar, si bien conviene hacer algunas consideraciones en torno al problema: no es algo aislado, fragmentario o residual del sistema, no es fruto de errores o excesos, menos de accidentes o hechos fortuitos. Es parte de una crisis estructural, ancha y profunda.
Aunque parezca tan obvio como apelar al dogma constitucional cuando se habla de justicia e igualdad, es importante recurrir a una mirada que tenga en cuenta la totalidad vigente, el hontanar en el cual nos movemos o reflexionamos; la pauperización de las formas de vida, la creciente pobreza, la impunidad, la violencia cotidiana, la globalización, el desempleo y la mascarada de la competencia, son fenómenos que tienen que ver con esta crisis a la cual hacíamos referencia. La ignorancia también puede planificarse, la indiferencia se puede estimular, el egoísmo exacerbarse.
Los informes y datos de la UNESCO desde hace décadas, señalan que los estudiantes primarios y secundarios utilizan, en promedio, poco menos de un libro de texto por año (0,9 al año, comparado con los Estados Unidos de Norteamérica con 10,5, en Japón con 9,8 o España con 6,5 textos por año por alumno).
En nuestro país encontramos siempre la protesta de los profesores universitarios con respecto a esta cuestión y el reconocimiento por parte de los alumnos de su estado de orfandad con respecto a sus "saberes previos" y a la inaccesible e irresuelta exigencia de los estudios superiores. En las universidades hace tiempo que los alumnos ingresantes no aprueban los exámenes de ingreso en su mayoría. Con respecto a esto último, consideramos valiosa esta autoconciencia de los estudiantes acerca de sus condiciones, ya que de ese modo es que entendemos a la educación: como una praxis social que supone un sujeto consciente de lo alienante y de aquello que lo puede liberar, entre otras cosas "del temor y de la miseria", tal como está expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Los emergentes de la crisis empezaron a mostrarse de modo más crudo a partir de los operativos de evaluación llevados a cabo por el Ministerio de Cultura y Educación, por las jurisdicciones provinciales, por los sistemas universitarios y terciarios llamados Ciclo Básico Común, Curso de Apoyo, Propedéutico o de Ingreso. Se generaron debates, acusaciones cruzadas entre funcionarios del estado, docentes de los niveles, padres, estudiantes, entidades públicas y privadas y gremios, hubo quejas sobre el papel que le cabe a los medios de comunicación, especialmente a la televisión. El estudio, la lectura, la instrucción, el aprendizaje, no tienen rating, no son atractivos para la enorme mayoría de estudiantes.
"1. El crecimiento de las subculturas y los lenguajes particulares, en una franja de la niñez y la adolescencia abandonadas. 2. Las dificultades crecientes para la enseñanza/aprendizaje de la lecto-escritura, la ajenidad de los alumnos con respecto a los libros, la secundariedad de la escritura como medio de expresión de los adolescentes escolarizados, los obstáculos para la utilización de la lectura y la escritura en el aprendizaje de las disciplinas científico-técnicas por parte de estudiantes universitarios. 3. La brecha existente entre el lenguaje básico que la escuela enseña y los nuevos lenguajes que los estudiantes aprenden y de los cuales se apropian con rapidez inusual. 4. La ignorancia que tienen los estudiantes sobre la historia nacional y universal, que denuncia cortes profundos en la transmisión cultural entre las generaciones. 5. La insuficiencia de espacios que sustituyan la función que cumplían, en otro tiempo, la familia, el colegio, el club, el local partidario o el barrio, y que hoy se reducen a las discotecas, los estadios de fútbol, los recitales de rock y las redes informáticas, todos ellos marcadores de distinciones sociales. 6. La incapacidad del discurso adulto para convocar a los jóvenes, a quienes no considera legítimos destinatarios de la cultura instalada."
Un diagnóstico que carezca de la comprensión de lo social, poco puede ofrecer a una política posible para salir de este estado de pauperización teórica y práctica. La comprensión, además, está vinculada fuertemente al sentido de lo que hacemos con la razón, a la cual le resulta intolerable no poder construir caminos o avizorar más allá de lo dado. Significar y construir se perfilan como términos similares al acto de comprender.
