martes 24 de mayo de 2016
UN JUEZ FEDERAL LE CONCEDIÓ UN RECURSO DE AMPARO
AL GOBIERNO PROVINCIAL
Luz roja al tarifazo en Chubut
La medida deberá ser cumplida en el plazo máximo de diez días y se suma a una acción similar tomada por una magistrada de Santa Cruz. El ministro de Energía se quejó de que se recurra a la Justicia para tratar de frenar los aumentos.
El gobernador de Chubut, Mario Das Neves, fue el impulsor del recurso de amparo
El juez federal de Rawson,Hugo Sastre, concedió ayer un recurso de amparo presentado por el gobierno de la provincia de Chubut, para frenar el incremento de las tarifas del servicio de gas que afecta a usuarios, empresas y pyme. La medida deberá ser cumplida en el plazo máximo de diez días, dando cuenta de su cumplimiento al Juzgado Federal de Rawson, bajo apercibimiento de incurrir eventualmente en delito de acción pública. La medida se suma a lo decidido por la Justicia de Santa Cruz el viernes. El ministro de Energía, Juan José Aranguren, acusó ayer el golpe y se quejó de que se recurra a la justicia para tratar de frenar los aumentos.
El fallo del juez federal de Rawson se trata de una acción declarativa de inconstitucionalidad sobre dos resoluciones del Ministerio de Energía para dejar sin efecto los incrementos dispuestos, demás de retrotraer las facturaciones. Hugo Sastre ordena en la resolución del texto “suspender la aplicación del nuevo cuadro tarifario; suspender el cobro de las facturas de gas emitidas; abstenerse de efectuar cortes de suministro por falta de pago de dichas facturas; refacturar las boletas ya emitidas con el cuadro tarifario anterior; y para aquellos usuarios que ya hayan pagado, efectuar la correspondiente compensación en las próximas facturas”. “La verdad es que estamos muy conformes porque se accedió a todo lo que solicitamos”, indicó el fiscal de Estado chubutense, Diego Martínez Zapata. Los destinatarios de la medida son la empresa Camuzzi gas del sur, el Ministerio de Energía y Minería de la nación que conduce el ingeniero Juan José Aranguren y el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), conducido por David Tezanos, hasta diciembre del año pasado presidente de la empresa Metrogas.
El aumento en las tarifas de gas en las provincias del sur alcanza, en promedio, al 539 por ciento para los usuarios residenciales y hasta 1245 por ciento en comercios e industrias. Debido a esta situación, las cámaras hoteleras de la región aseguraron la semana pasada que el tarifazo pone en riesgo la sustentabilidad de distintos establecimientos en Bariloche, Comodoro Rivadavia, Ushuaia, Calafate, Esquel, El Bolsón, Villa la Angostura y San Martín de los Andes. “Reconocemos que las tarifas de gas estaban atrasadas pero la magnitud del ajuste pone en riesgo la sustentabilidad del sur como destino turístico”, advirtió el titular de la Asociación Hotelera Gastronómica de Bariloche, Hugo de Barba. “Imaginábamos un aumento pero hicieron un cálculo en computadora sin medir las consecuencias. No solo nos afecta a los hoteleros sino que impacta sobre el empleo en toda la región. El 42 por ciento de la actividad económica es el turismo receptivo. A dos meses del comienzo de una temporada que ya se ve resentida, el aumento del gas es complicado”, indicó el empresario hotelero.
A raíz de esa situación, el viernes la Justicia de Santa Cruz frenó el aumento de las tarifas de gas para todos los residentes domiciliarios de la provincia. El fiscal federal subrogante, Julio Gonzalo Miranda, sostuvo que el incremento tarifario “carece de legitimidad, por haberse omitido la intervención de los usuarios a través del procedimiento de audiencia pública previsto en el marco regulador aplicable al caso”. Por su parte, la jueza Marta Yáñez declaró admisible la acción de amparo y sostuvo que la resolución del Ministerio de Energía que fijó las nuevas tarifas es “violatoria de los derechos de los vecinos”. La jueza solicitó a la cartera de Energía que notifique por sus canales internos a todas y cada una de las entidades, y a todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el litigio, para que puedan tomar participación respecto a lo actuado, de acuerdo con el fallo. A lo decidido el viernes, ayer se le sumó lo resuelto por la Justicia de Chubut. De este modo, ya son dos las provincias donde la Justicia volteó el aumento decidido sin que medie audiencia pública.
