lunes, 25 de julio de 2016

¿La joda se acabó o volvió?

lunes 25 de julio de 2016



OPINIÓN



¿La joda se acabó o volvió?



Por      Eduardo Aliverti

Lo que se amontonó la semana pasada, por acciones y definiciones oficiales representativas de un interés de clase brutal, es inédito en lo que va del gobierno macrista. O tal vez sea que impresiona un contraste: el de Macri guapeando que "se acabó la joda".
Esa afirmación presidencial, proviniendo de un empresario de negocios con el Estado, debería generar sarcasmo de modo instantáneo. Pero el momento político se caracteriza por un discurso gubernamental que tiene cierto éxito en adjudicar todos los males habidos y por haber a la gestión anterior. El "se acabó la joda", entonces y además de las franjas más gorilas, prendería por ahora en un imaginario de clases populares y medias que reside en tener que aguantar, porque el kirchnerismo se revela como una ficción bochornosa y estimulada por la andanada mediática. Y – quizá sobre todo – porque otra cosa no hay. Destapar corrupción K, sin que importe si con seriedad o a la bartola, disimula aquello que los escribas del Gobierno definen como errores y nunca como la consecuencia de un modelo que sólo beneficia a los grupos más privilegiados del poder económico. Es así que se garantiza una impunidad declarativa, o impunidad a secas, que en otras circunstancias llevaría a que sus protagonistas tuvieran más cuidado. Pero hoy se sienten con unas licencias que no dejan de asombrar, ni de indignar ni de, al cabo, ser auténticas. Son lo que son, no lo ocultan y es lo que votó una estrecha mayoría, pero mayoría al fin. Tampoco se trata de alentar sentimientos revanchistas o de pase de factura. Cualquiera que tenga una vocación progresista, dispuesta a pensar primero en lo que podría juntarse y no en lo que separa, contra la renovada ofensiva neoliberal, se equivocará si hace eso porque recluirse en un núcleo duro es indispensable ideológicamente pero no sirve a los efectos prácticos. Cabe reconocer que es difícil porque las autenticidades del oficialismo son, en verdad, una provocación. El presidente de la Rural le da sentido a que quienes viven más allá de la General Paz no tienen derecho a comer lomo. El milico Aguad, Oscar, ministro de Comunicaciones nacional, sostiene que el shock contra los pobres es necesario para atraer inversiones que derramen riqueza. Y no se puede seguir con el Fútbol para Todos porque esa plata hay que destinarla a la salud y la educación, dicho por quienes en unos pocos meses transfirieron al capital más concentrado, por vía devaluatoria y quita de retenciones, un 75 por ciento del monto total destinado a obras públicas, lo cual cuadruplica la partida para Salud y multiplica por nueve el presupuesto nacional destinado a Vivienda.
En su artículo "El engendro tarifario", del jueves en Página/12, Fernando Krakowiak desarrolló unas cuentas que es imprescindible citar porque desafían, como pocas, la lógica gubernamental de que no había otro camino (tanto respecto de las tarifas de servicios públicos cuanto acerca del ajustazo en general). Va resumido. Si en el bimestre mayo-junio del año pasado un cliente de Metrogás consumió 400 m3, abonó 253,4 una vez sumado el IVA, entre cargo fijo, cargo variable y lo destinado a obras de infraestructura de gas. Ese mismo cliente, en el mismo período de este año y por los mismos conceptos, tendrá que pagar 1174 pesos incluyendo el IVA, lo cual representa un aumento de 363,3 por ciento. Significa que el techo de 400 por ciento, anunciado por el Gobierno como "solución" al tarifazo, no implicaría cambio alguno para ese hogar. Luego, supongamos que ese mismo cliente, en lugar de mantener su consumo, lo hubiera multiplicado por cinco (unos 2000 m3). Su factura sería en ese caso de más de 11 mil pesos, que es un aumento de más del 4200 por ciento. Pero si entra en vigencia el tope de 400 por ciento, sólo pagará 1267 pesos. Y los más de 9800 pesos restantes los subsidiará el Estado. En síntesis, el que ahorre gas no tendrá ningún beneficio y el que incremente su consumo saldrá ganando. O dicho en otros términos, como refuerza Krakowiak tras tomar un informe del humorista Juan José Aranguren, el costo fiscal de la fijación del techo lo pagarán quienes ahorren gas y la mayoría del subsidio irá a parar a los sectores acomodados. Hood Robin en estado puro, mientras Macri desespera para que bajen la calefacción en el festejo de la Rural y no se ande por la casa en patas y remera durante el invierno. ¿Esto sería que se acabó la joda?
