lunes 23 de mayo de 2016
EL SALTO EN EL PRECIO DE LAS FACTURAS DE LUZ Y DE GAS
PONE EN PELIGRO LA CONTINUIDAD DE INDUSTRIAS Y
COMERCIOS MEDIANOS, O FRENTE AL DILEMA DE SOBREVIVIR
SIN REDUCIR PERSONAL
Una bomba de luz y gas
Relevamiento de Página/12 sobre casos de talleres industriales, cooperativas, pequeños comercios y emprendimientos turísticos, sin espaldas financieras ni crédito para afrontar el bajón de ventas y el simultáneo encarecimiento de costos impulsado por la política del Gobierno. El dilema de sobrevivir sin echar gente y no morir en el intento.
Por Javier Lewkowicz
Tarifazo, desplome de la demanda, apertura de importaciones y encarecimiento del crédito es una bomba de tiempo para las pymes, que emplean al 70 por ciento de trabajadores del país. El empresario que está de pie no piensa en crecer sino en cómo sobrevivir. El que sobrevive, en cómo no echar gente. Y el que despidió personal, en cómo no cerrar el negocio. El pasaje de una etapa a la otra es una cuestión de tiempo si la política económica no cambia. El Gobierno promete que al final del túnel las medidas anti-mercado interno llevarán a la economía a buen puerto, aunque a la luz de los hechos la venerada caída de la inflación puede llegar pero a un costo demasiado alto en términos sociales. Página/12 relevó el impacto tarifario para las pymes en el contexto económico actual.
El deterioro de las condiciones laborales en las pymes resiste todo tipo de abordaje. La propia Unión Industrial Argentina (UIA), que es dirigida por Arcor y Techint, aliados de Mauricio Macri, calculó que las primeras medidas del macrismo dejarían en la cuerda floja a 35 mil trabajadores directos y a 95 mil por efectos colaterales. Incluso el Gobierno, puertas adentro, convalidó que unos 25 mil trabajadores están en riesgo. Así, una parte del empresariado argentino, los pequeños y medianos, se enfrenta, otra vez, a una especie de karma que recorre su historia: haber votado en contra de sí mismo. En los grandes números se percibe el riesgo, también en las pequeñas anécdotas.
No se trata sólo del aumento de las boletas de los servicios públicos, del incremento de la tasa de interés y ni siquiera del ingreso de mercadería importada. Es la combinación de esos tres frentes en un contexto de fuerte caída de las ventas. Las empresas perdieron competitividad y la demanda está tan retraída que, para vender, las pymes reducen al mínimo el margen de rentabilidad o directamente van a pérdida. Una empresa grande con espaldas financieras puede soportarlo, una pyme con sólida posición patrimonial, quizás también. Pero las firmas que no venían bien, quedaron ante el abismo. La situación tarifaria es particularmente aguda para las empresas intensivas en utilización de luz o gas, cooperativas y en algunas provincias donde las boletas ya eran caras. A continuación, los casos.
La industria bonaerense
Evaplast fabrica zuecos de goma a través de un proceso de inyección y planchas de goma eva por prensado, para fabricantes de pantuflas y alpargatas. La empresa tiene 40 empleados y está ubicada en San Martín. La factura de luz le subió de 60 mil pesos el 10 de febrero a 174 mil pesos el 11 de abril, un 190 por ciento (ver foto). “La luz era barata, es verdad, pero de un día al otro se triplicó y nosotros estamos totalmente parados, no hay ventas. Antes lo que producía se vendía, ahora fabrico para llenar el galpón y no mandar a toda la gente que tengo laburando a su casa. En sí mismo, el aumento de la tarifa puede no ser un problema fatal, pero nos agarra en una situación muy mala”, comentó a Página/12 Diego Fazzina, de Evaplast.
El universo pyme es muy heterogéneo. Un caso mucho más modesto que el anterior es el de una empresa familiar metalúrgica de 3 de Febrero que fabrica galpones y tinglados. La factura de luz le subió de 967 a 4067 pesos, un 320 por ciento. “El año pasado veníamos al límite y ahora quedamos entre un 35 y 40 por ciento por debajo de lo que necesitamos facturar para sobrevivir, por eso debemos varios meses de cargas sociales. El problema es que no cobramos, nadie te paga nada. Es más, un cliente me dijo esta semana que iba a esperar dos meses para volver a comprarme, porque para entonces yo le iba a tener que vender más barato, si no me fundía, y él iba a tener más plata porque ahora tiene Lebac. La plata de la boleta de luz no parece mucho para una empresa, pero estamos completamente parados, por eso complica”, explicó Juan de Biasi, uno de los socios de la empresa.
Un caso todavía más agudo vive Javier Alabar, quien decidió cerrar su fábrica de ojotas de 4 empleados fijos y hasta 10 en época de temporada. “Los clientes dejaron de aceptar los aumentos de precio por la devaluación que impactó en nuestros costos. Las marcas dejaron de apostar a la industria nacional. Para tener una idea del impacto tarifario: en diciembre pagaba 8 mil pesos de luz. Ahora pago lo mismo pero sin laburar. Por eso decidí indemnizar a los empleados y esperar un poco a ver cómo sigue esto”, contó el empresario pyme a este diario.
Muchas entidades gremiales empresarias pymes y centros de estudio comenzaron a relevar el impacto del incremento tarifario. Por ejemplo, desde la Asociación Pyme que dirige Daniel Moreira mencionan el caso de microempresas metalúrgicas en Temperley y en Lomas de Zamora que recibieron aumentos de 1132 a 4045 pesos (257 por ciento) y de 1261 a 4953 pesos (293 por ciento). “Es muy difícil llevar el aumento de los servicios al precio final porque la demanda no convalida. Las pymes fabricantes de insumos tal vez pueden hacerlo, pero en algún momento la cadena de pagos de rompe. El principal problema es la caída del mercado interno”, explica Moreira. En tanto, el CEPA, centro de estudios que dirige Hernán Letcher, estudió varios casos, entre ellos el de la metalúrgica Oliviera, una micropyme de cuatro empleados que despidió a uno el mes pasado, período durante el cual la factura de agua le subió de 462 a 2198 pesos. En el sector textil, una empresa de San Martín que prefirió no dar su nombre pagó el 10 de febrero 12.433 pesos y el 9 de mayo la venció una factura de 92.542 pesos, un incremento del 644 por ciento (ver foto).
El fuerte deterioro financiero es moneda corriente entre las pequeñas empresas. Leonardo es dueño de la empresa de zapatos de mujer Nazaria. “Los gastos aumentaron un 50 por ciento y las ventas bajaron un 20 por ciento, es decir que quedamos entre un 25 y un 30 por ciento abajo del equilibrio. El problema es que esto es una bola de nieve y puede volverse mucho peor si abren del todo las importaciones. Nuestro sector tiene mucha mano de obra y labura gente carenciada. En estos meses es como que nos pasó un camión por encima”, dijo a este diario.
En el interior
En Santa Fe, la situación se volvió tan grave que el gobierno decidió financiar en doce cuotas a tasa de interés real negativa a las pymes las tres primeras boletas de luz que vinieron con el aumento. “Tengo una empresa constructora con 50 empleados en Santa Fe, también fabricamos pinturas. La boleta aumentó de 25 mil a 120 mil pesos”, indicó a este diario el empresario Mario Galizzi. “Muchas pymes han quedado fuera de juego en Santa Fe porque el combo es explosivo: aumento de las importaciones desde China, tarifas, caída de ventas de hasta el 50 por ciento y tasa de descubierto del banco del 40 por ciento”, agregó.
Rodolfo Álvarez tiene una pileta climatizada con 14 empleados en Mar del Plata en donde se hacen actividades recreativas y tratamientos de rehabilitación neurológica y traumatológica. El gas es el insumo sensible para la calefacción y la boleta le subió de 1138 pesos el 22 de abril a 19.591 pesos el 23 de mayo (ver foto). “Voy a presentar un recurso de amparo porque esto es un descalabro. No hay rentabilidad que pueda sustentar este aumento. Tendría que aumentar las cuotas pero en este momento es inviable para la gente”, explicó Alvarez a Página/12.
Este diario informó días atrás la situación hotelera en el sur. La factura de gas en un hotel cuatro estrellas de Bariloche pasó de 45 mil a 350 mil pesos bimestrales, y en un complejo de cinco cabañas sobre la avenida Bustillo, de 5000 a 50 mil pesos. “Las tarifas de gas estaban atrasadas pero la magnitud del ajuste pone en riesgo la sustentabilidad del sur como destino turístico. A dos meses del comienzo de una temporada que ya se ve resentida, el aumento del gas es complicado”, indicó el titular de la Asociación Hotelera Gastronómica de Bariloche, Hugo de Barba.