OPINIÓN
¿Precios de mercado o falta de políticas públicas?
Por Roberto Kozulj *
Las distribuidoras de gas natural han incrementado sus activos comerciales y físicos entre 2003 y 2015 a partir de un mecanismo del que nadie parece haberse percatado. Es que con tarifas subsidiadas, la devolución al usuario que ha financiado las obras de expansión ha sido irrisoria frente a la inversión de la que ellas se han beneficiado. Para tener una idea basta decir que en ese período se sumaron más de dos millones de nuevos usuarios que incorporaron más de 400 millones de dólares en activos en redes de gas. Pero con las tarifas actuales el conjunto de ventas de la cadena de gas relativa sólo al sector residencial pasará a ser de unos 2000 millones de dólares al año asumiendo una tarifa media de 3 pesos por metro cúbico (unos 5,7 dólares por MBTU). Aunque el cálculo de la tarifa media de distribución es muy complejo, – de hecho el Enargas se ha dado ahora un año de plazo para implementar la Revisión Tarifaria Integral – los nuevos cuadros tarifarios vigentes desde el 31 de marzo de este año hacen suponer que al menos un veinte por ciento podría corresponder al tramo de distribución. Si así fuera, las distribuidoras tendrían un negocio de 400 millones de dólares al año de los cuales una parte sustantiva se debe a los nuevos usuarios que financiaron sus propias redes. Los productores de hidrocarburos en el mientras y con precios “criollos”, han retirado equipos en vez de invertir.
Del análisis de las resoluciones del Enargas N° 1/3726 y N° 1/3733 se desprende que las inversiones obligatorias, – que para el lector desprevenido aparecen sujetas a graves penalizaciones de no ser realizadas – representan cifras y obras irrisorias. Por ejemplo para Metrogas se trataría de unos 50 millones de dólares y para Camuzzi Gas del Sur unos 9 millones. En este último caso en el Anexo IV de la Resolución ENARGAS N° 1/3733 se indica que para la ciudad de Bariloche se trata de 500 metros de tuberías de 125 mm y de la instalación de un odorizador automático. Se debe recordar que Bariloche requiere de la ampliación del gasoducto cordillerano desde hace tres años y que en esta ciudad las tarifas han presentado aumentos de entre 1000 y 2000 mil por ciento. Esto significa no sólo una grave amenaza para el sector de la hotelería y demás sectores como comercio y servicios – es decir casi 100 por ciento de la actividad económica – sino también para el gasto de los hogares. Así llegará a representar entre el 17 y 66 por ciento de un salario mínimo o más y entre 12 y 33 por ciento más para un salario medio estimado en quince mil al mes, dado que estos últimos pueden aún consumir poco más. Esta proporción es sólo el 1,2 por ciento en los Estados Unidos y llega al 1,8 por ciento para los más desfavorecidos en ese país. En el Reino Unido, en 2012, con precios de los energéticos haciendo récord, el gasto de electricidad y gas representaba el 5 por ciento del ingreso de los hogares (3 por ciento en 2002). En Bariloche, para casos de familias de clase media que consuman unos 800 m3 de gas por mes la factura mensual será de entre 2800 y 3850 pesos sin IVA pues caerán en las categorías tarifarias de los tramos más penalizados con valores del gas de entre 7 y 9 dólares por MBTU. Para asimilar su situación a la de un estadounidense desfavorecido los ingresos de estas familias deberían ser de entre 190 y 250 mil pesos mensuales. En Capital Federal en cambio una factura para un consumo de 500 m3 bimestrales costará unos 800 pesos al mes para satisfacer una misma necesidad. Aunque la incidencia sobre el gasto de los hogares será elevada respecto a los casos mencionados, será muy inferior al de la Patagonia. Para equiparar el gasto al de un hogar pobre estadounidense los ingresos necesarios en capital y GBA serían de 44.000 por mes.