En Ecuador, el gobierno de Rafael Correa impulsa una consulta popular con relación a la incompatibilidad de ejercer cargos públicos y tener bienes o capitales, de cualquier origen, en paraísos fiscales. Esto es: lo que involucra a los funcionarios del macrismo y nunca, por lo visto, a quienes ejercieron durante la administración anterior. Eso, todavía, no pudieron inventarlo. No hay Panamá Papers que alcancen al kirchnerismo, mientras sólo se mira a López, las falsas monjitas y las causas que cual trastornado persecutor impulsa el juez Bonadio. Si los ecuatorianos aprueban el Sí a la consulta, quienes pretendan cargos electivos tendrán un año de plazo para repatriar fondos y de lo contrario quedarán imposibilitados para ejercer cargos públicos. Como se lo preguntó el politólogo Juan Manuel Karg, también en este diario el mismo jueves, ¿qué sucedería de realizarse una compulsa similar en Argentina y Brasil, donde las revelaciones golpearon a Macri y al entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos con titularidad de empresas offshore? ¿No tornaría en algo más serio que se acabó la joda? Y para agregar: comienza a reglamentarse el blanqueo impositivo que, como se sabe o debiera, induce a manifestar capitales en el exterior pero sin compromiso de repatriarlos. En teoría reglamentaria, la Afip tiene obligación de informar a otras dependencias de Estado sobre movimientos financieros sospechosos. Si hay lavado, u otro delito, la responsabilidad sancionatoria le cabe a otras reparticiones. Según trascendió, la reglamentación dirá que el organismo recaudador no tendrá el compromiso de compartir, con otras esferas del Estado, lo que surja del blanqueo. O bien, no habrá obligación de que se haga público. ¿Estaríamos así en el fin de la joda o apenas en su renovación? Macri dijo que "ya no hará falta escondernos", así, en la primera del plural, en el discurso ante los suyos en la Bolsa de Comercio. Tiene razón. Quedarían habilitados para mostrar, traer entre poco y nada y, si la traen, que nadie investigue de dónde. Una joyita que amerita andar en patas y remera para festejarlo, y sin embargo los últimos datos surgidos del mercado sugieren que el blanqueo no tendrá la aceptación esperada. Si ocurre eso sería una curiosa parábola, o no tanto, de hablar con el corazón y que contesten con el bolsillo. El establishment le reclama a Macri correrse más a la derecha todavía, y hacerse cargo de un liderazgo político que no le cuadra muy bien que digamos. Si los López tienen su límite como mecanismo de convicción, también lo tiene que los medios adictos inventen las capacidades o expectativas que no hay. El Macri blanco y de ojos celestes que hace como si fuera un hombre común del pueblo llega hasta que, en algún momento, los de su clase le exigen andares más categóricos. En el gobernar, no en las entrevistas. Hace todos los deberes, pero cuanto más los cumple más le reclaman porque la visión del poder económico no entiende de sensibilidades sociales. Aprovechan, además, que no hay reacción opositora y que lo habido hasta diciembre del año pasado parece estar en las diez de últimas, sin conducción de ninguna naturaleza, agotado. Pero esa imagen política, alentada por la dispersión y el limbo peronista, no debería afectar el convencimiento de que lo vivido estuvo lejos de ser ficcional. Fue un modelo diferente, en los marcos capitalistas, y entre aquél y éste no hay distancia de errores sino de intenciones.
El caso del Fútbol para Todos, que de paso les viene a ciertos medios como anillo al dedo para desviar atenciones centrales, es una muestra más de que bajo la excusa del eficientismo (o peor: de la justicia social) es cercenado mucho de lo mejor que se había conseguido. Puede polemizarse sobre la falta de control a la dirigencia de los clubes o acerca del excesivo propagandismo gubernamental, durante y en el entretiempo de los partidos. O de casi todo lo que se quiera. Pero es difícil de aguantar que arguyan la plata que podría usarse para fines más urgentes, justo desde las usinas de los recortes de derechos, de la transa para volver a dejar el negocio en manos de los monopolios privados del pagar para ver, de la complicidad entre el Gobierno y el medio que tenía y perdió la exclusividad de las transmisiones. Si se tensiona la lógica de las prioridades sociales, se concluiría en que toda producción de lo denominado cultura, de masas o de elite, debe ser abandonado en nombre de la herencia y emergencia que el kirchnerismo dejó. Con ese criterio, ¿por qué dejar de gastar en el fútbol y no en el apoyo a toda manifestación artística, desde los talleres barriales hasta el Colón, si todo consiste en que debe ajustarse a cuenta de la catástrofe fiscal dejada por el otro gobierno? ¿Qué se ajustaron los del actual y sus socios? Lo que se paga para que los argentinos vean fútbol gratis, nada menos que el fútbol, su fútbol, es una parte mínima de la desfinanciación estatal producida por el macrismo a favor de buitres locales y externos.
Tómese el lector unos segundos, o lo que le parezca o sienta, para pensar hasta dónde está bajándose la vara de lo que debe discutirse. Fútbol gratis no; lomo solamente para los porteños que lo puedan pagar; cambiar el celular o la moto o viajar al exterior era una fiesta que se creyó una clase media tonta que ahora paga las consecuencias; si la nafta está cara no hay que sacar el auto; y si el tarifazo golpea entre quienes menos tienen debe entenderse que los consumos altos corresponden a los altas clases, porque al resto le vale el marche preso del costo energético y ecológico.
Vaya con la joda que se acabó.





















