lunes 18 de julio de 2016
El kirchnerismo, en el 2004, con acciones inclusivas, cautivó a la mayoría de la población tras haber logrado un escueto triunfo electoral.
EL MACRISMO NO PUEDE CRECER, EL PERONISMO SÍ
El macrismo no puede crecer. Su máxima aspiración política es el sostenimiento del apoyo alcanzado a través de aquél acuerdo con los radicales, sostenido casi específicamente por el rechazo a todas las variantes del movimiento nacional y popular. No crece porque sus políticas tienden a reducir el respaldo antes que a incorporar.
Por Gabriel Fernández *
Puede haber cosas mejores, claro; pero admitamos que en medio del frío agudo que caracteriza este tramo del año, situarse en un lugar acogedor y preparar sin prisa un buen mate resulta apreciable.
Placentero.
Siempre hay un momento en el día, especialmente los fines de semana, para permitirse ese momento.
Uno puede dejar que los pensamientos zarpen con rumbo desconocido y, aunque en primera instancia parezcan revueltos, es probable que el andar de semanas agitadas se vaya ordenando.
Ordenar un poco la cabeza implica dar a cada suceso un lugar más o menos adecuado.
A partir de allí, trazar las líneas de contacto.
Si le parece, lector, vamos a una primera consideración.
Distienda la espalda.
POLÍTICA.
El macrismo no puede crecer.
Su máxima aspiración política es el sostenimiento del apoyo alcanzado a través de aquél acuerdo con los radicales, sostenido casi específicamente por el rechazo a todas las variantes del movimiento nacional y popular.
No crece porque sus políticas tienden a reducir el respaldo antes que a incorporar.
Nítido dato inverso al del kirchnerismo: en el 2004, con acciones inclusivas, cautivó a la mayoría de la población tras haber logrado un escueto triunfo electoral.
Dentro de un mar de concentraciones, actos y protestas desplegadas en el último y famosísimo semestre, se destacaron cuatro, coincidentes sólo en términos relativos y parciales.
Por tanto, muy importantes dado su carácter abarcativo: 24 de Marzo, Comodoro Py, CGT – CTA, Marcha por la Educación.
Ahora surgió la plaza que faltaba.
A raíz de los tarifazos, el ciudadano – usuario no necesariamente contenido en las movidas antedichas - dijo presente con su indignación directa.
De allí que, sobre el arranque del segundo tramo de este glacial 2016 podamos indicar que una futura victoria electoral sobre el liberalismo antinacional es probable, posible.
Con rascar – dirían los pibes - unos puntos del apoyo por descarte logrado por Mauricio Macri en la segunda vuelta de noviembre pasado, basta para derrotarlo, si el innovador disco rígido del voto electrónico no nos depara alguna sorpresa.
Bien, aquí se abren los interrogantes trascendentes a futuro.
Uno de ellos, más visible: cómo unificar, en base a un proyecto nacional acorde con las necesidades presentes, a ese gran espacio que cuestiona la política oficial.
Otro, más complejo aunque parezca extraño es qué hacer con el daño mental causado sobre enormes franjas sociales que resulta preciso tener en cuenta.
Ha sido usual escuchar la importancia de dar una lucha cultural, afirmada en la comunicación, para abordar el segundo plano.
Pensamos que, por remanida, la frase ya no encarna la dimensión del desafío.
Lo veremos luego, en este mismo texto.
Vamos adelante con la grilla pautada.
INTERNA.
La variedad de agrupamientos surgidos tras la derrota electoral del 2015 en el campo nacional popular no es más que la exteriorización de la naturaleza de las cosas.
Digamos, de la política.
Fuerzas realmente existentes buscan un lugar en el cual incidir, de un modo u otro, sobre el futuro reagrupamiento.
Agrupaciones políticas peronistas, movimientos sociales, corrientes sindicales, núcleos en distintos distritos, existen.
También existe, sobre todo, el kirchnerismo duro con todo su bagaje.
Como ninguno de los mencionados posee el control del Estado para coordinar al resto, no hay disciplinamiento posible.
Y todos se sienten en relativa igualdad de condiciones.
Esto no está ni mal ni bien.
Es, reiteramos, parte de la naturaleza de las cosas.
Por tanto, ninguno de los protagonistas en el Congreso, en los territorios, en los gremios, puede disciplinar al resto.
El intento de lograrlo a través de la adjetivación (traidores en un caso, sectarios en el otro, y así siguiendo) no es más que una ilusión.
Así las cosas, la labor de cada franja del movimiento nacional en este período debería fijar sus prioridades en el crecimiento, la defensa de los intereses populares, las luchas puntuales y la elaboración de proyectos de mediano plazo.
Es decir, en vez de acusarse mutuamente, peronistas de distintas variantes y kirchneristas de toda gama, necesitan entender el ciclo que protagonizan.
De esas acciones reales sobre el escenario nacional surgirán las corrientes que puedan liderar el período en ciernes, basadas en aquél panorama descripto, caracterizado por el rechazo a las políticas gubernamentales de ajuste, entrega y exclusión.
