MAURICIO MACRI BUSCÓ MOSTRARSE EN
NUEVA YORK COMO LA CONTRACARA DEL
"POPULISMO"
En el plan de quien hizo los deberes
El Presidente habló en la Fundación Clinton y en la Bolsa de Nueva York. En los dos escenarios machacó con algunas de sus frases de campaña con la idea de "volver al mundo" y dejar atrás "la fiesta del populismo". Al mediodía hablará en la ONU.
Mauricio Macri compartió escenario con Bill Blinton, Mateo Renzi y Sariq Khan.
Por Nicolás Lantos
Desde Nueva York
Mauricio Macri llevó su libreto de optimismo, entusiasmo y alegría a Nueva York: durante su primera jornada de actividades en esta ciudad, se valió de ese mensaje, de indudable estirpe duranbarbeana, para intentar convencer a líderes mundiales, celebridades y empresarios de primer nivel acerca de la conveniencia de invertir en la Argentina. En un encuentro auspiciado por la Fundación Clinton, por la mañana, y en Wall Street, a la tarde, el Presidente argentino repitió ese discurso e hizo énfasis en la importancia de que "el mundo" apoye a su gobierno en la meta de dejar atrás "décadas de populismo". Hoy será el turno de su primer discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que intentará dar la imagen de un país alineado con los intereses de las principales potencias de Occidente.
"Argentina, como saben, sufrió décadas de populismos y las cosas empeoraron mucho durante los últimos diez años. Íbamos directo a otra gran crisis como la del 2001, pero, afortunadamente, los argentinos juntos decidieron un cambio", dijo Macri ayer en la reunión de la Iniciativa Global Clinton que tuvo lugar en el Hotel Sheraton Time Square y de la, además de Bill Clinton, participaron el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y el alcalde de Londres, Sariq Khan. "Creemos que merecemos vivir mejor, queremos volver a ser parte del mundo y cortar con el aislacionismo", agregó.
Ante un auditorio global, con empresarios y líderes de todo el mundo, el Presidente no tuvo pudor en repetir argumentos de campaña electoral: "Mi meta es alcanzar la pobreza cero", dijo, haciendo énfasis en "la gran riqueza de recursos humanos y naturales con los que cuenta" la Argentina. "Para cortar con la pobreza hay que crear trabajo, crear un ambiente de confianza y credibilidad y tener reglas de juego claras. Nuestro desafío es ser confiables", insistió.
Aunque la tan mentada lluvia de inversiones para el país que Macri anunció aún no pasa de algunas promesas, otro tipo de precipitación, más húmeda y habitual, sí se hizo presente en Nueva York tras su llegada. El cielo siguió gris y ayer de a ratos lloviznó sobre una Manhattan más caótica que de costumbre a causa de la masiva presencia de jefes de Estado. Bajo la garúa, la comitiva argentina se movió del hotel The Mark, en el Upper East Side, hacia el Times Square, por la mañana; y de allí al distrito financiero en el Downtown, para asistir a un evento sobre las oportunidades de inversión en el país organizado por el diario económico Financial Times.
La comitiva que acompañó al presidente incluyó a la canciller Susana Malcorra; su alter ego Fulvio Pompeo, secretario de Asuntos Estratégicos y persona de máxima confianza de Macri en cuanto a las Relaciones Internacionales; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el vocero Iván Pavlovsky; el embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau; su par ante Naciones Unidas, Martín García Moritán; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; y el ministro de Finanzas, Alfonso Prat-Gay, que ayer aseguró, en el evento en Wall Street , que el año próximo Argentina espera emitir entre 10 y 15 mil millones de dólares de deuda (ver página 16).
Ante posibles inversores en la Bolsa de Nueva York, Macri reiteró su discurso de "pobreza cero" y se mostró tan optimista respecto al futuro que aseguró que el oficialismo va a ganar las elecciones de medio término el año próximo, algo clave para conseguir mayorías propias en el Parlamento que le permitan profundizar el rumbo de su gestión. De todas formas, se jactó del acompañamiento que tuvieron sus proyectos legislativos por parte de la oposición y mostró esos logros como un síntoma de que se dejó atrás "la fiesta del populismo". "Argentina quiere ser un país normal. Es necesario que exista la confianza primero entre el gobierno y sus ciudadanos y luego entre el país y sus inversores", dijo el mandatario, antes de rematar la reunión con un chiste: "Les voy a preguntar a muchos de acá si están blanqueando", dijo. En el público de banqueros, empresarios y gestores de fondos de inversión, nadie se rió.