LA SOCIÓLOGA DORA BARRANCOS HABLA SOBRE 

LA TUPAC AMARU Y LA DETENCIÓN DE MILAGRO 

SALA


"Se propusieron quebrar al movimiento"



Barrancos interpreta que en Jujuy se vive una interrupción del estado de derecho. Que se busca desmembrar a la Tupac Amaru para dar un escarmiento, por lo que mantendrán presa a Milagro Sala todo lo que sea necesario.
                          La socióloga e historiadora Dora Barrancos                                            considera que a Milagro Sala                                      "le temen los poderosos".


Por        Alejandra Dandan

Durante un homenaje realizado el año pasado en la Universidad de Quilmes, Dora Barrancos se preguntó "¿Quién le teme a Milagro Sala?" Y se respondió: "Le temen los poderosos, los tibios, los que están contra los derechos de las mayorías populares". Socióloga, doctora en Historia e investigadora principal del Conicet, hoy dice que aquello fue casi un adelanto de lo que siguió como si "pestañaran" los nuevos vientos. En esta entrevista explica por qué cree que en Jujuy existe un estado de excepción donde quedan afuera las mayorías populares ante una "comandita" de los tres poderes que se articulan muy enfáticamente con una carga xenófoba en altos segmentos de la población.



–¿Qué le está diciendo la detención de esa mujer a la que, usted dice, temen los poderosos?
–No se puede leer la detención de Milagro Sala sino en el contexto de excepcionalidad, una suerte de interrupción del estado de derecho en Jujuy. Además de las formas poco republicanas – casi no hay separación de los tres poderes –  no hay duda de que se manifiesta una intención de interrumpir el derecho de las mayorías, de cohibir al menos la voluntad política de los sectores populares, teniendo en cuenta el ciclo que acaba de dejarse, que significó el ejercicio de acogimiento de esas mayorías en una política gubernamental de carácter inclusivo. Por esto hay una figura de cese del Estado de derecho porque deliberadamente se excluye a los segmentos populares. Pero además en esa excepcionalidad, lo voy a decir con mucha prudencia, se articulan sentimientos muy discriminatorios. Parte de la sociedad jujeña es discriminatoria. No podría decir cuáles son los segmentos más afectados por las sensibilidades discriminatorias, pero me atrevo a decir que son los sectores medios, medios altos, aunque no se puede dejar de conjeturar que hay acompañamiento de algún estrato medio bajo. Esa circunstancia no se refiere sólo a la comunidad Tupac Amaru, sino que es de larga data y comprende a todos los pueblos originarios. Hace mucho que nos preocupan las distorsiones mentales, las actitudes que suelen dominar, que desean obturar el reconocimiento de la población indígena. Se habla del "abuso" de derechos y de la sobreutilización de esa población de los servicios de salud, por ejemplo. Hay una operación mental de exclusión que también alcanza a la población boliviana.



