Por Artemio López *
A propósito de la ley que permitió Fútbol para Todos, desde Equis realizamos una investigación nacional de 10 mil casos, que se publicó en la revista de la AFA en su momento. En el cuadro, se observa la filiación futbolística de los argentinos, discriminando también por origen social. En los sectores pobres, Boca Juniors y River Plate concentran el 80% de los hinchas.
En estos datos se basó el entonces titular de la Afsca, Gabriel Mariotto, para plantear la necesidad de televisar los partidos de River Plate cuando – ¡ay! muy lamentablemente – el equipo de Menem jugaba en el Nacional B.
Así las cosas, sumado al deterioro socioeconómico exponencial que impacta sobre los segmentos populares, que sufren una inflación de 48% anual (puntos más que la media), y el estudio publicado oportunamente por PERFIL donde el Instituto Gino Germani de la UBA advierte que en el lapso noviembre-abril hubo un aumento de pobreza en el GBA de 13,5 puntos, pasando de 22% a 35,5%, lo que supone 1,7 millones de pobres adicionales, con este cuadro de deterioro social como contexto, el gobierno neoliberal de Cambiemos planea terminar con FpT, lo que constituye una nueva agresión a los segmentos populares y vulnerables.
Las excusas del cuestionamiento al fútbol gratis son conocidas y forman parte del manual de zonceras neoliberales: Transformar el costo monetario de sostener todas las conquistas populares en su equivalente en quilos de polenta y así legitimar su demolición.
En efecto, FpT es un beneficio de consumo cultural para sectores populares. Un caso particular lo ilustra: el superclásico Boca- River. Entre los sectores pobres, las preferencias por Boca o River son muy mayoritarias superando el 80% y, hay que recordarlo, en el marco previo al fútbol gratis, ambos equipos fueron eternos "codificados".
De esta mirada se desprende que la gratuidad del fútbol televisado, en todos los casos pero especialmente en los clásicos Boca y River, beneficia al 80,8% de la población pobre a nivel nacional, que no dispone de ingreso para pagar el abono al codificado, que después de 34 años (gol de Suñé de tiro libre en cancha de Racing el 22 de diciembre de 1976 ) accedieron a ver por TV de manera gratuita a sus equipos.
En esta perspectiva, y considerando además que el fútbol es el gran entretenimiento asociado a la pasión de los sectores populares, el acceso gratuito resulta una medida de democratización de consumos culturales de notable implicancia, en particular para jóvenes e hinchas de River o Boca, equipo del que Macri decía ser simpatizante, y a los que perjudica especialmente su delirio elitista de eliminar la gratuidad en la televisación del fútbol".
La transición de un modelo gratuito a otro pago aún no está definida en su formato y extensión temporal, pero hacia la privatización total vamos, y ya hay señales de ese tránsito, como lo señala Gonzalo Carabajal en el portal Neuquino Va con Firma: "Desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación con la decisión de entregar los partidos de más audiencia del Fútbol para Todos a los canales privados de Buenos Aires, el Canal 13, Telefe y América. Hasta esta decisión, esos encuentros se podían ver por la TV Pública (el viejo Canal 7), por lo tanto estaban disponibles para toda la población del país, por medio de su emisión abierta, por las repetidoras analógicas, por el cable, la TV satelital y la TDA. Ahora, para ver a los llamados "clubes grandes" hay que tener cable, ya que quien no está en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores no recibe de manera abierta esos canales".
* Director de Consultora Equis.
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