Pronósticos
Un pronóstico también puede estar ligado a la metáfora organicista, como el juicio médico acerca de la evolución de una enfermedad, pero también puede ser pensado como una conjetura o adivinanza del futuro próximo o lejano, una señal para conocer el porvenir por los indicios del presente. Un pronóstico puede transformarse en una esperanza, como un diagnóstico ha sido muchas veces una denuncia.
Este pronóstico debe sumar a los alcances del colonialismo y del terrorismo de estado lo que ha significado para América Latina la implementación de políticas neoliberales que han transformado al alumno en un consumidor de la educación. El eje exclusión / inclusión no resulta suficiente para analizar los alcances del neoliberalismo, ya que de hecho éste también ofrece una oferta de inclusión que actualiza las desigualdades y las fomenta.
Es cierto que un análisis crítico de la situación educativa no nos provee elementos suficientes para cambiar la realidad, pero sin ese análisis, si ese diagnóstico es muy difícil transformar algo. Si apuntamos a una sociedad postliberal, debemos desmantelar los ejes de una política que, lejos de romper con la lógica del colonialismo y del totalitarismo, la ha continuado por otros medios. Esos ejes neoliberales en los que se asienta la actual política educativa son al menos tres:
- La creación de un estado auditor de la educación a través de sistemas nacionales de evaluación, medición de aprendizajes y establecimiento de productividad.
- La reestructuración jurídica del sistema educativo.
- Las políticas de ajuste de la oferta educativa y la disminución del gasto público destinado a la educación.
Como afirma Pablo Gentili: "La privatización de la escuela pública forma parte de un proceso más amplio de reestructuración de la vida política, económica, jurídica y cultural que caracteriza el desarrollo capitalista contemporáneo, una de cuyas características fundamentales es el progresivo desmantelamiento del Estado como agencia productora de bienes y servicios y como aparato institucional orientado a garantizar y promover los derechos de la ciudadanía. La defensa radical de la privatización como estrategia de salida a la crisis de los Estados de bienestar (y en Latinoamérica, de los Estados populistas), constituye el eje central de las políticas neoliberales. Desde esta perspectiva hegemónica, privatizar es la condición necesaria e imprescindible para aproximamos al único ideal de gobierno compatible con la libertad humana: el Estado Mínimo. Sin embargo, aun cuando la privatización constituye un eslabón central del actual proceso de reestructuración capitalista mundial, la dinámica que caracteriza este proceso en el campo educativo posee una especificidad propia que no puede ser confundida o reducida a la que caracteriza los procesos de privatización en el campo productivo. Dicho de otra forma, la privatización escolar y la económica forman parte de un mismo movimiento de reestructuración, aunque están regidas por características y mecanismos no siempre semejantes. Nos enfrentamos aquí a una cierta paradoja. Los críticos de las políticas neoliberales acusan a éstas (y con razón) de fundamentarse en una visión segmentada y economicista de la vida social, especialmente de la actividad educativa. No obstante, cuando estos mismos críticos analizan la privatización escolar, muchas veces lo hacen confundiendo su dinámica con aquella que caracteriza los procesos de privatización económica. La crítica al economicismo se vuelve ella misma economicista, perdiéndose de vista algunas especificidades que permiten comprender mejor los alcances y efectos antidemocráticos de la privatización escolar".
Las privatizaciones realizadas en Argentina a comienzos de los años '90 fueron implementadas desde el discurso hegemónico de la crisis del estado benefactor, habida cuenta que esas empresas daban pérdidas y ofrecían servicios de muy baja calidad. No transcurrió mucho tiempo para que ese discurso se trasladase al área de educación, llevando los mismos conceptos de calidad, oferta y demanda, bienes y servicios, al ámbito educativo. Un servicio educativo de baja calidad, debe replantearse su política pública "deficitaria" y pasar a ser un bien privatizado para el cliente, en este caso, el/la alumno/a.
El pronóstico que nos deja un mínimo análisis de lo que ha significado la privatización de los derechos, nos lleva a pensar la próxima desaparición de la escuela pública en el peor de los casos y sin duda a su pauperización. Una desaparición que comienza a vislumbrarse en la situación de abandono de la escuela pública por parte de la clase dirigente, de los que gobiernan con las instrucciones de los coach ontológicos, evalúan con múltiple choice y pretenden una "campaña del desierto" con la pluma y sin la espada.
* Dra en Ciencias Sociales . Máster en Filosofía. Docente en UADER y UNR. Escritora.
@AngelinaUzinO
No hay comentarios:
Publicar un comentario