lunes, 13 de junio de 2016

El nuevo “hombre fuerte” de la política bonaerense

lunes 13 de junio de 2016



El nuevo "hombre fuerte" de la política bonaerense



De De Narváez al sciolismo y ahora al Pro. Los vínculos secretos del operador judicial que llegó al gabinete.

Por      Andrés Fidanza
Revista Veintitrés
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Unos 15 años antes de asumir como ministro de Justicia de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari estuvo cerca de ocupar ese mismo cargo pero en el gobierno nacional. O al menos así lo vivió por aquellos días de 2001 el propio Ferrari, ubicado inesperadamente en una bambalina próxima al poder. Antes, el actual ministro había trabajado para la ONG procesista FORES (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia), había sido abogado de los bancos privados y director de un posgrado en la Universidad Austral. Ahora, de la mano del presidente de Boca Daniel Angelici, hizo pie formal en la Justicia bonaerense.

Desde mediados de 2001, Ferrari se había convertido en la mano derecha de Francisco de Narváez, quien amasaba el salto desde el mundo empresario a la política, en sociedad con Mauricio Macri. Para hacer más suave el aterrizaje, Macri y De Narváez habían armado una ONG con sede en Las Cañitas: Creer y Crecer. El reparto de roles era así: De Narváez (ex dueño de Casa Tía) era el mecenas que financiaba la aventura; Macri (por entonces presidente del Boca ultraganador de Carlos Bianchi) era el frontman con chances de candidatearse, y el abogado conservador Gustavo Ferrari era una especie de capataz. 

Cuando llegó diciembre de 2001, el corralito de Domingo Cavallo, los saqueos, la represión de la Alianza, los 39 muertos y la sucesión de cinco presidentes en una semana, De Narváez, Macri y Ferrari tuvieron acceso privilegiado a la cocina del poder. En realidad, tenían llegada a lo que era un intento de poder, en el contexto de una Argentina apocalíptica. Macri era íntimo amigo de Ramón Puerta, quien después de la fuga en helicóptero de Fernando de la Rúa y la renuncia de Adolfo Rodríguez Saá, había quedado en la línea de la sucesión presidencial.

"De golpe nos encontrábamos en el centro de la escena sin que nadie supiera, hablando con el presidente, viendo qué hacemos y qué no hacemos", relató Ferrari. El "centro de la escena" es una expresión, porque lo cierto es que Ferrari siguió toda la secuencia de la crisis desde una casa con vista a la playa, que De Narváez había alquilado en Punta del Este. Por unos días, Macri también se instaló en ese chalet. El entonces presidente de Boca solía hablar por teléfono con Ramón Puerta y así conseguía información de primera mano para el trío. "¡Que agarre, que agarre! Decile que ya tenemos los programas", le exigió De Narváez a Macri durante una conversación telefónica con el misionero. Pese a esas sugerencias, Puerta también se bajó y, al final, quedó sentado Eduardo Duhalde en el sillón de Rivadavia.

Ahí se acabó la primera posibilidad ferrarista de ascender a ministro, a través de algún rebote de la historia entre Macri, Puerta y De Narváez. Una vez que Duhalde adelantó las elecciones presidenciales para abril de 2003, tras el asesinato policial de los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, Ferrari y De Narváez volvieron a sentir el calorcito del poder presidencial. "Queríamos que fuera Reutemann, pero cuando se bajó dijimos 'bueno, es Mauricio'. Francisco charla con él y Mauricio responde que sí. Y por tres días Macri fue candidato a presidente", explicó Ferrari.

A mediados de 2002, mientras Macri se entrevistaba en Brasil con funcionarios del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, De Narváez armó una operación para meterle un poco más de presión a su amigo-adversario. El viernes 12 de julio, en los diarios nacionales apareció una inusual publicidad de Hora Clave, el programa de Mariano Grondona. Sobre una silueta negra, el aviso prometía que el domingo Grondona develaría el nombre del "candidato desconocido". El sábado 13, Clarín tituló: "Macri, listo para lanzar su candidatura presidencial"; y el diario aclaraba: "Macri cree que puede cubrir la ausencia de candidatos moderados para el 2003. Ocupará la franja de centroderecha, solo le resta definir si competirá dentro del PJ o fuera de él" (sic).