Peña en Wall Street
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, consideró que "la Argentina tiene un rol muy importante que jugar en el mundo" y agregó que en el país "necesitamos que las cosas se hagan rápido: que se generen fuentes de trabajo y lleguen inversiones". Peña disertó ayer, en inglés, en la Bolsa de Nueva York en un seminario que organizó el diario Financial Times sobre "La Nueva Argentina".
"No es una democracia"
Un punto importante para Mauricio Macri en el plan de mostrarse durante este viaje a Estados Unidos como la contracara del "populismo" es criticar en cuanta ocasión pueda al gobierno de Venezuela que encabeza Nicolás Maduro. Ayer, en una entrevista con el Financial Times, realizada previamente en su oficina en la Casa Rosada, consideró que el gobierno de Maduro, elegido hace tres años, no era una democracia. "No puedo entender cómo la gente puede decir que están practicando la democracia, eso no es democracia", dijo negando con la cabeza, según describió el periodista que lo entrevistó.
- Campaña. Hace algunas semanas, en una entrevista, al ser consultado por su preferencia en la carrera electoral de Estados Unidos entre Hillary Clinton y Donald Trump, Macri sorprendió con una respuesta poco diplomática, eligiendo a la candidata demócrata sobre su par republicano, algo no muy habitual en un ámbito más acostumbrado a salidas evasivas. Ayer, el Presidente volvió a sorprender manifestándose una vez más a favor de la ex secretaria de Estado, cuando fue recibido por su marido, el ex presidente Bill Clinton, en la actividad de la que participó organizada por la fundación que lleva su nombre. "Mi mujer Juliana Awada lo espera en Buenos Aires como primer caballero", dijo Macri, en referencia a la reunión del G20 que tendrá lugar en la capital argentina en 2018. En la previa, Macri cruzó un saludo con Bono, el cantante de U2, y subió al foto a las redes sociales.
- Cambios. Macri tenía previsto participar ayer de la primera jornada de la Cumbre sobre Refugiados y Migrantes de Naciones Unidas, donde se trata la crisis humanitaria que tiene como epicentro a Siria, con millones de desplazados, algunos de los cuales podrían llegar a la Argentina. Sin embargo, el Presidente decidió priorizar los encuentros económicos y suspendió su participación en ese foro, donde fue reemplazado por la canciller Susana Malcorra.
- Agenda. Hoy el presidente argentino tendrá su debut como orador ante la Asamblea General de la ONU. Su número en la lista de oradores es el séptimo y está previsto que hable alrededor del mediodía, hora local. Según pudo averiguar Página/12, su discurso insistirá en los tópicos que desarrolló ayer, intentando mostrar que hubo un cambio en el país con su elección como presidente, y asumiendo posiciones más cercanas a las potencias occidentales. La cuestión Malvinas será mencionada, aunque "en términos diferentes a los que usaba Cristina", dijeron en la comitiva. Hay incógnita sobre si hablará, y en qué términos, sobre el tema AMIA.
OPINIÓN
Economía y cultura
Una "ley de mecenazgo" para permitir la deducción de impuestos a empresas que co-participen en proyectos artísticos puede juzgarse por los resultados diversos que ya se han registrado en Brasil y Chile, países donde hace tiempo se ha aprobado. En el primero de ellos hace más de veinte años, durante el gobierno de Collor de Melo, impulsado por quien fuera su ministro de cultura, Sergio Paulo Rouanet, un respetable abogado con inclinaciones filosóficas, difusor de la obra de Walter Benjamin en Brasil y por eso distinguido con el Premio Goethe. Evidentemente, una ley de este tipo, paradójicamente está muy poco relacionada con el espíritu de la obra de Benjamin, y por eso, aunque no solo por eso, merece un examen riguroso y una discusión responsable. En Chile, una ley semejante, fue aprobada muy rápidamente porque se la insertó – no sin habilidad poética – en el cuerpo de una ley general presupuestaria, y así pasó. Quien lo hizo fue Gastón Valdés, en la década del 90, en ese momento presidente demócrata cristiano del Senado. En la Ciudad de Buenos Aires rige una ley de patrocinio cultural que se basa en similares principios de estímulo al arte sobre la base de empresas que contribuyen y descarga de ahí sus gravámenes. En el proyecto que comentamos se menciona la problemática expresión "mecenazgo", pero el título del proyecto tiene una pomposidad de aspiraciones totalistas que envidiarían Federico de Prusia y el propio varón etrusco que protegió, dio aliento y vivienda al gran poeta Virgilio. He aquí el sorprendente nombre del boceto oficial: Sistema Nacional de Desarrollo Cultural.