–Una perspectiva así empieza a indagar la defensa de Milagro, una línea que trata justamente el odio racial.
–Hay odio xenófobo instalado hace mucho. Se está frente a una mentalización, entre los sectores medios y altos con mayor complicidad, de no reconocer a los "bolivianos" ni a los grupos locales que en general comparten los mismos orígenes étnicos. Lo notable es que se asiste a una buena reproducción de la población indígena en toda la región norteña, es una demografía en crecimiento y se la percibe como una amenaza. No es diferente a la xenofobia europea, pero entre nosotros hay una borratina sobre el tema. Se pone en evidencia una actitud "preventiva", no pocos sectores ingresan al "estado de prevención", lo que equivale a imaginar: "algo me van a sacar, algo me vienen a robar, esos que no tienen el mismo derecho que yo". Es una llaga que cuesta mucho reconocer. La Tupac viene a representar esa coagulación de lo indígena amenazante y que es rechazado preventivamente por determinados grupos sociales que se han tornado individualistas, muy poco solidarios. Pero no me parece que esto se asimile a la construcción de sentido xenófobo europeo que ilustra la frase "me vienen a sacar el trabajo". Es un fenómeno distinto que lleva a enunciar que "los negros no pueden tener los mismos derechos porque no son iguales a mí aunque hayamos nacido en el mismo país". Y esto es mucho más simbólico que material y económico, porque a menudo el enunciado es pronunciado por gente morocha que comparte idénticos fondos étnicos.



–¿Qué rol cumplió la Tupac en estos años?
–Hay una asociación punitiva de los tres poderes del Estado con relación a Milagro Sala. Han llegado a un acuerdo y no sólo tácito: el acuerdo es en torno a la ejemplaridad del hostigamiento y la humillación. Hay que cortarle las alas, ponerla en caja, aniquilar su liderazgo. Lo que más abruma a un movimiento social, a cualquier colectivo, son las implosiones, las manifestaciones internas de disensos severos e irremediables. Y lo que se ha propuesto esta comandita de los tres poderes es quebrar el movimiento, hacerlo disentir profundamente, abrumarlo con conflictos internos y es lo que está consiguiendo en alguna medida. Se llama de modo separado para negociar a los integrantes de la Tupac, hay tentativas de adquirir voluntades, de hacer que abjuren del pacto colectivo. En un movimiento tan amplio como la Tupac siempre han existido puntos de vista diferentes, manifestaciones disonantes. Es sobre estos disensos que opera la campaña de hostigamiento para que se resquebraje por completo. Ese es el objetivo principal. Van a tener presa a Milagro Sala todo lo que sea necesario, que en buen romance quiere decir hasta extinguir a la Tupac Amaru.



–Es la metáfora del cuerpo desarticulado de Tupac Amaru.
–Así es. Es un descuartizamiento. No es probar lo ladrona que fue, eso les interesa mucho menos. Ladrona es la metáfora que está en la superficie; abajo, cuenta el movimiento de descuartizamiento. Extinguir esa rebelión de estos indios y de estas indias y de estas putos indios – así dicen– o de estas lesbianas indias, dada la libertad enorme en materia de sexualidades que tiene el movimiento y que creo que es un aspecto único en materia de movimientos sociales en América Latina.



–¿Por qué considera que la Tupac es un movimiento singular?
–Es completamente original en el arco de derechos que reivindica y ese es su peligro; no es una manifestación clásica de los movimientos sociales. Se ha avanzado mucho respecto de los movimientos sociales de oposición al neoliberalsimo en los '90, y la Tupac es una organización que se ha hecho con clara hegemonía del liderazgo de una mujer. Esto no es tan novedoso porque hubo muchas líderes piqueteras en los '90. La reivindicación del derecho a la casa, a la recreación, a la salud, al trabajo, son bastante trajinados pero en el caso de la Tupac se hizo vibrante también el derecho a una "vida digna de ser vivida" desde el punto de vista de la sexualidad, un reconocimiento a las sexualidades disidentes. Esa es la novedad de la Tupac que tiene anualmente también una manifestación de gran jolgorio con la marcha del orgullo gay. Esas fiestas muestran tramas de solidaridad muy peculiares. Insisto en que si se recorre el andarivel de los movimientos sociales típicos de Argentina como el movimiento piquetero, los derechos que se solicitaban son ajustados a una base canónica: vivienda, educación, salud, trabajo. Han sido movimientos que consagraron demandas frente a la perdida de trabajo, pero también construyeron movimientos más sólidos más allá de ese objetivo. Avanzaron desde esa experiencia de juntarse a reclamar oportunidades de trabajo con el liderazgo de mujeres, tal como ha demostrado entre otros Andrea Andújar. Pero pasada la algidez de la crisis, muchas de esas mujeres se subsumieron de nuevo en posiciones no públicas. La diferencia es que la Tupac tomó el reconocimiento de las personas disidentes en materia de sexualidad como parte del programa de reivindicaciones.