Cooperativas
En las cooperativas, el aumento tarifario en muchos casos fue todavía más grave porque eran entidades que recibían una mayor porción de subsidios. La Cooperativa Textiles Pigüé pasó de pagar 29 mil pesos por mes a Camuzzi Gas Pampeana, a 202 mil pesos, un aumento del 600 por ciento (ver foto). La empresa fabrica cuero sintético y utiliza el gas para generar vapor para teñir las telas y también realizar el proceso de terminado de la producción. Tienen 150 asociados directos y también empleos indirectos vinculados. “Yo no sé si esto es lo que vale el gas o no. El tema es que de un mes a otro el aumento fue muy abrupto en un contexto económico malo, porque estamos produciendo entre un 25 y un 30 por ciento menos de tela que en diciembre, porque se enfrió totalmente la demanda. El aumento tarifario no nos va a hacer cerrar, aparte nosotros venimos de la quiebra de Gatic en 2001, así que tenemos experiencia en afrontar crisis. Lo que sí, nos aleja de todo plan de inversiones, porque ahora la energía estará puesta en capear este temporal. Podrían haber establecido un cronograma, poner créditos a disposición para invertir en máquinas más eficientes en términos energéticos. ¿Cómo puedo mejorar mi eficiencia energética si la tasa del crédito es del 40 por ciento?”, explicó a este diario Marcos Santicchia, presidente de Textiles Pigüé.
La Cooperativa de Trabajo Norte, una imprenta de San Martín con 25 trabajadores, pasó de pagar 877 pesos de luz a principios de año a 6145 pesos en la última boleta, una suba del 600 por ciento. La metalúrgica Indiel fabrica autopartes en La Matanza y cuenta con 200 trabajadores. La factura de luz le subió de 12.088 pesos a 102.476 pesos, un 747 por ciento. Ambas empresas forman parte del grupo de 15 cooperativas de trabajo que presentaron el 19 de abril un recurso de amparo ante el Juzgado Federal Civil Nº 1 y Nº 2 de San Martín para que el Gobierno “convoque a las audiencias públicas que prevé la ley para los aumentos de tarifa y que no se realizaron, que se priorice el derecho al trabajo dado que esta medida afecta el desarrollo de la producción y la continuidad de la actividad y que sean incorporadas en el régimen de tarifa social”.
La Fundidora La Matanza, empresa recuperada en 2002 que cuenta con 70 asociados, subió su gasto de luz de unos 25 mil a 80 mil pesos, mientras que el gas aumentó de 30 mil a 130 mil pesos. “¿Cómo hacemos para aguantar? Si tenés laburo se puede solventar, pero si encima no hay trabajo es imposible”, dijo un integrante de la cooperativa a este diario. Un caso que tuvo difusión en estos días es el del frigorífico Bragado, recuperado en 2006. “En electricidad pagábamos entre 28 y 30 mil pesos mensuales y ahora está viniendo 70 mil. De agua pagábamos entre 18 y 19 mil mensuales y nos han dicho que aumenta cerca de 250 por ciento y se va a ir a 50 mil pesos. Estamos absorbiendo los aumentos con el trabajo nuestro pero se nos está poniendo imposible”, explicó Carlos Alietti, presidente de la Cooperativa.
Comercios
También en pequeños comercios el impacto tarifario se hizo sentir. Una pollería en Flores bajó su consumo de electricidad de 2511 a 2087 kilovatios en enero de este año frente al mismo mes de 2015, mientras la boleta de luz le subió de 1000 a 2400 pesos, un 140 por ciento. Desde el municipio de Lanús cuentan que los comerciantes que venden a los trabajadores que vuelven de su jornada laboral en la línea de ferrocarril Roca cierran cuando se hace de noche, porque no hay consumo y de esa forma evitan gastar luz. Un local de carteras, zapatos, ropa de cuero, portafolios y billeteras ubicado en Corrientes al 1100 incrementó su boleta de Edesur de 1569 el 19 de noviembre, a 4461 pesos el 19 de mayo, un 184 por ciento (ver foto). Una sucursal de la heladería Tento de Rosario pagaba 5 mil pesos de luz y por la misma cantidad de kilovatios ahora la boleta le subió a 10 mil pesos.
TEMAS DE DEBATE: EL SECTOR MANUFACTURERO ATRAVIESA
UNO DE LOS PEORES MOMENTOS DE LOS ÚLTIMOS AÑOS
La industria en el ojo de la tormenta
La caída de la demanda junto al aumento de los costos y la apertura de las importaciones configuran un escenario complejo para el sector manufacturero y los trabajadores. El fantasma de la década del '90 va tomando forma.
Producción: Javier Lewkowicz
El peor de los mundos
Por Martín Burgos *
Los datos que están saliendo a la luz desde distintas cámaras industriales y de servicios parecen contundentes: este primer trimestre conoce caídas en la producción y en las ventas que ponen en riesgo la continuidad de varias pymes y una amplia destrucción del empleo. Contrariamente a otras variaciones en la producción ocurridas en los últimos años, como la crisis mundial en 2008/2009 o la devaluación de 2014, este gobierno parece más preocupado por manejar la situación macroeconómica que generó la devaluación y sus consecuencias inflacionarias que por atender el problema de las pymes y de los trabajadores.
Una de las claves para entender el momento actual de las pymes es la conjunción de una serie de políticas económicas: a la reducción del mercado interno consecuencia de las medidas inflacionarias tomadas por el gobierno (devaluación, quita de retenciones y tarifazo) se le agrega la apertura de las importaciones y el fin de las DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importaciones), el aumento de los costos (principalmente debido a los aumentos de alquiler, de costos importados y de energía) y la dificultad del acceso al crédito por el aumento desmesurado de las tasas de interés (que también implican un aumento del costo financiero por deudas tomadas a tasas variables). Estas medidas “pro-mercado” se toman en un contexto internacional que es desfavorable en general desde 2008, pero que empeoró desde la crisis histórica que conoce el mercado brasileño, con caídas de su PBI de más de 4 por ciento el año pasado y que seguramente se repetirá este año.
Ante este panorama, las pymes se ven obligadas a diversificar sus negocios hacia dos caminos a los cuales los lleva el gobierno actual: por un lado reemplazar su producción nacional por productos importados, aprovechando su red de comercialización y la apertura comercial, y por otro lado financiarizar sus activos ante las altas tasas de interés ofrecidas. Esta financiarización ya se vislumbra en la caída de los plazo fijo de empresas ocurridas durante el primer trimestre, las que seguramente se mudaron a la compra de LEBAC ofrecidas por el gobierno a una tasa anual de 38 por ciento. Este nuevo diseño de negocio derivado de las políticas adoptadas hasta ahora está dando a luz a un modelo económico en la cual lo productivo tiene cada vez menos lugar y donde el desempleo vuelve a ocupar un lugar entre las principales preocupaciones de los argentinos.
Este contexto de caída de la demanda, junto al aumento de los costos y la apertura de las importaciones configuran el peor de los mundos para las pymes industriales y los trabajadores, del cual ya podemos sacar algunas lecciones. La primera es que las pymes están íntimamente vinculadas con el mercado interno, que es alimentado por el salario, las jubilaciones y el gasto público. Por lo tanto aparece una relación muy contradictoria entre el trabajador y el empresario, que los clásicos de la economía ya habían advertido en el siglo XIX: el costo laboral de las empresas es, a su vez, su principal demanda, y por lo tanto la búsqueda de mejora competitiva reduciendo ese costo puede terminar hundiendo su demanda y generar inestabilidad y crisis en el sistema. Esta contradicción quedó plasmada en el pedido casi unánime de los empresarios pymes por una devaluación durante la campaña presidencial para mejorar su competitividad, que redundó en esta realidad de ajuste y crisis que vivimos luego de ocurrida la devaluación. Las cámaras del sector -mucho más prudente al respecto durante el año pasado- deberían realizar una mayor tarea de formación económica para sus afiliados, para que sepan ubicar donde se encuentran sus intereses económicos.
Esta lección también sirve para la literatura económica actual, en la cual parece que esta contradicción entre demanda y competitividad vía costo laboral no terminó de plantearse siquiera como interrogante. No hace falta mencionar la falta de interés de los economistas ortodoxos en la cuestión, aún a los que están en la función pública. Más interesante aún es que numerosos economistas heterodoxos sostuvieron que el éxito económico del kirchnerismo radicó -entre otras razones- en que fue un modelo de “tipo de cambio alto”, e incluso que el retraso del tipo de cambio constituía un problema. El error de origen, sin lugar a dudas, es pensar que la devaluación del 2002 fue el inicio del crecimiento económico, cuando la causa debería buscarse más bien en el default de la deuda externa posterior a las jornadas de 19 y 20 de diciembre de 2001, constitutiva de una victoria popular poco reivindicada. En esa lectura, la devaluación es el contraataque del poder económico más concentrado, permitiendo un aumento de la pobreza del 30 al 50 por ciento del total del la población.
