La Tecl@ Eñe
Corrupción, Justicia, medios y el ataque a la política
"¡¡Que se vayan todos!!"
La corrupción es un fenómeno estructural en un mundo donde impera el capitalismo especulativo. Es un actor político que forja alianzas, evita disputas y promueve políticas. Esta suerte de entente atraviesa casi todo el arco político acercándolo a una riesgosa crisis institucional que, otra vez, roza la idea de un nuevo que se va tan todos. El ataque es a la política que sigue siendo el único instrumento para lograr la justicia social y la emancipación.
Por Ricardo Rouvier *
(para La Tecl@ Eñe)
La amenazante frase fue acuñada en el derrumbe de la Alianza a fines del 2001rompiendo el vínculo de la representación, fundamento de la democracia. Una parte significativa de la ciudadanía esgrimía este enunciado porque estaba agotada de la incapacidad de la política para dirigir las cuestiones del Estado, incapacidad que le producía ingentes daños socioeconómicos. En esos casos excepcionales, la política se vuelve enemiga, se separa de sus representados que se sienten agredidos. La ciudadanía encuentra una respuesta a su impaciencia practicando el insulto e inclusive la agresión física como le ocurrió a algunos políticos en aquella época. Esa frase imperativa, basada en un sentimiento de indignación, hoy vuelve a reaparecer aunque sin que sepamos si va a convertirse en una imprecación fuerte y dominante contra la clase política, o en un momento pasajero.
Hay que considerar, para entender, que la mirada de la opinión pública es global, que para ella la corrupción es global. Esto quiere decir que apunta al bulto más que a cuestiones específicas. Desde el punto de vista de la semiótica de los medios, los hechos que mostró la televisión encajan perfectamente en la narrativa de la comunicación masiva. Resultan atractivas y enmascaran su condición siniestra. Es más, alejan a la sociedad de la toma de conciencia de la gravedad institucional en la que nos encontramos, sin que esto signifique una crisis de gobernabilidad.
Desde los floridos ejemplos que dan algunos ex funcionarios o empresarios amigos del kichnerismo hasta el Panamá Papers, los testimonios sobran para que la política que se había recuperado en el 2003 con Néstor Kirchner, vuelva a caer en la negatividad. Hay seguidores, militantes, adherentes al kichnerismo a quienes el vínculo con Báez primero, el episodio de La Rosadita después, y finalmente el caso López, les produjo un golpe a la credibilidad e hirió fuertemente sus convicciones.
Las encuestas van mostrando como el colectivo social "castiga" a la ex Presidenta, pero también al actual Presidente. Hay un 36% de la población de todo el país que considera que Mauricio Macri es corrupto. Es mucho, considerando que es un presidente que hace poco más de 6 meses que asumió. Esto último, no es prácticamente registrado por los medios masivos, que casi en su totalidad están enterrando al kirchnerismo.
Más allá de los problemas de financiación que tiene y que requiere hoy la política, sobre todo en las campañas, y que ese es un tema abierto a generar proyectos y soluciones, no se puede negar que algunos miembros del espacio nacional y popular que han sido funcionarios, confundieron el proyecto colectivo con su proyecto personal por ser esclavos del consumismo y la codicia estúpida. No avalamos el tipo de sanción, pero recordamos que esto del desvío burgués es un argumento utilizado en la legislación de los países socialistas antes de aplicar durísimas penas al corrupto.
El lavado de dinero, la elusión y la evasión impositiva son comunes a los empresarios. Diríamos que es común a todos los empresarios del mundo que no quieren pagar impuestos. Pero, existen países en que esto se ve facilitado u obstaculizado. Los mecanismos regulatorios y de vigilancia al aplicarse en el tiempo sistemáticamente, establecen una cultura de disciplina fiscal en los ciudadanos. Por lo tanto la familia Macri conoce muy bien de lo que se habla, y solamente el encubrimiento, el silencio y los acuerdos empresarios/judiciales, hacen que los empresarios argentinos como los Macri y otros estén sospechados. El grado, la gravedad, la deben establecer las autoridades de control fiscal, lavado, y el Poder Judicial en general. Como ciudadanos debemos exigir que dichos organismos estatales y el Poder Judicial funcionen con equidad y eficacia. Ya sabemos que Justicia y Verdad no son términos idénticos, pero es preferible tener alguna justicia a no tener ninguna.
En realidad, la inmoralidad pública/privada merece un análisis a fondo, sobre todo a partir de que el Mani Pulite italiano (1992) demostró que la corrupción no era privativa solamente de la derecha, sino que se desplazó hacia la izquierda. Luego de la acción judicial que provocó una crisis partidocrática, llegó al poder el magnate de medios de comunicación, Silvio Berlusconi. Esto plantea una opción que es la siguiente: La posibilidad de, si por buscar la verdad y la pureza del Estado, pueden ponerse en riesgo las estructuras partidarias (como pasa hoy en Brasil), dando paso a la llegada de un impresentable "salvador" de la derecha autoritaria como le pasó a Italia.
Hoy, la corrupción en el mundo del capitalista global, se ha convertido en un actor político que forja alianzas, evita disputas y promueve políticas. Ya no es, como antes, la infidelidad de un agente oficial con un particular para obtener beneficios económicos o de otro tipo, sino que es una organización a la usanza de una asociación ilícita que construye privilegios, distribuye premios y castigos en los que el Estado es un socio más. Y esta entente atraviesa casi todo el arco político, excepto sectores minoritarios, derecha o izquierda extrema, que nunca llegan al poder. Este tipo de estructura de la corrupción funciona en forma transversal, por eso no sorprende que empresarios cercanos al oficialismo y a la oposición se hallen entre los beneficiados. Antes y ahora.
En la actualidad, el futuro de la política nacional está, sustancialmente, en manos del Poder Judicial; hay que tratar de que los culpables sean condenados, y los que deban ser investigados lo sean, pero que no se caiga toda la estantería de la política dejando a la ciudadanía indignada pero sola.
Para finalizar, hoy hay muchos jóvenes del espacio nacional y popular que se sienten defraudados, y es justo que lo sientan, siempre y cuando no extiendan a la política lo que es culpa de individuos mediocres. La política sigue siendo el único instrumento para lograr la justicia social y la emancipación; batallas que son políticas y también éticas. Hay muchos dirigentes en diferentes sectores que son honrados y no merecen esta mirada generalizada de la sociedad.
Este vendaval judicial será superado en el tiempo, y la utopía de luchar por una sociedad mejor continuará. Desde el 2003 al 2015 se ha hecho mucho, y hay que rescatarlo de la demolición. También se han cometido errores. Se puede volver si, y solo si, se mejora.
* Licenciado en Sociología, doctor en Psicología. Analista político y docente universitario.
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