lunes 13 de junio de 2016
Sin final feliz
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Dos estudios internacionales afirman que la crisis afecta las relaciones sexuales. El ajuste y la incertidumbre se tradujeron en cierre de hoteles alojamiento, caída de ventas en sex shops y baja demanda de trabajadoras sexuales.
No hay frío que valga. Como si el paraíso para la clase media argentina no estuviera lo suficientemente lejos, parece que, empujado por el estrés, los costos de vida y la angustia de un futuro incierto, hasta el sexo cotiza en baja. Las cámaras que agrupan a propietarios de albergues transitorios en el país confirmaron a Veintitrés que los 150 reductos que hay en Capital Federal corren serio peligro frente a una caída estrepitosa en la ocupación, que promedia el 50 por ciento.
Parece karmático pero es la pura realidad: el deseo sexual disminuye en todas las crisis. Según la doctora Viviana Wainstein, psicóloga y sexóloga clínica, "esto se debe a que las preocupaciones nos ponen en situación de alerta en relación a la supervivencia. Si estamos preocupados, es poco probable que nos conectemos con la diversión. El disfrute sexual requiere divertirse, poder incluir el aspecto lúdico en la sexualidad, el juego. Sobre todo en las parejas estables, ya que en las relaciones ocasionales la cuestión del juego se despliega sobre todo en la conquista".
"En consulta atiendo una cantidad similar a la que atendía en 2001: la preocupación está puesta en la falta de deseo y no todos comprenden el impacto que tiene en la vida íntima la realidad", explica la sexóloga. Para sumarle amargura a la novedad, el gigante farmacéutico Pfizer (que comercializa el Viagra) lanzó este año un cuestionario online en el que participaron más de 6.000 hombres y mujeres con edades comprendidas entre 36 y 65 años, personas activas sexualmente provenientes de seis países (España, Bélgica, Francia, Brasil, Venezuela y Argentina). El relevamiento demostró que la mala racha económica disminuye la frecuencia y la calidad de las relaciones sexuales: "Un 34 por ciento de los encuestados afirma que la preocupación actual por la situación económica de su país ha repercutido sobre su libido y deseo sexual. Pese a ello, en promedio mantienen relaciones sexuales cerca de dos veces por semana (1,7), con un promedio de duración por cada relación sexual de 20 minutos", afirma el estudio.
"A los pacientes les preocupa la falta de deseo y no todos comprenden cuánto impacta la realidad en la vida íntima" (V. Wainstein, sexóloga)
La preocupación por las facturas que se amontonan no es la única razón para que la libido descienda en caída libre en los índices del buen vivir sexual. De acuerdo con una investigación realizada por el Journal of the American Medical Association, el 50 por ciento de las mujeres y un 25 por ciento de los hombres experimentan disfunciones sexuales a causa del estrés, lo que afecta su vida íntima y, como en un castillo de naipes, derriba a otros sectores: "Uno ve la caída generalizada. Este rubro no es diferente a muchos otros, porque la gente vio resentido su poder de consumo y eso impacta en todo. Más allá de que los hoteles alojamiento son de enorme utilidad para un segmento de personas, la gente se sienta a pensar sus gastos y esto, como cualquier otro producto para el esparcimiento, queda al final", explica José Capello, propietario de Cramer Plaza y St. James e integrante de la Federación Argentina de Alojamientos Por Horas (Fadaph).
Ocurre que las cuentas les cierran cada vez a menos parejas. Un hotel premium cuesta entre 250 y 1.500 pesos, mientras los telos más económicos van de 150 a 300 el turno (entre 2 y 4 horas). "La competencia es grande y la que ve más afectado este tipo de consumo es la clase media", dice Capello. Según Fadaph, de diciembre a junio hubo entre un 30 y un 40 por ciento de caída real en la contratación de servicios en Capital Federal y Gran Buenos Aires. "Si hace un año cerraban a razón de cinco hoteles alojamiento por año, esa cantidad ha cerrado en lo que va de 2016. Es una proyección muy difícil de revertir, con la perspectiva de aumentos de servicios y de costos", sintetiza Capello.