En principio la proponen personas que actúan en el ámbito cultural – uno es el ministro del ramo, como suele decirse – pero que provienen del contorno empresarial, con todo el "packet" que ello supone, tanto en materia de ideología como de procedimientos. Desde luego, no valen aquí objeciones fáciles ni son esas las que deseamos hacer. Las evidencias del funcionamiento de esa ley en Brasil arrojan todo tipo de resultados, desde la producción de obras genuinas avaladas con mayor o menor mirada marketinera por grandes empresas (que en su publicidad institucional obtienen el reconocimiento de que son "amigas de la cultura"), hasta algunas derivaciones oportunistas en la que las empresas dan el subsidio, se les descargan impuestos, y en una más o menos astuta combinación, el grupo actuante le devuelve parte del dinero obtenido (caso leído en la Folha de São Paulo hace dos semanas), o directamente sirve para los llamados "mega-eventos" como Rock in Rio, que ostensiblemente se autofinancian con creces.
En principio, una ley así en la Argentina no necesariamente va a contribuir a que definamos mejor las obras de arte, los actos musicales en general y el estado de la cuestión artística en todos sus planos. Al mismo tiempo, es admisible que surjan obras, espectáculos, revistas, iniciativas o composiciones que de otras manera no hubieran vista la luz. Pero ese no es el problema ni tal situación, de por sí aceptable, no aminora los problemas que se generan. Más allá de sus deficiencias de concepción, mal conducido este instrumento jurídico produciría una mutación mercantil en los linajes culturales del país, que insertaría prepotentemente una bitácora de "clima de negocios" en la orientación y estructura de estimación colectiva del arte. Se mimetizaría progresivamente con la soterrada semiología publicitaria de la que son portadores los "gerentes de contenido" del capitalismo periférico. Son ellos los cautivos deliberados de la globalización de la decisión cultural, esa turbadora uniformización de la humanidad consumiendo a lo largo del planeta el mismo exterminador de mosquitos o la misma raqueta de tenis.
Habrá que preguntarle ahora a Cristiano Ratazzi o Paolo Rocca cuáles serán los cauces y orientaciones futuras de la cultura y la lengua nacional. Por el momento, no hay noticia de que estos hombres se interesen por nada parecido a lo que fue el Instituto Di Tella o que tengan el espíritu de un Vogelius, que fue agrimensor, gerente de una empresa aceitera y vendió un Chagal de su propiedad para financiar la revista Crisis.
Es evidente que nunca una ley se incumbe de las incógnitas, enigmas, gustos y atributos que sean inherentes al proceso creativo. Puede decirse que no sería concebible que haya protocolos y reglamentos para fomentar, específicamente, cosas como el cultivo del arte barroco colonial, el estudio del nominalismo monástico de Ockam o la interpretación de León Trotsky de la Divina Comedia (que por lo demás, es excelente). Pero esta ley trata de cuestiones artísticas, y la idea de "obra", una de las más discutidas en la historia de la cultura, sucumbe entre los axiomas del apresurado legislador cultural. Por lo tanto, no puede ser ésta tan solo una ley de economía cultural – generando también ese concepto forzado – que tenga menos en cuenta "los zapatos de Van Gogh" que la historia del sacacorchos (por cierto, cuestión admirable). ¿Cómo hacer una ley para crear plataformas de acción y no intervenir en el gusto público, y al mismo tiempo no vulnerarlo con el peso de la específica cultura empresarial?