Para los que requieran más claridad, vamos con la sencillez: es lógico que Cristina pretenda un lugar central; es razonable también que a su lado, varios indiquen bueno, charlemos y definamos en conjunto.
CULTURA.
Ahora bien.
La operatoria psicológica comunicacional sobre millones de personas desplegada por los grupos concentrados en los años recientes posee un volumen interior, una densidad, superior a la conocida en otros momentos de nuestra historia.
Siempre laboraron contra el pueblo, claro, pero en estos tiempos han ido a fondo.
Fíjese que más de un 70 por ciento de los argentinos rechazan los aumentos de tarifas, expensas, alquileres.
Nos dijo Artemio hace unas horas que ese indicador ya llega a 80 por ciento.
Bueno: un 45 por ciento de las personas cree que la situación igual va a mejorar y la mayor parte de ellas estima que los problemas presentes se originan en la vaporosa "corrupción K".
Lo señalamos hace un par de años en un editorial televisivo, titulado "Los perros de Pavlov".
El sometimiento conceptual es tan potente que no están dispuestos a respaldar políticas que los benefician ni sectores que apoyan sus demandas y resuelven sus necesidades.
A vuelvo de pájaro, pero tomando esos datos firmes, podemos indicar que entre el 30 y el 40 por ciento de la población está doblegada.
La pérdida de trabajo propio, la ausencia de jubilaciones para el futuro corto, un endeudamiento que sus hijos pagarán en breve lapso, no son evaluados por esa región social como un dilema superior a los autos de Baez, los bolsos de López, las cajas de Florencia.
Es decir, ni siquiera el impacto sobre sus propios bolsillos que representa el alza de tarifas logró aclarar un puñado de ideas.
Frente a esto, resulta pertinente plantearse algunos asuntos con seriedad, ya que las elecciones se pueden ganar y las políticas a implementar beneficiarán, en menor o mayor medida, a todos los involucrados sin restricciones por su alineamiento político.
Parece atendible configurar equipos multidisciplinarios para afrontar la cuestión cultural y comunicacional en los años venideros.
Sindicatos, periodistas, sociólogos, pensadores nacionales, psicólogos, militantes sociales, tendrán que aunar mentes y esfuerzos para elaborar una acción cultural práctica que ayude a una gran zona de nuestra comunidad a ver su vida.
Como en algún momento dijo la ex presidenta, a defender sus propios intereses.
Por supuesto que la tarea no es fácil, pero a la luz de los espacios empleados por los grandes medios para asentar su propaganda, ningún esfuerzo será fútil.
Y junto a este análisis destinado a la activación concreta, será preciso delinear una política de medios en la cual confiar, con los realizadores adecuados y sin pretensiones verticales.
TRÁNSITO.
El gobierno macrista sigue generando una brutal transferencia de recursos desde las fajas populares hacia la cúspide social.
Esto se hilvana directamente con un endeudamiento récord y creciente, y con un alineamiento con las regiones económicas absorbidas por el capital financiero transnacional.
Sin dudas, la derivación será la debacle de la industria nacional, la descapitalización del país, el aumento acelerado del desempleo y todas sus implicancias: miseria, caída comercial, cierres fabriles, baja recaudación fiscal, desatención de la educación y la salud públicas.
Todo para aportar recursos al agujero negro de las corporaciones financieras que ya arruinaron Europa y van por el planeta.
La mitad de los argentinos que respaldaron con su voto al Frente para la Victoria sabían o intuían este decurso.
Debido al drástico ajuste, el alza de ese porcentaje se obtendrá sin demasiadas dificultades, en tanto y en cuanto el movimiento nacional y popular comprenda la naturaleza de la política y deje de morderse la cola.
La clave entonces parece estar en la generación de un gran debate público nacional sobre el Proyecto y su sentido, para que la próxima victoria se escriba con mayúsculas.
En ese marco, urge redimensionar ante la opinión la trascendencia del Unasur, brindar altavoz al decir del Papa Francisco, conocer los caminos emprendidos por China y Rusia.
Lograr, simultáneamente, que se palpe cotidianamente cómo influyen las políticas generales en la vida cotidiana.
Todas las acciones liberales se asientan en un sentido común inexacto: el ahorro como recorte y no como circulante callejero; el subsidio como gasto y no como impulsor del consumo; el salario como costo y no como inversión social.
Parten de evaluar lo peor como un camino hacia lo mejor.
Abrevar en nuestras propias tradiciones culturales, para las cuales el rol del Estado en la Comunidad Organizada es eje del desarrollo colectivo, nos permitirá operar sobre una idea sencilla, que rechaza todo ajuste por perjudicial: mientras mejor, mejor.
Los pueblos concientes de sus espacios geoeconómicos suelen actuar en línea con sus intereses.
Por eso hay tantos golpes y guerras destinados a frenar el curso de su acción.
Levantemos juntos la mirada para pizpear el devenir.
Puede no ser tan dramático como pensamos.
Pero claro, para eso habrá que trabajar en el sentido correcto.
Arregle el mate, lector, y piense en estas cosas.
- * Director La Señal Medios
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