Resulta sin dudas de interés saber qué perspectivas nos espera hacia el tan ansiado “segundo semestre”. Sin dudas habrá una recuperación de la demanda merced a tres factores: por un lado, las paritarias conseguidas aunque sean por debajo de la inflación esperada de 40 por ciento para este año, permitirán una recuperación parcial del poder de compra de los trabajadores. Por otro lado, el gobierno deberá retomar las obras públicas suspendidas en diciembre, lo que impulsará el sector de la construcción y las industrias conexas. En tercer lugar, la cosecha hará ingresar divisas hasta julio que garantizan un tipo de cambio estable y por lo tanto, una mejora de los salarios en dólares.
La puja entre el sector financiero y el sector agropecuario, los dos pilares sectoriales de este proyecto neoliberal, definirá el sesgo económico del modelo. En el 55, el 66 y el 76, luego de alguna intentona del sector agropecuario vía devaluación, siempre terminó prevaleciendo el sesgo financiero o de las empresas transnacionales para lograr un tipo de cambio bajo. En los noventa, el modelo de tipo de cambio bajo predominó con el apoyo de las privatizadas. Es de esperar por lo tanto que esta puja al interior del bloque de poder la termine ganando el sector financiero, lo que para el gobierno sería conveniente: de lograr prevalecer el sector agropecuario, una nueva devaluación nos volvería a colocar en el punto inicial de esta aventura, en el cual el segundo semestre sería muy parecido al primero.
* Coordinador del Departamento de Economía del CCC.
Preocupación
Después de cuatro años con un nivel de actividad estable en la mayoría de las ramas industriales y cerca del récord de 2011, comenzó, en los primeros meses de 2016, una caída significativa. Según la UIA, la actividad se contrajo un 4,6 por ciento en el primer trimestre, descontando el crecimiento atípico del complejo de oleaginosas, derivado de la devaluación (59,8 por ciento). Para FIEL, la baja llegó al 2,1 por ciento en el primer cuatrimestre con un alarmante rojo de 6,1 por ciento en abril. La característica más relevante de la etapa poskirchnerista es la generalización de la reducción de la actividad en los distintos rubros de la industria. Hasta el año pasado, el descenso se circunscribía al sector automotriz y a sus proveedores principales, afectados intensamente por la caída de sus exportaciones a Brasil.
También en los últimos meses se destaca el mayor deterioro de la rentabilidad de las pymes. Si bien el costo laboral se redujo como resultado de la devaluación con una recomposición salarial retrasada y que sólo será parcial, la caída del consumo interno y niveles de exportaciones muy bajos y en descenso implican una disminución de la escala de producción. Esa merma provoca una recarga sobre los costos fijos, dado que deben prorratearse en un volumen de producción menor. El abrupto incremento de las tarifas de los servicios públicos y la suba de tasas de interés empeoran el cuadro.
Otro fenómeno reciente que se ha agravado es la redistribución regresiva del excedente industrial y la mayor concentración. La aceleración inflacionaria y la disparada de los costos financieros abren nuevos espacios de negociación donde las grandes empresas abusan de su mayor poder de mercado, estableciendo precios y formas de pago perjudiciales para las pymes.
El enfriamiento de la economía repercute en mayor medida en los rubros fabriles más dependientes del dinamismo del mercado interno y más sensibles al crecimiento de la importación. En este sentido, el sector emblemático es el textil. La Fundación Pro Tejer ya advirtió que la producción sectorial cayó un 25 por ciento en lo que va de 2016.
La menor actividad industrial no implicó una ola de despidos masivos, como en la construcción, en la administración pública y en el sector automotriz que atraviesa una crisis desde 2014. Las empresas, por el momento, vienen aplicando suspensiones rotativas, eliminación de horas extras, cancelación de turnos y no renuevan los puestos cuando un empleado se va.
La expectativa de un repunte de la actividad como anunció el Gobierno para el segundo semestre del año y el alto costo que implican los despidos en la industria por el largo proceso de capacitación de los operarios son los principales motivos de las firmas para mantener sus dotaciones. Los más optimistas comparten la visión oficial de una pronta recuperación como resultado de la reactivación de la obra pública, la mejora del consumo por los aumentos salariales y la mayor actividad en rubros vinculados al campo.
No obstante, en caso que persista el actual esquema de políticas a favor de la inversión financiera, la industria no podrá seguir resistiendo y deberá reducir su estructura. Si bien el Gobierno recientemente tomó medidas específicas a favor de las pymes (liquidación trimestral del IVA, pisos más altos de retenciones impositivas, extensión del plazo para liquidar de divisas y ampliación del crédito subsidiado), ninguna es específicamente para el sector manufacturero. Hasta el momento, como políticas dirigidas exclusivamente a la industria solo se puede contabilizar a la administración de las importaciones que es menos restrictiva que la de la gestión anterior. El endeudamiento público externo y la menor demanda de divisas de la industria para importar insumos y maquinaria también les brinda mayor margen de maniobra a los funcionarios actuales para abrir más la economía y representa una amenaza para los productores locales.
En el mismo sentido, el interés de la actual gestión por llegar a acuerdos internacionales de apertura de mercados, como el del Mercosur con la Unión Europea, que acentuará el perfil agro-exportador también es un peligro.
El Gobierno fijó reglas de juego que, como en la Convertibilidad, orientan los recursos mucho más a la especulación financiera que al desarrollo productivo. En el actual escenario internacional, el deterioro de la industria puede ser muy rápido y, si no hay medidas concretas que impliquen un cambio de rumbo, el discurso de la herencia y del productivismo no alcanzará para evitar una nueva crisis.
** Economista. Profesor UBA y UNDAV.
@marianokestel
LA RESPUESTA DE LOS GREMIOS AL VETO DE LA LEY
ANTIDESPIDOS
“Cachetazo a los trabajadores”
Los dirigentes de los diferentes sectores de la CTA y la CGT definirán esta semana la forma de protesta contra el veto presidencial. Yasky y Micheli insistieron en la necesidad de realizar un paro nacional.
Una medida de acción conjunta en los primeros días de junio es lo que se avecina desde el ámbito sindical como respuesta al veto presidencial a la ley antidespidos. “Las cinco centrales coincidimos en avanzar hacia una nueva medida que puede ser un paro nacional o un cese de actividades con cese de tareas”, señaló ayer el líder de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky. Tanto él como su par de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, promueven una huelga, pero aún se espera conocer qué decisión tomarán los dirigentes de las CGT. Cerca del fin de semana próximo se reunirán los sindicalistas para definir la modalidad de acción.
“Todos coincidimos en rechazar el veto antidespidos que fue un acto autoritario”, aseguró Yasky haciendo un repaso por las opiniones de los representantes de las organizaciones de trabajadores que asistieron a la convocatoria de la Iglesia católica, el sábado pasado. Si bien los dirigentes de las CTA impulsan la realización de un paro, los dirigentes de las tres CGT aún no están convencidos y plantean una movilización a la Plaza de Mayo, aunque no descartan una medida más fuerte, tal como lo anticipó el dirigente de la CGT Juan Carlos Schmid: ayer, en Página/12, señaló que no se descartaba “un paro, aunque hay que reunirse y debatir”.
Las políticas desplegadas por el presidente Mauricio Macri en sus primeros meses de gobierno afectaron a la mayoría de los trabajadores, evalúan los dirigentes gremiales. Se implementó una política de despidos generalizados en el Estado, basada en la supuesta necesidad de su achicamiento, aprovechando para pasar el peine sobre los simpatizantes de las organizaciones políticas del kirchnerismo. Con el ejemplo del Estado, algunos empresarios del sector privado también optaron por achicar sus plantillas de trabajadores. El escenario político marcado por el macrismo fue acercando a los dirigentes sindicales a pesar de las históricas diferencias que los habían llevado a mantener distancia en sus decisiones y derivó en la presentación en el Congreso del proyecto de ley de Emergencia Ocupacional, que fue refrendado con un multitudinario acto el 29 de abril, finalmente aprobado y luego vetado por Macri.
“La respuesta debe ser contundente después de una marcha como la del 29 de abril. No puede ser otra medida que no sea un paro nacional”, planteó Micheli de cara a la semana que se abre, en la que los gremialistas debatirán con sus bases la propuesta a llevar al encuentro de la mesa de unidad en la acción, donde participan las cinco centrales obreras. El líder de la CTA Autónoma destacó “la importancia de cuidar la unidad de las centrales”, por lo que “si no sale el paro y es una marcha nuevamente y hay que ceder en alguna parte, lo haremos”, evidenciando la voluntad de acordar de manera conjunta y sin condicionamientos los pasos a seguir. Sin embargo, explicó que con Yasky esperarán la respuesta de las CGT a la propuesta de paro que presentaron y que si se define una movilización “las dos CTA iremos al paro. No será la misma contundencia si vamos todas juntas, pero nosotros no vamos a dejar sin respuesta este veto que consideramos un cachetazo a los trabajadores. Este gobierno vuelve a demostrar que es un gobierno de ricos para ricos”.