Simplemente, se tiene que ser sutil en lo primero, e inhibirse en lo segundo, pero con una abstención que tenga siempre en su espíritu la raíz de esta cuestión: ¿qué le debe el arte a las instituciones públicas? Nada que se mida con la moneda que acuñan el financista o el banquero, el cártel de allá o el oligopolio de acá. ¿Pero pueden comprenderse estas afirmaciones en los términos que plantea esta ley, no muy distinta a la naturaleza intrínseca de estas leyes en todo el mundo?
En las leyes citadas anteriormente (Brasil y Chile), no se evita la cuestión del marketing empresarial en torno a la "identidad cultural de la empresa", presentando la Ley como favorecedora de este especial ingrediente por el cual una industria se nutre del prestigio que obtiene financiando lo que en definitiva, no le cuesta nada. En estos casos, se debería afirmar que el Estado delega parte de sus funciones en la capacidad de selección artística que los "curadores" de la empresa mantendrían para sí, con mucha más posibilidad de influir en la vida cultural del país que los jurados del Ministerio (y del sector artístico). Ya no hay un Malraux o un Jack Lang, y los "productores culturales" son los primeros que determinan un foco de interés en los proyectos presentados.
No es de ahora que vamos a sorprendernos con el papel que juega la economía en las obras. Basta leer la "Historia de la Literatura y el Arte" de Arnold Hauser, para comprender que esas razones económicas gobernaban enteramente los talleres de pintura de los grandes maestros del Renacimiento. En la historia de la cultura argentina, hay hechos resonantes como el financiamiento de la Escuela de Frankfurt por parte de un miembro de familia Weil que había hecho su fortuna exportando cereales desde Buenos Aires a fines del siglo XIX. Se trataba del joven Félix Weil, además de heredero enriquecido, un hombre de izquierda que mantenía relaciones con Lukács o Rosa Luxemburgo. ¡Pero de qué estamos hablando! La redacción de esta ley, además de su asombrosa precariedad y su pretenciosa intención de generar un "Sistema Nacional" (temblemos), termina de encadenar el país a un momento de la cultura mundial en que el Mercado no es solo el otro polo del Estado. Es el síntoma oscuro de su absorción en lógicas ajenas a toda cuestión creativa. Ya el futurismo de los años 20, tanto en Italia como en Rusia, intentó pensar el arte en relación a las modalidades técnicas del consumo y el consumo de tecnologías. El futurismo, con todo, no fue solo una salutación sino una crítica a las grandes arquitecturas tecnológicas.
Un reconocido curador de arte de Brasil, ante la disolución del Ministerio de Cultura (el desdichado Temer decidió luego reponerlo, se pone y saca un Ministerio como un juego de bolitas en la vereda de la esquina), dijo que ese ministerio no era necesario ahora que existía el intercambio de arte por exenciones impositivas, y que había que considerar que esas derivaciones dinerarias no provenían del mercado sino de algo que debería llamarse "sociedad civil". Poco gramsciano el hombre, aunque nadie tenga la obligación de serlo. Pero si por algo se destacó Gramsci fue por haber "colocado" todo el complejo cultural en la "sociedad civil", con la "economía" en otra napa diferente de la existencia colectiva. Precisamente esta entelequia legal redactada con un asombroso primitivismo (aun considerando que es el lenguaje en que suelen redactarse los instrumentos jurídicos) habla de una "penetración social desde la cual tejer redes de comunicación", o de que un "ecosistema de funcionamiento posible es dejar que las personas humanas continúen obteniendo ayuda a través de otros organismos". Es el lenguaje de iniciación del gerente júnior; aún no han llegado con su pluma a una escala más acreditada.
Pero más allá de su jerga administrativa, que esconde poderes reales y sutiles tráficos de influencia, se consagraría por primera vez a escala nacional, la posibilidad de un dictamen final sobre las obras, por parte de empresas llamadas "patrocinadoras". Por eso, en el debate de este proyecto se abriga la pregunta fundamental en torno a si la cultura se abre por fin de par en par a que se defina por la idea de consumo cultural en "nichos" prefigurados por la mercadotecnia auditiva, plástica, estética surgida de eruditas corporaciones. Pues todo el proyecto está redactado en el lenguaje de la mercancía. En las líneas emboscadas que se leen en el proyecto, donde se destaca el horrible pleonasmo de "personas humanas", podemos ver la alianza final entre el "Mini Davos" y un embrollado procedimiento para obtener subsidios que surgen de un contrato genérico e inexorable entre Estado y Empresa. En esta biósfera –para remedar el lenguaje de la Ley– podremos ver, por ejemplo, a Grobocopatel decidiendo qué cupos, sean de Borges o de Dante Quinterno, hay que mezclar para fortalecer la imagen de una piadosa empresa.