Además, cuando se leen los considerandos de la resolución se observa que las distribuidoras no tiene la obligación de realizar las inversiones si alegan “excesos de inversión efectuados en períodos anteriores con los que se compensen”: ¿utilizarán como justificación las redes financiadas por terceros? Como sea, con estos ingresos la magra inversión obligatoria y colocaciones financieras atractivas caben pocas dudas del destino que harán las empresas de los montos de facturación que solventarán la población argentina. Pero he aquí que no todos por igual, porque los de la Patagonia son cautivos de los rigores climáticos y de un Estado Nacional con falta de una visión del significado de la equidad y desarrollo territorial. Sin duda que esto es así lo indica que en el contexto de la tarifa social “se ha autorizado a duplicar el límite de consumo de electricidad a los usuarios de Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones porque esas provincias no tienen acceso a la red de gas, y eso las vuelve más dependientes de la luz”, según publicaron algunos periódicos de gran circulación nacional.
* Vicerrector de la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro y experto en energía.
LA UCA LLAMÓ LA ATENCIÓN POR LOS EFECTOS DE LA
“NORMALIZACIÓN”
Los riesgos del derrame
El informe de la UCA advirtió por un fuerte incremento de la pobreza.
Poner demasiadas expectativas en el efecto derrame como estrategia de reducción de la pobreza es riesgoso”. Así lo aseguró el último documento sobre indicadores sociales del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). La entidad indicó que los sectores informales de la economía, en donde se ubican trabajadores no registrados pero también miles de micro emprendimientos, están sufriendo en mayor medida “la caída de la actividad, el aumento de los precios, el retroceso del consumo y el mayor riesgo de despido” provocado por la estrategia de Cambiemos. “Es tarea urgente del gobierno atender a los sectores más vulnerados por la transición, proteger el empleo actual y activar políticas de trabajo con plenos derechos”, reclamó.
El Observatorio de la Deuda Social advirtió que el mayor impacto de las políticas de los últimos meses está recayendo sobre los sectores vulnerables de la sociedad, puesto que no tienen capacidad de defenderse a través de estrategias financieras o de modificar en el corto plazo sus ingresos. “El mayor riesgo de subocupación y empobrecimiento lo están experimentando los sectores informales; no sólo el 30 por ciento de hogares que para subsistir además de realizar trabajos de indigencia reciben algún tipo de ayuda social, sino también miles y miles de microempresas informales y emprendimientos familiares; y con ellos una amplia capa de trabajadores asalariados precarios, trabajadores independientes no profesionales, pequeños comerciantes y trabajadores eventuales (no menos de 3 millones de trabajadores)”, dijo. Remarcó que “se trata de un segmento al cual no llegan aumentos por paritarias, ni tasas de interés favorables, ni tarifas sociales, ni salario familiar, ni aumentos en los programas sociales. Son los nuevos pobres que emergen de las medidas `normalizadoras´ del Gobierno”.
El documento de la UCA sostiene que el nuevo Gobierno apuesta a ofrecer soluciones para la pobreza a través de un régimen de mayor libertad económica (desregulación del mercado) y mayor seguridad jurídica, con lo que confía lograr un derrame de inversiones, empleo y bienestar. “Para esto se buscó salir del default (pago a los fondos buitre), recuperar la confianza de los mercado financieros internacionales, instalar un tipo de cambio más competitivo, bajar retenciones a las exportaciones, normalizar las variables macroeconómicas, ajustar tarifas, reducir el costo laboral por medio de una baja del precio relativo de los salarios, entre otras medidas”, planteó. Pero advirtió que “la idea de poner demasiadas expectativas en el efecto derrame generado por la confianza y la llegada de inversiones encierra grandes riesgos”.
La UCA mencionó que existen barreras en la estructura económica local que impiden que los beneficios conseguidos por los grandes grupos lleguen hasta sectores de bajos recursos. La concentración de la producción, el importante peso de los bienes primarios en las exportaciones, la extranjerización de las empresas líderes y las disparidades en la calidad del empleo y los salarios por regiones y ramas de actividad fueron algunos de los principales puntos planteados en el documento.
OPINIÓN
El retorno de un pasado derrotado
Por Emir Sader
Los nuevos gobiernos de Argentina y de Brasil repiten el discurso de la herencia maldita, de los arreglos duros que habría que hacer de un modelo fracasado anterior a ellos, como una operación de marketing para disimular su falta de alternativas y su previsible incapacidad de resolver las crisis de sus países. Buscan justificar la dureza del ajuste fiscal que tratan de imponer en el tamaño del desarreglo de las cuentas públicas que habrían heredado, resultado, según ellos, del fracaso de un modelo.