En la previa al veto, las CGT se mostraban inclinadas hacia un paro como respuesta, incluso el dirigente del gremio de Camioneros Pablo Moyano anticipó que “un paro o una marcha” sería la respuesta. Finalmente lo debatirán en la semana para darle forma en un nuevo encuentro de las cinco organizaciones de trabajadores, previsto para no antes del viernes.
DECLARACIÓN DE LOS OBISPOS CATÓLICOS AL TÉRMINO DE
LA SEMANA DE LA PASTORAL SOCIAL
Preocupados por la situación laboral
En medio de la discusión por el veto de Macri a la ley contra los despidos, la Iglesia Católica advirtió sobre la “fragilidad de la condición laboral de miles” de argentinos y sobre “situaciones de precarización” que afectan a “buena parte de los trabajadores”.
El cierre del encuentro estuvo a cargo de los obispos Jorge Lozano y Jorge Casaretto.
Luego del veto de Mauricio Macri a la ley antidespidos, la Iglesia Católica expresó su preocupación por la “fragilidad de la condición laboral de miles” de argentinos, así como de los que “viven en la miseria y no cubren sus necesidades más elementales”. La frase formó parte del mensaje final del encuentro en Mar del Plata organizado por la Pastoral Social, en el que convocaron a sindicalistas, empresarios, funcionarios y movimientos sociales. La misiva llegó en un momento en el que dirigentes cercanos al macrismo cuestionaron al papa Jorge Bergoglio.
El mensaje final de la Semana Social tuvo como lema: “Queremos ser Nación. Necesitamos ponernos la Patria al hombro”. En el encuentro estuvieron la gobernadora María Eugenia Vidal, además de ministros del gobierno nacional, como el de Trabajo, Jorge Triaca, la de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el secretario de Culto, Santiago de Estrada. Sin embargo, el documento final incluyó advertencias al oficialismo.
“Hemos ratificado el compromiso de la opción preferencial por los pobres. Nos preocupan los rostros concretos de quienes viven en la miseria y no cubren sus necesidades más elementales. Particularmente tuvimos en cuenta la necesidad urgente de una adecuada nutrición infantil”, señalaron en el texto que se conoció luego del cierre del encuentro, a cargo de los obispos Jorge Lozano y Jorge Casaretto.
Destacaron, entre otros problemas laborales, “situaciones de precarización laboral en que están inmersos buena parte de los trabajadores, que no tienen acceso a sus derechos sociales ni protección del Estado y que son señales de alerta que no se pueden desoír”.
Tras el veto presidencial que anuló una decisión votada por la mayoría del Congreso, también remarcaron “la importancia del diálogo, la cultura del encuentro y la amistad social como caminos para lograr el clima necesario para alcanzar los consensos que permitan encontrar las soluciones anheladas”.
“Nuestra intención ha sido promover un espacio de diálogo para crecer en la amistad social. En este contexto, de la celebración del Bicentenario de la Patria, queremos alentar el fortalecimiento del sistema democrático, la independencia de los tres poderes del Estado, promoviendo la participación ciudadana”, indicaron.
Entre otras cuestiones, remarcaron las “urgentes preocupaciones por el cuidado del ambiente, la corrupción, el narcotráfico, la adicción a los juegos de azar, como amenazas serias al desarrollo integral y la promoción humana”. “La Argentina es el lugar que amamos, este es el pueblo al que pertenecemos. Aquí queremos vivir, crecer y soñar en nuestra casa común. Para ello es necesario ponernos la Patria al hombro. Comprometiéndonos cada uno desde el lugar que nos toca”, concluyó el documento.
El sábado, como parte de ese encuentro, las centrales sindicales dieron señales de unidad en un panel que se llamó, justamente, “Unidad sindical”. Allí todos coincidieron en cuestionar el veto de Macri. Antes de los discursos de los sindicalistas, el obispo Lozano leyó un mensaje enviado especialmente por el papa Francisco, en el que consideró “esencial profundizar la cultura del encuentro que permita el crecimiento de una comunidad comprometida que deje de lado la indiferencia y adopte compromisos concretos”.
OPINIÓN
La felicidad inminente
La semana pasada, con una intensidad nunca vista en los casi cinco meses y medio de gestión, pudieron apreciarse las dos velocidades con que se juzga y percibe al gobierno de Macri. Una es la de los medios de comunicación que le ofician de propagandistas, y el beneplácito del electorado inevitablemente gorila. La otra, todavía con muchos matices y, es aquella que comienza a mostrarse en la calle, en el mundillo político, en las pymes, en las encuestas e, incluso, a través de pistas que son fácilmente detectables en los propios medios oficialistas.
La disconformidad y el enojo venían expresándose mediante manifestaciones específicas; de congregación masiva, pero podría decirse que sectorial. En cronología, el tiempo inmediatamente posterior a la asunción de Macri conllevó esa luna de miel, o expectativas esperanzadoras, que acompaña en sus inicios a todo gobierno elegido por vía democrática. Fue la instancia de mayor cantidad de despidos en el Estado, que el grueso de la sociedad contempló – y, en buena parte, quizá siga viendo – como la patada necesaria contra tanto ñoqui de la “grasa militante”. Los efectos de la devaluación monetaria eran todavía el ajuste necesario, el blanqueo de una mentira fiscal, el sinceramiento de la economía, sin importar que se sumaran a la quita de retenciones al agro provocando una transferencia de ingresos descomunal a favor del capital más concentrado. La impunidad de esos momentos llegó hasta el límite de haber pretendido colar por la ventana a dos jueces de la Corte Suprema, tan republicanistas ellos, mientras gobernaban a puro DNU. Un primer episodio de cierta inflexión fue la marcha del 24 de marzo, a 40 años del golpe. Se trató de la convocatoria más impresionante nucleada para los aniversarios redondos de esa fecha. Sin embargo, cualquier abogado del diablo pudo interpretar que simplemente fue la primera y gran catarsis de los derrotados en las urnas. Algo parecido se le aplicó a la reaparición de Cristina el 13 de abril, cuando debió comparecer ante al juez servilleta que no fue capaz de enfrentarla cara a cara. El 1 de mayo, en cambio, las cosas se asemejaron más a un punto de quiebre porque otra manifestación pública abrumadora congregó a todos los aparatos sindicales (excepción hecha de las huestes de Luis Barrionuevo, a quien – por esas curiosidades periodísticas – sigue adjudicándosele conducir una “central” que apenas agrupa a sus tropas gastronómicas y poquísimos más). La del Día del Trabajador fue una marcha exigida e impulsada desde las bases: nunca hubiera ocurrido de ser por la voluntad de dirigentes como Hugo Moyano, quien sólo accedió al comprobar que le cascoteaban el rancho para después producir, en el acto, un discurso lamentable, aclarándole a Macri que no se protestaba contra él sino por algunas de sus medidas. Otro hito fue, hace pocos días, el andar unificado de la comunidad universitaria, que en la paritaria acaba de torcerle el brazo a ofrecimientos miserables. En esa muchedumbre también se vio el milagro de juntarlos a todos. Chinos, radicales, troscos, kirchneristas, estudiantes sueltos. Pero, se insiste: buscándole el pelo al huevo, pudo creerse que solamente fueron y son reclamos de sector.