* Sociólogo. Ex director de la Biblioteca Nacional.
CONVERSACIÓN DE PACHO O'DONNELL CON MYRNA TORRES,
AMIGA DE ERNESTO CHE GUEVARA
"A Guatemala llega Ernesto y se va el Che"
Myrna Torres conoció al médico argentino cuando recién había llegado a Guatemala atraído por la reforma agraria de Jacobo Arbenz pero todavía ajeno a un pensamiento marxista. Torres cuenta las influencias que durante nueve meses definieron sus ideas.
Por Pacho O'Donnell
Ochenta y nueve años que hacen sonrojar a mis setenta y cinco: cuerpo y mente ágil, memoria infalible, afectividad punzante. Myrna Torres fue una persona fundamental en la vida de Ernesto Che Guevara, de esas que hacen preguntarse si Ernesto Guevara de la Serna hubiera sido el Che de no haberla conocido.
Nuestro compatriota llega a Guatemala luego de haber decidido en Guayaquil cambiar el itinerario de su segundo viaje por Latinoamérica. Atraído por las noticias de una Reforma Agraria excepcional en medio de naciones centroamericanas gobernadas por gobiernos tiránicos rumbea hacia la Guatemala de Jacobo Arbenz, quien ha osado incautar tierras de la omnipotente United Fruit and Co. norteamericana , dueña del comercio de frutas en Centroamérica. A pesar de ser latifundios no explotados provocó la reacción de los Estados Unidos quien armó un ejército mercenario de guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses y asaltó el poder.
–¿Cómo conoció al Che?
–Yo trabajaba en el Instituto de Fomento a la Productividad, INFOP. Allí mismo trabajaba Hilda Gadea, una economista peruana exiliada, miembro del APRA de Haya de la Torre. Un día llegó un argentino con una carta de recomendación para el director quien había estudiado en Argentina. Era Ernesto Guevara, médico. Le encargaron a Hilda que le mostrara las oficinas y el funcionamiento de la institución. Fue allí cuando me lo presentaron.
–¿Qué impresión le causó?
–Yo tenía y tengo mucha simpatía por Argentina. Gardel, la gran actriz Libertad Lamarque, Mirtha Legrand, era el cine que veíamos entonces … Mi padre, maestro, tenía gran admiración por Sarmiento, estudiábamos con libros de Kapelusz, leíamos Billiken. Además sabíamos que Rubén Darío había vivido allí.
–Su familia es nicaragüense
–Sí, mi padre, Edelberto Torres Espinoza, tuvo que exiliarse en Guatemala por razones políticas. Era un liberal antiimperialista. Siendo estudiante dio un discurso incendiario delante del embajador norteamericano y ya no pudo concurrir más a la universidad.
–El Che estuvo nueve meses en Guatemala ¿Qué hizo en ese tiempo?
–Hizo lo que sus ataques de asma le permitían. Buscó relacionarse con gente que podía darle un trabajo. No tenía todavía un pensamiento político formado. Hilda Gadea fue su ángel protector, estaba muy enamorada de él y lo alojó en su casa, lo atendía en sus crisis asmáticas y cubría sus modestos gastos.
–La Gadea fue su esposa después de reencontrarla en Méjico y tuvo una hija con ella, Hildita, de trágico destino.
–Hubo una reunión en casa que fue muy importante para el Che. El tenía mucho interés de conocer y de escuchar a mi padre y lo visitaba con frecuencia. Cierta vez coincidió con un grupo de cubanos, fue la primera vez que el Che tuvo contacto con cubanos. Eran "Nico" López, Armando Arancibia, Antonio "Bigotes" López, Mario Dalmau y algún otro. No eran escapados del asalto a la Moncada sino de la acción del Bayamo. No eran muy cultos pero hablaban de la revolución con mucha convicción y entusiasmo. Y se referían a Fidel Castro con una admiración que impresionaba. En esas reuniones se hablaba de Sandino, de la enmienda Platt, de muchos temas. El Che se interesó mucho en los cubanos. Con Nico se hicieron grandes amigos.