Ese día, Macri volvió de Brasil, cenó con su ex esposa Isabel Menditeguy y con papá Franco. Después se fue a lo de Ramón Puerta, donde había citado a De Narváez. Les anunció a los presentes que enrocaba la candidatura presidencial por la alcaldía de Buenos Aires. "No quiero ocupar un agujero, el lugar que dejó vacío el Lole", les explicó después al doctor Grondona y a los periodistas de los diarios.

A partir de esa escena, algo se volvió a romper en el  vínculo entre Macri y De Narváez. "Ahí hubo un quiebre entre nosotros y él", admite Ferrari. "Claramente estábamos trabajando para un proyecto nacional y él decidió dejar de hacerlo para construir su candidatura a jefe de gobierno", dijo un De Narváez despechado.

Ferrari tiene relación con Macri desde hace dos décadas y es clave en los  acuerdos de coaliciones.

Esa fue la segunda vez que se le frustraba el atajo a Ferrari, quien asumiría como diputado recién en 2009, desde la boleta compartida (a los tiros) entre el Pro, De Narváez y Felipe Solá. Si bien fue su ladero, su Robin y lo más parecido a un amigo que tuvo De Narváez por más de una década, Ferrari evitó acompañarlo en su desaparición. Desde 2012 se dedicó a ampliar su agenda: coqueteó con la UCR, fue funcionario de Daniel Scioli (habría sido jefe de la Agencia Federal de Inteligencia, en caso de que hubiera ganado la presidencial), y terminó por anclar en el Pro, de la mano de Daniel Angelici.

El nuevo ministro de Justicia de Vidal se recibió de abogado en la UBA: había empezado en la Universidad Católica, pero tuvo que largar porque no le alcanzaba la plata. Hoy tiene casa de fin de semana en el country Los Cardales y palco propio en la Bombonera.

En lo laboral, se dedicó a la relación entre el sistema judicial y los bancos, y fue director de ABRA, la cámara que agrupaba a la banca extranjera. Durante ocho años fue director del programa de derecho bancario y financiero de la Universidad Austral, que nunca ocultó su vinculación con el Opus Dei. También se formó y trabajó varios años en la procesista fundación FORES (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia), una organización de lobby creada en octubre de 1976 para enfrentar "la campaña antiargentina", según sus propios fundadores. 

A tal punto llegó el vínculo entre FORES y la dictadura, que un viejo antecesor de Ferrari en el Ministerio de Justicia bonaerense, Jaime Lamont Smart, patrocinó las Conferencias sobre la Reforma Judicial que organizó el Foro en 1977 y 1978. Esas charlas estuvieron presididas por los generales Albano Harguindeguy, Manuel Ibérico Saint Jean y Oscar Alfredo Saint Jean, y fueron auspiciadas por la empresa Acindar y la embajada de los Estados Unidos. En FORES, Ferrari llegó a ser el director ejecutivo del proyecto de reforma judicial.

Su irrupción en la política se dio a mediados de 2001, a raíz de uno de los castings que organizaban Macri y De Narváez para sumar profesionales a Creer y Crecer. Los empresarios dieron con Ferrari a través de Gerardo Bongiovanni, amigo del actual ministro y ex presidente de la Fundación Libertad de Rosario, una ONG muy inspirada por la embajada de Estados Unidos, y parte de la red de think tanks más conservadores de Occidente.

Lo citaron en el vip del Museo Renault para hablar sobre el sistema judicial, y hubo un flechazo total entre De Narváez y Ferrari. El amor duró aproximadamente hasta el 2013. Ahora Ferrari trabaja para el Pro, con especial buen trato con Daniel Angelici: incluso forma parte de la comisión directiva de Boca, por cortesía de "El Tano".

En el Pro, la interna del manejo judicial enfrenta al sector de Angelici con el encabezado por el ministro nacional Germán Garavano. En bruto, Angelici es la cara amable y pro statu quo para Comodoro Py y la justicia federal. Garavano, en cambio, impulsa algunos cambios módicos, pero muy resistidos por los jueces. Los nombres propios de esa rivalidad se cruzan en la biografía de Ferrari: en 2002, Ferrari fue una especie de padrino político en la carrera de Garavano. Juntos fundaron la ONG narvaecista Unidos por la Justicia. "Tenemos una relación personal", afirmó Ferrari. En adelante, el desempeño del ministro revelará cuál es su lealtad más vigente. 



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