El pequeño detalle es que la suma de sectores, muy lejos de ser unidad, por la fuerza de los hechos ya sí parece a una unión de afectados, decepcionados e ideologizados, en ese orden cuantitativo. Y sobre todo, semeja a la eventual potencia de unas gentes que, hayan votado como fuere y por las inclinaciones que sean, sufren el mazazo en sus bolsillos. Al aumento brutal en las tarifas del transporte público, que aqueja en primer término a las franjas más bajas de la pirámide, se agregó el incremento en el precio de la nafta, que cala hondo en la subjetividad de la clase media. Si ese acumulado estaba bajo relativo control comunicacional, gracias a empardarlo con Lázaro Báez, La Rosadita & Cía, la distracción se desgaja porque el boliche de la esquina saltó de dos mil pesos de luz a diez o doce mil; porque la pequeña y mediana empresa que le da trabajo a unas decenas o cientos de laburantes ya no puede afrontar sus gastos de mantenimiento; porque a quien tiene que tomar dos bondis por día, más una inflación al trote que le restringe el consumo de la canasta básica o la salida a tomar una cerveza, no le alcanza con que todo es culpa de Cristina. Los curas de las parroquias avisan que les volvió la gente pidiendo comida. Los rectores de las universidades del conurbano bonaerense cuentan de a miles los pibes que abandonaron, porque no tienen plata para trasladarse, porque en la familia perdieron el trabajo, porque hay que parar la olla agarrando lo que venga. Tomado el termómetro de las terminales de Once, Retiro, Constitución, en el nada más y nada menos que Buenos Aires y su área metropolitana, se pasa a las ocho o nueve de la mañana y se ve que no hay ni de cerca el movimiento de un otrora que fue hasta hace poco. Los tacheros no pueden creer que “la ciudad” parezca vacía en horario pico. Los restoranes ya no se llenan ni de cerca como cuando estaba la yegua, y la aceptación de tarjetas de crédito es cada vez más fluctuante. Y esos medios que venden como trascendente si el Papa la recibe a Hebe o rechaza a Barrientos. Y la Gerencia de la Felicidad y los talleres macristas del Entusiasmo. Y que hasta Massa, a minutos de que Diputados aprobase el proyecto de ley antidespidos kirchnerista, corra por izquierda al macrismo enrostrándole que lo sacado a las pymes se lo dio a las mineras. Macri la vetó porque sus intereses de clase están bien por delante de cualquier costo político. Pero al margen, ¿a quién le importa si esa ley tendría alguna efectividad y cuánto serrucharía que las empresas se animen a dar trabajo, si lo que falta es justamente laburo porque un modelo como éste necesita un magnífico ejército de desocupados dispuestos a aceptar el rebusque que venga?
Nada de todo eso es mera sensación, como dicen los referentes gubernamentales cuando aluden a que no hay despidos masivos. ¿A qué le llaman masivo? Solamente tomando en cuenta abril pasado, de acuerdo con el relevamiento del Centro de Política Argentina (CEPA) que al igual que otros tantos no fue desmentido por ningún órgano ni comunicador oficial u oficioso, hubo 14 mil cesantías y suspensiones. Ya no son empleados estatales. Provienen del sector privado y en especial de las industrias. La cifra remata en que, desde diciembre, se quedaron sin trabajo casi 155 mil personas. Alrededor de un tercio corresponde al sector de la construcción, seguido por los metalúrgicos, las alimenticias, las automotrices, los autopartistas, el neumático y las petroleras. Y conste que el paquete involucra únicamente a los laburantes en blanco. En el sector textil -que siempre es símbolo del trabajo informal- la caída de la actividad se calcula en un 40 por ciento porque, al descenso en el consumo, los amigazos de Cambiemos le adosaron la apertura indiscriminada de las importaciones para que todos seamos felices ya que el dólar quedó liberado. Hablando de informalidad y de yapa, el Momo Venegas, o bien la quintaesencia del capataz aliado la Rural y aledaños, consiguió de Macri otra tanda masiva de despidos en el Registro Nacional de Trabajadores y Empleados Agrarios (Renatea): adiós a regular el trabajo agrario para ponerle barreras a explotación y trata laboral.
Varias encuestas, de las publicadas y de las reservadas, señalan que, por primera vez desde asumida, la administración de Macri registra una mayoría de opiniones negativas. Por otro de esos misterios sociológicos o encuestológicos, su imagen personal conserva índices mayormente positivos y lo mismo ocurriría con la gobernadora Vidal, a quien, sin embargo, también le ocurre que su gestión empieza a ser vista de floja para arriba. Ya hay signos de choques entre ella y su jefe. En cualquier caso, es un síntoma atendible que hasta los encuestadores macristas vean problemas serios o en rumbo de serlo. Y en el aparato de propaganda oficial, con la cadena de medios privados idéntica a aquello de que acusaban al kirchnerismo, se profundizan las rajaduras. Si una cifra impactante de individuos y pymes exige tarifas sociales, si los clubes de barrio ya no resisten porque no tienen cómo pagar la luz, si brotan los conflictos salariales o de poder adquisitivo por todos lados y así sucesivamente, hasta los medios macristas deben exponerlo. De lo contrario, se quedan afuera del piso de credibilidad. Insistir con la herencia recibida y la corrupción K tiene el límite de si hay o habrá alguna medida a favor de los que menos tienen. Y resulta que no hay ninguna. Es más: redoblan la apuesta y el ministro de Trabajo se permite poner en duda al derecho de huelga, tanto como el humorista Aranguren se habilitó decir que si la nafta está cara no hay que usar el auto (para no abundar en los tilingos oficiantes de economistas, invitados a esos programas televisivos en que gritan todos a la vez, que ante el pan a 40 pesos el kilo invitan a dejar de consumirlo). En esta fiesta de la oligarquía diversificada, como apunta Eduardo Basualdo, son únicos invitados los concentradores de producción, comercialización y especulación financiera. Estos últimos con la tasa de retorno en dólares más alta del mundo, mientras la dichosa lluvia de inversiones brilla por su ausencia en un escenario internacional plagado de papelitos que aumentan otra burbuja.
Es entonces que la pregunta pasa, para variar, en los reflejos de reacción que tendrán los ajustados. Algo de eso es lo que empezó a notarse, con epicentro en territorio bonaerense y un alto ninguneo mediático, pero todavía es o parece ser muy fuerte la sensación de que no debe volverse al “populismo”, al control firme del Estado sobre la economía y sobre todo en torno de las herramientas cambiarias. Empero y como ya lo preguntan desde la derecha mediática y sus actores de poder, ¿tendrá Macri la muñeca, los cuadros políticos y el volumen de liderazgo, para sostener que la felicidad es siempre inminente?
ENTREVISTA AL SOCIÓLOGO FRANCÉS FREDERIC LEBARON
“El neoliberalismo enfrenta una profunda crisis intelectual”
Lebaron analiza la “crisis de creencia” que atraviesan las propuestas neoliberales después de las experiencias progresistas en América latina y de la crisis financiera global, pero advierte que las elites que las promueven siguen en posiciones de poder.
“Más desempleo y precariedad laboral, también más pobreza y más desigualdad”, ve Lebaron en Europa.
Por Javier Lorca
“El neoliberalismo ya no es capaz de imponerse como antes”, dice Frédéric Lebaron, pero las elites que lo promueven “siguen estando en posiciones de poder”. Sociólogo francés, Lebaron fue ayudante de Pierre Bourdieu en el Collège de France y está en el país, invitado por el Centro Franco Argentino en Altos Estudios de la UBA, para dictar un seminario sobre “Las políticas neoliberales contemporáneas”. En esta entrevista con Página/12, señala que las ideas y las promesas asociadas a la supuesta “eficiencia natural del mercado” – las mismas que buscan reconstituirse en Latinoamérica – atraviesan “una verdadera crisis de creencia” y han generado en Europa “un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida”.
–¿Qué especificidades observa en el neoliberalismo contemporáneo? ¿Qué diferencias y qué continuidades analiza respecto de experiencias anteriores?
–Desde 2007-2008 y la gran crisis financiera mundial, el neoliberalismo ya no es capaz de imponerse de manera tan evidente como antes como el portador de la única política posible, en particular en América del Norte y en Europa. Se enfrenta a una profunda crisis intelectual: la idea de una eficiencia natural del mercado ha perdido gran parte de su fuerza y las promesas de progreso y justicia relacionadas con un crecimiento económico liberalizado se han desdibujado ampliamente. El neoliberalismo se enfrenta a una verdadera crisis de creencia. En los años ‘80, las conquistas neoliberales se encadenaban con facilidad y rapidez: victorias electorales (Thatcher, Reagan), el cambio doctrinal de los socialdemócratas europeos, rupturas estructurales con la liberalización financiera global, luego, el Consenso de Washington a principios de los 90 tras la caída del comunismo soviético. Todos parecían éxitos. Las cosas cambiaron en la década del 2000 en América Latina con la llegada de gobiernos de izquierda, y después de 2007-2008 los cambios se extendieron a nivel mundial. La inestabilidad endémica de las finanzas globales es la principal causa de la pérdida de crédito del neoliberalismo. Al mismo tiempo, las élites económicas y políticas neoliberales siguen estando en posiciones de poder y continúan intentando promover sus políticas.
–¿Qué consecuencias sociales han tenido las políticas de austeridad en Europa?
