Atilio Boron
lunes 04 de julio de 2016
Tercero, Cristina criticó a la oposición parlamentaria al macrismo, sobre todo su falta de ideas. Esto supone promover un debate público, no a puertas cerradas sino público, sobre por qué se perdió en la presidencial del 2015, que fue lo que se hizo mal (porque lo que se hizo bien ya lo sabemos) y cuál es la estrategia de construcción de una nueva fuerza política (una vez demostrada la inutilidad para tales propósitos de estructuras como el FpV, UyO y La Cámpora) para enfrentar exitosamente al macrismo, un gobierno, dijo, "al cual no quiere que le vaya mal".
Mal podría Cristina hacerse eco de las palabras de Esteche exhortando a derrocar al gobierno; pero si a Macri le llegara a "ir bien" habría restauración conservadora por largo rato, y eso sería una catástrofe para la Argentina. Creo que hay que romper esa camisa de fuerza y establecer una clara diferencia entre la crítica radical al macrismo y la organización del campo popular para resistir a sus políticas y construir una alternativa superadora y, por otro lado, las fantasías destituyentes que alientan algunos sectores minoritarios. Lo primero es esencial, y hay que llevarlo a la práctica de inmediato; lo segundo es un disparate que sólo puede conducir a profundizar aún más la derrota del 2015.
En resumen: el impasse no se ha roto y el tema de la conducción política en el seno del kirchnerismo sigue siendo un problema sin resolver. No se conduce sin presencia efectiva, sin directivas claras, sin consignas precisas para enfrentar los desafíos de la coyuntura y para organizar la resistencia. La aparición de Cristina en no ha despejado estas incógnitas.
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