–La Tupac misma aparece estructuralmente como una parte de esas identidades disidentes. Ahora bien, en la línea que va de los movimientos sociales de los 90 hasta acá aparece una disputa por el espacio político. ¿Cree que eso se ve en el reclamo de tipo impugnatorio que le hacen sobre la idea del Estado paralelo?
–Exactamente. La construcción del "Estado paralelo", como argumenta el poder con relación a la expansión de la Tupac, es el mayor punto de resentimiento. A nadie que denostaba a las organizaciones sociales en los 90 se le ocurría hablar de amenaza del "Estado paralelo". En cambio esto sí aparece acá por las características de la Tupac: es una meta organización social dado que el arco de derechos sobre los que trabaja es más variado. Por eso, de imaginar ahora el renacimiento de los movimientos sociales con las asambleas populares y otros fenómenos – si vuelven a presentarse en la escena con la fuerza de los 90 –  tendrán que hacer lugar a los nuevos derechos.







OPINIÓN



¿Década desperdiciada? ¿Para quiénes?


Por      Emir Sader

Después de agotar la posibilidad de caracterizar la situación actual de los gobiernos progresistas latinoamericanos como una situación de "fin de ciclo" – en la onda del fin de la historia, del fin de la oposición derecha/izquierda, del fin de las ideologías y otras ondas sin fin –  surge la idea de que sería una década desperdiciada. Nada de fundamental habría ocorrido, los gobiernos de Lula, de los Kirchner, del Frente Amplio, de Chávez, de Evo Morales, de Rafael Correa, habrían tirado por la borda una situación excepcionalmente favorable a la izquierda y habróan favorecido el retorno de la derecha.
Fin de ciclo ya está claro que no es, no surge nada de superador, ni por la derecha ni por la izquierda. Al contrario, sea en Brasil, Argentina o en los otros países, lo que surgen son procesos de restauración conservadora, de retorno del viejo neoliberalismo de los años de 90.
Entonces era necesario intentar descalificar los gobiernos que han traído los más grandes avances para nuestros países en mucho tiempo, para lo cual se lanza la idea de que habría sido una década desperdiciada. Como si las condiciones fueran las mejores posibles y no se hubieran aprovechado.
Esos gobiernos surgen a contramano de la fortísima onda global neoliberal, que todavía subsiste, aun con la prolongada y profunda crisis internacional del capitalismo. Mientras en el mundo aumentan las desigualdades, la miseria, la pobreza, la exclusión social, la expropiación de derechos, en nuestros países se ha avanzado en la dirección exactamente opuesta. Se ha disminuido mucho la desigualdad en el continente más desigual del mundo. Se ha retomado el crecimiento económico en medio de una acentuada recesión internacional. Nuestros países han cambiado mucho su fisionomía respecto de lo que eran antes, a pesar de los retrocesos a nível global.
Pero eso se habría debido solamente a los precios favorables de los productos primarios de exportación, gritan las aisladas voces de la ultraizquierda. Antes estaban altos esos precios y nada de eso había pasado y aun cuando esos precios han caído, los gobiernos progresistas han mantenido sus políticas sociales.
¿Para quién habría sido una oportunidad desperdiciada? Para los pueblos, seguro que no, que se han aprovechado para luchar y conquistar derechos, apoyando a gobiernos que los defendían. A lo mejor habrá sido una oportunidad perdida para la ultraizquierda de probar sus tesis de siempre, que han pasado toda la década sin apoyo popular.
¿Esos gobiernos serían responsables por el retorno de la derecha? Entonces, ¿por qué la ultraizquierda, que cree haber tenido siempre razón, no se ha fortalecido, no se aprovechado del debilitamiento de los gobiernos progresistas y ha ocupado su lugar? Simplemente porque no tiene ningún arraigo popular, porque sus argumentos no han cuajado en ningun sector popular, no dirigen ninguna experiencia de gobierno significativa, ni a nível municipal, ni provincial, menos todavia a nivel nacional.
Desperdiciada fue la década para los que no han aprendido que el desafío fundamental de nuestro tiempo es superar el modelo neoliberal, construir una alternativa concreta, fortalecerla, generar un polo lationoamericano y mundial de superación del neoliberalismo. El que no aprende de la historia sigue repitiendo lo mismo que decían hace décadas, desperdiciando las ensenanzas de la historia. Esos no tienen ni la perspectiva de repetirla, porque no la protagonizan nunca.







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