–La unificación monetaria europea fue acompañada por criterios estrictos en materia de déficit presupuestario y deuda pública. Pero los Estados jugaron un poco con las reglas y, en 2009, hasta dejaron deslizar el déficit para hacer frente a la crisis económica mundial. A partir de 2010, especialmente tras la intensificación de la especulación financiera enfrentada por el Estado griego, gobiernos e instituciones de la zona euro se orientan hacia políticas de austeridad más o menos severas, basadas en una rápida reducción del gasto público. El objetivo es el desendeudamiento de los Estados, pero el resultado es sobre todo un crecimiento económico muy bajo, e incluso una recaída en la recesión, en algunos países muy pronunciada. Entonces, observamos una degradación bastante general del mercado de trabajo. Desde 2013, la situación se agrava menos rápidamente en general, pero en ciertos países se producen no sólo más desempleo y precariedad laboral, sino también más pobreza y más desigualdad. La situación en 2016 sigue siendo de un extremado deterioro en Grecia, Portugal y España. En Francia, las políticas de austeridad son menos fuertes, pero tienen sin embargo efectos graves, con el mercado de trabajo en una situación muy difícil y con un aumento de la precariedad. Estas consecuencias se reflejan en toda la zona euro con un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida.
–¿Cuál es la incidencia del neoliberalismo y de las lógicas financieras en las universidades y las instituciones de investigación científica?
–En el sector de la educación superior y la investigación, las lógicas financieras penetran lentamente y de un modo específico, en la medida en que el peso de las lógicas públicas y la referencia al servicio público sigue siendo muy fuerte. En primer lugar se observan recortes presupuestarios más o menos brutales: en Francia y en Europa es particularmente el sector público y masivo de la enseñanza superior el que ve degradada su posición. Luego, las áreas jerárquicas y las estructuras internas se mueven bajo el efecto de la difusión de los criterios financieros: por ejemplo, son considerados “centros de ganancia” los laboratorios que tienen más contratos con el sector privado y las carreras dirigidas a segmentos más valorizados del mercado de trabajo. Por el contrario, las carreras masivas, las que se dirigen a profesiones del sector público, educación, ciencias sociales, salud, tienen menos apoyo. Los laboratorios de investigación básica sobreviven sólo si demuestran su “excelencia”, según criterios cada vez más cuantitativos. Las lógicas del ranking se extienden en detrimento de la idea de lucha contra las desigualdades sociales frente al acceso y la producción del conocimiento.
–¿Cómo se ha construido el valor mercantil del conocimiento, en detrimento de su concepción como bien público?
–En el contexto institucional que analizamos, el peso de las empresas y las lógicas financieras se refuerza también en la producción y difusión de los conocimientos. Pero, al mismo tiempo, la demanda de educación superior de parte de las familias es fuerte, y el sentimiento de injusticia y desigualdad ante el sistema actual es demasiado grande, particularmente en Francia. Tenemos un sistema educativo muy oligárquico y jerárquico, y, por otro lado, la eficacia global de las instituciones se está deteriorando como consecuencia de las restricciones presupuestarias. La educación y el conocimiento son pilares de la democracia, la igualdad y la autonomía. Es por eso que defender estos valores y su carácter de “bien público” es fundamental.
–¿Qué transformaciones analiza en particular en el discurso de las ciencias económicas?
–La ciencia económica atraviesa un período difícil desde que se la hizo fracasar en 2008-2009. La teoría de los mercados eficientes, la idealización de la utopía de un equilibrio de mercado cuasinatural, directamente se vieron desafiados por los hechos. A partir de ahí, dos respuestas son posibles. Algunos consideran que los fracasos de las políticas económicas se deben a una insuficiencia de las reformas neoliberales para garantizar el buen funcionamiento de los mercados. Este discurso es muy fuerte en Europa, donde se acusa el Estado de bienestar de todos los males. En Francia esta posición está representada por economistas como el premio Nobel 2014, Jean Tirole. Ellos piensan que el principal problema económico es la rigidez del mercado de trabajo, al igual que los economistas de la Comisión Europea, de la OCDE, sin mencionar a la mayor parte de los economistas del FMI. Son los economistas más cercanos a la industria financiera. Del otro lado, hay dos polos: los que consideran que olvidar los preceptos de la macroeconomía estándar y la influencia de las teorías falsas condujo a una creciente desigualdad y a una mayor inestabilidad (Stiglitz, Piketty y algunos otros), y los que, en el fondo muy cercanos, consideran que el capitalismo financiero entró en una crisis muy profunda que vuelve a poner en cuestión a los pilares del sistema económico, por lo que apelan a reformas aún más radicales. Estos últimos son poskeynesianos, institucionalistas, marxistas. Me parece que la alianza entre estas dos fracciones es portadora de un cambio posible de las instituciones y de las políticas económicas, pero su acercamiento sólo tendrá eficacia si encuentra expresiones en el campo político. Son los movimientos sociales, los pueblos, los que todavía tienen la llave de la Historia.
Las élites y el sistema educativo
El sociólogo Frédéric Lebaron dará una charla abierta al público el próximo viernes 27, a las 17, en la Universidad de Buenos Aires (sede Uriburu 950, entrepiso). En el marco del programa La UBA para el Siglo XXI, hablará sobre “Reproducción de las elites y sistema educativo en la globalización”; la conferencia se emitirá en vivo por streaming a través de la página programasiglo21.rec.uba.ar. Lebaron es licenciado en Filosofía por la Universidad de Bordeaux III y doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Entre sus libros se destacan La creencia económica (2000), La crisis de la creencia económica (2010) y Lecturas de Bourdieu (2012).
OPINIÓN
Los Rico MacPatos, la grieta y lo malo
Por Mempo Giardinelli
Cada día está más clara la perversidad del modelo macrista. La lectura cotidiana de los hechos, en los diarios y portales que muestran la realidad de lo que pasa, evidencia el grado de insensibilidad, revanchismo y maldad de este gobierno.
Las notas de los mentimedios al servicio del nuevo régimen votado por una mayoría exigua, pero mayoría al fin (y hay que reconocerlo aunque duela y/o fastidie) hablan de otras cosas, otra realidad, otro país.
Sus diarios y su sistema de estupideces y falsedades televisivas celebran machaconamente el retorno a los brazos del imperio, distorsionan los datos de la crisis social que han creado en menos de seis meses, mienten cifras y pronostican paraísos como arcángeles lelos, celebran boludeces todo el tiempo y se espantan ante corrupciones ajenas nada más que para tapar la corrupción propia, la imperante, la de ellos y de ahora mismo, ésa que coprotagonizan el presidente, su familia, sus amigos y centenares de sus funcionarios, pletóricos de soberbia y de cuentas offshore en cloacas financieras.
Si eso no es la grieta, que digan dónde está. Y si eso no es ensancharla, como siempre hicieron los salvajes unitarios (aunque ahora estos se disfracen de federales, que ésa fue sólo una astuta consigna para ganar las elecciones y ahora para mantener sometidas a las provincias), que lo expliquen si pueden.
Como sea, del otro lado está claro que el kirchnerismo fue una gran oportunidad perdida para este país. No gustará que se diga, y qué lástima, pero sería sano reconocer que como proceso reformista pudo y debió ser más consistente. Y esta opinión de esta columna no es de ahora. El kirchnerismo pudo y debió ser el inicio de una transformación política, económica y social, que se frustró. Produjo algunos hechos fenomenales, claro está, y nadie negará que realizó cambios culturales importantes, pero en el intento de remover estructuras no fue profundo. Y muchos, muchísimos de los que lo apoyamos lo hicimos con la buena leche de ayudarlos a esas remociones.
Se dirá que es fácil decirlo ahora, pero esta columna y muchos/as más lo dijimos durante todos estos años. Y a la postre el hecho triste, solitario y final es que en términos de evolución, despegue y afirmación de otro modelo más justo, más libre y más soberano, hemos fracasado en el intento. Y el plural vale y se sostiene porque no sólo fueron el gobierno, Néstor o Cristina los responsables. También la ciudadanía, que no cambió la más fea y acendrada de las características argentinas: el conservadurismo. Ni el peor de sus rasgos colectivos: el resentimiento.
Y es claro que hubo más. Y que mucho quedará para analizar y para el juicio de la Historia. Pero hoy, casi a mediados de 2016, da la impresión de que no sabemos qué hacer con la desazón que producen la revancha de este régimen ultraconservador, norteamericanamente republicano, de implacables clasismo y racismo, y capaz de un cinismo a conciencia que lo convierte – y acaso para siempre – en el verdadero hecho maldito de la política argentina.
Por eso el balance es todavía negativo. Estos Rico MacPatos del macrismo siguen de fiesta, y la sociedad está dormida. Duro, sí, pero es lo que se ve: un letargo fiero que solamente se explica en el hecho de que una vez más no hay oposición. No, no la hay con líderes sindicales como Moyano, Barrionuevo y Micheli, que tanto trabajaron para Macri a sabiendas o no; con la izquierda iluminada que llamó a votar en blanco para favorecer a Macri, consciente o no; con los nunca combativos Sres. Gioja y Scioli ahora conduciendo al PJ; con el radicalismo desaparecido y el socialismo extraviado; y con el retornado silencio de CFK, no importa si estratégico o no. Con esa oposición al macri-massismo buitrero, se entiende y es obvio que sigamos en el horno.