Porque los cambios de gobierno en Argentina y en Brasil no han cambiado el período histórico que vivimos. Al contrario, lo han reafirmado. Han reiterado cómo la alternativa a los gobiernos progresistas es el retorno al neoliberalismo que, a su vez, plantea a las fuerzas progresistas –más fuertemente todavía – la necesidad de readecuar rumbos para retomar la construcción de la superación del neoliberalismo.
Los gobiernos de Mauricio Macri y de Michel Temer se dedican, centralmente, a desmontar las conquistas de los gobiernos que los han precedido, retomando los ideales neoliberales – e, incluso, algunos ministros – de aquel período, tratando de hacer olvidar que fue un modelo y un período fracasado, que ha desembocado en situaciones desastrosas para esos países. La condición de lograr reimponer consensos conservadores por parte de los nuevos gobiernos es hacer olvidar cómo esas propuestas ya fueron aplicadas y han fracasado. Para intentar partir de los problemas más recientes, para volver a usar soluciones que ya han demostrado que son equivocadas.
Volver a privatizar empresas, cuando Argentina conoce muy bien a lo que ha llevado la pérdida de la autosuficiencia energética, con todas sus nefastas consecuencias hasta hoy, con la privatizacion de YPF. Brasil sufre todavía las consecuencias de la venta de acciones de Petrobras en la Bolsa de Nueva York a precios bajísimos por parte de Fernando Henrique Cardoso.
El corte en los recursos para las políticas sociales ha llevado al aumento de las desigualdades y de la miseria en nuestros países en los años ‘90, ya conocemos sus efectos. Al igual que la pérdida de los contratos formales de trabajo ha llevado a que la mayoría de los trabajadores perdiera sus derechos fundamentales.
Volver a relaciones privilegiadas con los Estados Unidos en lugar de los procesos de integración regional y el intercambio Sur-Sur, nos llevaría a la terrible situación que vive México, el país de América Latina que no ha mejorado nada su situación social en las dos décadas de vigencia del Nafta, el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá.
Por ello, frente a las experiencias neoliberales de los ‘90, las propuestas de los gobiernos que los han sucedido han triunfado en tres eleccciones sucesivamente en Argentina y en cuatro elecciones en Brasil. El pueblo ha demostrado fehacientemente que prefiere el modelo de desarrollo económico con distribución de renta al modelo de ajuste prioritario de las cuentas públicas, con pérdida de derechos y concentración de renta.
No hubo fracaso de ese modelo. Ese modelo recuperó a la Argentina de la peor crisis de su historia, producida precisamente por políticas neoliberales. En Brasil, Lula superó la más profunda y prolongada crisis recesiva, generada por las políticas de Cardoso.
Así, los nuevos gobiernos de derecha para retomar viejas fórmulas necesitan que el pueblo se olvide de que han fracasado. Argentina y Brasil al final de los gobiernos progresistas estaban mucho mejor de cuando salieron de los gobiernos neoliberales. De lo que se trata, para superar la crisis actual, es de avanzar readecuando aspectos del modelo que nos ha permitido superar la crisis generada por el neoliberalismo y no de retroceder a ese modelo, que es la causa de fondo de nuestros problemas.
OPINIÓN
El suicidio
Por Horacio González
Trotsky, Durkheim y Nisman.
El suicidio es un acto donde se manifiestan, en un último residuo de voluntad, los signos de disonancia profunda sobre la existencia propia. Esto parece que lo explica todo, pero no sin relacionarlo con otros signos más inescrutables, que ya no explican nada. Son los que sumergen al suicida en un espacio hermético o indescifrable, pues siempre quiere decirle algo a sus contemporáneos, a sus conocidos, a su familia, a la justicia o al Estado. El no deseo de vida y enjuiciarse a sí mismo como no merecedor de seguir gozándola, implica un tipo especial de culpa o aceptación del más alto precio que se paga para enviar el póstumo mensaje de socorro o de resarcimiento. A veces el suicida busca un final patético para provocar un espejismo artístico muy lúgubre, pues imagina una estética ruinosa como mortaja para su propia muerte. Su voluntad será puesta en duda y quizás pueda seguir llamándosela así aunque el perito le ponga el nombre de arrebato y dictamine “enfermedad”. Por supuesto, hay diferentes tipos de suicidio; los jueces y escritores avezados lo saben. Rodolfo Walsh, en su cuento “Nota al pie”, trata el suicidio del traductor León de Santis como el de alguien que decide matarse para darle valor a su último escrito, no una traducción sino una nota sobre su vida y sobre el callejón sin salida del acto de traducir. Es un suicidio literario, una imputación del hombre rutinario (que ahora deja de serlo) hacia los empleadores, que son apenas indiferentes y reciben ahora la impugnación del suicida.
