jueves 31 de marzo de 2016
Camino del Inca
Por Sonia Renison
Cuando camino por los sitios arqueológicos siempre es una emoción intensa, pues no puedo evitar imaginarme esos lugares con olor a humo, niños jugando, ruidos propios de las labores domésticas, perros ladrando, es decir, siento en esos sitios todo lo que ya no está ni estará. Esa experiencia es única, casi mística de contacto con el pasado", dice el arqueólogo Christian Vitry, salteño, que formó parte de este enorme proyecto que unió a seis naciones americanas, desde la Argentina hasta Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador.
Pero Vitry es, además, un incansable estudioso que le pone cuerpo y alma a estas historias. Una vez al año trepa al volcán Llullaillaco, donde fueron descubiertos los "Niños" del hoy llamado Complejo Ceremonial Volcán Llullaillaco que puede conocerse su historia en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) de la capital salteña. Potrero de Payogasta, Los Graneros de La Poma y Santa Rosa de Tastil con los anclajes para este recorrido que significó una de las mayores obras ingenieriles de la humanidad con más de 30 mil kilómetros de caminería incaica.
Lo cierto es que en Santa Rosa de Tastil, la llegada al pueblo con vehículo impone una visita al Museo del Sitio en el que trabajaron los expertos y los representantes de la comunidad. Y desde allí, menos de diez minutos hacia la cima, se trepa por un sendero demarcado para acceder a la vista panorámica del sitio arqueológico. Uno de los guías de sitio es Alberto Olmos, quien junto al arqueólogo Christian Vitry revelaron a Veintitrés detalles de la inmensa historia que representa el sitio de Tastil. El sendero es pequeño y apenas señalizado con carteles con flechas y piedras, de manera que no se desgaste el lugar por las visitas. Pero es claro que desde el primer paso uno mira cada piedra. Los recintos, los enterratorios, todo está estudiado y señalizado en forma minimalista. Lo importante de caminar entre ruinas es que basta apoyar un pie en ese suelo y es posible pisar un trozo de cerámica del tamaño de un dedo gordo. Y son millones de incógnitas que surgen en torno a lo que pasó en el lugar, ¿por qué se fue la gente, adónde fue? La respuesta la da el viento, el cielo y las piedras apiladas prolijamente que permanecieron por más de 500 años allí, casi, casi, sin tocar. Es un privilegio contar con un arqueólogo cuando uno recorre esta historia. Y Vitry explica, entonces, que "la población de Tastil está estimada entre 2.500 a 3.000 personas si es que la ocupación era plena de todos los recintos que existen hoy. Personalmente, pienso que esa cantidad de población e incluso un poco más debió darse solamente cuando se hacían las ferias de intercambio de productos, a las que acudían los caravaneros de diferentes lugares, incluyendo la costa chilena", le dijo a Veintitrés.
Dan ganas de cambiar de profesión cuando uno recorre un sitio arqueológico y dialoga con un especialista. "Hay proyectos de la Universidad Nacional de Salta trabajando en toda la Quebrada del Toro e incluye Tastil. Los avances se dieron en toda la región tratando de comprender mejor la dinámica del poblado y su relación con los poblados vecinos". En cada una de las siete provincias desde Mendoza hasta Jujuy, el Qhapaq Ñan es Patrimonio de la Humanidad y consistió y consiste en un proyecto integral que se desarrolló durante diez años y se continúa profundizando. Del paisaje y de la historia, es al final la gente de cada lugar quien delinea el destino.
Números
- 1.000 a 1.430 años d.C. es el esplendor de Tastil.
- 2.500 a 3.000 personas habitaron el pueblo.
- 32 sitios arqueológicos argentinos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad.
- 7 son las provincias argentinas por donde pasa el Qhapaq Ñan.
- 6 son las naciones americanas que integran el proyecto.
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