La tragedia del país riquísimo que se come a sí mismo y al que sus hijos destruyen generación a generación, no ha terminado. Este es sólo otro capítulo, quizá el más horrendo porque para colmo tienen de su lado a la inmensa mayoría de los cerebros del país tinellizados, legrandizados, intratabilizados, animalesueltizados y la lista es larga y ominosa.
Las futuras generaciones, hoy formateadas en disvalores, ruidos e individualismos, quizás ni se den cuenta. Aciago final sería para lo que fue, acaso, la última gran esperanza transformadora de la Argentina.
Y si alguien se enoja ante el escepticismo, y puesto que no es políticamente correcto acusar a los arrepentidos ni a los que todavía no terminan de arrepentirse, simplemente habrá que recordarle que toda mala conducta, como todo lo que es malo, solamente se empieza a corregir a partir de que se reconoce su nocividad.
Esta nota apenas quiere llamar la atención sobre eso, porque aún estamos a tiempo para empezar a crecer. Elemental, Sigmund.
EL SOCIÓLOGO GUILLERMO LEVY PROPONE UNA MIRADA
ACTUAL SOBRE LA PARTICIPACIÓN CIVIL EN LA DICTADURA
“Los actores económicos invisibilizados gozan de una impunidad muy grande”
A 40 años del golpe, coordinó la edición del libro De militares y empresarios a políticos y CEOs, una serie de reflexiones sobre las conexiones actuales con diversos aspectos de la dictadura. La deuda externa, el dólar y la relación con Estados Unidos. Los empresarios al mando de sectores estatales, la despolitización, el “autoindulto” de la sociedad argentina.
Por Verónica Engler
Guillermo Levy está entusiasmado. Tiene en sus manos De militares y empresarios a políticos y CEOs (Ed. Gorla), un libro recién salido del horno editorial, en el que participa una docena de investigadores de las ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con sus reflexiones a partir del 40º aniversario del último golpe de Estado argentino. Levy, licenciado en Sociología y magister en Sociología Económica, fue quien coordinó la edición de este libro, además de ser él mismo uno de los autores que dan cuenta de algún aspecto de la última dictadura militar y de sus conexiones con nuestra democracia actual. Uno de los objetivos de este libro, cuenta Levy, es visibilizar la participación civil en el golpe de Estado y durante la dictadura. “La invisibilidad de los actores civiles permite que un empresario emblemático, de una familia emblemática vinculada al enriquecimiento durante la dictadura, que se ha beneficiado en los años noventa, hoy pueda ser presidente”, advierte el sociólogo.
–Su libro anterior (Del país sitiado a la democracia) se publicó hace tres años, por los treinta años de democracia. ¿El cambio en la coyuntura que se dio en el lapso que va de ese libro a De militares y empresarios a políticos y CEOs, le aportó otra perspectiva para mirar el golpe de Estado de 1976 y nuestra democracia actual?
–Más que lo que sucedió en esos tres años fueron los últimos meses, el sentir que una cantidad de cosas que se habían construido en estos años de democracia estaban menos firmes de lo que podríamos haber supuesto. Se está avanzando en ciertas cuestiones con bastante facilidad, como por ejemplo el reendeudamiento externo, sin demasiada oposición social y cultural a determinadas cosas que claramente nacieron con la dictadura militar, como estas ideas sobre las bondades del endeudamiento para el crecimiento. También se está dando un avance fuerte sobre una idea de un Estado más presente y más interventor, o la estigmatización de la actividad política, y una cantidad de cosas que tuvieron su apogeo fuerte en la sociedad argentina durante la dictadura y que estuvieron muy presentes en los años noventa.
–El genocidio que hubo en la Argentina durante la última dictadura militar tuvo como objetivo la concreción de transformaciones económicas profundas, en la distribución del ingreso y en las capacidades desarrollo industrial. ¿De qué forma se modificó la estructura social de nuestro país desde entonces?
–En la estructura económico-social, las transformaciones principales son una concentración de la economía, la destrucción de un aparato productivo más vinculado a la pequeña y mediana empresa nacional, el posicionamiento de grupos económicos de lo que se llamó la oligarquía diversificada, que son estos grandes grupos económicos nacionales con pie en las finanzas y en el comercio. Además, a partir del año 77, la reforma financiera de Martínez de Hoz generó que muchísima gente que tenía sus ahorros, o que guardaba la plata en el colchón, se empezara a incorporar a una cultura bancaria, financiera. En realidad es un proceso que se va a dar en todo el mundo occidental, no es propio de la Argentina, pero lo que sí es propio es que se realiza con el endeudamiento externo. Fue un cambio cultural importante en la Argentina, se generó esta abundancia de dólares baratos, y una idea de los sectores medios y altos de que hay un derecho a exigir que el Estado nos venda dólares con total libertad, y que nosotros podamos hacer con esos dólares lo que queramos, ponerlos en plazo fijo, fugarlos del país. De hecho, esta situación que se dio con el cepo, de muchísima gente exigiendo al Estado que le venda dólares baratos es una cosa muy particular de la Argentina, la verdad es que no hay otros países en donde suceda eso. Yo creo que en Brasil si hacen un cepo, la mayoría de los brasileños ni se va a enterar que no se puede comprar dólares. Es algo muy puntual de la Argentina y creo que claramente hay un inicio en el eje Videla-Martínez de Hoz, eso no existía antes del 76. En los noventa, con el tema de la convertibilidad, vuelve esta circulación de dólares baratos y productos importados, y la posibilidad de viajar que nace con la dictadura, pero que en los noventa se amplía muchísimo. Y eso explota en 2001 porque claramente todo eso se sostiene con endeudamiento externo y no con actividades de la economía real.
–Y ahora otra vez la expectativa con la deuda, que parece que nos va a abrir la puerta al mundo a través de inversiones que supuestamente van a llegar…
–Claro, eso de que con la deuda viene el crecimiento es un discurso de Martínez de Hoz. Cuando él asume, dice que la economía argentina no tiene grandes problemas estructurales, y que el gran problema que tiene es la inflación y la falta de modernización de su estructura productiva, y el endeudamiento externo va a ser el motor de esa modernización. Ese discurso hoy es reproducido por el gobierno con una impunidad absoluta, y cuando digo impunidad me refiero a que muchísima gente lo ve con buenos ojos, como algo positivo. Pero no creo que sea igual que en los años noventa, creo que hay más límites. El hecho de que tengan que discutir en el Congreso los límites al endeudamiento externo, en los noventa no había pasado, eso estaba absolutamente fuera del control parlamentario, de discusión de parte de la agenda política. Hoy, por lo menos, está instalado que una parte de la sociedad argentina dice que no está bueno endeudarse, pero igual lo hacen. Algo que me parece importante como para ver la gravedad de la situación actual es que todo el endeudamiento de la dictadura en siete años y medio son poco menos de cuarenta mil millones de dólares, y en estos cinco meses del gobierno de Cambiemos ya llevamos veinte mil millones de endeudamiento más o menos, obviamente con una economía mucho más grande, porque hay que medir el endeudamiento en función del tamaño de la economía, pero en estos cinco meses ya se pasó el cincuenta por ciento de todo el endeudamiento de la época de la dictadura, que quedó como el emblema del comienzo de la deuda como problema estructural de la Argentina.
–Además de esta relación de nuestra sociedad con el dólar, ¿cuál es la particularidad de Argentina en la transformación económica que experimentó en relación a otros países de la región que también sufrieron dictaduras más o menos en el mismo periodo?
–Creo que hay una conducción económica civil en la Argentina, que le da una particularidad que es absolutamente neoliberal: a su cabeza Martínez de Hoz, y todo un sector de los liberales argentinos. Si bien algunos dicen que la dictadura de Pinochet fue el primer régimen claramente neoliberal en el 73, mantuvieron algunas cuestiones, por ejemplo nunca se plantearon la privatización del cobre en Chile. Si bien la dictadura militar argentina no avanzó con grandes privatizaciones, creo que hay una mirada absolutamente neoliberal y absolutamente consustanciada con la salida neoliberal que se plantea en el mundo a la crisis de los años setenta, que es una particularidad de la dictadura argentina. Pero la principal diferencia no se da entre las dictaduras sino en lo que había antes. La principal diferencia de la Argentina en relación con otros países del continente es el peronismo, en la Argentina hay una tradición de décadas de desarrollo industrial, una tradición de décadas de inserción de la clase obrera, hay una distribución del ingreso a los asalariados que es única en Sudamérica. En el año 1974, el 48 por ciento de la renta nacional iba a los asalariados, eso no existe ni en Chile, ni en Uruguay, ni en Paraguay, ni en Bolivia, ni en Brasil, en ese mismo periodo ni ahora tampoco.