–¿Es cierto que fue Ñico quien lo bautizó como Che?
–No sé, los cubanos se adjudican todo lo que tiene que ver con el Che. Puede ser. Lo que sí es cierto es que ya en Méjico le presenta a Raúl Castro quien luego lo juntará con Fidel.
–Hablando de bautismo sería el Che quien, ya en el gobierno, bautizaría con el nombre de su amigo, muerto en el desembarco del Granma, a una de las refinerías incautadas.
–Andaban siempre juntos. Para ganar algún dinero los dos se unieron para vender imágenes del Cristo de Esquipulas en las calles y plazas. Le habían puesto un marco y lucecitas pero no les duró mucho porque la venta era muy magra.
–Algún biógrafo ha afirmado que fueron la Gadea y usted quienes lo iniciaron en el pensamiento marxista.
–No es así, Hilda era aprista y por lo tanto anticomunista, yo seguía las ideas de mi padre, esencialmente socialistas y antiimperialistas pero no marxistas.
–¿Quién fue entonces?
–Curiosamente un norteamericano, Harold White, un profesor de la Universidad de Columbia que llegó como turista y se quedó a vivir en Guatemala. El predicaba el marxismo en sus clases y el Che se interesó en escucharlo y conversar con él. White les dio a él y a Hilda un libro suyo con sus ideas para traducirlo al castellano, lo hicieron y esa debe de haber sido una circunstancia muy formativa para el Che.
–¿El Che tuvo militancia política en Guatemala?
–Simpatizó con la Alianza de la Juventud Democrática, una rama del Partido Comunista, y asistió a varias de sus reuniones donde se discutía sobre política y se daban charlas formativas.
–Algunos dicen que el Che colaboró formalmente con el gobierno de Arbenz ocupando cargos de consejero político, militar o algo así. Pero he leído que usted desmiente eso.
–Totalmente. El Che y Arbenz se conocieron muchos años después en Cuba.
–Cuénteme cómo fue el golpe antirrevolucionario.
–La invasión se produce a mediados de julio. La resistencia se organiza en dos Brigadas , la estudiantil y la obrera. El Che se incorpora a la primera decidido a luchar.
–Arbenz se niega a entregar las armas que los brigadistas le piden para defender su gobierno. Se lo acusó de cobarde y termina renunciando el 24 de julio de 1954.
–Una falacia. Arbenz no tenía armas para entregar. Las había comprado en Checoslovaquia y fueron desviadas a Puerto Barrios, un puerto norteamericano en tierra guatemalteca. No hubo forma de sacarlas de allí. Una anécdota interesante es que al Che le encargan hacer guardia nocturna en la sede de la Alianza de la Juventud Democrática y le dan una ametralladora. Es un nicaragüense de apellido Romero quien le enseña a manejarla.
–Su primer contacto con un arma de guerra se da en Guatemala. Es también allí cuando y donde al Che se le revela la violencia del capitalismo cuando poderosos intereses son tocados. Creo que es allí donde se convence de que no se lo puede derrotar por las buenas maneras sino por una violencia opuesta. Yo he investigado si mostraba una personalidad violenta en su infancia y no fue así, por el contrario era generoso y coinciliador. Sus tácticas y estrategias violentas surgen de esa convicción.
–También es decisivo que el Che sale de su experiencia guatemalteca con un alto concepto de los comunistas. Escribe a su madre algo así como que a pesar de la catástrofe del triunfo antirrevolucionario mantienen intacta su fe y su compañerismo y los señala como el único partido político que se comportó como correspondía en tan graves circunstancias.
–Es claro en los años que siguen que eso dejó una marca indeleble en el revolucionario argentino. Una de las muchas marcas guatemaltecas.
–Puede decirse que el Ernesto Guevara de la Serna que llegó a Guatemala el 24 de diciembre de 1953 ya es el Che Guevara cuando se va a Méjico nueve meses después.
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