Episodios de suicidio como este tienen tanta irreductibilidad, que nunca podrían encuadrarse en las tablas estadísticas y categorizaciones que presenta Durkheim en su conocido libro El suicidio. Allí dice que “en cualquier momento dado la constitución moral de la sociedad establecía el contingente de muertes voluntarias”. Extraña frase, la sociedad es la que determinaría quienes habrán de suicidarse y la categoría bajo la cual lo hacen. En los suicidas se demostraría una causa necesaria en “la constitución moral del sociedad”, pero su acto mortal sería imprescindible para asegurar el funcionamiento colectivo. Es así que las estadísticas, cada año, originan “legiones de suicidas” catalogados según la mayor o menor presencia que tenía en ellos “la moral colectiva”. Es así que las tablas estadísticas de suicidas tienen el poder de realizar esa llamada, año tras año, para que los diferentes tipos de suicidio se vayan engrosando hasta los límites necesarios. Extrañamente, las estadísticas representan una fuerza colectiva de energía propia, que se aloja en cada individuo para que cumpla con las cifras reclamadas por los catálogos “en nombre de la sociedad”. Se precisan cuotas de individuos que inevitablemente cumplan con los porcentajes y modalidades de suicidio imprescindibles a cada período. Las estadísticas, en Durkheim acaban siendo un acto del destino. Los destinos individuales los traza la trama moral de la sociedad. No parece que esta idea pueda explicar la infinidad de suicidios existentes, que quizás sean el mojón limítrofe de la ética, aunque no de la filosofía, como suponía Camus.
No son aptos para la clasificación los suicidios que implican “pactos” para rehusar lo que se imagina que sería una vida de insoportable, tanto en la senectud como en la clausura de un camino político que se piensa como fracaso y quizás se torne memoria vital si el interesado se convierte en kamikaze. ¿Cómo explicar el suicidio del cubano Paul Laffargue, que junto con su esposa Laura Marx, hija del autor de El Capital, conciertan mutuamente su muerte ante el fantasma de la vejez? Este suicidio origina un atónito rastro de congoja en las filas de lo que entonces eran los incipientes partidos socialdemócratas-marxistas de Europa y Rusia. Otro cubano, Chibás, el político más popular de la isla, fundador de un partido que contaba con las simpatías del joven Fidel Castro, se suicida en 1951 – ante una acusación de corrupción gubernamental para la que, parece, no tenía las pruebas necesarias – al finalizar su programa de radio. Antes lee un famoso alegato, “El último aldabonazo”. Se dispara un tiro en el vientre luego de terminada la lectura de su manifiesto leído en la transmisión radial. En la teatralidad del acto suicida, es difícil alcanzar ese punto de conjunción entre lo político convertido en íntima desazón y el aleccionamiento que significaría un disparo que podría ser escuchado por miles de oyentes. El disparo de Alem en su carruaje no fue escuchado por el conductor del vehículo, pero no estuvo exento de singular dramaturgia. Entraba a comer al “Club del Progreso” un ilustre cadáver con su frase perdurable: “Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir”.
En un libro de Janik y Toulmin, La Viena de Wittgenstein, se toma bastante en serio aquel misticismo estadístico insospechado de Durkheim, y se dice que en la época de los Habsburgo, en el Imperio Austro Húngaro, se suicidan – y la lista es larga – Ludwig Boltzmann, padre de la termodinámica; Otto Mahler, hermano del compositor; Georg Trakl, el gran poeta, Otto Weininger, escritor del excepcional libro Sexo y carácter, tres de los hermanos mayores de Wittgenstein; el general Von Uchtalius, diseñador de novedosos cañones; el Príncipe Rodolfo y la baronesa María (“Los amantes de Mayerling”) y el bien conocido Coronel Redl. Años después – fuera de la atmósfera del Imperio Austro Húngaro – lo hará el austriaco Stefan Zweig, en 1940, en Brasil, ciudad de Petrópolis. Zweig estaba atormentado por la guerra, y se gana la reprobación post-mortem de Thomas Mann. No hay que suicidarse ante los males del mundo, hay que señalarlos virilmente.