–Otra cuestión que usted suele destacar como particularidad de la Argentina respecto a otras dictaduras de la región es la relación con Estados Unidos.
–Sí, porque otra diferencia de la dictadura argentina con el resto de Sudamérica es, aunque muchos no crean, la menor intervención norteamericana en el proceso de genocidio y en el proceso de transformación económica. Las otras dictaduras tienen más que ver con doctrina de seguridad nacional y la política exterior norteamericana. El derrocamiento de Salvador Allende fue planificado, hasta lo confesó Henry Kissinger, con la participación norteamericana. Los golpes en Latinoamérica están en el marco de la Guerra Fría, en el marco de las políticas norteamericanas de la región, pero el golpe argentino no se hizo con asesoría de la CIA, ni con bases norteamericanas en nuestro territorio, sino que tiene más que ver con la cúpula civil-económica-política local. Es un golpe made in Argentina. La represión que hubo en Argentina no tuvo tanto que ver con las enseñanzas de los oficiales norteamericanos, si bien muchos argentinos se entrenaron en la Escuela de las Américas, sino con la enseñanza de los franceses. Los oficiales argentinos habían aprendido con los franceses en la década del 50 y 60 todo lo que van a hacer después en la represión. Me parece que ahí también hay una cuestión como de vanguardia de la cúpula militar y de la cúpula económica de la Argentina, tienen un proyecto propio para la Argentina, independientemente de que esté en sintonía o no con la demanda de Estados Unidos. Y además, la relación de Estados Unidos con la dictadura argentina fue bastante tensa. En los años de (James) Carter (presidente demócrata de 1977 a 1981), hubo una política de no avalar gobiernos que tengan denuncias por violación a los derechos humanos, él tenía una representante para Latinoamérica que era la recientemente fallecida Patricia Derian, una mujer de la izquierda del Partido Demócrata que organizó la venida de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979.
–Luego del golpe militar ingresan a manejar diferentes organismos del Estado relacionados con la economía dirigentes del sector empresario y financiero. Con el gobierno actual de Cambiemos se sumaron una importante cantidad de ex CEOs al gobierno. La diferencia entre la coyuntura de los años setenta y la actual es obvia. Pero ¿cuáles le parece que son las similitudes entre estos dos procesos?
–Yo creo que son bastante diferentes. Tanto en dictadura, como en la época de Alfonsín, de Menem o de De la Rúa, el sector político o el sector militar siempre tuvo la conducción del proceso político y económico en manos de civiles. Los civiles de la dictadura estaban vinculados al pensamiento neoliberal, y los que participaron del Estado son los vinculados al sector financiero, que es un sector chico, en cantidad de gente o en participación de la economía real de la Argentina, pero es el sector que empieza a tener un poder enorme en el mundo a partir de la crisis de los años 70. Pero esto de gerentes, que ahora se llaman CEOs, de empresas industriales y de servicios que desembarcan en el Estado y conducen líneas de acción político-económicas, es un proceso bastante nuevo. Obviamente que se puede ver un antecedente en la dictadura y también tenemos algunos antecedentes menores durante el menemismo. Tampoco es que hoy los empresarios manejan la política, pero me parece que está cuestión del sector privado gestionando el Estado es la primera vez que se da. Esto no quiere decir que no haya habido antes tipos vinculados a la actividad privada gestionando el Estado en función de los intereses de su empresa, pero me parece que este desembarco y esta cultura de que es bueno que el empresariado privado maneje el Estado es nuevo. Inclusive en el menemismo, que hubo todo un discurso sobre las bondades de lo privado por encima de lo público, los que gestionan siempre son los dirigentes políticos, o sea los empresarios son beneficiarios, pero no son los que controlan el proceso de gestación de las políticas públicas.
–En relación a los genocidas, usted sostiene la idea de que es necesario correrse de los discursos demonizadores porque sólo sirven para despolitizar. ¿De qué manera se da esta despolitización?
–A mí me parece que todas las demonizaciones son contraproducentes para poder hacer un entendimiento de los procesos históricos. Acá no hay demonios, acá hay actores político-sociales concretos, y los militares fueron un actor más. Creo que una de las cosas que aparece fuertemente en los distintos artículos que conforman el libro es que los militares cumplieron una parte de la función, pero se llevaron todos los castigos culturales y judiciales. Pero demonizar a los militares no ayuda a pensar los sectores empresariales, todos los sectores económicos, la Iglesia católica, el gran apoyo de los sectores medios y medios altos de la Argentina a la dictadura, a la represión, a la apertura económica, a la posibilidad de viajar al exterior, de tener dólares baratos. Me parece que hay como una especie de autoindulto que hace la sociedad argentina construyendo el demonio, el chivo expiatorio de los militares, que obviamente tuvieron un rol principal y el rol más criminal, que es el exterminio de miles de personas. Pero hay como una especie de trampa en esta cuestión de los militares, y esto lo vemos en los juicios contra civiles.
–Claro, prácticamente no hay civiles condenados.
–Exacto. La complicidad empresaria fue enorme, y éstos son los no tocados. Están los torturadores juzgados, que está muy bien, es un proceso único en Latinoamérica y en el mundo. Pero en los juicios no se ve a ninguno de los empresarios, a ninguno del poder civil, es llamativo. Ni Blaquier, ni Massot, pasaron un día solo en prisión, por más que tuvieron que soportar imputaciones y procesos que no llegaron a nada. Uno podría preguntarse quiénes son los ganadores de la dictadura militar. No son ni los Videla ni los Massera, que han sido repudiados por toda la sociedad argentina, o gran parte de la sociedad. Los grandes ganadores son los grandes empresarios vinculados al sector financiero y a la patria contratista argentina, que han hecho crecer enormemente su capital y el patrimonio de sus empresas. El grupo Macri es un emblema de los grupos que se han beneficiado con la dictadura, que se han beneficiado en los noventa y hoy (Mauricio Macri) puede ser presidente. Un general de la dictadura no podría ser presidente por votos en la Argentina, por suerte hay un límite social importante en repudio a los actores directos. Pero los actores económicos invisibilizados gozan de una impunidad muy grande.
¿POR QUÉ GUILLERMO LEVY?
Investigar la dictadura y el genocidio
Por Verónica Engler
Guillermo Levy es licenciado en Sociología y magister en Sociología Económica. Trabaja como docente e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y además es investigador del Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es autor del libro Del país sitiado a la democracia. Diálogos a los 30 años, y coordinador del recientemente publicado De militares y empresarios a políticos y CEOs (Ed. Gorla), que cuenta con la participación de una docena de investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA que presentan sus reflexiones a partir del 40º aniversario del último golpe de Estado argentino.
Los artículos del libro son bien diversos y tienen en común la idea de establecer una conexión con la actualidad en sus análisis del golpe de Estado, además de visibilizar los responsables civiles. El texto de Paula Canelo da cuenta de los estudios que se han realizado desde las ciencias sociales sobre la última dictadura argentina. El artículo de Lior Zylberman apunta a reconstruir desde el cine las miradas que se hicieron sobre el periodo en las diferentes etapas políticas que vivió la Argentina. Jorge Wozniak realizó un trabajo nunca realizado en nuestro país, a partir de la lectura de documentos soviéticos de la época analiza la relación de la dictadura con la ex URSS. Pablo Nemiña y Alejandro Gaggero se centran en el origen de la dolarización del mercado inmobiliario. El artículo de Glenn Postolski (decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) y Pablo Hernández realiza un recorrido sobre el tema de los medios de comunicación en la dictadura y por el proceso en democracia que conduce a la ley de medios, hoy deshonrada por el gobierno de Mauricio Macri. Walter Bosisio analiza la participación de las cúpulas de las corporaciones, sobre todo empresarias, como coprotagonistas del periodo. Daniel Cieza trabaja sobre la represión al movimiento obrero. Cristina Bettanin desarrolla el tema la política habitacional y la erradicación de villas miseria. Guillermo Levy presenta el resultado de una gran investigación desarrollada en todo el país con jóvenes nacidos a fines de los años noventa sobre sus representaciones acerca de la dictadura y de la Guerra de Malvinas. Y, finalmente, está el trabajo de Malena Silveyra, que trabaja sobre el seguimiento de los juicios y las causas de delito de lesa humanidad y genocidio, y realiza una síntesis de los fallos judiciales de los juicios que se hicieron hasta diciembre de 2015 en Argentina, trabajando sobre la mirada que tienen los jueces en los fallos y cómo esa mirada determina un tipo de condena. El libro ya está en venta en librerías de todo el país y además se puede consultar sobre el mismo en el siguiente mail: demilitaresyempresarios@gmail.com.
http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index.html
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