Pero hay más: en Santa Fe ya hablan de que la baja llegaría al 60 por ciento, según la Cámara de Alojamientos y Afines del Litoral. Una merma de clientes que los obligó a activar el ingenio y aplicar otras estrategias para no perder adeptos y poder sostenerse: "Con el aumento en los servicios, los gastos han aumentado enormemente. En nuestro caso pasamos de pagar 12 mil pesos de luz a 28 mil por mes. Estimamos que solo en Rosario la actividad cayó a la mitad", dijo Ángel Aroni, dueño del albergue Las Brujas. El empresario se quejó porque en la búsqueda de reconvertirse, por la falta de movimiento turístico, muchos hoteles boutique han comenzado a ofrecer alojamiento por horas. "Eso favorece una competencia que termina siendo desleal. Para atraer clientes hay que especializarse cada vez más, hay que invertir permanentemente. Los propietarios de hoteles alojamiento hace mucho que tenemos un servicio de comidas con variedades de carnes rojas, marisquería y pastas. Ofrecemos promociones y tratamos de generar una fidelización", explicó Aroni, como si el secreto del deleite estuviera allí, alojado entre un bife a punto o un pulpo bien salseado.
Otro de los consumos que no estaría viendo la luz al final del túnel es el de los juguetes eróticos, un universo de látex, cueros y disfraces que según Alejandra, propietaria de Tabú, un sex shop de Flores, registra pérdidas históricas. "Acá vienen clientes de muchos años, y por primera vez me preguntan precios, y hasta regatean. No recuerdo un período tan bajo en ventas, y aunque muchas de las cosas que vendo son importadas, trato de no llevar los aumentos a los precios, porque si no, tengo que cerrar".
"Hay menos clientes y cada vez tienen más preocupaciones"
(G. Orellano, Asoc. de Meretrices)
Según Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), las trabajadoras sexuales han notado el retroceso en el sector: "No sólo hay menos clientela – diría que un 40 por ciento menos – sino que ya es un clásico ese rol histórico de paño de lágrimas. Un poco nuestra labor incluye escuchar a los clientes, y cada vez llegan con más preocupaciones: en la calle notamos mucho lo que se está viviendo", explicó.
Pero en el amor, la guerra y las sábanas, no hay reglas. También Moria Casán se le atreve a la crisis, con ingenio: "En estos momentos es cuando la gente más intimidad tiene que tener. No importa dónde, por ahí no van a los hoteles, por ahí no gastan, pero eso no quiere decir que no haya actividad. De hecho, para mí, la cama no es para hacer el amor, soy más del morbo de hacerlo adentro de un vestidor", se despacha la diva que anima a la argentinidad toda en una cruzada liberadora de estrógeno y endorfinas. "En estos momentos es cuando más hay que tener sexo, la fantasía no te la encierra nadie, querida.." – afirma Casán – "No entiendo cómo puede costar, es cuando más ganas, cuando más iniciativa tiene que haber. Es la única manera de alivianar las pálidas, para mí funciona como motor diario. Nunca estuve más de un mes sin sexo".
En esa dirección también aporta Wainstein. Para la especialista, las parejas suelen reaccionar ante las crisis como los socios de una empresa: "Si es una sociedad basada en la confianza, lazos solidarios y objetivos en común, desplegarán estrategias para superarlas y hasta pueden salir fortalecidas. Para las menos estables, las épocas de crisis pueden representar amenazas de quiebra".
Con menos ganas y menos sitios donde hacerlo, el sexo está librado a la suerte de cada uno. En una sociedad donde las cuentas cierran cada vez más ajustadas, el horno no está para bollos. Y lejos, cada vez más lejos, queda la posibilidad de un final feliz.
Números en baja
34% dice que la crisis económica repercutio en su deseo.
50% de las mujeres y 25% de los hombres le echan la culpa al estrés.
5 hoteles alojamiento de CABA cerraron en el último semestre.
20 minutos dura una relación sexual promedio.
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