Pero volviendo a la primera década del siglo XX, en Austria-Hungría se había suicidado el jefe de inteligencia del Imperio, el mencionado coronel Redl. Sobre el caso, hay una obra de teatro de John Osborne, A patriot for me, y la interesante película (1984) de Itzvan Szabó, Coronel Redl, con una escenografía impresionante para la escena de suicidio. Con lo impreciso que es este término, se trató de un “suicidio inducido”, pues Redl era el jefe de Inteligencia del Reino y no conformaba a los Habsburgo, descubriéndose luego que trabajaba para la agencia secreta de Zar de Rusia, la oscuramente célebre Ojrana. El Estado Mayor Austro-Húngaro, consciente de la gravedad de la situación, presentó el suicidio como un arrebato de culpa originado en la homosexualidad del Coronel, para encubrir lo que realmente importaba bastante más, que eran los actos de espionaje por los que Redl pasó todos los planes militares del Imperio a la inminente enemiga: Rusia.
Es absurdo catalogar suicidios, pues el suicidio llamado “inducido” coincide a veces con el denominado suicidio “altruista” u “honorífico”. Ante el develamiento de un secreto insostenible, al culpado se le entrega una pistola y una bala. No la pide, pero el círculo de hierro que se cierra sobre él, no le deja salida. Y procede ante sus “culpas de Estado”, lo que da el pobre consuelo sociológico del “suicidio filantrópico”. El sentimiento de “no ver salida” tiene ánimos políticos, económicos o simplemente mórbidos. Sobre el suicidio de Esenin (1929), León Trotsky escribió una de sus tantas magníficas semblanzas, muchas de las cuales contienen una extraña reflexión sobre este evento fatal. “Duro es nuestro tiempo, quizás sea uno de los más duros en la historia de la humanidad llamada civilizada. El revolucionario nacido para estas décadas está imbuido de un patriotismo furioso, por su época, que es su patria y su tiempo. Esenin no era un revolucionario. El poeta no era ajeno a la revolución, pero no era afín a ella; el autor de Pugachov y de la Balada de los veintiséis era un lírico en extremo íntimo. Pero nuestra época no es lírica. Esta es la causa por la que Sergéi Esenin, por propia cuenta y tan temprano, se ha ido lejos de nosotros y de su tiempo; el poeta ha muerto porque no era afín a la revolución” (Trotsky, Literatura y sociedad).
Esenin eligió ahorcarse. Hay un ligero punto de contacto con la idea sociológica de que el suicidio ocurre si la sociedad se retira demasiado (o a la inversa, si se imprime demasiado) en la conciencia del suicida. Solo que a diferencia de Durkheim, que ve al mundo como una regla moral objetiva, Trotsky ve otro tipo de diferendo entre un nivel colectivo revolucionario, y las conciencias líricas que intentan alcanzarlo, aunque no puedan superar un distancia, donde se aloja una punzante perplejidad, en última instancia, el suicidio.
No algo muy diferente dice Trotsky sobre el suicidio de Maiacovsky. “La barca se rompió contra la vida cotidiana”, dice Maiacovsky sobre su vida íntima, en sus últimos versos. Y Trotsty concluye que la vida cotidiana de Maiacovsky le arrojaba golpes que no eran posibles de interceptar elevando su potencia lírica. Por eso las contradicciones entre una literatura regenteada por comisariatos culturales y su vida personal, hayan sido resueltas – conjetura Trostky – enviando “su barca al fondo”. Los personajes del Estado (de la “literatura burocrática”) dictaminaron el “caos personal” del poeta, que nada tendría que ver con su vida poética. En cambio, Trotsky concluye que el suicidio de Maiacovski – semejante al de Esenin – se aloja en la distancia histórica entre su vida poética y lo que impedían las fórmulas prejuiciosas del Estado.
Hay algo casi imperceptible que liga la idea de suicidio de Durkheim a la de Trostky. Ninguno le atribuye importancia a los que las generaciones anteriores habían considerado como el suicidio por desesperación amorosa, y como en todo suicidio, con su recado de sutil castigo a la dama que no supo romper con su pequeño mundo burgués. Es el caso de “Werther”, que para nada es tenido en cuenta por el mencionado sociólogo y el mencionado revolucionario, pues en un suicidio siempre interviene un obstáculo social mal resuelto y un deseo recóndito de impugnar el mundo. Pero en el caso de estos dos pensadores – tan diferentes entre sí – el suicida, finalmente, tiene la cualidad de ser un personaje del destino político y social antes que del destino amoroso. No sabemos a quién le va a tocar, pero es el convocado por las turbias fisuras de la sociedad. Sea la “burguesa” o la “revolucionaria”. Demostraría así que un mundo que parece ensamblado bajo culturas homogéneas se caracteriza por toda clase de depresiones, desconocidas energías y hendiduras solitarias contra las que el desesperado quiere vociferar, con su último acto, diciendo que alguien tiene que pagar las culpas, sean o no sean propias.Trostky también destina largas páginas a interpretar el destino de Joffe, un colaborador suyo que aún seguía en funciones en el Kremlin, y que en su carta de suicida deja un tajante testimonio: años antes había escuchado en la propia voz de Lenin, decir que “en 1905 Trostky tenía razón”. El suicida, que también estaba enfermo, había escrito en su carta una frase que pertenecía a los secretos de Estado.
En la suicidogenia argentina, Erdosain paga su culpa, pero su suicidio es una acusación. En el suicidio de Lugones, posterior al de Erdosain, también hay una recriminación con la forma de una herida arrogante, que emite un quejido despechado y despectivo. A Macedonio Fernández lo había impresionado mucho el suicidio de Lugones. Escribe que Lugones se había entregado a ese “fragmento fatal de tiempo” donde se abisma el suicida, por lo que postulaba las leyes del “longevismo”, el máximo esfuerzo del hombre contra la sociedad armada de un revólver que se “introduce en su psique”. Macedonio había leído a Durkheim cuando joven, y sin abandonarlo nunca, lo pone cabeza abajo. Igual que Artaud con Van Gogh, el “suicidado por la sociedad”.
Tratar de impedir un suicidio es tarea conocida. Sea el caso del literato que tardíamente le aconseja no hacerlo al vate nacional, sacrificado por su propia mano desdeñosa; sea el caso del policía de San Francisco que corre para detener al que quiere arrojarse del Golden Gate (en la Torre Eiffel hace tiempo hay parapetos antisuicidas, como en tantos otros lados, por ejemplo, en transportes subterráneos o altos edificios famosos). A la tarea suicida, todas las iglesias mundiales la encaran ceñudamente. Difícilmente se apartan de un comprensible silogismo: el suicida atenta contra algo más que sí mismo; quiere competir con el Creador al intervenir tan soberanamente en su vida, sintiéndose dispensado para quitársela. Pero poco sabemos de los pasos sucesivos que un hombre va dando en su recorrido hacia su suicidio. Los da sin interpretarse a sí mismo y desconociendo, como es obvio, cómo esos actos se van encadenando involuntariamente en una conciencia enjaulada que se quiere libre. Pero un domingo específico, un día póstumo señalado, desde las secretas sociedades en que podía estar involucrado, surgen llamados que le evocan incorpóreas prisiones, que atraen toques a su puerta que él mismo demanda y que le acercan un arma defectuosa aunque propicia. Son llamados que se le destinan desde la trama que él mismo conocía demasiado, y siente que no tiene otra salida que dirigir el disparo contra sí mismo para que resuene en los residuos de esa culpa que no atina a ver en él, o que difusa y arbitrariamente intuye retrospectivamente en lo que fueron sus propios itinerarios. Alguien dijo que la existencia es hacer algo con aquello a que nos incitan. ¿La libertad no es inducir otra cosa sobre esos mismos destinos a los que se nos induce? Los suicidios suponen – el suicidio de Nisman supone – que hay veces que se llega tarde a esta comprobación.
http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index.html
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